La primera vez que tuve conocimiento de "Buscando Justicia" fue en la contraportada de un tebeo de importación. Nada más ver el chanante cartel, y la memorable frase ("Es policía. Es un trabajo sucio... Pero alguien tiene que sacar la basura"), me cagué patas abajo. El día que se estrenó corrí a deglutirla. Aún saboreaba los placeres que me otorgara en su momento "Señalado por la muerte". Sin embargo, esta vez no coló. De hecho, "Buscando Justicia" me aburrió muchísimo. ¿Por qué?, ¿cómo era posible?.
Ahora que la he revisado más canoso y experimentado, lo he entendido a la perfección: Steven Seagal se encontraba en la cresta de la ola, podía exigir. Imagino que a esas alturas querría que, de una vez por todas, se le reconociera como algo más que una máquina de repartir yoyas. Así que, aprovechando su poder, enfocó la nueva aventura cinematográfica como escaparate para mostrar sus "dotes interpretativas". De esta guisa, entre las contundentes y notables escenas de acción, hostias y tiroteos -cojonudas todas-, tenemos a un Seagal soltando soporíferos e incluso patéticos soliloquios pseudo sentimentales que no solo no aportan nada a la historia, es que de hecho se cargan la puñetera película.
De lo que Seagal no se preocupó tanto fue de buscarse una trama un poco menos trillada. Aquí, por enésima vez, el muchacho se venga. La nota "de color" la pone que esté ambientada en Brooklyn y que todo gire en torno a viejos camaradas que la vida ha llevado por caminos distintos: Unos son polis, los otros mafiosos. Mucho rollo italianini a lo Scorsese y muchos besos en las mejillas, pero de nada sirve cuando lo que cuentas es estructuralmente tan monótono y sin interés: Seagal va de aquí para allá buscando al malo porque se lo quiere cargar. Pregunta a este, pregunta al otro, y así va tirando. Sin más. William Forshyte da vida a este último y se hace odiar (sus escenas fueron reducidas cuando Seagal se percató de que podía hacerle sombra, así andaba el hombre con su ego y sus ganas de figurar). John Flynn, que años antes había "Encerrado" a Sylvester Stallone, se encarga de la dirección.
Destacan por méritos propios la escena del billar, probablemente el momento más exageradamente macarra de toda la carrera de Steven Seagal, y la mini subtrama del perrito.
Algo no debió de ir muy bien con "Buscando Justicia", porque el actor decidió retomar el rollo "hostias a tutiplen y pocas palabras" en sus siguientes pelis. Gracias a dios. Eso sí, el ego le siguió creciendo cual polla adolescente, no olvidemos su posterior -y comprensiblemente única- incursión en la dirección con "En tierra peligrosa", un producto que contaba con medios (y Michael Caine) y acabó convertido en un tochete mediocre y aburrido rebañado en panfeltismo ecológico y misticismo de chichinabo.