Ya lo tenemos aquí, el hijo pródigo ha vuelto. Nick Zedd, el entrañable cineasta underground, capaz de provocar en mí tanta fascinación como rechazo. Tanta como para que me haya comido entero el librito del que voy a hablarles a continuación, "Bleed", su autobiografía.
Sabía que Zedd la había publicado originalmente en formato fotocopias y grapas. Y también que la coña habitual en la prensa alternativa del momento consistía en asegurar que más que unas memorias precoces, se trataba de un recuento de las tías a las que el pimpollo se había ventilado. Sin más. Nunca tuve especial curiosidad en leerlas, y nunca pensé que un día, hurgando por la red de redes, descubriría que el prestigioso "Macba" de Barcelona disponía de ellas.
A pesar de lo que diga mi pareja, soy un tipo muy curioso. Mi deseo de conocimientos me ha llevado a sitios y situaciones un tanto peculiares. Siempre cuento con orgullo que cuando me enteré que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona tenía un video-diario de George Kuchar, corrí a preguntar si podía echarle un ojo. Y me dijeron que sí. Y me lo comí sentado ante una triste televisión, con los auriculares puestos y peña cruzando sin descanso por mis espaldas. Bien, este era un caso parecido. ¿Cómo desaprovechar la ocasión de leer "Bleed" de Nick Zedd, y encima gratis?.
Cuando investigué un poco más, descubrí que no se trataba de material de biblioteca, sino de archivo. Es decir, si quería leerlo tocaba pedir cita previa. Y eso hice. La mañana que acudí, tuve que pasar por una especie de absurdo rito ceremonial que incluía hacerme una identificación en la entrada, rellenar una ficha de datos personales y, finalmente, encerrarme en una urna y ¡ponerme guantes de plástico!. Madre mía, ¡¡ni que fuese una muestra de la lefa del puñetero Leonardo Da Vinci!!.
La buena noticia es que el libro era enano y con la letra gorda, así que en seguida supe que me lo leería de un tirón esa misma mañana. La mala es que se trataba de una primera parte, no estaba completo. Pero bueno, para ir abriendo boca ya valía.
¿Y qué tal?, pues bien. Zedd arranca narrando su adolescencia como "bicho raro" en el insti. Sus primeras experiencias con las drogas y la delincuencia juvenil, el mundo del arte y sendos rechazos por parte de la industria audiovisual. Los curros de mierda que tuvo (y tiene) que hacer para ir sobreviviendo y algunas anécdotas de rodajes y movidas por el estilo.
No obstante, a lo que el autor tiende más es a hablar de otras personas que pasaron por su vida. Poniendo especial atención, eso sí, en aquellas más peculiares. Y, claro, ¿qué pasa?, que depende de lo interesante que sean para que la lectura resulte amena o se vuelva un rollete. Por ejemplo, hacia el final se empeña en narrarnos vida y milagros de un tio de lo más sórdido llamado Rick Strange, y ahí el libro se hace pesado. En cambio, cuando se centra en la figura del legendario actor y director de cine underground Jack Smith, la cosa cambia.
Smith estaba jodidamente loco. Vivía en un pisito decorado como si fuese un palacio de por allá oriente. A lo cutre y con cantidades ingentes de cucarachas entrando y saliendo a antojo. La bañera andaba llena de moho. Decía que quería rodar con miniaturas una película de piratas. Nunca lo hizo. Como tampoco nunca rodó la epopeya sobre "Simbad" que pretendía facturar sin salir de su pequeño hogar usando a su pingüino de peluche como protagonista. La leche.
Claro, ¿nos creemos todos los desvaríos que suelta el amigo Nick Zedd, al que siempre le ha tirado eso de montarse sus fantasías acorde a la imagen super-underground que pretendía dar?. No lo sé. Supongo que ahí está la gracia. En cualquier caso valió la pena pasar por el trance para echarle un ojo al librillo. Ya lo creo.