La década de los años 00 del nuevo milenio destacó en el cine español por tratarse de unos años en los que se estrenaron —quizás en consecuencia al sistema de despilfarro y subvenciones que funcionaba entonces— un buen montón de títulos adscritos al fantástico y con marcado sabor a serie B. En retrospectiva, fueron suficientes títulos como para considerarlos un subgénero en sí mismos y merecedores de culto por pertenecer a determinada época y poseer un estilo que, visto ahora, incluso parece deudor de décadas anteriores, si tenemos en cuenta los títulos fantásticos internacionales que se estrenaban al tiempo que estos. Intentonas de resurgir, como la de Paul Naschy con su “Rojo Sangre”, odiseas informáticas como la que nos proponía “No debes estar aquí”, por no citar los ya anti-clásicos “Tuno Negro” o “La Central”. Dentro de los parámetros que nos proponía la idiosincrasia propia de la época, pero con algo más de clase y dignidad, se movía esta aproximación al spanish gothic con ramalazos de cine negro que es “Pacto de brujas” del siempre interesante Javier Elorrieta. Un film que destaca, pese a tener un par de escenas más o menos efectistas, por ser una película prácticamente hablada. Curiosamente, y gracias a unos actores efectivos y en estado de gracia (porque tenemos a Ramón Langa que arrastra el lastre de ser la voz de Bruce Willis para el doblaje, pero también tenemos a Carlos Sobera cuyo lastre, amén de ser un actor espantoso, es ser el propio Carlos Sobera) que contra viento y marea van sacando adelante una extraña historia de asesinatos múltiples, ouijas y, por supuesto, brujas.
La Guardia Civil se encuentra con el asesinato de todo un pequeño pueblo por parte de un informático que fue allí a pasar una temporada con su novia. Después se suicidó, quedando su novia en shock tras presenciar la masacre, por lo que no pueden sacarle ni una palabra. Es por ese motivo que la Guardia Civil contacta con un psiquiatra experto en estos casos con el que investigarán todo este entramado, encontrándose por el camino con una suerte de sucesos paranormales que les dejarán a todos picuetos.
Basada en la novela de Andreu Martín “La camisa del revés” y rodada, según el propio Elorrieta, en unas condiciones metereológicas terribles, “Pacto de brujas” resulta ser un entretenimiento fast food que supera sus carencias (tempo demasiado lento, montaje parco) con sus momentos de atmósfera (quizás propiciada por las inclemencias metereológicas mismas) y cuenta con secuencias verdaderamente inquietantes. Quizás el paso del tiempo le haga perder un poco de fuelle, pero lo que está claro es que, sin ninguna clase de artificios, con poca cosa, Elorrieta cuenta una historia que, como poco, resulta interesante y, por momentos, aterradora.
Naturalmente, en la taquilla la cosa fue regular congregando a unos escasos 50.000 espectadores, pero, desde luego, junto con “Memorias del Ángel caído”, “Pacto de brujas es una de las mejores películas de terror de aquellos años.
Se le puede echar un vistazo tranquilamente. Elorrieta, siempre es una garantía de algo, no necesariamente bueno (en este caso sí), pero de algo personal y carismático, siempre.