martes, 16 de septiembre de 2025

SEYTAN

No había visto yo todavía a estas alturas “Seytan”, popularmente conocida como “El Exorcista Turco” y que tuvo su momento de auge y pitorreo por parte del fandom posmoderno (que se metamorfosea y ya no habla tanto de ella) a principios de siglo, cuando gracias a Internet se filtró alguna copia y ya todo dios pudo verla. También hay que agradecer la expansión del fenómeno a Pete Tombs y su imprescindible libro “Mondo Macabro” quien, prácticamente, dijo al mundo que en los países orientales se hacía cine fantástico y los turcos en concreto eran especialmente curiosos.
Como fuere, el caso es que me ha pillado haciendo un ciclo completo de la saga de “El exorcista” y, por supuesto, ahora es el turno de sus exploits, comenzando por “Seytan”, que ha sido motivo de mofas durante lustros.
No es ningún misterio que la película es una copia plano a plano de la original de 1973, pero con matices. Incluye escenas que no vemos en la de William Friedkin pero sí estaban en la novela y el guion original de William Peter Blatty, por lo que se especula con el filtraje de dicho libreto. Por otro lado, Turquía es un país islámico, por lo que toda la parafernalia católica queda excluida en pro de una muy sutil musulmana; ahora no es “el poder de cristo” quién obliga a nuestra poseída, sino “el poder de alá”. No obstante, los equivalentes del padre "Karras" y el padre "Merrin" turcos, no son imanes -y no hablo de aquellos que se pegan a la puerta de la nevera-, sino, simplemente, dos tipos con mucho conocimiento sobre exorcismos.
Visto esto, como decía la película se dedica a recrear secuencia a secuencia “El Exorcista”, muchas veces calcando hasta los diálogos. El “Tubular Bells” suena sin parar, y la "Regan" turca, aquí llamada "Gul", es una niña que, según desde donde la iluminen, es bastante parecida a Linda Blair. Todo ello ejecutado con un presupuesto mínimo y maquillajes y efectos especiales no tan conseguidos como los de la original. De hecho, más que cualquier otro aspecto, son estos maquillajes y efectos especiales los que destaca el fandom a la hora de reírse de "Seytan", cosa que, por otro lado, es absolutamente normal.
Bien, he visto suficientes "exploits" turcos para saber de qué pie cojean y comprender el por qué de la comedia involuntaria, y las risas del respetable al respecto. Por ejemplo “3 Dev Adam” es completamente ridícula con ese "crossover" entre el Capitán América, el Santo y Spider-Man, máxime cuando vemos los disfraces que les han puesto y unas pobladas cejas asomar por los huecos para los ojos de la máscara del hombre araña. Claro, en esa historia "Spidey" es el malo de la función, por lo que lo suyo es que le asomen las cejas… ¡ y además lleva vaqueros! En fin, todo muy marciano, muy loco, muy descabellado.
Pero “Seytan” no es esa clase de película y, si obviamos los notables problemas presupuestarios, yo creo que se trata de un remake bastante “digno”. No es tan ridículo, ni marciano como el resto de películas turcas que se hicieron en la época y, por momentos, con esa "Regan" que hasta bien entrada la película no lleva apenas maquillaje, en según que momentos se pasa un poco de miedo (o eso, o que soy más caguetas de lo normal).Vamos, que no me pareció TAN mala, está más o menos bien filmada y además, pese a la copia plano a plano que es, tiene su propio ritmo que en absoluto es lento o ineficaz. Queda lejos de considerarse buena, pero tampoco es tan desastrosa como otras películas turcas.
A ver, no vengo a tirarme el rollo ni nada de esto defendiendo una película de serie ultra zeta de la que medio mundo se ha pitorreado… pero lo han hecho solo porque es un plagio evidente. Por lo que a mí respecta, si yo no hubiera visto “El Exorcista”, a mí esta me parecería una película turca legítima.
Hace ya años se descubrió que un niño pequeño había recreado plano a plano “Indiana Jones y el Templo Maldito” en su casa con una videocámara y, sin embargo, el mundo, lejos de convertir esa película casera en blanco de bromas obvias, alabaron el trabajo que el chaval había ejecutado recreando un éxito de Hollywood de manera casera. En cambio “Seytan”, en lugar de ser reivindicada por conseguir lo que ha conseguido  (rehacer “El Exorcista” con un presupuesto tan bajo que todavía me pregunto como hicieron muchas cosas de las aparecen en pantalla), es tratada con condescendencia, yo creo que solamente por tratarse de una película turca.
(Nota de Naxo: Hombre, la de "Indy" era una cosica amateur hecha por chavales motivados por amor. "Seytan" se supone un producto legítimo efectuado por profesionales con fines meramente lucrativos. Es bastante distinto...  y perdona/nen la incursión).
En definitiva: Que no está tan mal la puta peli, dentro de lo que cabe.
Por otro lado, tratándose de un producto de un país en el que el 99% de la población es musulmana (el otro 1%  pertenece a otras religiones ya que se trata de un estado laico), me sorprendía, o al menos me llamaba la atención, lo moderno que era todo en la película, y no me cuadraba. Señoras luciendo cabelleras rubias, sin usar velo o con pantalones dentro de una mezquita, o individuos con aspecto europeo en contraposición a otros films turcos posteriores…o incluso actuales. No es baladí, porque lo cierto es que tanto esta, como tantas otras de la época, se rodaron en los primeros setenta, justo antes de La Revolución Islámica. Es por eso que aquellos tiempos la religión en cuestión era más laxa y permitía ciertas libertades estéticas y culturales que, a partir de los 80, ya no permitiría. Y no deja de ser al menos curioso ver musulmanes que se comportan como hippies (o casi). De hecho, de los 70 data también esa corriente cinematográfica turca similar a la sexy comedia italiana o nuestro destape...
Dirige este clásico del cine "trash" Metin Erksan, de extensa filmografía pero con ningún título, a parte de este, que les pueda sonar o les sirva para partirse el culo.

sábado, 13 de septiembre de 2025

IL GATTO NERO

Siempre pensé que "La madre del mal", última aportación de Dario Argento a su particular saga de las progenitoras cabronas (ya saben, precedida por "Suspiria" e "Inferno"), era lo que normalmente llamamos un "final deslucido". El fandom -y nuestro Víctor- flipó con ella, pero por la cantidad insalubre de gore bruto y desaforado. Sin embargo, tras la hemoglobina, no había nada. Y lo que había, tampoco valía mucho. De hecho, en mi más reciente revisión, no pude ni terminarla y me fui a dormir pensando aquello de "¿Podría haber un cierre peor que este?". Pues sí, podría. Tal y como descubrí con horror hace unas cuantas lunas.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso.  Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.

martes, 9 de septiembre de 2025

AMATEUR ON PLASTIC

Butch Willis es uno de tantísimos músicos "outsider" que pululan por tierras americanas y, con el tiempo, generan una base de fans tan sólida que incluso llegan a convertirse en artistas de cierto prestigio e indudable culto. Willis no sabe tocar, hace una música tosca y estridente, más allá de eso y de ser un individuo tuerto, tampoco sabría diferenciar lo que hace de otros músicos de rock´n´roll de corte convencional, es decir, es un tipo excéntrico pero, a priori, no parece adolecer de ninguna peculiaridad o discapacidad severa como sí la tienen alguno de mis músicos marginales favoritos. No obstante, las circunstancias y los personajes me parecen siempre lo suficientemente interesantes como para sentarme a ver, durante una hora y cuarto, un documental de factura igualmente marginal, que cuenta la vida y obra del cantante.
Del mismo modo, y en una de las bandas donde militó Butch Willis, "The Rocks" (formando así "Butch Willis And The Rocks"), hay un individuo con pinta de padecer raquitismo o algo similar, que llama poderosamente mi atención porque su función en el grupo es imitar los sonidos de la guitarra con la boca, emitiendo soniquetes que desviará a una tonalidad u otra dándose golpes con el dorso de la mano en la garganta. Este individuo se llama Al Breon, alias “Throath Guitarrist” (“El guitarrista garganta”) y también tiene su tiempo en este “Amateur on plastic”. Un tipo graciosísimo.
El documental hace un repaso a la actividad del artista desde sus inicios en la era hippie y hasta la actualidad, mostrando especial atención al periodo comprendido entre los años 80 y 90, décadas en las que tuvo su auge.
De este modo, el metraje se compone de diversas entrevistas a Butch Willis a lo largo de los años, así como a gente que, de una manera u otra, contribuyeron a su éxito marginal. Todo ello a través de imágenes de archivo y un porrillo de actuaciones en directo que documentan todo lo documentable, sin que en realidad haya datos especialmente escabrosos o pasajes extraordinarios. De hecho, a grandes rasgos, la cosa es bastante paliza, máxime si, como a mí, la música de Willis en cualquiera de sus formaciones no te hace mucha gracia. Sin embargo, y esto es lo que convierte al documental en algo especial, no hay una puta imagen digital en todo el metraje (tampoco celuloide). Todo él está construido a base de grabaciones caseras de la época, ergo, todo es HI-8 y Super VHS. No hay siquiera mini-DV. También se mantiene el material de cintas ya muy deterioradas, por lo que ver un documental con tantas imperfecciones, con el "tracking" a toda pastilla corrigiendo rayas, resulta hasta nostálgico. Entonces, visualmente es tan feista que me quedo con esa parte, porque además me da la sensación de que, aunque está facturado en 2020, no era intención de sus realizadores hacer una película de corte posmoderno; sencillamente, utilizan lo que hay.
Por lo demás, se hace bastante durillo.
En cuanto al director, Mark Robinson, en realidad músico, no tiene crédito más que este en su filmografía, pero es el principal responsable del sello “Teen-Beat”, que da cobijo a esta serie de músicas peculiares, Butch Willis incluido, siendo asimismo miembro de la banda “Flin Flon”, también de culto, que se caracteriza por grabar poco y aparecer menos en cualquier tipo de medio.

sábado, 6 de septiembre de 2025

LA LOCA PANDILLA DE CHRIS COLUMBUS 1493 1/69...

En 1992 se cumplían quinientos años del descubrimiento de las américas por parte de Cristóbal Colón, y el cine se sumaba oportunamente a la celebración con varias películas. Teníamos la solemne y aspirante al trono del prestigio, "1492: La Conquista del Paraíso" según Ridley Scott. Y luego estaba "Cristóbal Colón: El Descubrimiento" de John Glen, que era así como la versión más Hollywood (en la época se decía despectivamente que incluía amoríos, combates a espada y demás zarandaja aventurera). En cualquier caso, no puedo opinar porque no llegué a ver ninguna de las dos. Yo y casi nadie, ya que fracasaron a su paso por salas. Lo que sí puedo aportar es que hubo una más, no tan conocida, "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69...". Podría dármelas de enrollao afirmando que era mejor que las otras... pero lo dudo. Y mucho.
Para hablar de ella, antes toca hacerlo de la franquicia a la que pertenece -en versión original-, la de "Carry on....". Una saga interminable de productos de comedia eminentemente británica que arrancó a finales de los 50 y se mantuvo hasta casi finiquitados los 70. De espíritu "music hall", populacheras y con una serie de nombres fijos -delante y detrás de las cámaras-, la serie "Carry on..." hacía chanza de cualquier tema de actualidad, fuese social, político o cinematográfico. Llegaron a parodiar sagas como las de "James Bond" o incluso "Emmanuelle" -titulada aquí "Jugando a Emmanuelle"-. Justo esta fue la que, tras 30 películas (más telefilms, especiales y obras teatrales), puso fin a la marca en 1978. Hasta que 14 añazos después se tuvo la poco afortunada idea de revivirla, coincidiendo, como decía, con la celebración del descubrimiento de américa. Así las cosas, tenemos un "Carry on Columbus" (¡Olé al título patrio!. Nótese la inclusión de un "1493 1/69" en evidente referencia a las graciosas numeraciones de las secuelas de "Agárralo como puedas") que, aún conservando a algunos de los supervivientes de la generación original (los que no, o estaban muertos o vieron que la cosa pintaba fatal y decidieron mantenerse al margen), pretendieron "modernizar" el asunto fichando a cómicos "del momento", especialmente varios surgidos de "The Comic Strip" -y, por tanto, la serie "The Young Ones"- como Rik Mayall, Nigel Planer y Alexei Sayle. Al colaborador habitual de "Monty Python", John Du Prez, para la banda sonora (no es el único, también está el productor John Goldstone, quien hizo lo suyo con las pelis del sexteto). Y a Malcom McLaren, célebre manager de los "Sex Pistols", para que se currara una canción temática que suena muy estridente y "chunda-chunda" en los créditos finales de esta.... ¿cómo decirlo?.... esta tragedia. Es curioso que, con la buena prensa que gasta la comedia inglesa, cuando no atina se convierte justo en lo contrario, auténtica bazofia (un caso que me recuerda mucho a "Los desmadrados piratas de Barba Amarilla"). Poco importaba que contaran con Mayall, Planer, Sayle o la madre que los parió si los guionistas, Dave Freeman y John Antrobus, en 1992 eran ya un par de vejestorios con experiencia en "Carry ons" previos -y de los primigenios- y, por tanto, un sentido del humor anticuado. Exactamente lo mismo que el director, Gerald Thomas, quien se opuso bordemente a los métodos improvisatorios del "cast" más joven.
El problema de "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69..." no es que se vea pobretona y cutre (gasta un aire telefílmico y teatrero muy tocho, en parte gracias a esos decorados super-artificiales que cantan como una almeja), o apueste por chistes picantes de barra de bar (una de las características reconocibles de la franquicia), o se pase los hechos históricos por el forro de los cojones (Colón cuenta únicamente con una carabela -aunque eso será por cuestiones presupuestarias-, a los Pinzones no los vemos por ningún lado, durante el viaje se topan un barco fantasma, etc, etc...), o pueda pecar de políticamente incorrecta (algo a considerar como favorable, aunque en realidad pintan a los indios más listos y espabilados que aquellos que les descubren), el problema es que, quitando un par o tres de gags, no hace ninguna gracia y, además, le pesa el culo de mala manera. Ritmo escaso, dirección plana como el coeficiente de un "Otaku", insípida, acartonada, rancia.... nada ayuda a que "La loca pandilla... bla, bla" se limite a ser, única y exclusivamente, una curiosidad. Para testimoniar su existencia y olvidarla a velocidad de la luz.
En el reparto destacan otros nombres interesantes como los de Burt Kwouk (el "Cato" de la saga de "La Pantera Rosa"), Martin Clunes, Bernard Cribbins, Jon Pertwee (uno de los varios "Dr.Who"), Julian Clary (con un remalazo notable a Jim Parsons. Encima interpreta a una marica loca, lo que incrementa el asunto) o el inquietante careto de Charles Fleischer (lo has visto en mogollón de films bien populares, aunque a mí me llamó la atención -porque daba mal rollo- en el "Zodiac" de David Fincher. No obstante, se le conoce especialmente como la voz de "Roger Rabbit", nada menos). Mentaría a los veteranos del "Carryonismo" pero, en fin, me da pereza ponerme a buscar.
A pesar del descalabro financiero y crítico, a finales de los 2010 hubo un nuevo intento de revivir el asunto. Uno que, muy sabiamente, detuvo el Covid-19. Bueno, oye, algo bueno tenía que aportar ¿no?. Aunque nada garantiza que dejen de insistir. A veces, es mejor estar muerto...

martes, 2 de septiembre de 2025

FATSO

¡Ojo!, no confundir esta película con el debut como directora de Anne Bancroft de idéntico título en 1980. Se trataría de una tragicomedia igual que la presente, pero centrada en  la obesidad y la adicción a la comida. Esta, sin embargo, se centra en algo más divertido, pero también más injusto y triste: La vida no-sexual de los gordos.
Rino, traductor de Alemán de profesión y dibujante de cómics en su tiempo libre, se pasa la vida lamentándose, masturbándose y practicando sexo con alimentos. Su condición de gorderas le impide tener vida sexual. Pasa los días perdiendo el tiempo con un extraño individuo tan virgen como él. Hasta que un día, sus padres, que viven en la casa contigua a la suya, alquilan una de las habitaciones del hogar donde mora Rino —propiedad de ellos— a una estudiante sueca y veinteañera que le va a dar muy mala vida a nuestro protagonista. Su presencia generará toda una amalgama de situaciones cómicas, no tan cómicas, agrias y lamentables. No todo en “Fatso”está concebido para que el espectador se ría.
Esta película sería el granito de arena que aporta Noruega al concepto / subgénero de “vírgenes adultos”, a caballo entre la visión yanki del asunto y el dramatismo que, posteriormente, tan bien plasmó un país como Islandia con la muy dramática y excelente “Corazón gigante”. Una realidad  tan angustiosa como la de los miles de señores que, por timidez o cuestiones físicas, alcanzan la mediana edad conservando intacto el virgo y la inocencia. Muerta la autoestima y la esperanza, como toda situación dramática (y preocupante), la cosa da para risas.
“Fatso” entretiene sin ser el alma de la fiesta. Resulta irregular. Peca de ingenua en algunos aspectos y de muy transgresora en otros, mientras que las intenciones con las que ha sido concebida me resultan repugnantes. “Fatso”, con todos sus gags, toda su condescendencia,  juega a ganarse las simpatías de quienes cree su público potencial; los gordos “freaks” de granos purulentos que no ligan ni a la de tres y que, al igual que nuestro protagonista, lo más parecido que tendrán a un romance serán las cotidianas dosis de pagafantismo a las que les someterá la guapa de turno. Porque ¡anda que se enamoran de otra gorda purulenta! Normalmente este arquetipo suele siempre enamorarse del tipo de chica inalcanzable hasta para los más gallitos del gimnasio. En ese sentido la película se desenvuelve previsiblemente convirtiéndose en un muestrario de clichés. Por otro lado, juega con las emociones del espectador obeso dándole falsas esperanzas de conquista en la vida real. Hay un momento donde parece que la sensatez se va a imponer haciendo ver que, efectivamente, el gordo no va a follar. Y finalmente, folla. Ergo, la mala baba de la que hace alarde la película desde el principio se queda en agua de borrajas. Y disculpen ustedes el spoiler.
No obstante, como comedia para todos los públicos de corte comercial que al final es, lo cierto es que es muy amena y lleva a buen puerto su cometido;  también es un ejercicio artístico notable (el uso de la steady, los ángulos desde donde se ha colocado la cámara así como la utilización de transparencias en algunos planos, son de un pedante que asustan... pero no se nota demasiado).
¿Que podría pasar por una película "indie" americana? Yo diría que incluso se busca eso expresamente.
El director, como no podía ser de otra manera, es un noruego llamado Arild Fröhlich que, posteriormente, gozó de éxito en su país con sus siguientes trabajos. El  actor protagonista, Nils Jørgen Kaalstad, es famoso allí por las series televisivas que ha protagonizado y sus habilidades en el micro como cómico de “stand up”.
“Fatso” se editó en España directamente en DVD y como consecuencia del éxito en su país de origen. Sin embargo, la caratula ofrecía, en su frontal, la siguiente frase promocional: “Conozcan al "Torrente" de Noruega” ¡¡Por si alguien pica!!.

sábado, 30 de agosto de 2025

ES PAT

Durante la primera mitad de los noventa, uno de los personajes recurrentes del programa de humor "Saturday Night Live" fue "Pat", especie de "nerd" de abracadabrante aspecto, irritantes maneras (sobre todo por su risita) y sexo indeterminado. Bien, esa era, en esencia, la gracia de sus sketches. Descubrir si se trataba de un hombre o una mujer, cosa que solía confundir a los personajes que le rodeaban y nunca obtenía una respuesta clara. Era algo así como "humor andrógino". No hace falta decir que sentó como una patada en el ojete al colectivo LGBTIQ+. Y si entonces les disgustaba, imagínense hoy día, con lo políticamente correcto imperando en el universo, y todo el asunto no binario / trans en plena ebullición. Actualmente nadie dice nada bonito de "Pat", jamás volveremos a verle en acción (su misma creadora e intérprete, Julia Sweeney, así lo ha reconocido) y, ahí quería yo llegar, su película de lucimiento, ya despechada en el año que se produjo -1994-, está considera casi materia radioactiva. Justo por eso quería echarle un ojal.
Tal y como ha ocurrido con otros personajes / sketches de éxito del "Saturday Night Live", veánse "Wayne´s World", "Los Cabezaconos" o "Movida en el Roxbury", "Pat" saltó a los cines. Lo hizo de la mano de "Touchtone Pictures" en una comedia donde se recurría a la fórmula habitual a la hora de abordar a todos estos tipejos excéntricos, entre lo ingenuo, lo gracioso y lo despreciable: el día a día de su existir, enfrentándose a lógicas y básicas necesidades humanas (dinero, amor...), rellenado todo ello a base de reiterar los chascarrillos más populares de su versión televisiva y, cómo no, cayendo en cierta moralina hacia el final, siempre contrastando con el tono desmadrado del film. Pal caso, se reivindica la existencia del diferente -aunque sin profundizar excesivamente, eran otros tiempos- y todo concluye en boda. Tampoco faltan los pasajes en los que el personaje deviene una celebridad mediática -casi siempre accidentalmente-, en este caso rejuntándose con un grupo musical tan de los noventa que había olvidado por completo su existir, "Ween".
Al hecho de que "Es Pat" arrastre mala prensa en un sentido moral, hay que sumar su super-fracaso. Se pegó un hostiazo tremendo en las taquillas de 1994 y la crítica se cebó con ella que dio gusto (aunque eso era lo normal). Hubo cines que, tras una semana de butacas vacías, la sacaron de cartel. Ya conocemos la naturaleza caprichosa del éxito. Obviamente hay comedias muchísimo peores que "Es Pat" y, por supuesto, no entro acá en cuestiones morales o políticamente correctas, a mi eso me la trae al pairo. Hablo de la película como tal y, sí, es cierto que toda ella resulta muy gilipollas, muy muy tonta, no provoca excesiva risa y se nota que el personaje tampoco daba para mucho, estirando los chistes -y las numerosos dobles sentidos, nivel escolapio- hasta la ajustadísima duración de 77 minutos (¡y le cuesta alcanzarlos!), quedando un entretenimiento chorras pa ver en un ratillo muerto.
Obviamente, dada la naturaleza "fracasista" de "Es Pat", poco aportó a sus responsables. Siendo la estrella de la función, Julia Sweeney ha ido aguantando el tipo hasta nuestros días, sin tampoco sobresalir demasiado. Su "partenaire", Dave Foley, era un rostro televisivo muy popular allí en su tierra y hoy sigue siéndolo. El ya fallecido Charles Rocket tampoco logró demasiado, aunque brilla especialmente interpretando a un tipo normal y corriente, felizmente casado, que destruye su vida al obsesionarse en descubrir cual es la sexualidad de su andrógino vecino. Y podría seguir desgranando el reparto, pero ¿pa(t) qué?. Me quedo con el larguirucho y reconocible Larry Hankin, siempre relegado -por aspecto- a papeles de tipo rarito, villano, perdedor o segurata, cosa que hace aquí e hizo en "Armados y Peligrosos".
La simpática banda sonora viene compuesta por Mark Mothersbaugh, de los "Devo". Adam Bernstein, director, salía del vídeo-clip y la televisión y a ello regresó tras el fiasco.

martes, 26 de agosto de 2025

VACATION!

Zach Clark es un director que trabaja habitualmente con bajos presupuestos. Aquí sería un, no se cómo llamarlo, ¿director amateur? ¿underground?, pero en Estados Unidos gusta de categorizar a este tipo de directores y películas como “independientes”.  No está mal traído en el fondo porque operan fuera de los circuitos convencionales y sacándose las castañas del fuego como pueden. Sin embargo, el resultado de estas películas me parece demasiado pobre como para considerarlo cine “indie”;  aunque, si lo pensamos fríamente, la verdadera diferencia entre estos y los “indies” de, por ejemplo, los años 90, radica simplemente en el material en el que registran sus imágenes. Antes se hacía en celuloide, lo que dotaba al producto de un halo de respetabilidad y, en esencia, de parecer “cine de verdad”. Ahora graban en vídeo y, a poco que la película tenga cierta antigüedad, todo se ve “muy vídeo” y ya parece una cosa de aficionados. Pero, en esencia, es lo mismo. Me refiero, por supuesto, a esta hornada “indie” de principios de siglo, que ahora, en pleno 2025, ni existe el “indie” ni el cristo que lo fundó, porque cualquier móvil de gama baja trae consigo una cámara 4K y un programa de etalonaje que hace parecer el vídeo de tu boda poco menos que una súper producción Hollywoodiense. Actualmete todo es vídeo, y el vídeo, paradójicamente, ha matado la entidad de lo underground, independiente, amateur... llámenlo como quieran.
Pero en 2010, año de producción de “Vacation!” la cosa todavía era diferenciable.
Dicen los estudiosos de estas corrientes del cine barato —en concreto Mark Olsen de "Indiefocus"—, que hay directores que comienzan trabajando bajo mínimos para, poco a poco, acabar subiendo peldaños y terminar haciendo películas destacables, pero Zach Clark es una excepción porque, durante los años, se ha sentido cómodo con las películas baratas, y ahí sigue sin importarle el estatus o su progreso, cuando en el fondo es de los que más se merece estar en un puesto privilegiado. Yo creo que es, sin más, uno de tantos que hay por los USA. Sin embargo, el hecho que convierte a esta diminuta y de distribución cero “Vacation!” en algo “especial”, es que Harmony Korine se inspiró en ella dos años más tarde para hacer algo muy similar con su “Spring Breakers”, la única película de Korine que me gusta y he visto un par de veces, por lo que puedo asegurar que, efectivamente, se inspiró bastante en la de Zach Clark, pero que, lógico, el resultado es infinitamente mejor. Échenle la culpa al presupuesto, échensela al talento. Sí es cierto que la estética, con todos esos colores fosforitos y lisérgicos ya estaba en “Vacation!”, sí es cierto que el rollo es similar, pero no hay color; la de Korine es una película con cara y ojos y, la que nos ocupa, un intento de ser lo que finalmente fue “Spring Breakers”.
Así, tenemos a cuatro amigas presumiblemente lesbianas, que se van juntas de vacaciones durante una semana. Lo pasan bien, lucen palmito, y todo va sobre ruedas hasta que, un día, un surfero les da a probar el LSD. A partir de ese momento la película se tornará una sucesión de escenas que reproducen un pedo de ácido y, tras ese colocón, lo que aparentemente empezó como una simpática comedia lesbo, se torna una tragedia en la que ninguno de los personajes acaba especialmente bien parado.
Más allá de la curiosidad que pueda suscitar el saber que "Vacation!" inspiró a la protagonizada por James Franco, o de ver una película genuinamente grabada en vídeo en 2010 y de la que se escribe en según que gacetillas, las chavalas están muy lozanas, los colores fosforitos del pedo de LSD están muy bien, pero por momentos es tan soporífera que te tienta darle al stop en no pocas ocasiones. Porque dura una hora y media pero gasta un ritmo tan lento que parece que transcurra a cámara lenta. Es, en definitiva, un rollazo.

sábado, 23 de agosto de 2025

MAJARETA, LAS OBSESIONES DEL AUTOR DE "PINK FLAMINGOS"

Existen dos palabros que no me he cansado de teclear los últimos tiempos, vendido y mangante. Y aunque la cantidad de individuos merecedores de ambos calificativos son legión, en la mayoría de las ocasiones iban dirigidos a uno solo, John Waters. Sí, el director de "Pink Flamingos", "Cosa de Hembras", "Hairspray" o "Cecil B. Demente". Y, ya puestos, el autor del libro que vengo a reseñar hoy, "Majareta" (acompañado del subtítulo que encabeza esta entrada).
Antes de descubrir su verdadera naturaleza, y como joven y tonto que era, fui fan de John Waters. Justo, a esa vergonzante etapa de mi existencia pertenece el momento en el que decidí adquirir este libro, originalmente nacido como "Crackpot. The obsessions of John Waters" el año 1986, que no es otra cosa que una recolección de distintos artículos del cineasta publicados originalmente en revistas como "Rolling Stone" o la legendaria "National Lampoon". Pero antes de entrar en materia -y antes de sacarme el libro de encima mediante "Wallapop", a precio desvergonzadamente alto, por supuesto. Aquellos interesados no merecen un castigo menor-, y a modo de "aclaración y declaración final" del por qué considero vendido y mangante a John Waters, paso a la siguiente extensa introducción, una que publico acá con el afán de no tener que volver a insistir más en ello, ni tener que justificar mis ataques a un individuo tan INCOMPRENSIBLEMENTE querido y respetado en ambientes contra-culturales, o "undergrounds" o "indies", donde, por justicia, debería ser más repudiado e insultado que en ningún otro sitio. Pero, en fin, ya sabemos cómo funciona toda esta mierda.
John Waters destruyó el cine underground. Lo aniquiló. Plagiando sin decoro a los Hermanos Kuchar, pero añadiendo al caldo todos los ingredientes propios de un producto comercial destinado a complacer a la audiencia (elementos chocantes y provocadores, el humor facilón y la adecuada duración demandada por exhibidores), deformó la esencia del cine marginal, acercándolo al convencional, alcanzando el éxito y, por tanto, dando a un nivel generalista la imagen de que ESO era el underground. Y, claro, así "sí MOLA". Nada que ver con esas pelis raras y aburridas de colorines chisporroteando por la pantalla, o interminables planos de objetos inanimados. De esta guisa tan divertida, cafre y digerible -es decir, el John Waters style- "yo también quiero y puedo. Y de paso justifico mi incapacidad formal, porque lo imperfecto es COOL". Un principio que se ha repetido a lo largo de la historia con todos los movimientos contra-culturales, oscuros e ignorados por la masa embobada hasta que han tenido éxito a través de la edulcoración y, seguidamente, han sido amoldados, deformados y comercializados para acabar convertidos en lo supuestamente oficial, influyendo sobre todo en las generaciones posteriores, tan jóvenes, impresionables y, por ende, tan gilipollas, que, partiendo de una base ya equivocada en sus preceptos, se han limitado a añadir más leña al fuego hasta mutarlo de tal manera que, como más se acumulan los años, menos reconocible resulta.
Gracias a ello, y gracias a John Waters, el cine underground se convirtió en sinónimo de transgresión de saldo, escatología y escándalo. Nunca con un fin sincero y/o "respetable", del tipo "defender la libertad de expresión" ni nada parecido. Simplemente se trataba de llamar la atención del "Media". De búsqueda de fama. Y es que no hemos de olvidar que John Waters era un niño pijo habitando los barrios altos de Baltimore, e hizo, básicamente, lo que siempre hacen los adinerados, mangar a aquellos situados en cierta penumbra (en este caso los Kuchar, que habitaban el Bronx y eran de clase humilde), rebozar lo hurtado en comercialidad y lanzarlo con ayuda de un considerable respaldo económico. Si a la ecuación sumamos la favorable respuesta de un público eminentemente imbécil, ignorante y maleable, dispuesto a reírle las gracias al que tira del chiste más obvio, o el camino más corto, o el pedo más sonoro, pues misión cumplida. John Waters devino el personaje famoso que soñaba en ser. Y eso es lo que le ha toca arrastrar el resto de una carrera que, inevitablemente, ha ido en declive, porque jamás hubo verdadero amor tras nada de todo aquello. Llegado el momento, puso el culo perfectamente en pompa para complacer al estudio de rigor -véanse "Hairspray" o "Cry-Baby"-, pero la cosa no cuajó e intentó regresar a unas esencias tan prostituidas que ni siquiera él fue capaz de replicar -véanse "Los asesinatos de mamá", "Pecker" o la última, "Los Sexoadictos"-. Y, por ello, sus películas han ido de mal en peor y de peor en fatal. Pero a él le da igual, le "impogta un cagajo", porque consiguió lo que quería. Y se presta feliz, interpretando su papel de "rey del mal gusto", riéndole las gracias al mainstream cuando este, desinformado, superficial y perezoso como es, se queda con la etiqueta más elemental. Así pues, no debe de sorprendernos ver a John Waters en fiestas llenas de VIPs y sonrisas "Profident" o dándole la réplica a un roedor de CGI que confiesa haber visto "Pink Flamingos" en una de las películas de "Alvin y las ardillas". Cuando Hollywood necesita a alguien que represente lo transgresor y provocador de forma suficientemente segura y "limpia", acuden al director de "Vivir Desesperadamente" quien, como buen perrito, obedecerá esperando su hueso. Lamentable pirueta que parece no afectar a los enemigos de la llamada "Meca del Cine", supuestamente atrincherados en la contra-cultura, lamiendo con delectación los orines de Waters, sin cuestionarle nada, y con la misma complacencia que lamen los de otra rata vendida a la que hacen la vista gorda, Lloyd Kaufman
Era especialmente crispante en los 90 ver fanzines -patrios- con aspiraciones de ser los más "cool" de la estantería a base de "undergroundismo", echar mano del careto de John Waters para la portada. No había una elección más obvia, fácil y desinformada posible (junto a tantas otras temáticas recurrentes del periodo como Russ Meyer, Joel-Peter Witkin, "Nekromantik", etc, etc)
El colmo de los colmos ha sido descubrir recientemente que cierta platea gay -aquella especialmente devota de Waters y, obvio, Divine- incluye al cineasta como víctima JUNTO A LOS KUCHAR como blanco de sendos expolios por parte de otros directores. Ignorando, o no queriendo ver, que el primero en mangar -de aquellos- es, ha sido y siempre será el mismo John Waters. ¡¡Manda cojonazos!!.
Dicho ello, toca centrarse en los contenidos de "Majareta". Por supuesto sería absurdo esperar una reseña complaciente y ultra-positiva por mi parte. He leído -segunda vez en mi vida- perfectamente condicionado por todo lo expuesto. Aún así, voy a intentar que ello no domine demasiado mis emociones.
Al ser una recolección de textos, pues pasa lo mismo que con cualquiera de su naturaleza, los hay mejores y peores. Personalmente he preferido aquellos más versados en el cine, la única pasión que comparto con el director de "Cry-Baby". Y me han sobrado los más alejados de la materia, especialmente cuando roza la ficción.
El respectivo desglose quedaría del siguiente modo:

"La visita a Los Ángeles de John Waters": Waters nos habla de aquellos antros peculiares que visitar en Los Ángeles. Naturalmente, la cosa pretende ir de contra-guía turística, aunque no menciona de ningún lugar que despierte mi interés.

"¿Dónde está el talento creativo?": Uno de los mejores artículos, básicamente centrado en las artes de los cineastas "exploitation", o de bajo presupuesto, para promocionar sus películas en los años 50 y/o 60, con especial fijación en uno de los héroes del autor, William Castle.

"Relato Cortante (101 cosas que odio)": Lo más parecido a ficción que hay en el libro y, en resumidas cuentas, una chorrada.

"La historia de Pia Zadora": Aquí Waters ejerce de reportero y entrevista a la actriz, conocida por sus supuestas malas películas, entre ellas "The Lonely Lady", comentada por Víctor en su día. Del montón.

"En la cárcel": Ya conocen el interés del director de "Pink Flamingos" por los criminales. Tanto como para, en una ocasión, ejercer de profesor de cine en algunos centros penitenciarios. Aquí cuenta la experiencia y trata de justificarse un poco.

"Relato Optimista (101 cosas que amo)": Tan chorra y prescindible como el otro.

"Ganarse la cena cantando": Primero nos habla de viejas salas de strip-tease y luego se centra en sus desventuras dando conferencias y visitando extraños festivales. Bien, interesante.

"Por qué me gusta el National Enquirer": Cumpliendo con su imagen ¿premeditada? de amante del mal gusto y la horterada, Waters confiesa lo mucho que ama una publicación normalmente considerada puro amarillismo de tercera.

"¡Señoras y señores... los chicos más majos de la ciudad!": Aquí se enrolla a fondo respecto al programa televisivo de baile para adolescentes que inspiró la trama de "Hairspray". Del montón.

"Cómo hacerse famoso": Otro de los eminentemente chorras. Waters ofrece varias opciones para lograr la fama, todas ellas supuestamente transgresoras y graciosas.

"Placeres Culpables": Puede que este sea mi favorito. El autor reconoce abiertamente que le mola el cine de arte y ensayo más radical, y comenta algunos de sus títulos preferidos de manera desenfadada. El único que me ha dejado con ganas de más.

"Por qué me gustan las Navidades": Supongo que podemos tildar de cínico este texto. Ya sabemos lo falso que es John Waters. A diferencia de él, a mi las Navidades me encantan de modo real y honesto. No obstante, el artículo está entre los simpáticos.

"Cómo no hacer una película": El cineasta habla de sus trifulcas en Hollywood, buscando financiación y procurando producir éxitos. Siendo mi tema predilecto, y a pesar de quien lo firma, es de los disfrutables.

"Je vous salue, Marie!": Prolongando un poco el de "Placeres Culpables", Waters se centra en este film de Jean-Luc Godard que, como sabrán algunos, fue un auténtico escándalo en su época. Reflexiona al respecto con su habitual sorna. Bien, interesante.

"Harto de famosos": Harto de John Waters, llegamos al final con un artículo en el que, una vez más, saca a la cotilla que lleva dentro y comenta chascarrillos sobre famosos o famosillos. Sin más. Pasable.

En resumidas cuentas: Si no eres fan de John Waters, o tu interés por su persona está dentro de lo racional, puedes pasar un ratillo majo leyendo y luego lo devuelves a la biblioteca, lo regalas, lo vendes o lo tiras. No creo que valga la pena repetir.
Si, por el contrario, eres fan... bueno, no deberías estar leyendo este blog.

jueves, 21 de agosto de 2025

MINUTOS MUSICALES 38: THE SPITS

Vivía convencido de que mi gusto por el punk rock se había detenido en los noventa. Y que ninguna banda del ramo actual era capaz de interesarme. Hasta que un día me da por rumiarlo detenidamente y resulta que sí, las hay. Contadas con los dedos de la mano de un manco, pero las hay. Mientras decido si los australianos "Private Function" molan tanto como parece, me centraré en aquellos que ya se han ganado mis atenciones y respetos, los yankis "The Spits", "Los escupitajos" traducido al castellano. Sí, ya, ¿¿hay algo más "cliché punk" que un escupitajo??. Seguramente no. Sin embargo, voy a evitar meterme ahora a debatir autenticidades tan afines al punkismo. Me da una pereza horrorosa. Tampoco creo que uno pueda tomarse demasiado en serio a los "Spits", no como para entrar en esa clase de dilemas. Y, ¡¡cuidado!!, que lo digo como una virtud. Estoy convencido que ellos son los primeros en no tomarse en serio (cosa que denota, entre otras muchas razones, su gusto por subir al escenario portando atuendos ridículos).
"The Spits" se formaron originalmente el año 1993 en algún sucio rincón de los USA por cortesía de los hermanos Sean y Erin Wood. Almas de la banda. No obstante, no llegaron a "existir oficialmente" hasta el 2000, que es cuando comenzaron a destacar entre la ingente cantidad de grupos punk, aunque el suyo sea más afín a la vertiente garajera, rockanrolera propia de un "Crypt Records" para entendernos, referencia nada desenfocada si consideramos que tuve consciencia de ellos gracias a su presencia en la portada del libro "We Never Learn, the grunk punk undergut, 1988-2001" dedicado, justo, a profundizar en el característico sonido de esos combos afiliados al "otro punk", "Crypt Record" y el respectivo periodo (por obra de Eric Davidson, cantante de una de las más destacadas de aquellas bandas, "The New Bomb Turks"). Fue verlos, maravillado por lo absurdo de la instantánea, y pensar "¿Pero quién demonios son?".
En el caso específico de los “Spits”, su sonido se caracteriza por una manera de componer voluntariamente básica, sencilla, elemental, inevitablemente "Ramoniana", pero siempre eficaz. Dando como resultado canciones que por esos lares llaman "catchy", pegadizas con estribillos adictivos. Y cortas, por supuesto. Todas esas virtudes vienen coronadas por letras algo gruesas, en ocasiones escatológicas, aunque siempre plagadas de muchísimo humor. No hay mensaje, no hay pretensión alguna, no hay profundidad casi como parte de su misma actitud, sencillamente "rockanroleemos y pasémoslo de putifa". A todo ello, sumen la reconocible voz de Sean Wood, casi atonal, como si le pesaran las palabras, y la utilización ocasional de un teclado rollo "Casio" con cutre-ritmos pregrabados que los aproximan sutilmente al llamado "synthpunk".
Así las cosas, han conseguido despuntar de entre la interminable amalgama de grupos afines manteniendo su esencia semi-oscura. Y sin complicárselo demasiado a sus seguidores. A ver, es verdad que por ahí disponen de alguna grabación un pelo más arriesgada y rompedora, como "Haunted Fang Castle", un audio-libro para críos en plan de guasa, donde cuentos de brujas, duendes y trasgos vienen acompañados por guitarras disonantes -con resultados, laméntolo mucho, muy coñazo-, pero, en general, los "Spits" se han mantenido fieles a su fórmula, dando al público lo que espera de ellos. Sin evoluciones, sin aspiraciones artísticas de otra índole. Así es más "fácil" mantener a los fieles a tu vera.
Hablar de la discografía de estos señores, centrándose en sus LP´s, se convierte en un ejercicio bastante lioso porque, salvo excepciones específicas, gustaban de bautizarlos a todos igual, con su nombre. Así, cuando toca revisarla, se recurre a una numeración del tipo volumen tal y volumen cual. Bien, yo tiraré por una táctica distinta, describir sus llamativas portadas y, de paso, mentar cuales son mis canciones favoritas en cada cual, por si quieren meterse un chute de "The Spits" vía mandanga rica. Su canción más chula y representativa es "Tonight", disponible en el Vol.IV o "el anuario escolar con fotos de críos extremadamente feos" -y al final del tocho-. Esos mismos surcos ocultan otra de las buenas, "Police". Siguiendo con los discos sin nombre, ahora tocaría "el parapléjico en su silla portando un skate", de donde rescato "She don´t kare". Ponemos punto y final con otras dos grabaciones, y estas sí llevan título, "Kill the kool" (+ el tema "Autobahn") y "19 Million AC" (+ el tema "Shitty World").


martes, 19 de agosto de 2025

EL REGRESO DEL PRESIDIARIO

La quintaesencia del telefilme de medio día, un telefilme muy telefilme y, para más inri, de juicios.
El caso es que, si este tipo de productos en su momento eran como películas de segunda categoría que adolecían de un ritmo menor al de aquellas destinadas al cine (con honrosas excepciones que, finalmente, acababan en salas de nuestro país, muy dado a estrenar telefilmes que habían resultado más o menos majos), consumir en pleno 2025 uno de esas "tv movies" de los 80, se torna una experiencia cuando menos agradable porque, dadas las circunstancias, y con la cantidad de morralla actual que pasa por nuestras retinas en forma de título vigente y "mainstream", ver a Bruce Boxleitner metido en un asunto tan serio como el que nos propone la película, es incluso de agradecer, sin que por ello reconozcamos en “El regreso del presidiario” un producto de categoría bastante inferior.
Conocida en los USA bajo los títulos de “The Town Bully” y “Out of Control”, y curiosamente producida por "Warner", la película llegó a nuestros videoclubes a finales de los 80, poco después de ser emitida en la "ABC" sin que los índices de audiencia marcaran un hito al respecto. No es baladí, porque justo en esa época era terriblemente popular entre el público la saga de “Loca academia de policía” y la película reseñada traía consigo la presencia de uno de los actores más queridos de aquellas comedias, David Graf, conocido como el "Sgt. Eugene Tuckleberry" y, al igual que otros actores del reparto, en nómina de la "Warner" aquel 1988. De hecho, la horrorosa caratula con la que la distribuidora "Filmax" puso esta película en circulación en España, lo que explota es la presencia de David Graf, indicando debajo de su nombre «de la serie Loca academia de Policía» como principal reclamo, a pesar de que Graf, aun teniendo su personaje un gran peso en la trama, no es más que un secundario que apenas si aparece en un tercio de la película y en calidad de estrella invitada durante los créditos. Sin embargo, aquí presidía el póster de la edición videográfica y, como pueden ver, por partida triple —gracias al paupérrimo fotomontaje. "Filmax" puede colgarse la medalla de haber diseñado durante aquellos años los pósters y caratulas más feas de la historia de la distribución patria—.
Graf es un actor que me cae muy bien, soy muy fan de "Tuckleberry" (personaje al que le debe la fama internacional), y si aparece en alguna película, me quedo a verla. Pero era un actor pésimo. En “Loca academia de Policía” tiene un personaje excesivo y cómico y parece diseñado a su medida, pero si lo sacan de ahí… Por eso, su presencia causa hilaridad en “El regreso del presidiario”; Graf, un buenazo en la vida real, aquí interpreta a un ser maquiavélico que se pasa tres pueblos con todo el mundo; ver como se desgañita, desencaja el rostro y trata mal a todo el mundo, no solo provoca momentos de comedia involuntaria, sino que somos partícipes de cuan gran sobreactuador era el hombre. Da gusto verlo.
Y es que la acción se traslada a Sparwood, una pequeña localidad de Arizona en la que un tipo llamado "Raymond" tiene atemorizados a todos. Les pega, les grita, les roba, les amenaza… hasta que un día, por fin, las autoridades consiguen meterle entre rejas. Un año más tarde, "Raymond" sale de la cárcel y regresa al hogar, pero lejos de volver con el rabo entre las piernas, lo hace siendo más hijoputa todavía, y sembrando nuevamente la discordia en el pueblo. Un comité formado por las autoridades competentes traza un plan con la finalidad de que este gamberro deje de hacerle la vida imposible a todo cristo. Y la cosa se saldrá de madre.
Poco más, la historia pega un giro que no desvelaré, y pronto pasamos a la estructura clásica de telefilme de medio día, dejando en el espectador la sensación de que, si al menos no se ha enfrentado a una gran película, sí ha echado hora y media entretenida.
Además de Graf (que fallecería en el año 2000 víctima de un infarto de miocardio mientras se encontraba como invitado en una boda), el telefilme está repleto de rostros de la gran y pequeña pantalla, por lo que aparece por ahí el anteriormente mentado Bruce Boxleitner (visto en “Tron”), el inevitable Pat Hingle (visto en “Batman”) o Christine Eloise (vista en “Muñeco diabólico 2” y debutando aquí).
La dirección corre a cargo de Noel Black, cuya carrera se ha desarrollado principalmente en el ámbito televisivo, pero que tuvo su momento para hacer una escapada a la pantalla grande, filmando el plano de culos lozanos más sexy de la comedia sexual ochentera en “Escuela privada… para chicas”.
Se le puede dedicar un visionado tranquilo a esta “El regreso del presidiario”.

sábado, 16 de agosto de 2025

EFFECTS

El equipo de filmación de una pequeña película de terror se reúne una noche y, entre copas y esnifadas, proyectan un corto en el que una tipa es crudamente asesinada por un misterioso encapuchado, cosa que desencadenará una serie de hechos dramáticos.
"Effects" es una curiosísima y extrañísima película de finales de los setenta que, por problemas con su distribuidor, tuvo una exhibición ultra-limitada para, rápidamente, desaparecer, ganándose así una condición legendaria motivada, principalmente, porque muchos de sus responsables, delante y detrás de la cámara, andaban ligados al universo de George A. Romero. Tras un primer lanzamiento por parte de "Synapse Films", fueron las buenas gentes de "AGFA" quienes dieron con el negativo de 16 mm para restaurarlo y relanzarlo por todo lo alto.
Los conchabados con el padre de "La noche de los muertos vivientes" serían el actor Joseph Pilato, partido en dos por una horda de zombies en "El día de los muertos". John Harrison, quien además de dirigir cosas como "El gato infernal", "Book of Blood" o sendos capítulos de la reciente versión cajatontil de "Creepshow", logró notoriedad al componer, justamente, la increíble banda sonora de la versión fílmica de esta última. En "Effects" interpreta al director de cine de ideas malévolas. Seguidos por el gran Tom Savini, responsabilizándose también de los muy inconfundibles efectos especiales -los de la película, y los de la película dentro de la película- (con esos chorretones y esa sangre tan roja propia de sus aportaciones setenteras, léanse "Martin / El regreso de los vampiros vivientes" o el "Dawn of the dead" original) y Pasquale Buba, habitual montador en Romeradas varias.
La dirección corre a cargo de Dusty Nelson, así mismo co-autor del guion junto a William H. Mooney (cuyo otro único crédito en ese campo lo compone un telefilm dirigido por John Harrison). "Effects" fue su largometraje de debut, a partir del cual encadenaría cosas de lo más marcianas, como un lógico capítulo para la serie apadrinada por Romero "Tales from the darkside", dos films de ninjas ¿¿?? ("Los asesinos de Sakura" y "El fantasma blanco") y, esta sí es güena, "Necromancer" (seguida de una última película en 2002, un especie de drama de aventuras titulado "Atrapados por el fuego"). Destaco la presencia de "Necromancer" porque, aparte de haberla reseñado acá en su momento, hablamos de una prototípica "serie Z" prototípicamente yanki y bastante chusquera / tontuna, cosa que contrasta razonablemente con las maneras de "Effects". Mexplico.
Había leído que esta era algo lenta y le costaba arrancar, pero lo cierto es que me entró bastante bien. A lo mejor puse mucho cariño de mi parte dadas las circunstancias, no lo niego. Y su aspecto crudillo, ciertos desenfoques y toda la materia de metacine, pudieron influir. La cuestión es que "Effects" no es del todo previsible, consigue que los personajes resulten interesantes, el corto "snuff" está muy logrado (realmente da el pego... y algo de mal rollo) y, llegado cierto punto, la trama mete un volantazo que te deja pasmado. Vale que a partir de ahí comienza a pesarle un poco el culo, pero se soporta. Lo suficiente para no perderse ese final de impacto. Merece ser visionada.
La cuestión acá es que, considerando "Necromancer" un puro tebeo delirante de venta en mercadillos, sorprende la cierta sobriedad y "originalidad" de "Effects". Desconozco qué se torció en el camino para Dusty Nelson, pero algo se torció, desde luego. Quizás el que "Effects" nunca llegara a estrenarse debidamente le traumó y decidió apostar por una mayor "comercialización" en busca de una salida garantizada de sus películas. Ni idea, aunque si visitas su página web notarás la total ausencia de "Necromancer" (y "Los asesinos de Sakura"). ¿¿Nos sorprendemos??.

jueves, 14 de agosto de 2025

MINUTOS MUSICALES 37: LOS CINCO MEJORES DISCOS

Hasta principios de los 2000, nunca sentí la más mínima curiosidad por el grupo británico de post-punk "Echo and the Bunnymen". Un buen día, un amigo que conocía mi incipiente interés por un pop inglés tirando a melancólico me los recomendó y, por aquello de convencerme del todo, lo acompañó con un recopilatorio casero, formato CD-R, compuesto de canciones sustraídas de sus entonces más recientas grabaciones. Pues resulta que me gustó bastante lo que escuché y decidí investigar a qué trabajos específicos pertenecía cada tema. Así es como descubrí que la etapa más interesante -para mí- de los "Echo and the Bunnymen" se situaba entre 1997 y 2009. Concretamente con los discos "Evergreen", "What are you going to do with your life?", "Flowers", "Siberia" y "The Fountain". En todos ellos hay coplas sensacionales, alejadas del estilo habitual de los primeros años de la banda. Tal vez el más redondo de todos sea el segundo de la lista y de donde he sustraído el muestrario sonoro que les dejo al final, "Get in the Car", mi favorita del pack.
Da la casualidad que dicha etapa viene marcada por el regreso del vocalista primigenio tras un intento de huida. Sin embargo, no parece que vayan a repetirlo, porque su última grabación original hasta la fecha, "Meteorites" del 2014 (cuatro años después lanzaron "The Stars, the Oceans & the Moon", aunque la cosa va de temas clásicos -muy bien- revisionados), queda lejos de esos momentos de inspiración, momentos que sigo disfrutando eventualmente y me bastan y me sobran.

martes, 12 de agosto de 2025

PLAY BOY: EL REY DEL MANDO

Atípica producción de la “Happy Madison” del todopoderoso Adam Sandler. Y es atípica porque está concebida para lucimiento de uno de los rostros menos conocidos de su séquito, Allen Covert, mamporrero mayor de Sandler desde que ambos debutaran en el cine en la semi-amateur “Going Overboard” y que desde entonces le acompaña haciendo las veces de productor, co-guionista y actor en casi todas sus películas. En “Play Boy: el Rey del mando” Sandler se gasta la calderilla, el presupuesto que tiene para palillos de dientes en cualquiera de las producciones en las que él es la estrella, y le concede a su amigo el honor de escribir y protagonizar una película hecha a su medida. Cualquiera pensaría que Sandler no tenía ninguna fe en este film y no iría mal encaminado, ya que en el momento de su estreno, durante las siete semanas que estuvo en cartel y las ventas al extranjero, tan solo logró recaudar siete millones de dólares que a duras penas conseguían cubrir el presupuesto dispensado para rodarla.
Sin embargo, y por la gracia de dios, poco a poco fue adquiriendo culto por parte de fans chiflados que la iban descubriendo a posteriori, lo que se tradujo en una recaudación de más de 50 millones por la venta de DVDs. Todo un fenómeno al respecto. Con lo cual la película es a día de hoy una de las más queridas por los fans y la más rentable de la “Happy Madison”.
Se trata de una “stoner comedy” repleta de chistes de fumetas, que además contiene elementos generacionales que son en realidad los verdaderos motores de su éxito; “Play Boy: El Rey del mando” contiene marihuana, vídeo juegos, tetas, gerontofília, retrasados mentales, vírgenes, hechiceros de tribu africana que consumen cannabis y se tiran olorosos cuescos, chimpancés karatekas, leones custodios de droga y diálogos totalmente demenciales. Solo falta Tom Green molestando por ahí.
En definitiva, se trata de una comedia tonta que funciona a las mil perfecciones. Como para no salirle fanáticos.
También se trataría de una de las escasas incursiones que de vez en cuando hace el cine en el mundo de los “jugones”. Hay pocas referencias o tramas que giren en torno a los jugadores de videojuegos, siendo los máximos exponentes en la comedia títulos como “Joysticks” de Greydon Clark y “Porky’s 4” dentro de los parámetros de la "serie B/Z", o “Pixels” en el mainstream. “Play Boy: El Rey del mando”, sería la película más significativa sobre el tema.
Asimismo refleja una realidad social cada día más extendida en todo el mundo, que es la de los treintañeros —casi cuarentones— que todavía viven en casa de sus padres y, por lo tanto, desarrollan cierta inmadurez que les insta a pasarse el día fumando canutos y jugando videojuegos. Nos presenta  al protagonista, Alex, como un buen ejemplo de todo eso.
Alex se dedica a probar videojuegos para una gran empresa del sector. Vive en una casa con su compañero de piso. Este se gasta el dinero del alquiler en prostitutas filipinas y, por tanto, son desahuciados. A Alex no le queda más remedio que irse a vivir con su abuela y sus dos compañeras de piso, igualmente ancianas. Para  no parecer más perdedor de lo que es, a sus compañeros de trabajo les dice que se ha mudado con tres esculturales jovencitas con las que se acuesta cada noche.
Por otro lado, el punto neurálgico del argumento está en una descerebrada fiesta que se celebra en la casa de las tres abuelitas, en la que el desmadre, el destete, y el consumo de drogas blandas se convierten en los protagonistas de la función.
En el argumento vemos que Alex, además de probar videojuegos, está desarrollando un nuevo juego llamado “Demoniac” que pretende proponer a sus jefes con el fin de comercializarlo y cuya idea es robada por JP, el villano de la película, un “retarded” maestro del diseño de videojuegos que se cree un robot y se quiere implantar unas piernas mecánicas. El juego en cuestión es una novedad para la "Xbox 360", consola referenciada —y publicitada— en varias ocasiones, que se estaba desplegando con la idea de que su fabricante, “Terminal Reallity”, lo lanzara a la venta después del estreno de la película. Sin embargo el asunto finalmente se canceló antes de estar completamente acabado el proyecto debido a problemas financieros, y jamás se comercializó ese juego, por lo que las imágenes que vemos del mismo en la película son el único testimonio de su existencia.
Como anécdotas del rodaje, reseñar que hay un momento en el que Alex se masturba sobre una "Barbie" mientras le dice guarrerías. En realidad, en el guion decía que debía proceder sobre una réplica de "Lara Croft", la heroína del “Tomb Raider”, pero no se pudo utilizar su imagen por un problema con las licencias. El cambio de muñeca no resiente el resultado de la escena, pero es cierto que tendría mucha más gracia si hubiese sido la famosa aventurera pechugona.
El personaje de Alex, “loser” donde los haya, conduce una chatarra de coche destrozado que le confiere una imagen de perdedor mayor de la que ya desprende de por sí. No es una maniobra de guion premeditada; la producción se estaba quedando sin dinero para sufragar los gastos. El próximo desembolso era para el vehículo del personaje de Alex y, como no había montante, se le sacó esa porquería de un desguace cualquiera. En este caso, las carencias benefician a la historia y, por ende, al personaje.
La marihuana que se consumía durante el rodaje era obviamente falsa, cosa que en absoluto le parecía bien al actor Peter Dante, quien da vida a un camello que además es fumeta. Como pensó que estando fumado interpretaría mejor a un porrero, decidió llevar al rodaje su propia marihuana, por lo que cada vez que se rodaba una escena en la que este tenía que fumar, y cortaban, le pegaba caladas reales al canuto, motivo por el que el actor se cogía unos colocones de aúpa, teniendo que interrumpir el rodaje en una ocasión para ir al hospital porque decía no sentir las piernas.
En otro orden de cosas, “Play Boy: El Rey del mando” se convirtió en una película de prestigio para la comunidad de consumidores de cannabis recibiendo varios premios “Stony” que concede la revista “High Times” (sobre marihuana y su consumo), que incluían el de mejor película “stoner”, mejor escena de fumada y mejor actor para Allen Covert.
Toda una rara avis dentro del panorama cómico americano de la década de 00, y la película más extraña y transgresora de la “Happy Madison”, que no es nueva en aquello de hacer humor “stoner”; a Adam Sandler le encanta interpretar a fumetas, aunque siempre desde el lado más blanco e inofensivo. A “Play Boy: El Rey del mando” le cuesta un poco menos ofender al personal.
También tenemos en el reparto papeles para un jovencito Jonah Hill, dando ya muestras de su talento y lejos de imaginarse que 10 años después se convertiría en uno de los actores más importantes de Hollywood. También tenemos cameo insulso para un Rob Schneider que estaba a punto de romper peras con Adam Sandler (aunque recientemente se reconciliaron de aquella manera).
En la dirección -lo de menos en las producciones “Happy Madison”- tenemos a Nicholaus Goosen. Un par de años después rodaría la película “The Shortcut”, para seguidamente dedicar su carrera por entero a la televisión.
Por cierto, la traducción española del título original, “Grandma’s Boy” (El niño de la abuela), es absolutamente infame ¿Cómo que “Play Boy: El Rey del mando”? ¿Por qué Play Boy? Acojonante. España.

sábado, 9 de agosto de 2025

LA PRISIÓN DE LOS CHIFLADOS

El marco durante el que en su día consumí "La prisión de los chiflados" no puede ser más "retro-cool". Les hablo de una sesión doble del desaparecido cine "Texas" en Barcelona, repleto hasta la bandera, compartiendo pantalla nada menos que con una copia troceada de "Delta Force". Desde entonces andaba loco por revisarla y, sobre todo, reseñarla. No es que le reservase un afecto especial ni nada de eso. En realidad solo se trataba de pura y dura curiosidad, porque lo cierto es que en mi archivo mental únicamente conservaba un gag de todo el largometraje, así que, hasta cierto punto, el resto me iba a resultar medianamente novedoso. Costó localizarla, pero al final fue el compañero Enorm quien, una vez más, obró el milagro.
"La prisión de los chiflados", título significativamente patrio -propio de su época- para el "Doin´Time" original (traducible a un muy carcelario "Cumpliendo condena", pero también como "Pasando el tiempo", que pal caso sería un rato adecuado), viene fechada en 1985 y, permítanme recurrir a un cliché que nos viene a huevo: No podría ser más ochentera en su género. Se ajusta como un guante a lo que era la comedia populachera yanki entonces. Con inevitables ecos a otras de su misma calaña como las "Loca academia de policía" o los "Porky´s". Digamos que, espiritualmente, son casi hermanas, con todas las salidas narrativas y los estereotipos que demandaba el personal dispuesto a amoquinar por verlas. Un humor tirando a golfo, con altas dosis de enredo y ciertas licencias de puro "spoof" que no casan demasiado bien, aunque molan. Mogollón de chistes picantes, machismo por un tubo, además de tantas otras zarandajas políticamente incorrectas (incluidos unos pocos chistes de drogas). El protagonista es el típico caradura simpático que se tira a la cachonda esposa del gobernador quien, lógicamente rabioso, le manda encarcelar en un centro penitenciario con un alcaide demasiado laxo y de ideas progresistas al que detesta. En cuanto puede, lo echa y enchufa a su cuñado, todo un cabronazo de tendencias paramilitares dispuesto a hacer la vida imposible a los reclusos. Estos, que vendrían a ser los buenos de la historia (por supuesto en ningún momento se habla de los motivos por los que están entre rejas), deciden darle su merecido recurriendo a una salida muy propia de las comedias de entonces, convencen a una golfa para que se lo tire mientras retransmiten el "espectáculo" tele mediante a nivel nacional. La clásica lucha de poderes entre los inadaptados y la autoridad, también muy de las de risa del periodo. Ello se desarrollará a la par que un previsible combate de boxeo en la cárcel, dando pie a unas cuantas coñetas a costa de "Rocky" y el cameo del mismísimo Muhammad Ali (razón por la que, a día de hoy, la película sobresale unos centímetros de la media).
En realidad la trama de "La prisión de los chiflados" es más fina y menos consistente que el cordel de un támpax, una mera excusa para acumular gags y más gags, de esos con "remate final" que, luego, guardan cero lógica con el desarrollo de lo que se supone están contando. Claro que poco importa porque, como digo, prima la gilipollez, una buscada y aceptada sin remordimiento alguno. No te partes de risa, con suerte sonríes a ratos y, en general, la sensación es más de estar escuchando los malos chistes vomitados por el borracho de la cantina. Suerte que todo el pifostio no llega a los 80 minutos, así que, entre una cosa y otra, y la inevitable dosis de nostalgia aplicada, pues termina resultando medio-entretenida... por los pelos.
Dirige, co-escribe y co-produce George Mendeluk, nacido en Alemania y emigrado para hacer las américas, en su filmografía localizamos otras de esas que habíamos visto en los estantes de nuestros vídeo-clubs mil veces pero rara vez alquilábamos, como "Flash Mortal" o "Albóndigas 3: Los chicos están calientes" y luego muchísima televisión, pero muchísima, hasta nuestros días.
Y, como siempre, es identificando, numerando y catalogando al floridísimo reparto donde realmente está la diversión. Abróchense los cinturones porque la cosa es generosa. Tal vez, paradójicamente, el menos llamativo sea su protagonista, Jeff Altman. Venía de hacer mucha tele y alguna cosa curiosa (como "Wacko" o "Quien tiene una suegra tiene un tesoro") y, tras "La prisión de los chiflados" el panorama tampoco cambiaría demasiado, con más curiosidades ("Harvard: Movida americana", "Los inmortales 2", bastante doblaje de dibujos animados, destacando "The Real Ghostbusters" o "Bee Movie") y más televisión. Como ocurría con muchas de las comedias de aquellos entonces, se le busca una historia de amor "seria" en las clásicas escenas donde se rebaja el tono desmadrado. Su "partenaire" pal caso es Dey Young, quien debutaría en "Rock N´Roll High School" y se marcaría un insignificante rol de camarera en "Spaceballs, la loca historia de las galaxias" (menos insignificante que el posterior de "mujer con perro" para "Ant-Man y la Avispa: Quantumanía"), decorado donde coincidió con otra de las actrices de "La prisión de los chiflados", Rhonda Shear, futura carne de cañón del universo Donald G. Jackson.
Aunque en cuestiones femeninas la parte más tocha del pastel es para Colleen Camp y sus tetazas, esas mismas que viste en otras del palo como "El juego de la sospecha (Cluedo)", "Gran lío en la universidad", "La loca academia de los albóndigas" y, por supuesto, "Loca academia de policía 2 y 4". Ubres -muuuuuuy- destacables son igualmente las de Kitten Natividad, marcándose una aparición al fondo del plano, literalmente, y Judy Landers, quien anduvo posteriormente por "Armados y Peligrosos", "Escuela de Azafatas" pero, sobre todo, el "Dr. Alien" de David DeCoteau. Rematan el asunto femenino Melanie Chartoff (la directora encabritada del insti en "Parker Lewis nunca pierde") y Dona Speir (futura musa de Andy Sidaris).
Retomando el plantel masculino, tenemos a todo un John Vernon como recluso veterano y listillo. En la época me recordaba mucho al George Peppard de "El Equipo A". Cosa que cuadraba muy bien con el "Mr.T" albino que le acompaña a todas partes encarnado por Nicholas Worth, el eterno villano del cine de bajo (y eventualmente alto) presupuesto. Otros de sus socios son el cajatontista Ron Palillo (el tipo al que "Jason Voorhees" le arranca el corazón en la sexta de sus aventuras o el pirómano perseguido por "Snake Eater") y Mike Mazurki, de rostro nacido para interpretar a gángsters y/o matones de toda condición, cosa que hizo nada menos que en "Con faldas y a lo loco", "De espaldas a la justicia", "Dick Tracy" -la de los 40 y la de los 90- y su última aparición en pantalla dos meses previos a palmar, "Mob Boss" de Fred Olen Ray. Ya que hablamos del ínclito, también él dirigió a Pat McCormick -el alcaide bueno de "La prisión de los chiflados"- en "Beverly Hills Vamp".
Como villano principal todo un clásico en los suyo, Richard Mulligan, tan histriónico como nos tenía acostumbrados. Solía dejarse ver en películas de Blake Edwards: "S.O.B. (Sois honrados bandidos)", interpretando al "director de cine en crisis", "Tras la pista de la pantera rosa", ejerciendo de padre del "Inspector Clouseau" y "El gran enredo", que debería recuperar. Igualmente se prestaba a otra clase de comedias, ahí están "Los albóndigas atacan de nuevo", "Profesores de hoy" o "Chico Celestial" como prueba.
Del resto del reparto me quedo con el comediante negro Jimmie 'JJ' Walker (ni que sea por su papel en "Aterriza como puedas", de donde "La prisión de los chiflados" toma prestados esos comentarios graciosos vía megafonía) y Ron Zwang, así mismo co-guionista del film reseñado y cuya escueta carrera "actoril" incorpora dos marcianadas del calibre de "El ejército de las tinieblas" y ¡¡¿"Robot Ninja"?!!. ¿¿Nos lo creemos o estamos ante una mala di/gestión de "la secre"??.
En un momento dado, asistimos a un plano general de la cárcel idéntico a otro de "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas!!)" (al fin y al cabo, ambas películas vienen fechadas el mismo año). Ahí va una comparativa visual y la duda de si una recicló de la otra o, simplemente, compartieron escenario...

martes, 5 de agosto de 2025

BEING MARIA

Poco antes de morir, Maria Schneider puso de actualidad la obra maestra “El último tango en París” declarando que la famosa escena de “la mantequilla” —recuerden, esa en la que Brando da la vuelta a la Schneider, le unta el ojal con ella y la penetra analmente de manera muy brusca mientras lanza maldiciones contra la familia de su mujer fallecida— no estaba en el guion  y que, tras tramarlo entre bastidores Marlon Brando y Bernardo Bertolucci, al dar la voz de acción, se encontró con dicho momento sin comerlo ni beberlo. Mucho se especuló con si había sido violada realmente o no, y la actriz aclaró que no hubo penetración pero que, al no ser avisada de lo que el actor y el director querían hacer, se sintió no ya violada por Brando, sino también por Bertolucci. La controversia estuvo servida.
Con ella ya fallecida, Bertolucci apareció en un programa de la televisión italiana hablando sobre la escena en cuestión, asumiendo que, efectivamente, la planearon a espaldas de la actriz porque, al pillarla sorpresivamente, obtendrían una reacción real por parte de ella que beneficiaría la película. Y acto seguido, pedía disculpas por el poco tacto con el que abordaron el asunto.
“Being Maria” sería el biopic dramático sobre Maria Schneider centrado principalmente en el rodaje de la dichosa escena y las consecuencias psicológicas que arrastró la muchahcha tras el impacto social de la misma. Así, vemos el descenso a los infiernos de la actriz, que va desde su enganche a las drogas duras o su poca pericia delante de la cámara debido a ello, hasta su incursión en películas de "serie B" puramente alimenticias y, ya mayor, la posterior repulsa hacia Bertolucci.
La principal premisa consiste en mostrar que, por aquel entonces, el cine era una cosa hecha por hombres, destinada a hombres, y en el que la mujer no era más que un adorno o, hablando muy vulgarmente para que ustedes me entiendan, un “depósito de lefa”. Todo contado desde el cine de autor más descarnado y el feminismo actual, y basándose en lo contado por Vanessa Schneider, prima de Maria, en sus memorias “My Cousin Maria Schneider”.
Lo importante en “Being Maria” es dar un mensaje, denunciar una situación, pero no por ello descuida lo meramente cinematográfico y, pese a lo tediosa y lenta que resulta a rasgos generales, hay destellos en las recreaciones de los rodajes en los que participó Maria Schneider. Así, toda la parte centrada en la creación de “El último tango en París” resulta estupenda, máxime por el trabajo de la actriz que da vida a Maria, Anamaria Vartolomei, y Matt Dillon que interpreta a Marlon Brando. Ambos están soberbios, reproduciendo secuencias del film que denuncia, o imitando gestos de los actores a los que interpretan. Vartolomei y Dillon justifican el echar un ojo a una película de ritmo lento y pausado que parece concebida en exclusiva para el público de Cannes.
Sin embargo, el estreno de "Being Maria" en salas de cine en España no ha tenido lugar, yéndose directamente a "Filmin" durante un tiempo limitado. Por algo será.
En definitiva, no es espantosa, se deja ver, e incluso tiene buenos momentos, pero al final se trata más de un panfleto para hacer reflexionar a la peña, que un artefacto lúdico para ver cómo eran los rodajes de Bertolucci.
En nada parece que se va a estrenar otro biopic sobre Brando, esta vez interpretado por Billy Zane y donde el maquillaje ha conseguido que entre el actor de “The Phantom” y el de “La isla del Dr. Moreau” no haya diferencia física alguna: “Waltzin With Brando”. Y, esta vez sí, con fines más afines al espectáculo.
La directora de "Being Maria", Jessica Palud, curiosamente trabajó como asistente de Bertolucci en otra de sus películas de folleteo, “Soñadores”, además de ser una asidua a ese tipo de festivales de “cine hecho por mujeres” (que en lugar de inclusivos, acaban siendo excluyentes).  Ahí es nada.