Desde que el cine se democratizó con lo del
vídeo digital y la informática, en
República Dominicana están que no paran, filmando películas como locos y
creando una industria, que aún pobre en recursos, va subiendo como la espuma.
Como nueva industria que es, y por el carácter de los
Dominicanos, estos no tienen mayores pretensiones en su cine que la de
entretener, por ello, se han especializado en comedias. Comedia que estrenan,
comedia que es un mega-éxito en aquél país. Aunque actualmente están
intentando meter gente en las salas con otros géneros, parece ser que les sigue
el drama, el cine de acción en tercer termino, y lo que no acaba de cuajar del
todo es el cine de terror, aunque han tenido algún que otro éxito como
“Andrea”, y otras que ya iré comentando por aquí más adelante.
El tema es que quieren ir lo más deprisa posible, y aunque
la comedia Dominicana se impone como el género predilecto, y es dónde ese país
ha desarrollado un estilo propio, en otros géneros el modelo a seguir es, como
no, el cine americano. Sobretodo cuando de acción se trata. Como
muestra, “La Soga”.
Ahora cambiemos de tema.
Ving Rhames ha desarrollado una carrera en la que se siente
la mar de a gusto, combinando sus interpretaciones en productos meramente
“mainstream” con otros de corte video clubero –últimamente, se prodiga
exageradamente más en estos últimos- y
así con la tontería, entre lo que actúa y las películas que produce, se ha
convertido en uno de los actores más peculiares y prolíficos, hasta tal punto
que, bien por edad y la necesidad de estar activo que en los actores, ya
mayores, eso conlleva, o bien por adicción al trabajo, se le ha visto asomar la
cabeza , incluso, en ponzoñosas producciones de “The Asylum”, como pueda ser “Zombie Apocalipse”.
Por otro lado, el actor de origen Cubano Steven Bauer, que
tuvo en los ochenta el cenit de su popularidad con títulos como “El precio del
poder” o, ya como protagonista absoluto, “Ladrón de Pasiones”, lleva muchos años haciendo papeles
secundarios en Hollywood, que cada vez se suceden menos, por lo que no es
extraño verle asomar el hocico en el cine latino.
En cualquier caso, ambos son estrellas de Hollywood
reconocibles.
En otro orden de cosas,
tenemos el cine de acción Dominicano, que intenta parecerse al yankie lo
más posible, y al veterano director Alfonso Rodríguez, con ocho películas
dirigidas (eso en Republica Dominicana, es una barbaridad… tengan en cuenta que
la producción cinematográfica de este país era inexistente prácticamente, hasta
la llegada del video en la pasada década), contando con los
éxitos que supusieron “Macho de mujer” y “Yuniol”.
Bien, pues hace una película sobre prostitutas, proxenetas y
disparos, y no duda un segundo en contar con los servicios, en papeles muy
destacados, tanto de Ving Rhames como de Steven Bauer. Y a Bauer menos, pero a
Ving Rhames, verle en una película Dominicana, me parece la cosa más genial y
marciana del mundo (imagínense…. debo ser el único puto fan del cine Dominicano
que hay en este puto país y que lo sigue más o menos de cerca. De hecho, tengo
amigos Dominicanos que me ponen más o menos al día. Empiezo a aficionarme con
según que películas y de golpe y porrazo, me topo una de ellas con uno de mis
actores favoritos U.S.A. Pues para fliparlo…). Recibiría el guión, le gustaría, aceptaría, y bajaría
considerablemente su caché. O eso, o es que es incapaz de decir no a un
proyecto.
A lo que voy es: El cine Dominicano es un cine que se rueda
bajo mínimos. No es como “Bollywood”, dónde hemos podido ver a Stallone o dónde
Brandon Routh se ha instalado cómodamente, que es una cinematografía que supera
en ganancias y costes de producción incluso a la Hollywoodiense. La
cinematografía Dominicana, aún con sus estrellas, sus taquillazas en salas y su
ascendente producción, no deja de ser una cinematografía prácticamente amateur
(de ser cercana a alguna, lo sería, salvando un poco las distancias, al
“Nollywood”), dónde, a parte de los actores, la cámara y el programa de
edición, no hay nada más. Y aunque este “Pimp Bullies, víctimas de un
prostíbulo” es estéticamente muy bonita, con mucho filtro y mucho colorido, se
notan las carencias por todas partes. De hecho, la acción se desarrolla en
Nueva York, y ni por un segundo se pone en duda que están en Santo Domingo
(donde por otro lado, está rodada íntegramente toda ella). Entonces, la
gracia de todo esto, está en ver a Ving Rhames y Steven Bauer en una película
prácticamente casera.
Y al estar la película ambientada en Nueva York y, supongo,
tener algunas aspiraciones hacia el mercado Americano, está rodada
en Inglés casi en su totalidad, menos cuando trasladan la acción a Santo
Domingo, donde el idioma es el español. Bien, pues el último actor que tiene el
90 por ciento de su diálogo en español, es el único Americano puro de la
película, y el único que no tiene ni pajolera idea de hablar otro idioma que no
sea el Inglés ¡Ving Rhames! que tuvo que aprender sus diálogos en nuestro
idioma. El caso es que, al muy cabrito, se le da bastante bien, y aún con
acentazo, se le entiende perfectamente, actúa en español intentando entonar
como un Dominicano y está todo el tiempo diciendo tacos como “Puta” o “Coño”.
Vamos, que una gozada, y solo por eso, merece la pena, penita, pena, ver la película.
Inevitablemente, te descojonas.
Bauer, por su lado,
tiene un papel menos relevante, y al ser el español su idioma oficial, no
resulta tan raro verle ahí, si tenemos en cuenta que ya le había visto en una
horrorosa comedia chilena de Súper Héroes junto a Jordi Mollá. Ni el título
recuerdo. Eso si, está viejo y gordo el hijo de la gran puta, lejos quedaron
sus tiempos de galán, en los que, explicando a Al Pacino (en “Scarface”) cómo
se hace con la lengua para comerse un coño, este le recrimina con el ya mítico
“¡Qué asco!, pareces un lagarto!”.
Por lo demás, la película es bastante floja, no mantiene el
ritmo que debe tener una de acción, la producción es tan pobre, que
aunque hay acuchillamientos con machete (Rhames que es más bruto que un arado)
la cámara nunca nos muestra la sangre, así como no nos muestra impactos de
disparo en el cuerpo, simplemente, porque no hay dinero para mostrarlo. La
historia es bastante poca cosa e intenta ser una película transgresora en
cuanto a sexo, y en las escenas de folleteo, se nota cierto pudor ante el tema
de mostrar la carne y el como mostrarla, precisamente, porque al ser una
industria tan nueva, no saben cómo afrontar una cosa tan delicada.
En general, no podemos decir que estemos ante una buena
película. Es un poco ful.
La sinopsis, porcierto:
Dos chicas Dominicanas se lamentan en la calle, una de
ellas lo hace porque tiene un hijo gravemente enfermo y no tiene dinero con qué
pagar el tratamiento. Un proxeneta que está por ahí fumándose un puro (Rhames)
las escucha y se aprovecha de la situación para prostituir a la muchacha en su
burdel de Nueva York, dónde ella, casta y puritana de origen, conocerá la droga
y la mala vida, hasta que acaba muerta. Muchos años después un individuo con
pinta de tipo duro anda investigando la muerte de esa puta. Y no cuento más
porque si no, espoiléo.
Muy mala, pero para saciar curiosidades de cine exótico esto es una delicatessen.