No deja de ser paradójico que John Farris escribiera la novela de "La Furia" motivado por el éxito de la precedente "Carrie" de yasabesquien. Y que cuando "La Furia" pasó a las pantallas de cine, la dirigiera Brian De Palma que hizo tres cuartos de lo mismo con el libro de Stephen King. Y encima, para rematar la jugada, la chavala con poderes mentales de "La Furia" está interpretada por Amy Irving, que en "Carrie" daba vida a la única superviviente de la masacre final. Una muestra de carriexploitation infligida por el director de la película que lo originó. Curioso.
Pero "La Furia" queda muy lejos de las excelencias técnicas y artísticas de la estupendísima "Carrie", aunque únicamente las separe un añito. De hecho, en la filmografía de De Palma van correlativas. Yo la recordaré toda la vida por una escena concreta. Una que me horrorizó hasta límites insospechados cuando la vi en vídeo a finales de los ochenta. Entonces andaba adentrándome lenta, precavida pero inexorablemente en el maravilloso mundo del cine de terror, abierto a sorpresas y, sobre todo, dispuesto a pasar miedo. Así que el visionado de "La Furia", que es más un thriller -incluso con sus escenas de acción- que una de miedo propiamente dicha, no estaba resultando excesivamente tortuoso.... al menos hasta el desenlace. No lo voy a destripar aquí, pero los que la han visto saben perfectamente de lo que hablo. Tal fue la impresión, que salí corriendo pasillo abajo, blanco como la lefa, para recuperar oxígeno y que mi corazón rebajara la cantidad desorbitada de palpitaciones. Un auténtico semi-trauma que me acompañará hasta el fin de mis días. Y no es pa menos, revisada ayer noche puedo corroborar que ese momento continúa siendo tremendamente potente, en parte gracias a la intensa partitura que lo acompaña, cortesía de un John Williams que venía de petarlo con "La guerra de las galaxias" y seguiría produciendo lo mejor de su cosecha los años siguientes.
La trama de "La Furia" gira en torno a una agencia secreta interesada en fichar chavales con poderes mentales para usarlos como armas. Con la excusa, se apropian del hijo de un ex agente de la CIA quien, tras escapar de la muerte, se dedicará en cuerpo y alma a recuperar al retoño. Por otro lado, una chavala descubre que dispone de tremendas capacidades telepáticas, tanto como para conectar con el hijo secuestrado y, por tanto, poder ayudar al ex agente en su búsqueda. Al final todo estallará -además de verdad, jur, jur, jur!!- en un dramón salpicado de rojo.
A ver, la historia es interesante y la peli tirando a entretenida, no digo que no, pero es cierto que De Palma se apoya mucho, demasiado, en los diálogos. Hay un exceso de "bla bla" con eventuales pero notables escenas de acción y violencia. Tal vez John Farris no pudo evitar dejarse llevar por su naturaleza escribiente mientras convertía la novela en un guion cinematográfico. Con todo, es perfectamente consumible (en parte gracias a la época que se hizo), aunque no está entre lo mejor de De Palma, desde luego.
El reparto es impresionante. Desde los roles principales, pasando por los secundarios, los muy secundarios e incluso hasta los extras. Ahí va la lista completa (salvo Amy Irving): Kirk Douglas, John Cassavetes, Charles Durning, Carrie Snodgress (anduvo por "El jinete pálido" y dio vida a la mala malísima de "La ley de Murphy"), Fiona Lewis (reconocible por su papel de villana en "El Chip Prodigioso"), Andrew Stevens (cuya prometedora carrera terminó estancada entre productos televisivos y subproductos de género), Rutanya Alda (la madre sufriente de "Amityville 2"), el habitual De Palmero William Finley, un delgado Dennis Franz (que repetiría con el director, pero cuyo rostro se hizo especialmente popular por su papel de policía cabezón en "La jungla 2 (Alerta Roja)"), una jovencita Daryl Hannah y, según "la secretaria", Jim Belushi no acreditado haciendo de vagabundo. Destacar también la presencia de Hilarie Thompson, futura esposa de un habitual de este blog, Alan Ormsby.
En el tema efectos de maquillaje, tres monstruos: Rick Baker + Rob Bottin + Greg Cannom.