En verdad, Jess Franco nunca llegó a concebir en el papel un
exploit de “Emmanuelle” de Just Jaeckin. De hecho, “El último escalofrío”,
rodada prácticamente a la vez que el clásico del erotismo, aprovechó el tirón
del mismo una vez estaba la película ya montada y para estrenar y se estrenó en
algunos países anglo-parlantes bajo el título de “Tender & Perverse
Emmanuelle”, pero absolutamente nada tenía que ver con todo el universo de
Sylvia Kristel.
Y dentro de una de las épocas más desquiciadas de Franco —los
ochenta—, dando la casualidad de que la “Emmanuellexploitation” estaba en boga
dejando pingües beneficios a las taquillas de los cines más desprejuiciados de
medio mundo, Jesús Franco está rodando sin frenos y a toda pastilla toda suerte
de películas de corte —en menor o mayor medida— erótico, en la era de la
clasificación “S”.
Laura Gemser se convertía en un mito erótico de serie Z
gracias a su serie de películas de “Emanuelle Negra”, que a su vez suscitaron
toda suerte de copias y plagios de intenciones siempre mercantiles, que dejaban
el mito creado por Jaeckin y Kristel en un universo paralelo, menos popular que
sus explotaciones, y totalmente almibarado para lo que el cine europeo había
creado con estas mierdecillas para pajilleros de la era pre-porno. Hacer una
película sobre Emmanuelle, era una garantía de algo.
Con “Las orgías eróticas de Emmanuelle” (título que con sus
dos cojones mantiene las dos emes de “Emmanuelle”, mientras que para esquivar
los derechos, otros títulos le quitaban una eme
al nombre remarcando que no se trata del personaje de la Kristel), Jesús
Franco no trataba más que hacer una comedieta “S” sobre infidelidades y lesbianismo,
meter ahí algún elemento sensacionalista, y una crítica en forma de mofa a la
imagen del macho ibérico. Por otro lado, se marca por boca de Antonio Mayans un moderno discurso sobre
nuestras costumbres sexuales. En definitiva, se trata de una película más de
culos y tetas de Jess Franco.
Cuenta como un hombre de bien (Mayans) está casado con
Emmanuelle. Tras un montón de orgías e infidelidades, este la perdona y vuelve
con ella, hasta que un día, en plena discoteca, esta le humilla acostándose con
una mujer delante de todo el mundo. Comienzan así, las idas y venidas, las
violaciones, las combinaciones sexuales entre unos y otros y los chascarrillos humorísticos
made in Franco.
Bastante serena y sosita, no se encuentra entre los títulos
más desmadrados del Franco de los ochenta, el que opera en la costa en hoteles
y parquecillos.
Como ya he dicho, las
explotaciones de “Emmanuelle” dejaban dinero a espuertas y antes de pasar a la
postproducción, a los productores de Franco se les ocurrió que podían convertir
esa insulsa película de folleteo soft en una más sobre las aventuras de
“Emmanuelle”, así que, llamándose el personaje femenino principal Anne Marie,
lo sustituyeron por el de Emmanuelle en el doblaje, y ya estaba la estafa y el
negocio servidos. Se estrenó como uno más de las decenas de exploits
Emmanuellescos que pululaban por los cines de barrio aquél año 1982.
Con todo, es de las entretenidillas.
En el reparto, además de Antonio Mayans, tenemos a un
descacharrante Tony Skios cuyas soflamas en off sobre el poder del macho
español, bien hacen a “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” merecedora de un
visionado, así como tenemos también a Muriel Montossé, quién a posteriori
tendría una carrera profesional en Francia presentando toda suerte de programas
televisivos.
De espectadores, 150.000 habituales de la clasificación “S”.
No es de las menos taquilleras del tío Jess.