Como siempre digo, las cinematografías latina y española van de la mano en cuanto a tendencias. Por eso si en la primera mitad de los 80 en España se daba pábulo a las películas vehículo para nuestros artistas infantiles y juveniles, en México lindo, la cosa no podía ser distinta de ninguna manera. Y, por supuesto, la mayor estrella infantil en aquellos momentos (y a día de hoy, puede que sea la mayor estrella de toda latinoamerica) era Luis Miguel, que debutó para la gran pantalla con esta espeluznante película, drama sensacionalista y barato que se torna comedia involuntariamente gracias a la sobreactuación que ofrece un repelente y jovencito Luis Miguel.
La cosa va de un chaval muy aplicado en el deporte y con nociones musicales, pero al que no le va muy bien en los estudios, por lo que se tira media película discutiendo con su padre porque este le exige notables. Entre trifulca y trifulca, Luis Miguel se marca algún numerito musical. Lo bueno comienza a mitad de película, cuando Luis Miguel tiene un accidente de moto en el que una pierna se le queda hecha puré. El tema es que esa pierna no evoluciona favorablemente y, entonces, a los médicos no les queda más remedio que amputársela, por lo que Luis Miguel entrará en una profunda depresión que se traduce en maldiciones y alaridos. Entonces, la historia es muy dramática y triste, pero ver a Luis Miguel sin pierna, desgañitándose y cayéndose al suelo, indudablemente resulta cómico… vamos, que se muere uno de risa. Porque si, niño repipi aparte, en toda la parte inicial en la que interpreta un chaval normal y corriente, actoralmente, Luis Miguel se defiende, cuando se queda sin pierna lo gestiona mal y sobreactúa que da verdadero gusto. Al final se trata de una historia de superación personal que viene a decirnos que las adversidades se pueden sortear con esfuerzo y tesón.
Incido en la escena en la que, tras ser operado, Luis Miguel descubre que le falta una pierna. Ahí, empieza a arrancarse las vendas, a agarrarse la pierna violentamente y ponerlo todo perdido de sangre… y claro, resulta muy gore para una película inicialmente infantil.
En realidad, como supondrán es un tostón de padre y muy señor mío, que se soporta porque, en el momento que le amputan la pierna al muchacho, todo se vuelve paradójicamente divertido.
Por supuesto, la película fue un éxito en México y a día de hoy es un film de culto entre cinéfilos inquietos y los fans del astro mexicano, pero cuando a Luis Miguel se le pregunta por la película en cuestión suele renegar de su actuación diciendo que no le gustó mucho como lo hizo. La banda sonora, con canciones interpretadas por el propio artista y escritas por su puñetero padre, Luisito Rey, se convirtió del mismo modo en uno de los discos más vendidos de la época.
El guion del film corre a cargo nada menos que de Tulio Demicheli, mientras que en la silla de director se sentó Abel Salazar, que cuando no actuaba en clásicos del fantástico mexicano como pueda ser “El Barón del terror”, se dedicaba a dirigir folletines lacrimógenos como el que nos ocupa.
Después Luis Miguel protagonizaría otra película más, esta vez a las órdenes, nada menos, que de Don René Cardona. Pero eso se lo cuento otro día porque, caer, caerá.
Al margen de estas películas, déjenme recomendarles la serie biopic sobre Luis Miguel, que es estupenda, y en la cual verán los entresijos de estas producciones sobre las que les estoy hablando.