Pero Chuck Barris no es popular precisamente por sus
creaciones televisivas ni mucho menos, que va; lo es porque tenía una doble
vida. Según sus memorias Barris, además de productor televisivo de éxito, era
también agente doble de la CIA, asesino de la CIA más bien, que aprovechaba el
acompañar a los ganadores de sus concursos en los viajes a exóticos destinos
como Berlín Occidental, para cepillarse a los miembros del grupo terrorista
internacional de turno. Pero para saber más de este fascinante e inquietante
sujeto, lo mejor es que vean la ópera prima de George Clooney “Confesiones de
una mente peligrosa” que explica todo esto muy bien.
Sea como fuere, el caso es que Chuck Barris era un tipo egocéntrico
de narices, que tuvo que dar su salto al cine. No supo hacerlo sin tener que
estar él metido de por medio, así que, amparado por Universal, produjo,
escribió junto a Robert Downey (El papá de Robert Downey Jr., lógicamente) y
protagonizó la versión cinematográfica de su programa de mayor éxito
(Precedente de lo que haría Javier Cardenas aquí) y la título “The Gong Show
Movie”. La película deambula entre la realidad y la ficción y por un lado nos
muestra como es el día a día de Chuck
Barris en el medio televisivo, como tiene que lidiar con las cadenas de
televisión, su relación con su novia, y con los retrasados que han de aparecer
en su concurso. Todo esto, rodado en 35 mm. total ficción, sirve de hilo
conductor para mostrarnos lo verdaderamente interesante que son los castings y
actuaciones de retrasados que, grabados en vídeo y montados a toda velocidad,
fueron censurados en su momento y no se incluyeron en los programas
televisivos. Así pues no vemos nada estridente más allá de unas tetas, pero si
vemos, como si de un documental “Mondo” se tratara, como un individuo vestido a
lo “Music Hall” interpreta una canción popular americana a base de cacareos,
como si lo cantase un pollo. El caso es que durante su intervención el público
se vuelca con la actuación del individuo, este se emociona y cacarea aún más
fuerte. Barris, le insta a que vuelva a hacerlo una y otra vez, pasando a la
final, para acto seguido, entre bastidores, ser testigos de cómo la cámara de
vídeo graba la muerte de este señor en directo, cayendo fulminado de un infarto
debido a la fuerte emoción, hecho este, que le costaría algún que otro
disgustillo a Barris. Eso no es óbice para que esa muerte ante las cámaras
aparezca en la película, y no solo, eso, sino que además sea introducida como
elemento cómico. Cosas del perfil un tanto psicopático del autor de la película
–recuerden que acababa los programas y se iba a matar gente para la CIA-.
La película es bastante mala, muy para lucimiento de un
individuo que en realidad no tiene mucho carisma (por mucho que se calara las
gorras y los sombreros hasta los ojos) y que no tiene nada de gracia cuando se
nos vende como una película desternillante, pero verdaderamente se deja ver, y
además es una curiosidad de película como un templo de grande, porque ¿A quíen
se le ocurre hacer una película sobre un programa de televisión?
Sin embargo la película, a poco que consultemos la red de
redes, se prodiga como una rareza absoluta, corre la leyenda urbana en
yankilandia de que esta película en realidad no existe porque es la típica de
la que todo el mundo habla, pero de la que no hay demasiadas pruebas de su
existencia más allá de un par de “Lobby Cards” y pósters de la misma, pero en
realidad si que existe, de hecho les hablo de ella, porque la tengo en mi
estantería en DVD.
Resulta que la película se estrenó, y además de tener una
muy mala distribución por parte de universal,
fue un fracaso total y absoluto. No fue a nadie a verla. Las críticas
fueron feroces, de hecho un famoso crítico afirmó tras verla, que viéndola por
primera vez en su vida sentía la necesidad de estar fuera del mundo del
espectáculo.
El resultado de todo esto, y que tampoco sería del gusto de
su responsable más directo, propició que Barris se arrepintiera de su única
incursión en el cine y tras su estreno en salas decidió no comercializarla en
formatos domésticos, aunque ya saben, se hicieron copias pirata en los ochenta
para el mercado del video y más allá de eso, para cualquier americano que
deseara ver la película –serán los menos- fue una odisea.
Sin embargo, se ve que un americano cualquiera, consiguió un
master de la película a una calidad apabullante, así que vende a través de la
red copias en DVD-R de la misma, espectacularmente presentada, en una edición
que poco tiene que envidar a las profesionales y a este señor, tras un tiempo
buscando frustradamente la peli, es a quien se la compré y el motivo por el que
he podido verla y finamente, comentarla.
En definitiva, tiene su gracia. Y más sabiendo todo lo que hay detrás, además de
ser el único testimonio que queda de ese mítico programa, el “The Gong Show”,
amén de los vídeos que circulan por la red.
Además de Barris, se pasean por la pantalla la cantante Jaye P. Morgan, que pasó por el
programa, Tony Randall, o Danny De Vito, la tetona musa de Russ Meyer, Kitten Natividad y Taylor Negron que ¡participaron en el concurso! en el caso de Negron, antes de ser
celebridad, haciendo el mongólico y rozando la vergüenza ajena, además de
papeles de ficción para Vincent
Schiavelli (el feo de “Ghost”), Robin Altman o los cómicos habituales “The
Unknown Comic” y Rip Taylor.