martes, 18 de noviembre de 2025
MALDITOS VECINOS
Sin embargo, los tiempos que corren no son buenos para la lírica, y si bien el sexo no es tratado en abundancia en los films correspondientes a lo que nos ha tocado vivir desde finales de los 90, sí que se le pasa una buena factura a la escatología y la incorrección política verbal, es decir, que se habla mucho de follar, de pollas, de tetas y culos, pero no vemos nada de eso en pantalla. Y si lo vemos, suele ser dentro de un contexto netamente cómico y en forma de prótesis de látex, para que ni mamas, ni miembros viriles erectos y purulentos genuninos, aparezcan dentro del encuadre.
A niveles generales, su propuesta funciona (y me funciona).
“Malditos vecinos” se adscribe a esta corriente de la cual les acabo de hablar. Y que sirva de muestra los 270 millones de recaudación mundial que se consiguieron con una nimia inversión de 18 gastados en apenas cinco semanas de rodaje. Se trata de la comedia más taquillera de su protagonista, Seth Rogen, así como la cuarta comedia para mayores de 18 años con mayor recaudación el fin de semana de su estreno, gracias a sus casi 50 millones acumulados. Aquí en España apenas llegaría a congregar 400.000 espectadores. Sin embargo, y a pesar de los excelentes resultados de taquilla, no sería tan redonda como otras propuestas muy superiores con cualquiera de los miembros de esta cuadrilla dentro de sus repartos. “Malditos vecinos” sería una "frat movie" con todos los ingredientes para pasar a la posteridad como tal. De hecho, la película comienza con la pareja protagonista follando delante de su bebé, lo que, entre otras cosas, serviría para que la calificación de la película fuera una R. Me parece una declaración de intenciones estupenda y un magnífico comienzo para una "sex comedy". Por otro lado, combina, en este caso —y siempre bajo producción de Evan Goldberg— elementos de las comedias estudiantiles de los ochenta (puestos al día) con la comedia de enredo más actual y comercial, generando así una película a priori súper atractiva, pero que peca de repetitiva y, por momentos, cursi, motivos estos que no nos privan de pasar un par de horas de lo más entretenidas con las peripecias de estos malditos vecinos y los alcornoques de la fraternidad sita en la casa de al lado.
Un matrimonio que recientemente acaban de ser padres, se instalan en un tranquilo barrio residencial donde educarán a su hija dentro de un ambiente propicio. La casa contigua está alquilada por una hermandad masculina de una universidad cercana. El matrimonio, inmerso en la treintena, se empieza a emparanoiar con las fiestas que se supone que se van a celebrar allí, por lo que deciden ir a hablar con los vecinos para pedirles que, por favor, no hagan ruido. La fraternidad hará caso omiso y la liarán bien gorda. Como el matrimonio no ha conseguido la paz por las buenas, decidirá hacerlo por las malas, así comenzará una guerra sin cuartel entre adultos y universitarios, con trágicas consecuencias y descacharrantes acontecimientos.
Diversión funcional, sin más. Algunos gags son muy buenos, otros más flojos, otros se puede prescindir de ellos. No obstante, también es un film que, aún con su bajo presupuesto, tiene un acabado técnico excepcional, porque así funciona Hollywood.
Seth Rogen encabeza el reparto secundado por Rose Byrne, actriz australiana de indudable vis cómica a la que ya pudimos ver en “La boda de mi mejor amiga”. Pero, sin duda, el rey de la función es Zac Efron. El chico guapo de la factoría Disney se prodiga aquí como un actor cómico de primer orden, eso sí, agarrándose como clavo ardiendo al arquetipo del jock, deportista musculado y cortito de miras, que le dará más de una alegría en posteriores trabajos; antes Efron era el chico guapo de “High School Musical”, hoy es ese cachondo de las pelis de risa al que, en su vida privada, un aparatoso accidente doméstico y una serie de operaciones estéticas han convertido en meme de las redes sociales. No obstante, en estas comedias desarrolla un cambio de registro que, aunque le libera del encasillamiento como chico Disney, igualmente le ancla en el de tío bueno tontorrón. Pero su comicidad, tanto en esta como en otras muchas películas posteriores, es indudable.
También tenemos en el reparto, en un rol destacado, a Dave Franco, el hermano pequeño de James Franco. Su presencia en la cinta es toda una anécdota. Dave Franco debería haber aparecido junto a toda la pandilla en la estupenda “Juerga hasta el fin”. Su papel en aquella película consistía en, interpretándose a sí mismo, morir de manera ultra violenta ante los ojos de su hermano James, que también se interpretaba a sí mismo. Seth Rogen, que co-dirigía, pensó que esa escena era demasiado cruel y deprimente, por lo que se eliminó del guion sin ser rodada siquiera. Por tal motivo se las ingenió para tenerle en un papel destacado en “Malditos vecinos” y compensarle, ya que, al fin y al cabo, Dave Franco era un actor emergente que empezaba y le jodió no tener esa gran escena.
“Malditos vecinos”, titulada “Neighbors” en su versión americana, y “Bad Neighbours” fuera de EUA para que no se le confundiera con la serie australiana del mismo nombre, nace en la cabeza de sus guionistas Andrew J. Cohen y Brendan O'Brien, inspirados por el miedo a las responsabilidades en su transición de la juventud a la adultez, lo que dio lugar al libreto que, en un principio, era una cosa sobre adultos en la fraternidad, una temática que recordaba un poco a la de “Aquellas juergas universitarias” motivo este por el cual el director contratado, Nick Stoller, rescribió la película para que las similitudes no fueran tales. Así, se sacó a Rogen de la fraternidad, y se le metió como vecino adulto en la casa de al lado, declarando la guerra a los chavales. Y para que el peso no recayera únicamente sobre este personaje, se le añadió una esposa y una hija que darían mucha más consistencia a la trama principal. Fue la propia pareja de Rogen la que sugirió que una esposa daría más credibilidad al asunto. Y acertó, Para ello se contrató a Rose Byrne con la que la química ha dado posteriormente para una estupenda serie de la dupla titulada “Platónico”.
Todos esos personajes se escribieron sobre el papel teniendo muy en cuenta el reparto, por lo que a la hora de repartir los 18 millones que se consiguieron de presupuesto, absolutamente todos tuvieron que rebajar sus cachés para ajustarse a este, cosa para la que no hubo mayor problema.
Tras el éxito mundial de la cinta, Seth Rogen tuvo que vérselas con cierta polémica. Resulta que, por aquella época, un universitario británico, bastante poco agraciado y que acusaba una recalcitrante misoginia, había sido detenido por el asesinato de varias personas en California. Resulta que era fan de Seth Rogen y había visto en varias ocasiones “Malditos vecinos”. A una crítica cinematográfica del "Washington Post", Anne Hornaday, no se le ocurrió otra cosa que culpar de la muerte de estas personas a Rogen, aseverando que sus películas no mostraban con realismo lo que podía ser el día a día de una persona poco agraciada físicamente en lo concerniente a sus relaciones sociales. Rogen siempre salía retratado como un individuo gordo y feo sin problemas a la hora de relacionarse románticamente, por lo que el estudiante pudo quedar frustrado y, como consecuencia, cometiera dichos asesinatos. Rogen se defendió al respecto. Por descontado, tales acusaciones de tamaña estupidez se quedaron en mera anécdota, aunque trajeron a Seth Rogen algún que otro quebradero de cabeza.
Como curiosidad, decir también que la ropa que viste el actor en la película pertenece a "Golf Wang", marca deportiva centrada en prendas de golf creada por el rapero new age Tyler The Creator.
Como “Malditos vecinos” fue un éxito de taquilla y también de crítica, era cuestión de tiempo que se produjera una secuela. Así, en 2016 se rodó una continuación directa en la que repetía la mayoría del equipo, “Malditos vecinos 2”, también dirigida por Nick Stoller y que tuvo menos éxito. Resulta bastante mediocre: comienza igual que la primera, con un polvo de los protagonistas —con la variante de que ella está embarazada y, del meneo, vomita sobre la cara de él— y ya el resto se limita a plagiar gags de la original, cambiando la hermandad masculina por una femenina y el descanso de los protagonistas por la venta de la casa en la que están; con tanto ruido, nadie querrá comprarla. Muy floja. Eso sí, cuenta con la presencia de la deliciosa Chloë Grace Moretz, vista en la franquicia “Kick Ass” o en “Carrie (2013)”
Consumidas "Malditos vecinos 1 y 2" seguidas en programa doble, podrían funcionar. Aunque no se a qué niveles.
sábado, 15 de noviembre de 2025
ROBOCOP 4, POLICÍA DEL FUTURO
Quizás el aspecto más elogiable, y pura consecuencia de la presencia de Neumeier y Miner, sea la misma persona de "Robocop". Diríase que la intención por respetar su primigenia naturaleza era genuina, evitando los momentos ridículos y vergonzantes que Frank Miller incorporó a las secuelas. Aquí "Robo" es tremendamente serio, más trágico que nunca, prácticamente inexpresivo, frío, austero y habla poco. Cuando no lleva el casco, lo rodean de penumbra (tal vez para disimular el maquillaje, pero funciona de esa otra manera). Todo ello me pareció maravilloso. Aplaudible. Pero nada más... el resto no podría ir más en contra de lo que mostraban las películas (y aquí incluyo las tres), y siendo este "Robocop 4" un producto "cajatontil" de los noventa, se pueden imaginar a qué me refiero: la violencia no solo escasea, es que el mismo robopoli evita sesgar vidas, deteniendo a los villanos sin hacerles más daño que algún moratón. Y utiliza su icónica pistola lo menos posible. Tampoco el humor negro y la mala uva que Paul Verhoeven inyectó en su clásico asoman por ningún lado. Cuando acá se tira de comedia, es bufa, simplona y cargante (especialmente respecto a los personajes del científico loco y su socio, cuya cruel maldad tendría que haber sido justamente castigada con una muerte dolorosa) Y, como en "Robocop 3", que no falte el crío repelente, rematado por un final ñoño de cojones.
No soy tan tonto como parezco, y cuando me puse a ver esto lo hice sabiendo a qué me exponía, esperando lo peor. Por ello, tal vez, la primera mitad todavía entró más o menos bien. Pero cuando "Robocop" desaparece de escena, la cosa comienza a ponerse realmente pesadita. Pasa un poco como con el "Superman" de Christopher Reeve. Molaba tanto verle con el bonito atuendo, que importaba poco la calidad del material envolvente... hasta que su presencia pasaba a cero y comenzaban a doler los glúteos. Además, al robopoli siguen acompañándole las notas de su esplendoroso himno machacón (o una reconocible variación del mismo). Otro ingrediente que funciona.
El desconocido Richard Eden se encarga de sustituir las mandíbulas de Peter Weller y Robert Burke (aunque el doblador español es el mismo, detalle a agradecer). Claro, tampoco es que el pobre hombre aporte mucho, de ahí que su carrera posterior continuara por derroteros parecidos, todo series y telefilms.
Muerta la compañera de "Robo" en las películas, le buscan una nueva, interpretada por Yvette Nipar (ni papa). Y el resto del reparto, pues lo mismo. No repite ningún personaje de la gran pantalla, todos son sustituidos por actores y actorcillos. Destaca Cliff De Young sobreactuado como científico loco (al no palmar cuando debía, saldría en dos capítulos más).
Paul Lynch, director, arrancó su carrera con bastante buena mano responsabilizándose de dos slashers con cierta solera, especialmente el primero de ellos, "Prom Night". El otro fue "Humongous". También se implicó en la confección de la antología "Manía". Pero, salvo estos títulos, la mayor parte de su filmografía la compone mucha morralla televisiva. Eso sí, el hombre ha currado a destajo, nadie lo pone en duda.
Por si les interesa saberlo, este "Robocop" televisivo no pasó de una primera temporada gracias a las bajas audiencias y peores críticas. Otros directores interesantes implicados en la refriega fueron Mario Azzopardi y Timothy Bond. Sin embargo, y porque los yankis no aprenden, en 2001 lo intentaron de nuevo. "Robocop: Prime Directives" tenía la loable intención de retomar las maneras duras y violentas del film original, pero tampoco creo yo que colara mucho porque, en fin, ¿sabían ustedes de su existencia?. Para la ocasión se contó con otro matao oculto bajo el disfraz. Luego vendría un decepcionante remake y el continuo anuncio -¿amenaza?- de que, el día menos pensado, tendremos al madero cibernético de nuevo en nuestras pantallas, grandes, pequeñas, medianas o minúsculas.
jueves, 13 de noviembre de 2025
CUANDO LOS ÁRBOLES NO DEJAN VER "IL BOSCO 1"
En cualquier caso, el joven cineasta comentaba que aquel corto era un "test" para su primer largometraje, entonces titulado "Horror Queen". Dadas las circunstancias, nadie vio venir el desastre que se avecinaba.
"Horror Queen" acabó siendo materializado en 1988 gracias a unos cien millones de liras, la incorporación del mismo "Sabbia Insaguinatta" como parte de sus 85 minutos de duración y el llamativo protagonismo de Carolina Cataldi-Tassoni, hoy reconocida profesional, entonces "garantía" para el consumidor medio del terror tras sus papeles previos en dos productos marca Dario Argento, "Demons 2" y "Ópera". La diferencia es que, ahora, "Horror Queen" gastaba otro título, "Il Bosco 1", "El bosque 1". A Marfori le encanta aclarar que incluyó ese 1 como coña directa al abuso de secuelas que entonces era común en el cine fantástico. Pofale. Es posible, pero a mí me suena a efecto tardío en busca de cierta justificación. Sobre todo, considerando que en algunas muestras de prensa de la época aparece como "Presa Tenace". Aunque no adelantemos acontecimientos.
La cuestión es que hacía años que el terror italiano andaba bajo mínimos, ya casi sin dar señales de vida tras haber alegrado la existencia del aficionado desde los sesenta hasta los ochenta. Primero con altas dosis de goticismo, seguidos por la explosión del "giallo", hasta los inolvidables baños de ultra-gore licuoso protagonizados por zombies. Así, de entrada, la prensa especializada recibió al film con entusiasmo, anunciándolo como la necesaria y esperada "Nueva Ola del Horror Italiano".
Incluso Marfori logró venderla al mercado americano. Fue la inevitable "Troma" de Lloyd Kaufman (y Michael Herz) la que se llevó el gato al agua, retitulándolo "Evil Clutch" (garra maléfica, más o menos. Desconozco pues si la traducción al italiano de ese mismo título -"Presa Tenace"- vino antes o después del rebautismo por parte de los yankis) currándose un cartel tan llamativo y espectacular como la ex-factoría de New Jersey solía hacer. Desde luego, mucho mejor que el previo.
Pero claro, que "Troma" arramblara oficial y finalmente con los derechos de explotación en USA del debut de Andreas Marfori era, a la larga, una mala noticia. Más considerando las expectativas puestas en "Il Bosco 1". Conocemos de sobras, y hemos sufrido en general, el catálogo de títulos distribuidos por la compañía. Salvo excepciones, muy excepcionales, suelen tirar de auténtica roña cochambrosa rechazada previamente por todo ente humano racional dedicado al negocio. ¿Estaban pues justificados dichos temores?. Pregúntenle al fanzinero ilustre Lucas Balbo, quien dijo de todo menos bonito respecto a "Evil Clutch" en las páginas del británico "Shock Xpress".
"Un plagio muy malo de "Posesión Infernal" dirigido por un adicto a "Fangoria" con una edad mental de trece años - y estoy siendo generoso". Así se las gastó el colega en su reseña, completada con puyas a la ausencia de una genuina trama, los interminables paseos de los protagonistas por aquello de alargar metraje, la escasa imaginación dispensada al -más o menos- generoso gore, el aburrimiento de todo ello y la incapacidad del señor director. Algo de razón tendría, porque aquella supuesta revitalización del horror “made in Italy” no fue tal.
La carrera de Marfori, no obstante, continuó. Llegaría a rodar tres películas más, de entre las que destaca el thriller de acción y disparos "Il ritmo del silenzio". Parido con miras internacionales, y lanzado en los USA como "Desperate Crimes", contaba en su reparto con una Traci Lords ya reconvertida a actriz legítima, por así decirlo. En 1993 firma "La forza della terra", comedia con presencia del filósofo del LSD Timothy Leary, y ahí acaba todo. Al menos, por un tiempo.
Como ha pasado en los USA con muchos cineastas originalmente considerados escoria (toda la ralea de "exploiters" de los sesenta hasta los ochenta) o en España (mírese el desvarío formado en torno al llamado "fantaterror"), la nueva generación italiana de fans del fantástico descubre la existencia de una película autóctona de terror a finales de los ochenta que, por singular, merece ser atendida (especialmente considerando su incursión en el catálogo de la “adorada” "Troma"). Ello insufla nueva vida a "Il Bosco 1" y a un Andreas Marfori retirado del cine y dedicado a la ventriloquía (¡¿?!). Claro, ya se conocen la cantinela, el desmadre es absoluto. Se tilda al film de legendario, se organizan tours por los lugares donde se rodó, Marfori es entrevistado, invitado a festivales especializados y el largometraje se reedita con todos los honores. No obstante, por mucho que los fans se dejen la piel intentando parapetar la verdadera naturaleza chusca del material, este es lo que es... solo que ahora no mola decirlo, a menos que sea con una sonrisilla y el ojo en efecto guiño. Así las cosas, Marfori corre a asegurar el tiro declarando que la hizo aposta de esa manera, regodeándose especialmente, como decía, en lo del 1 tras el título. Sí, ya, ahora cuéntame una de piratas, Andreito.
En cualquier caso, y dentro del tornado de descontrol, el director anuncia un "Il Bosco 1, 2" -bautismo inventado por mí, siguiendo la lógica de las cosas- rodada en formato digital y tira de "YouTube" para pedir montante. A día de hoy todavía no hay noticia de esa improbable secuela tardía, aunque sí de otro par de películas marca Marfori... por supuesto, acordes a su nuevo público, a tono con la imagen que se tenía de él, dentro del género con el que se le vinculaba y bien amarrado a las tendencias del momento. Se trata de dos extrañas coproducciones entre Italia y Rusia (¡ugh!), "Ataka sovetskikh zombi", que no falte una de muertos vivientes, y "Quest of fear", sobre un juego de mesa mortal. Todo ello parido a lo digital, claro y, desde luego, levantando muchas menos pasiones entre el fandom que aquel razonable viagra titulado "Il Bosco 1". La segunda de las películas mentadas está fechada el año 2018 y, desde entonces, Andreas Marfori no ha rodado nada más. Ni se sabe demasiado de él, ni de, por supuesto, su película de debut, beneficiada por el clásico arrebato de entusiasmo pasajero -y pajero- del fan medio, ese al que todo quisqui se apunta oportunamente y, tal como viene, se esfuma cuatro días después cual humareda (véanse los casos de "Troll 2", "Birdemic", "The Room", "Fateful Findings" etc, etc, etc...)
martes, 11 de noviembre de 2025
REVUELO EN LAS AULAS
Cuenta la historia de un grupo de adolescentes de escuela secundaria que, ante una serie de injustos suspensos ajenos a su nivel de estudio y sí con una serie de cuestiones de índole íntima, se organizan, ayudados por un profesor comprometido con sus causas, para reivindicar sus derechos e intentar cambiar el rectorado de su instituto. Entre medias, se sucederán los amoríos y los romances propios de las “teen movies”.
Se inspira en un caso real y las tres jóvenes en los que se basa el film, que incluso salen entrevistadas al final (resumiendo sus casos con breves pero certeros comentarios), fueron injustamente evaluados en sus colegios, sin ningún fundamento, por sus examinadores. Lanessa Riobe, una muchacha cuya madre tenia Sida, concienciada por el asunto comenzó a ponerse en el instituto una camiseta en la que una inscripción instaba a quien la leyera a usar preservativos. Ese motivo fue más que suficiente para que le suspendieran porque su comportamiento "no era el adecuado". Asimismo, Natalie Young fue suspendida por llevar una camiseta en la que decía “Barbie es lesbiana”, en reivindicación a la opción sexual. En clase de literatura, Rache Boim, fue suspendida por escribir una historia en la que una niña sufría una pesadilla violenta. Y solo por eso ya no le vale el aprobado. Su talento literario en realidad daba lo mismo a los docentes.
Tomando como base estos hechos, se construye la película.
Con un presupuesto de 700.000 dólares, una cantidad tan baja que lo natural es que a poco que estuviera un par de semanas en cartel sacara el doble de beneficios, fue un absoluto fracaso de taquilla. Recaudó tan solo 500.000 dólares. Por otro lado, la crítica fue demoledora con ella y eso acabó de truncar su carrera, aunque lo cierto es que la película, por sí misma, tenía todas las de perder; es un pastiche de conceptos a los que cuesta cogerle el hilo, amén de resultar aburrida como pocas. Por otro lado, todo el asunto de denuncia social resulta poco menos que cargante. Además, si el reclamo principal es el cartel, con su protagonista masculino en posición chulesca, rodeado del resto del reparto femenino y bajo las faldas de una animadora, el espectador se puede hacer una idea errónea de lo que va a ver, y cuando se encuentre con lo que de verdad ofrece “Revuelo en las aulas”, sin duda, se decepcionará.
Como curiosidad, decir que esta película tiene el récord "Guinness" por incluir en los títulos de crédito el beso más largo mostrado en pantalla, de seis minutos de duración. Antes de que nuestros protagonistas procedan, una voz en off nos anuncia que pretenden batir dicho récord, que estaba en tres minutos y medio... o algo así. Verdaderamente infantiloide, cursi y patético, además de demostrar una cobardía supina al mostrarlo en los créditos finales, en lugar de incluirlo en el metraje de la cinta, rompiendo así el ritmo. Puede que, si lo hubieran hecho, “Revuelo en las aulas” hubiera sido, al menos, osada.
El reparto, lleno de desconocidos, se completa con cameos de menos de un minuto de gente muy famosa como Rosanna Arquette, Adam Arkin, Elisabeth Perkins o Samantha Mathis, que dan vida a padres y profesores de los alumnos.
Dirige, como el que no tiene otra cosa mejor que hacer, Josh Stolberg, dueño de una filmografía de lo más prescindible —incluido un “spoof” de los de la ultima hornada, esto es, más malo que pegar a un padre, “Los juegos del resacón”—, aunque es el guionista de cosas mucho más refrescantes que esta “Revuelo en las aulas”, como pueda ser “Piraña 3D” de Alexandre Aja.
Ni que decir tiene que, en nuestro país, la vimos gracias a los últimos años del videoclub, directamente en DVD.
sábado, 8 de noviembre de 2025
LA RESURRECCIÓN DEL MAL
Los gamberros del pueblo (el "leitmotiv" de la franquicia) son tan malos que realizan rituales satánicos. Aquello que un chaval es testigo de cómo sacrifican a su hermana de dieciocho recién cumplidas primaveras. Lógicamente ofuscado, acaba con ellos en plena celebración de la efeméride diabólica. Pasan treinta años, ahora el chaval es padre soltero de una hija apunto de cumplir mayoría de edad. Ello provoca que los gamberros regresen de los avernos con intención de usar a la moza para concluir el ritual interrumpido en su día.
Cambiar la tele por el vídeo-club (suspiro...) aporta ciertas ventajas, como poder incluir algo de sangre (muy comedida. De efectos especiales prácticos la cosa anda bien, aunque parapeten muertes tan risibles como la chavala cosida a "cartazos". Los visuales, en cambio, resultan menos convincentes, rozando por momentos un doloroso cutrismo) y unas pocas tetillas bonitas de ver. Pero ahí termina toda diferencia. Como producto noventero de terror de escaso montante, "La resurrección del mal" (traducción porculera de "Sometimes they comeback... again", "Algunas veces ellos vuelven, otra vez"), se deja ver sin mayores aspavientos. Es puro "fast food" de manual, con algunas salidas narrativas ridículas, de esas que parece que te tomen por tonto (como ver al protagonista librarse alegremente y sin mayores dificultades de la cadena que le inmoviliza. O la desesperada búsqueda de un objeto que, al final, resulta estar a la vista, fácilmente localizable...) y un "tic" muy irritante y de su tiempo, las maneras "a lá Freddy Krueger" que gasta el satánico jefe de la pandilla, es decir, "verborreando" hasta el paroxismo cada vez que asesina a alguien a base de pretendidas gracietas (algunas tan lamentablemente inimaginativas como cuando a un manco recién amputado le suelta aquello de "Gracias por echarme una mano").
A este le otorga (sobre)vida Alexis Arquette, perteneciente a la famosa casta y de rostro bastante peculiar. Llegó a dejarse ver en "Pulp Fiction" y luego fue el novio gótico de "La novia de Chucky" (donde, esta vez, él era el sacrificado durante un ritual). Posteriormente cambió de sexo, pero apenas tuvo tiempo de disfrutarlo ya que falleció en 2016.
Se enfrentan a él Michael Gross, eternamente ligado a la "sitcom" "Enredos de familia" y a otra franquicia segundona, "Temblores", y su hija, interpretada por una jovencita y muy bella Hilary Swank años antes de dar el salto a primera división. Les acompañan Patrick Renna, al que reconocía por su oronda figura y feo careto. Creía situarle en alguna película de cierto peso, pero no, se trata del tardío y aburrido slasher "Dark Ride" ("La casa del terror" en las españas). Su físico también le llevó a formar parte del cast de una comedia -igualmente tardía- de "National Lampoon", "Escuela de novatos". Otro rostro bastante familiar es el de Molly Hagan, que "En la resurrección del mal" hace de sheriff.
Igual que "Algunas veces ellos vuelven", y varias de las adaptaciones de Stephen King de esos años, produce -entre otros- el ex-"Amicus" Milton Subotsky. Guioniza Guy Riedel (siendo el único libreto de su filmografía, más centrada en labores de producción) a pachas con el director debutante, Adam Grossman. La experiencia le otorgaría puntos para responsabilizarse dos años después, bajo mandato "productil" de Wes Craven, de "El carnaval de las almas", supuesto remake de aquella cult-movie aburrida de cojones y con la que nunca he conseguido congeniar, "Carnival of Souls". Las malas críticas y, presupongo, escasa recaudación le condenaron a la inopia, salvo cuando co-escribió el guion de, justo, la tercera parte de la saga que nos ocupa, "Sometimes They Come Back... for More" ("Algunas veces ellos vuelven... a por más"), aquí marcianamente titulada "Infierno blanco" y situada esta vez en el inhóspito escenario de una base científica del ártico. No me pregunten sobre ella porque, ciertamente, mis recuerdos son escasos... casi inexistentes.
jueves, 6 de noviembre de 2025
MINUTOS MUSICALES 41: LA TEORÍA DEL PATO VOLADOR
No obstante, no he venido aquí a hablar de semejante y recomendable "maquinario". En realidad me dispongo a hacerlo del segundo LP de "The Vibrators", un grupo que, como muchos de los que su quinta y especie, mejor habrían hecho desapareciendo con el mismo punk, porque lo que siguió fue una sombra de sus mejores tiempos. Y poca broma, que duraron muchos muchos años y sacaron no menos discos. Pero la cuestión es que, habiendo dejado el listón tan arriba con "Pure Mania", parir el siguiente era todo un reto. Uno del que salieron bastante airosos. "V2", que así se llama, no es tan bueno... pero tampoco muchísimo peor. Tiene sus buenas canciones. Se me ocurren "Sulphate", "Feel Alright" o "Destroy" (posteriormente versionada por "G.B.H.". No sería la primera banda cuyo nombre venía compuesto de siglas que reinterpretara alguna de sus canciones, otros fueron nada menos que los ¡"R.E.M."!). Aunque para el muestrario sonoro he dejado mi favorita, "Flying Duck Theory". A ver, mi favorita de ESE disco, porque si tengo que elegir un caramelo musical compuesto por los vibradores, desde luego estaría en "Pure Mania" (y "Whips & Furs" se llevaría muchas papeletas), pero la cuestión es que esta teoría del pato volador es la primera copla suya que escuché (en un recopilatorio) y le tengo cariño, además de que sí, me encanta. Por ritmo, estribillo y sentido del humor. Escuchen, disfruten, pero no olviden que "Pure Mania" es mejor y bien merecería sus atenciones o, si se da el caso, sus dineros.
martes, 4 de noviembre de 2025
I LOVE YOU
Pero, por encima de la calidad de su obra, destaca la personalidad de todas y cada una de sus películas. Las buenas, porque son incuestionablemente buenas, las malas porque, además de ser muy extrañas, son inconfundiblemente “ferrerianas” y, como además nunca se habla de ellas, yo creo que es el momento de reivindicarlas.
Olvidémonos de “La gran comilona” y de los títulos que todos conocemos; “I Love You”, de la más decadente etapa de Ferreri, mediados de los ochenta y primeros noventa, es probablemente su película de la que menos se habla, y, probablemente, también de las peores. Yo la definiría como curiosa. Aunque cuesta entrar al trapo, al final toda esta locura acaba teniendo cierta gracia.
Cuenta la historia de un individuo de clase media francesa que, harto de relacionarse con el sexo femenino de manera un tanto traumática, un buen día se encuentra un llavero con la efigie de una mujer que, cuando él le silba, el llavero dice “I Love You” y eso le encanta, tanto que termina enamorándose del llavero. Las cosas se irán poniendo tensas cuando alguien, de vez en cuando, le silba al llavero y este le responde con otro “I Love You”. Los celos se apoderarán del protagonista hasta conducirle a la locura.
Una película intencionadamente surrealista, pero tonta, rara y especialmente mal rodada y montada. Y con un tono tan europeo que casi parece una parodia. Es el acercamiento de un excéntrico como Ferreri a la modernidad europea de mediados de los ochenta; algo que le queda demasiado lejos.
Lo bueno es que tenemos aquí a un Christopher Lambert recién salido de su debut en Hollywood con “Greystoke, la leyenda de Tarzán, Rey de los monos”, volviendo a la madre patria para rodar una co-producción franco-italiana de presupuesto más bien tirando a bajo. Casi a su vez, rodaba “Los Inmortales”. El caso es que, durante su estrellato en USA, nunca dejó de participar en toda suerte de películas europeas de presupuestos medios, saltando de una a otra y alterando su nombre según nacionalidad del film, era Christopher Lambert en las americanas y Christophe Lambert en las europeas. Y el caso es que, Lambert, espantoso actor donde los haya, mientras que en las yankis acaba siendo resultón, en las europeas, muchas veces dirigido por directores de postín, se evidencia lo malo que era en realidad. En “I Love You” se nota especialmente. Todo un alarde de inexpresividad y atolondramiento interpretativo. Por momentos parece que da vida a un discapacitado.
En el reparto le acompañan actores clásicos del cine franchute como puedan ser el también internacional Jean Reno o Eddy Mitchel ("Frankenstein 90").
Es una película de Ferreri, pero el cutrerío de esta compite con cualquier “serie B” de saldo y, al margen de que en cierto modo “I Love You” es una comedia pretendidamente rara, hay que sumarle las dosis de comedia involuntaria que también la hay. El resultado, en cualquier caso, es desconcertante. Pero, por el motivo que sea, acaba funcionando.
sábado, 1 de noviembre de 2025
FRENESÍ SANGRIENTO
Una panda de "tarados" y su terapeuta se instalan en medio de la nada esperando así curar sus muchos males, fobias y manías. Uno de ellos cometió parricidio siendo crío y parece que eso de matar le mola, así pues se despachará a gusto con el personal. Nada muy complicado. La idea consistía en mezclar "Diez Negritos" con "Viernes 13". O Alfred Hitchcock, por el tema psicológico y "de misterio" -la parte "Frenesí" del título-, con Herschell Gordon Lewis, por aquello del gore y tal -la parte "Blood" del título-. Y aunque incluye ciertas dosis de hemoglobina, tampoco hablamos de nada excesivo ni imaginativo, casi todo consiste en el mismo efecto de degollación a base de unos trucajes escasamente convincentes. Por lo visto el primigenio responsable era un gordaco ultra-tatuado que presumía de haber fabricado la mitad pez de Daryl Hannah en "1,2,3 Splash". A medio rodaje terminaría entre rejas cuando la policía localizó armas automáticas en su furgoneta. Aunque existe una versión un pelo más amable según la cual todo obedece a cierta borrachera descontrolada. Ya saben como funciona esto del cine roñoso, las historias detrás de las cámaras (o la cámara) suelen ser más interesantes y emocionantes que la misma película, y en el caso de "Frenesí Sangriento" se cumple rigurosamente. Por previsible que suene, es un auténtico tocho aburrido, desaborío, plagado de diálogos tontolavas y, básicamente, prescindible hasta extremos de pura salud mental.
No obstante, Hal Freeman estaba tan seguro de sus posibilidades, que creó una distribuidora paralela a la del producto guarro. Su primigenia intención consistía en estrenarla en salas de cine, pero no coló, viéndose finalmente condenada al mercado del vídeo. A día de hoy, Ted Newsom asegura que, muy probablemente, el director no sacó ni un duro de la inversión. Por eso la carrera de Freeman, básicamente, continuó en el cine pajero, aunque de vez en cuando se permitía escapaditas llamativamente bizarras del calibre de "Earthquake Survival", un vídeo didáctico presentado por Shelley Duval sobre cómo sobrevivir a un terremoto, con presencia de Brinke Stevens, así mismo responsable del guion (¿¡!?). Poca broma, que fue un auténtico "hit" en su mercado. El tipo llegó a planear junto a Ted Newsom una nueva película de terror titulada "Judgement Night", sobre un exrecluso vengándose de aquellos que lo enchironaron. Lastimosamente, falleció antes de comenzar el rodaje. Se rumorea que pudo ser a causa del Sida, pero no está del todo claro. Newsom continuó guionizando cosuchas como "Teenage Exorcist" y dirigiendo eventualmente ficciones del calibre de "The Alien Within", aunque donde realmente brilló fue responsabilizándose de documentos audiovisuales en torno a las maravillas del cine fantástico de tirón más clásico.
En el reparto de "Frenesí Sangriento" localizamos algunos nombres singulares, ultra-segundones de aquellos con impresionantes filmografías repletas de cosas llamativas. Tony Montero, por ejemplo, estuvo en el "Del espacio profundo" del inevitable Fred Olen Ray. Hank Garrett era el orgulloso currelas que, en una entrevista televisada de "El justiciero de la ciudad", presumía de haber apalizado a un delincuente. Aunque el nombre más llamativo es el de una sobreactuada Lisa Loring, la "Miércoles Addams" original, con experiencia en esto del terror de bajo costo, y que si no se ha marcado un merecido cameo en la reciente versión de "Netflix" del personaje es porque murió hace dos años. Que en paz descanse. Lo mismo que el director de fotografía de "Frenesí Sangriento", Richard Pepin, por entonces a poco de asociarse con Joseph Merhi para crear la productora "City Lights" y, con ella, toda una serie de baratuchos y olvidables thrillers urbanos.
jueves, 30 de octubre de 2025
PARECIDOS (IR)RACIONALES
El respetado responsable de "La noche de Halloween", "La Cosa" o "El príncipe de las tinieblas" andaba ya una temporada anclado en la nadería más absoluta, y terminaría rodando dos capítulos para la serie de Mick Garris. El primero partió la pana. Al instante se consideró el mejor y su genuina resurrección (promesa finalmente incumplida). Cuantos más años pasan, más buena prensa adquiere. Estoy hablando de "Cigarette Burns" o, como la titularon absurdamente por acá, "El fin del mundo en 35 mm". Contaba la interesante epopeya de un buscador de películas raras que recibe el encargo de localizar una con muy muy mala reputación, "La Fin Absolue du Monde", dirigida en los setenta por un tal “Hans Backovic”. Al parecer, durante su paso por el Festival de Sitges de la época, volvió loca a la platea, que comenzó a agredir al prójimo o a sí misma. Y eso es algo que, dice la leyenda, le ocurre a todo aquel que la consume. Según iremos viendo a medida que la trama avanza, "La Fin Absolue du Monde" es, esencialmente, una pretenciosa película de arte y ensayo muy de su década, a base de impactantes imágenes surrealistas y sin genuina trama. Al final del capítulo terminaremos descubriendo que la maldad implícita en sus fotogramas obedece a una única razón, la presencia de un genuino ángel que el director logró capturar y retener.
A una trama tan llamativa y, sí, unos resultados tan estupendos, añadan el hecho de que "Cigarette Burns" no se andaba con mojigaterías a la hora de mostrar chicha. Truculencia. Gore. Cosa que resultó bien llamativa entonces porque, a diferencia de muchos de sus coetáneos, no era ese un elemento habitual en la larga filmografía de John Carpenter. Somos testigos de una decapitación que pone los pelos de punta, situada, además, en un contexto de cine "snuff", que siempre da mu mal rollo. Esto abriría otro melón, el de que "Masters of Horror" permitía a sus realizadores llevar el asunto de la violencia gráfica a los límites, aunque, finalmente, ello acabó pasándole factura a Dario Argento con sus aportaciones y, muy especialmente, a Takashi Miike con la suya. Pero no toca hablar del cineasta japonés, toca hacerlo de otro, uno alemán.
Marian Dora es un personaje sumamente misterioso. Nadie conoce su verdadera identidad. Aunque se ha dejado ver como actor brevemente en una película donde curró de machaca, básicamente su efigie no rula oficialmente por ninguna parte. En las entrevistas se sitúa a contraluz. Y tampoco suele acudir a festivales, básicamente porque le han amenazado de muerte un porrón de veces. Y con razón, añado yo. Es responsable de una serie de películas en las que se tiende a lo extremo. Aunque su verdadera "seña de identidad" consiste en que en muchas de ellas torturan y/o matan animales delante de la cámara, sin truco. Y, ocasionalmente, de modo bastante hijoputesco. Además, incluyen sexo explícito, desviado o no, escatología igualmente genuina, violencia a raudales y, en fin, que la obra de Marian Dora da mucha grima y, lógicamente, no cuenta con amplios canales de distribución. Por su nacionalidad y condición, habrá quien lo emparente con el ultra-gore germano que asoló nuestras retinas en los noventa, pero no. Aquellos eran unos papanatas sin mucho talento que se limitaban a imitar el terror yanki, solo que aumentado las dosis de carnicería. Dora estaría más cerca del Jörg Buttgereit de "Nekromantik", básicamente porque a ambos les perdía cierta pedantería, ciertas maneras "artys" que "justificaban" la brutalidad de sus imágenes, aparentemente desproveyéndolas de una intención "exploitativa" para aproximarlas a cuestiones más "respetables". De hecho, lo de Dora es especialmente exagerado. No digo ya el elemento "shock", me refiero a sus ventosidades intelectuales. Graba en vídeo, pero sacándole bastante más jugo que sus coetáneos (descarten aquí a Buttgereit, que tiraba de 16 mm). El hijo de perra sabe encuadrar, sabe iluminar y, ocasionalmente, lograr extraer belleza a las imágenes. Lástima de... todo lo demás.
En cualquier caso, y aparcando juicios morales, el "Magnus Opus" del tiparraco es una cosa larguísima de casi tres horas con la que lleva todas sus malas maneras hasta el borde del abismo. Pedantería para parar un tren. Sexo y guarradas a cholón. Y, lastimosamente, imágenes de violencia real contra animales en todo su crudo esplendor. Es aquella en la que más pueblos se pasa. La cosa gira en torno a cuatro personajes que se piran hasta un casoplón en plena montaña y allí, básicamente, se dedican a hacer todas las burradas mentadas, entre diálogos profundos y metafísicos. ¿El título? "Melancholie der Engel", es decir, la melancolía del ángel.
Déjenme añadir que, aunque costó muchísimo, finalmente logré verla entera. Fue una experiencia muy intensa y para nada divertida. Lo pasé bastante mal (obviamente, con las barrabasadas acometidas contra pobres criaturas) y sí, me dejó muy mal cuerpo. Enhorabuena Marian, lo conseguiste. La cuestión aquí es que andaba obsesionado con "Melancholie der Engel". Había leído tanto, y daba tanto miedo su mera existencia, que prefería enfrentarme a ella antes que seguir alimentando mi imaginación. Era, en cierto modo, una película legendaria y evitable. Era, por así decirlo, mi "La Fin Absolue du Monde" particular.
Con el tiempo llegué a sospechar que, tal vez, los guionistas de "Cigarette Burns" habían tomado "el clásico" de Marian Dora como fuente de inspiración para la película maldita de su trama. Hay ciertas similitudes, comenzando por el hecho de que todo en "La Fin Absolue du Monde" gira en torno a un ángel real pasándolo putas. Vale, no hay ángeles en "Melancholie..." salvo el del título, su sentido metafórico y el cartel, donde vemos la estatua de uno. Es interesante reseñar que el de la misma "La Fin Absolue du Monde" también incluye uno esculpido en mármol.
Y el de "Cigarette Burns" muestra al de "carne y hueso" que aparece en el capítulo (ver más arriba). Quizás los guionistas ni siquiera llegaron a consumir la peli del alemán torrao, solo leyeron y vieron algunas capturas, haciendo así su propia versión de lo que podría ser una cinta perversa, capaz de generar locura en sus espectadores, a base de imágenes tremebundas. Por otro lado, el director ficticio de "La Fin Absolue du Monde" es tan misterioso, enigmático y, sí, europeo como Marian Dora. Hay, también, cierta relación con la idea del cine "snuff" en "Cigarette Burns", cosa esta que revolotea continuamente en torno a "Melancholie der Engel" porque, aunque no se sesguen las vidas de “seres humanos” sin efectos de por medio -poco les falta-, sí ocurre con animales, por lo que la sensación de estar viendo "snuff" tampoco se diluye del todo.
Dora hizo su película en el año 2009, no obstante siempre menciona la cosecha audiovisual de los setenta como gran influencia, algo muy evidente. Y, ya rizando el rizo, uno de los protagonistas de "Cigarette Burns" es Udo Kier, actor alemán habitual de un cine como tirando a alternativo, radical o, directamente, marginal. Y no lo digo por sus intervenciones en las dos epopeyas de Andy Warhol / Paul Morrissey sobre "Drácula" y "Frankenstein", pal caso me refiero más al cineasta -ya fallecido-, también germano, Christoph Schlingensieff, cuya filmografía viene cargadita de esas películas entre lo "arty" y lo "shock", rodadas en 16mm desde la guerrilla, siendo su peculiar versión de "La matanza de Texas" la más conocida y que, sí, cuenta con Kier como uno de sus rostros principales.
Vivía convencido de que estos paralelismos entre "La Fin Absolue du Monde" y "Melancholie der Engel" eran cosa mía, pero no. Hace ya trece largos años alguien en un foro llegó a la misma conclusión. De hecho, lo explicaba mejor que yo sin necesitar tanta letra, le bastó con decir que la película de Dora "evoca el contenido siniestro y extremo en la elusiva "La Fin Absolue du Monde"". Totalmente. El resto del personal de ese mismo foro, no obstante, se decanta más por el famoso -y aburrido- "Begotten" de E. Elias Merhige como genuino referente.
En fin, la cuestión aquí era aportar mi versión del asunto. Podríamos acudir a los guionistas de "Cigarette Burns" para preguntarles, pero mola más que toda esta movida siga siendo un misterio. Hoy día no abundan y se agradecen.
martes, 28 de octubre de 2025
HOT TO TROT: UN CABALLO EN LA BOLSA
Tras aparecer como un secundario destacado en tres entregas de la serie, un par de papelitos en películas menores y un co-protagonista junto a Whoopy Goldberg en “La ratera”, llegó el momento de convertir a Bobcat en una estrella haciéndole protagonizar su propia película. Esta sería “Hot to trot: Un caballo en la bolsa”, la historia de un pobre diablo al que, tras morir su madre, le queda como herencia la mitad de la empresa familiar dedicada a la bolsa... y un caballo. Cual es la sorpresa de nuestro protagonista cuando descubre que este ¡habla! Y no solo eso, sino que le aconseja que evite vender su parte de la empresa a su padrastro, dándole una serie de directrices para el que negocio le vaya de perlas. Dicho y hecho… y así comienza el conflicto.
Una tontería de gran calibre.
Por supuesto, tal mamarrachería resultó ser un fracaso tan estrepitoso que hundió la carrera de Bobcat Goldthwait en el fango, no levantando cabeza hasta casi dos décadas después que se recicló a cineasta indie.
Y no es para menos porque “Hot to trot: Un caballo en la bolsa” es una de las películas más espantosas que ha dado luz verde cualquier estudio. Es una chorrada sin pies ni cabeza y, lo que es peor, sin gracia ninguna. El guion estuvo dando vueltas por los despachos de la "Warner" ya que, en un principio, y tras el buen hacer de Tim Burton con las películas de Pee-Wee Herman, este iba a ser un producto para que fuera dirigido por aquel y en la línea de lo que venía haciendo. Pero, lógicamente, una vez se lo ofrecieron lo rechazó, y el guion pasó a manos del que acabó siendo su director definitivo, Michael Dinner, que recién había dirigido para "Touchtone Pictures" una resultona comedia policial con Judge Reinhold titulada “Policía por error”.
El directivo fan de Goldthwait pensó en que la película sería ideal para el cómico y le envió el libreto. Bobcat lo ojeó y quedó horrorizado. De hecho, una vez lo leyó, escribió en la portada del mismo: “¿Por qué debería hacer esto?”, y se lo pasó a su manager que, tras leer el mensajito, se lo devolvió con un signo del dólar como respuesta. Así que Bobcat aceptó. Al fin y al cabo se trataba de su primera película como total y absoluto protagonista… o casi, porque en realidad la estrella era un caballo parlanchín, en la línea de la mula Francis, que, incluso, aparecía antes que él en los créditos: Don The Horse, se llamaba.
Al animal lo doblaría el actor Elliott Gould.
La película se rodó y, tras ello, se hicieron unos cuantos pases de prueba. No funcionaba ni a hostias. De hecho, toda la parte del caballo doblada por Gould era especialmente irritante. Así que se reescribieron todos los diálogos de este y se contrató a una estrella en ciernes para que pusiera nueva voz: John Candy. Este, como vio que la cosa era una chufla con poco arreglo, lejos de ceñirse al recitar el nuevo material decidió improvisar sobre la marcha, quedando una cosa un poco más graciosa de lo que había sido hasta el momento. Y ni por esas.
Los pases de visionado en las salas de "Warner" tan solo traían trifulcas entre los directivos, así que se decidió atrasar el estreno hasta que encontraran una fecha idónea. Y estuvieron con la película aparcada un año hasta que en 1988 se decidieron a soltarla, la misma semana que la competencia estrenaba “Cocodrilo Dundee II” y “Rambo III”. Incluso, en un alarde de esperanza, se curraron una campaña promocional en la que, en carteles, marquesinas y demás se incluía un número de teléfono al que, si uno llamaba, podría escuchar la voz del caballo diciendo toda suerte de tonterías. Aún así, el resultado tras el estreno fue un tremendo hostiazo. Se trataba de una película barata, de poco menos de 9 millones de dólares de presupuesto, de los cuales apenas recuperaron 6. En consecuencia, Bobcat Goldthwait no volvería a trabajar para "Warner Brothers". Como si el pobre tuviera la culpa…
Curiosamente, el elenco cuenta con un plantel curioso de secundarios; no solo tenemos a John Candy dando voz al equino, también están Virginia Madsen -algo así como el interés romántico del personaje de Goldthwait- quien siempre admitió que aceptó el papel porque necesitaba el dinero desesperadamente; Dabney Coleman, haciendo de hombre de negocios cabrón -su especialidad- al que, para colmo de males, se le ha caracterizado de una manera un tanto exagerada, y también tenemos a cómicos de la órbita de Bobcat Goldthwaith como puedan ser Tim Kazurinsky (Sweetchuck en “Loca academia de policía”) que aparece en un par de momentos, o Gilbert Godfried que lo hace en otro par.
Precisamente, fue en el podcast de este último, en un programa en el que se reunió con Goldthwaith, que hablaron sobre esta película y salió a relucir que, durante el rodaje, cuando querían filmar los planos del caballo hablando, para que este moviera la boca, alguien le daba en el hocico con un palo. Que majetes estas gentes de Hollywood…
sábado, 25 de octubre de 2025
NIGHT OF HORROR / CURSE OF THE CANNIBAL CONFEDERATES
Estamos ante un largometraje de 73 minutos eminentemente amateur y rodado en Super 8 el año 1981, con actores acartonados, diálogos "rellenistas" anti-naturales, muchas carencias técnicas y lo que más ha mosqueado a aquellos que decidieron dedicarle un ratejo: aburrimiento. Podría haber colado como un corto resultón de, pongamos, quince minutos. Pero como película larga, es una auténtica tortura. Sobre todo, cierta secuencia en la que el director, Tony Malanowski, acude a una recreación de la guerra civil y filma desde la distancia, con zoom y a pulso, batallas interminables de las cuales incluye varios minutos. Leí que cinco, pero a mí me parecieron bastantes más. Cuando los fantasmas se dejan ver, son un par de tipos vestidos de soldado, en la penumbra, rodeados de niebla, estoicos y sin abrir la boca. La cámara se recrea en ellos desde todos los ángulos posibles, mientras de fondo escuchamos su "speech", tan eterno como el resto de ingredientes narrativos.
Sorprende pues cero que "Night of Horror" -de, añado, ultra engañoso cartel- despierte tantísimas hostilidades, la verdad. Básicamente se trata de un cortometraje alargadísimo. No obstante, canta mucho que nos encontramos ante un proyecto personal de su director. Uno abordado sin intención -o sin conocimiento- comercial. Desde la pureza del que crea honestamente. Incluso, tal vez, ingenuamente convencido de que está haciendo algo de valor artístico (la mención a Edgar Allan Poe, la falta total de elementos "exploitables", el ritmo pausado, los actores soltando peroratas “profundas”, etc, etc...).
Desconozco la historia oficial. De hecho, aunque he buscado, no hay datos que corroboren mi teoría. Pero diría que Tony Malanowski le mostró "Night of Horror" a algún distribuidor y este soltó aquello de "La historia es buena, pero le falta chicha. Si la haces de nuevo, explicando lo mismo, pero incorporando más sangre, chicas desnudas y acción, te la compro". Porque, en esencia, eso sería la siguiente película del -entonces- joven director, "Curse of the screaming dead", rodada un año después. Y para cuando logró que el magnate en cuestión se la adquiriera, este amplificó los elementos "exploitables" retitulándola "Curse of the cannibal confederates". El mentado resultarían ser dos, Lloyd Kaufman y Michael Herz, amos y señores de la in/famosa "Troma".
El problema es que tuve la osadía de ver "Night of Horror" y "Curse of the cannibal confederates" seguidas, sin pausa. Y cuando llegué a la segunda, las carencias amateuristas de la primera, y demás zarandaja povera, perfectamente presente también en aquella, no me impactaron tanto. Las tenía asumidas, las daba por hecho.
Así, "Curse..." termina siendo un film mucho más tradicional, elemental y previsible. Parece que esta vez cambiaron el Super 8 por 16 mm. Y que, salvo uno de los actores, el resto son distintos y algo menos incapaces (solo un poquito). Por supuesto, hay más disparos, las chicas de turno no salen desnudas, pero sí en biquini y los fantasmas estoicos parlanchines mutan a zombies agresivos de maquillaje muy renqueante. Es donde el aspecto cutre del film canta por soleares. Y eso que entre los implicados andaba todo un futuro y respetado profesional, Bart Mixon, pero no arregla mucho el desaguisado. Desde luego, lo más llamativo es la secuencia en la que los revividos se deleitan zampándose las tripas de varias víctimas, todo bastante rudimentario, aunque con especial fijación en explotar efectos de sonido masticantes, cuya insistencia consigue aquello que busca, resultar razonablemente desagradable.
Esta vez la cosa va de unos jóvenes que aterrizan en una iglesia abandonada (con presencia también en "Night of Horrors"), hurgan en su cementerio y localizan el diario escrito por el capitán de un grupo de confederados muertos en combate. Al mangarlo, aquellos resucitarán y la liarán. Suerte que los protagonistas van armados -son cazadores- y llevan balas explosivas, lo que permite ver algunos perolos zombie estallar sin mucha convicción.
Tal vez, si hubiese consumido "Curse of the cannibal confederates" antes que "Night of Horror" me habría parecido una cosa aburrida y anodina, pero dentro de los parámetros esperables del cine de su categoría (muy cerquita del "Alien Dead" de Fred Olen Ray en la que, curiosamente, participó Bart Mixon), pero al consumirlas en orden inverso, eché en falta ideas un pelo menos trilladas. Mientras sufría "Night of Horror" no cesaba de sorprenderme ante las elecciones estéticas y narrativas de Tony Malanowski, en plan "qué jeta". Reprochable, sí, pero reacción de alguna clase, ausente ante las rutinas más o menos complacientes de su siguiente intento, diseñado para contentar a las audiencias (y los distribuidores).
Desde entonces el muchacho no ha dirigido nada más que un documental sobre ¡¡la guerra civil norteamericana!!, "The Battle of Bunker Hill" del 2009. Manda cojones. Dudo que le ficharan por su "experiencia previa" en ese campo. A lo que más se ha dedicado es a montar, montones de títulos, entre ellos bastantes subproductos (algunos de David DeCoteau). Eso y defenderse de los sangrantes ataques a los que era sometido en internet, de cuando todavía no se había estandarizado eso de la agresión desalmada. Recuerdo incluso haberle leído explicando que sus películas de debut le habían servido para encontrar un hueco en la industria del cine y poder vivir haciendo aquello que más le gustaba, así que no solo no se arrepentía de ellas, sino que se sentía feliz ante su mera existencia. En tal caso, y si estaba siendo honesto, lo celebro.
jueves, 23 de octubre de 2025
VIDAS EJEMPLARES: JOSEPH MARZANO
En 1967 forma parte del colectivo que rueda "Cool It Baby", tan caótica que no se puede decir exista un director responsable. Digamos que cada uno de los implicados puso un poco de su parte, incluido Joseph Marzano, quien gozó tanto de la experiencia que quiso repetir. Ese mismo año tira palante su único título propio de cierta y velada solera, "Venus in Furs". Como adaptación del célebre libro de Leopold von Sacher-Masoch es más bien tangencial, digamos que la obra forma parte de la trama, con un individuo que, al leerlo, queda hechizado y le pilla gusto a atizar y/o atar damiselas, entre otras tantas perversiones.
Aunque, como digo, el producto sea netamente "sexploitation", Marzano puede permitirse el lujo de incorporar toda suerte de experimentos visuales y demás zarandajas "artys". La naturaleza intelectual / artística del hombre es evidente. Por eso vive frustrado viéndose inmerso en un negocio totalmente crematístico y de ahí que muchos de los siguientes proyectos, y las relaciones con su productor Lou Campa, se enturbien y den como resultado un enorme desengaño. Muchos todavía se preguntan qué ocurrió para que la carrera del cineasta llegara a un callejón sin salida de manera tan temprana. Bien, según datos consultados, fue durante una charla con el productor y distribuidor Joseph Brenner. Este comentó a Marzano estar interesado en su trabajo y colaborar, pero añadiendo como condición que el director tendría que responsabilizarse de todo a la hora de abordar sus nuevos proyectos. Marzano dio un seco "No" por respuesta, convencido de que ya disponía de la suficiente categoría como para delegar. Brenner tomó buena nota y aquello supuso el fin de la carrera como "sexploiter", "exploiter" y ya no digamos director de cine convencional del muchacho. Con los años, "Venus in furs" terminaría formando parte de las arcas de la inevitable pero adecuadísima "Something Weird Video" (compartiendo disco con "Cool it Baby" y otra dirigida por Lou Campa, "Mini Skirt Love").
A pesar del agrio panorama, Joseph Marzano se aferró a una cámara de Super 8 con intención de seguir produciendo. En principio a base de cortometrajes. En los setenta creó una especie de colectivo con una pandilla de aspirantes. Juntos rodaban comedias que luego proyectaban en un pequeño cine. Según declaraciones posteriores, Marzano nunca gastó un duro en aquellas modestas producciones, "obligando" a los chavales a encargarse de los gastos. Aunque no solo se limitaba al formato corto, a principios de los ochenta rueda -todavía en Super 8- un proyecto de largometraje acariciado desde hacía años en honor a su admirado Hugo Haas, hombre de cine -checo- clásico, "Pounds Of Love", centrado en la historia de un gordo tímido enamorado de la mujer más inadecuada posible y el infierno que vivirá en consecuencia (dado el tamaño de cintura más que amplio de Marzano, habrá que preguntarse si no tendría algo de autobiográfica).
Justo, es en esa misma década cuando, sin comerlo ni beberlo, nuestro protagonista termina metido de lleno en la escena neoyorquina de amateurs que ruedan pelicuitas superocheras de terror a base de mucha sangre y cierto desmelene. Haciendo especialmente buenas migas con un personaje muy característico de aquel vendaval, Nathan Schiff.
Schiff, chico ambicioso, firma su primer largometraje -en Super 8- el año 1979, "Weasels rip my flesh", sobre una serie de comadrejas mutantes que atacan al personal, todo a base de mucho cutrismo enternecedor. Logra cierto éxito a niveles minúsculos, por lo que en 1980 se anima con un segundo largometraje superochista, y su genuino "hit", "The Long Island Cannibal Massacre", epopeya de truculencia descontrolada bendecida nada menos que por Rick Sullivan, editor del fanzine "The Gore Gazette", quien se encabezona en darle difusión, montando proyecciones y diciendo maravillas en las páginas fotocopiadas de su publicación.
Llega 1985 y Nathan Schiff se pone manos a la obra con un tercer largo, también ultra-gore y básicamente cómico, "They Don't Cut the Grass Anymore". Es ahí cuando los caminos de Joseph Marzano y el joven se cruzan. Nace una amistad y el veterano cineasta se anima a interpretar al policía que persigue a los jardineros asesinos de la película de su pupilo. Dicha relación esputará unas cuantas colaboraciones más. En ocasiones Schiff actúa en los cortos de Marzano, o le escribe el guion, caso de la graciosamente titulada "Kung Fu Ghandi". También está el caso opuesto, Marzano aportando ideas para los escasos cortos que Schiff dirigirá los años siguientes, como "The last heterosexual".
La implicación de Joseph Marzano en la movida en cuestión no se limita a los delirios del chaval, también colaboró con Keith Crocker en su corto "One Grave Too Many". Crocker editaba el fanzine "The Exploitation Journal" y terminaría dirigiendo un largo en Super 8 que hizo su "ruidito", "The Bloody Ape". La relación con Marzano resultó tan longeva como tomentosa. Juntos decidieron implicarse en la confección de una película pornográfica. Nuestro héroe no era del todo novato en el lúbrico género. Durante los setenta ya había intentado rodar una porno, pero quedó inconclusa por problemas financieros. Tampoco este nuevo intento gozaría de un -valga el chiste tonto- final feliz. Crocker y Marzano separarían sus caminos de mala manera, por lo que la paternidad del proyecto terminó siendo exclusividad del primero.
Paralelamente a tanta actividad básicamente por amor al arte, y con el fin de agenciarse algo de montante extra (Marzano vivía con su anciana madre en un casoplón propiedad de la arcana señora), nuestro protagonista aprovechaba su buena voz para ejercer de doblador o DJ. Cuando no, se prestaba a participar en películas "mainstream" en función de extra o roles muy pequeños. Por ejemplo, anduvo sin acreditar por "Todos rieron" e hizo de taxista -sí acreditado- en nada menos que "Los Cazafantasmas". No obstante, siguió anclado al submundo del fandom del horror, prestándose a interpretar un zombie en "Mother's Day: What a Horror!", de 1995, o formando parte dos años después de una antología grabada en vídeo, "Guilty Pleasures".
Y hablando de vídeo. A mediados de los ochenta Marzano entierra la Super 8 para volcarse en aquel nuevo formato más económico. Ya no lo soltará jamás. El aspecto más curioso es que, a pesar de haber contado con un pasado profesional en el ámbito del cine genuino rodado en celuloide, el hombre hace gala de cierta dejadez en sus nuevos proyectos. Ya era así con la Super 8, pero con el asunto magnetoscópico todas esas carencias cantan el doble. Detestaba usar trípode. Rara vez ponía cuidado a la hora de evitar contraluces. Y cuando necesitaba efectos especiales, acudía a la tienda de la esquina a por caretas y extremidades de goma, un recurso que, con los años, sería bastante habitual en este tipo de producciones caseras. Lo que de verdad le encantaba era jugar con su cámara, y efectuar crudos cromas, los disponibles entonces. Keith Crocker comentaría que ello se debía a la necesidad de gratificación instantánea propia de Marzano, algo que el vídeo le aportaba.
Finalmente, la madre del cineasta fallece. Su hija decide vender el casoplón y, en consecuencia, su "hermano raro" -Joseph- se encuentra sin techo, así que recurre a ayudas estatales, que le conceden una pequeña habitación donde traslada todas sus pertenencias, incluidas varias cámaras, gran parte de lo cual terminaría siendo robado.
En Julio del año 2000, Joseph Marzano fallece de infarto. Pocos meses antes de tan fatídica efeméride, completó "A stranger in town", secuela muy tardía de un corto previo del año 61 en la que el actor / director retoma al mismo personaje que interpretara entonces. Envejecido, carcomido por la nostalgia y sintiéndose un extranjero en la ciudad que antes amaba, al final de la vídeo-película coge un tren dispuesto a no regresar jamás. Básicamente lo que, de alguna manera, terminaría ocurriendo en la vida real.
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