En la década de los 80 Jodorowsky ya estaba algo más “calmado” y su última película, "Tusk", fue un mero encargo carente del “touch” que solía caracterizarle. Cuando se puso manos a la obra con su return, “Santa Sangre”, lo hizo algo más libre… pero también arrastrando aquella inevitable “domesticación”. A eso súmenle que Claudio Argento (así mismo guionista) le pidió que hiciera una peli con elementos terroríficos. El director aceptó, solo que al pitote añadió delirios robados de Fellini y Buñuel.
El resultado, pues la mejor obra del cineasta Chileno. Pero de largo. Él mismo así lo reconoce. Afirma sin titubear que “Santa Sangre” es perfecta. A mí de chaval me flipó bastante. Me moló por sus escenas truculentas de acuchillamientos tan Argentianas, pero también por su poesía visual, acrecentada gracias a la estupenda partitura de Simon Boswell. Durante años estuvo entre mis favoritas y otorgó a Alejandro Jodorowsky la etiqueta de ídolo. Eran los tiempos en los que vivía muy confundido porque mientras por un lado seguía adorando el terror más comercial, por otro sentía un inesperado interés por el cine experimental y de vanguardia. “Santa Sangre” era la -para mis inocentes ojos- perfecta combinación de ambos.
O al menos me lo parecía entonces. Hace no mucho la revisé y, como con “El Topo” o “La montaña sagrada” (o la horripilante “Fando y Lis”), saqué la conclusión de que se había quedado algo vieja. No negaré que tiene sus aciertos, que son muchísimos, narrativos y visuales, pero hoy no la tengo en tan buena consideración como solía. Eso no ha impedido que reúna acá sus fotocromos, cortesía del psicomágico Alex Gardés.
En cuanto a Jodorowsky, pues hace mucho que dejó de interesarme. Contribuyó a ello su “estandarización”. Que el media y el público convencional le aceptaran y deglutieran con tanta pasión, y que vieran en él un gurú dispuesto a dar sentido a sus grises existencias. Todo eso me desconcertó. Le restó misterio y magia. Súmenle su decepcionante autobiografía (la compré esencialmente para leer sobre las películas que había dirigido, y el mamón las limitó a un desinteresado párrafo) y que, en fin, el rollo este místico y trasnochado que gasta me agota… además de sus ataques al cine Hollywoodiense claro, tan previsibles y arcaicos como el resto de su discurso.