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lunes, 13 de febrero de 2023

EL SECRETO DE LA OUIJA

Pequeño clásico de horror mexicano del mítico Rubén Galindo Jr. que gozó de cierta popularidad en su momento porque, llegado a nuestros videoclubs poco después del estreno de “Witchboard” que supuso un moderado éxito, canibalizaba el póster  teatral de esta haciendo pensar a un montón de incautos  que se trataba de la misma película. Nada más lejos, y aunque en cierto modo “El secreto de la ouija” se mira un poquito en el film de Kevin Tenney, en realidad se trata de un expolio en toda regla de las películas de “Pesadilla en Elm Street” con las que guarda mayor parecido —entre otras cosas porque Galindo plagia sin pudor— y que nos presenta a una suerte de villano sobrenatural llamado Virgyl, que según la publicidad de su versión original mexicana titulada “Dimensiones ocultas”, es “más peligroso que Freddy y Jason juntos”.
“El secreto de la ouija” se concibió para ser exportada al mercado internacional, por eso se rodó en inglés, con un par de actores americanos (el resto purito mexicanos) y se optó por hacerla parecer norteamericana, ambientada en California, dando el pego en todo momento salvo por algún cartel que aparece por ahí con su texto en español y por la presencia del galán de telenovelas Roberto Palazuelos que tiene un rol importante en la cinta, y al que por aquí ya teníamos visto de cuando los culebrones se pusieron de moda.
El híbrido entre “Witchboard” y “Pesadilla en Elm Street” cuenta la historia de Michael, un joven rubio y con mullet que cumple 17 años y que, durante la festividad, es obligado por sus amigotes a usar la tabla ouija. Esto desencadena que una fuerza del mal surja pareciendo poseer a Michael, que en sueños intuye las muertes de sus amigos, pronto asesinados en la vida real. Todo parece indicar que el autor de los crímenes es el propio Michael, pero descubriremos que en realidad se trata de una fuerza del mal llamada Virgyl dispuesta a tomar forma corpórea. El final de “El secreto de la ouija” es de todo menos predecible.
Por otro lado cobra fuerza la subtrama de corte romántico con el enamoramiento de Michael y una chica que conoce en su cumple, Alexandra, que al margen de si es poderosamente hortera o si le regala rosas de plástico a la chica, llama la atención porque ella ¡Es uniceja! La actriz, Gabriela Hassel, es muy guapa pero con algo de hipertricosis (la enfermedad de los hombres lobo, es decir, exceso de vello), y nos muestra una única ceja muy poblada, que puede que en cierto modo llegue a tener su morbo, pero que no es normal ver en el cine. Como fuere, celebramos el no uso de la cera depilatoria.
Lo curioso de “El secreto de la ouija”, “Don’t Panic” en su versión anglosajona, es que teniendo todas las papeletas para ser una basura infecta no está demasiado mal, precisamente por el intento de la producción de hacerla parecer una película de mayor presupuesto, entonces, con unos FX artesanales bastante resultones y un funcional entretenimiento, únicamente resulta cutre porque el prota, que acaba de cumplir 17 años y está con las hormonas desatadas, luce durante más de media película un pijama con dinosaurios de colorines que, desde luego, no es acorde con la edad del personaje. Y sí, tiene algún momento para la risa involuntaria pero, a grandes rasgos, es una película que le hace a uno pasar un buen rato y con momentos de terror que, si bien no acaban de funcionar del todo, al menos están dignamente rodados.
El prota, que a veces recuerda a William Katt, es un actor americano llamado Jon Michael Bischof que debutaba para la gran pantalla con esta película, si bien su carrera no llegó a dar más de un par de títulos además de este, todos mexicanos y del circulo de los Galindo. Curiosamente, Bischof es el compositor de las bandas sonoras tanto de esta película como de “Ratas nocturnas”, otro clásico tex-mex o “Ladrones de tumbas”.
En cuanto al director, Rubén Galindo Jr. ya saben, siguió los pasos de papá en cine de celuloide en los 80, se pasó al video home en los 90 y se dedica a la televisión en los locos años 20 del nuevo milenio. Suya es, por supuesto, “Cementerio del terror”.

miércoles, 23 de mayo de 2012

357 MAGNUM

México es, sin duda alguna, una cantera donde encotrar las más descerebradas Explotations, y “357 Magnum”, es un material absolutamente pornografico para los degustadores de Explotations y cine de justicieros: Van a caer pajillas con esto tan golosillo, por lo menos a lo que AVT respecta.
El título y look que se nos vende, está absolutamente plagiado de la saga de “Harry el sucio”. El aspecto del poster, la referencia al arma que Harry Calahan puso de moda en el título – de hecho, el título original de la segunda película de la saga de Harry es “Magnum Force”, bastante parecido a este- e incluso las intenciones fascistoides en frases y sentencias apestan a la saga que inició Don Siegel. Sin embargo, el argumento es más parecido al de cualquiera de las películas de nuestro “justi” favorito, Charles “Paul Kersey” Bronson, en la saga “Dead Wish”. Pero, y aquí viene lo grande ¿Para que queremos un Paul Kersey impartiendo justicia, pudiendo tener dos?, se riza el rizo cuando en un papel muy parecido al de Kersey, tenemos a los dos populares hermanos Mario y Fernando Almada, instituciones en el cine popular de México. Además, ambos dos, se parecen bastante a Charles Bronson.
Con lo que tenemos a dos policías (Como Harry Calahan) entrados en años y con bigotillo (Como Paul Kersey) que se ven obligados a repartir estopa.
Tras interceptar a un grupo de narcotraficantes, el agente Murillo es masacrado junto con toda su familia, en una carnicería a base de “balasera”. Los dos hermanos de este, antes pertenecientes al grupo de élite “357 Magnum” y ahora retirados, viven como detectives.
Pero tras ser conscientes del brutal asesitano de su hermano, son reclutados de nuevo para desmantelar de una vez por todas esa organización criminal. Aunque ellos, de camino, deciden ir interrogando, de modo muy poco ortodoxo, a todo aquél hijoputa que se encuentran en su periplo con el fin de ajusticiar a su hermano ( y demás familia)… Y dan con el tipo en cuestión, un malo megalómano, al que acorralarán con la siempre fuerte ayuda femenina (el poder del coño, ya saben).
Total, que tenemos un híbrido entre “Harry el sucio” y “Dead Wish” con toques de la saga de James Bond, que junto con su dúo protagonista , y narcotraficandtes de por medio (no olvidemos que los méxicanos consumen “Cine Narco” con la misma pasión con la que los españoles consumen futbol), dejó pingues beneficios en las taquillas méxicanas. La combinación perfecta.
Además dirigida por Rubén Galindo, otra institución del cine de género Méxicano. Esto, no obstante, no es una garantía de nada, porque si hasta aquí todo parece muy bonito y entrañable, la cruda realidad, los frios hechos, son que Rubén Galindo era un manazas que todo lo que tocaba lo conviertía en mierda, y “357 Magnum” está tan mal rodada y sobretodo, tan mal montada, que no te enteras de nada, de no ser por el manido argumento que tenemos ante las narices.
Ya desde el principio, vemos a un montón de gente disparandose sin saber por qué, en un montaje digno de la”Filmark” (solo que con material exclusivo), en un sobre exceso de acción, con disparos de petardo de a duro, que te dejan más frío que la leche.
Luego, en el epicentro de la película, cuando los dos hermanos interrogan a los maleantes, vemos una y otra vez la misma escena, casi con los mísmos diálogos, cambiando solamente el tipo de tortura, hasta que volvemos a la acción del final, menos espectacular que un episodio del “Chavo del ocho” y rodado todo, como con prisa.
Y aunque de ritmo va bien la cosa (es un festival de planos, al fin de al cabo), mientras la vemos, sentimos un sopor y una sensación de “que se acabe ya esto”, que contraresta las ganas con la que le damos al play nada más descubrir la película.
Sin embargo, el nivel de violencia que nos muestra la cinta, es incuestionable. No se escatima en sangre ni en crueldad, siendo el zenit de todo esto la escena inicial en que se masacra a la familia del policía, quedando en pie una niña de unos seis años. Uno de los asesinos se lo piensa dos veces y abre fuego contra ella, a base de metralleta, recreandose Galindo en el rodaje de esa muerte.
Y por otro lado, es el tipo de cine que nos gusta, por la cara dura, el exotísmo, la macarrada y maneras que se gastan este típo de Explotations.
The Show must go on, and this is entertainment, baby.
Para aburrirnos viéndola, y despues, guardarla y coleccionarla.

viernes, 18 de marzo de 2011

LADRONES DE TUMBAS

Las películas mexicanas de terror, son todas iguales. Y las protagonizan y dirigen siempre los mismos. En esta ocasión la dirige Rubén Galindo Jr, la protagoniza Fernando Almada, y está estructurada exactamente igual que CEMENTERIO DEL TERROR, tiempos muertos incluidos, con lo cual, os podréis hacer una idea de la clase de bazofia a la que me enfrenté ayer noche.
En el medioevo, un hombre es juzgado por delitos contra dios, y le clavan un hacha en el pecho. Este, jura que el día que le saquen el hacha, volverá de la tumba, para engendrar al hijo de Satanás (¡). En la actualidad un grupo de jovencitos, se dedica a profanar tumbas con la intención de sustraer el oro, las joyas y demás objetos de valor pertenecientes a los muertos. En una de estas, topan con el cadáver del tío del hacha y no se les ocurre otra cosa que extraérsela, con lo que este resucita, haciendo ya sabéis que, a ya sabéis quienes. Un Sheriff (Fernando Almada), irá viendo como se desarrolla la cosa.
Bueno, mas de lo de siempre, pero con el triple de aburrimiento. Una cagarruta mexicana que solo se ve compensada por el alto nivel del escaso gore que aparece en pantalla, rudimentario, artesano, con su latex y sus cositas, sus destripamientos y aplastamientos de cabeza, que nos deja con un buen sabor de boca. Sobre todo el look del malo, un sosías de “Skeletor” en plan diabólico, es de lo mas efectivo y chanante, que no terrorífico. La película no se presta a la risa, pero tampoco resulta terrorífica a pesar de lo seria y serena que es toda ella.
En cuanto al resto es como si a Rubén Galindo hijo, no le saliera nada más que la misma cosa siempre, y la estirara hasta el final, importándole un bledo el resultado. En resumidas cuentas, unos vaivenes de jovencitos y Fernando Almada sufriendo mucho, exactamente igual que en todas las pelis de horror en las que se ve metido.

jueves, 3 de mayo de 2012

WITCHBOARD (JUEGO DIABÓLICO)

El largometraje/desvirgue de Kevin S. Tenney fue en el momento de su estreno –segunda mitad de los 80- lo que se dice un auténtico éxito sorpresa. Aún lo recuerdo, podías ver el cartel pegado a los lados de los autobuses, y cuando acudí al pase en la añorada sala “Continental”, estaba petada de peña, peña que lo pasó muy bien/mal durante la proyección. Además, le joda a quien le joda, gracias a este film muchos supimos de la existencia de la famosa tabla Ouija, con la que incluso yo mimmo llegaría a jugar dando pie a algunas experiencias bien interesantes... y escalofriantes.
La peli narra la historia de un especie de triangulo amoroso. Hay una pava (Tawny Kitaen, que en “Gwendoline” me había puesto farruco, aunque aquí me decepcionó), que está liada con un actor horrible (Todd Allen, sorprendentemente todavía activo), pero a su vez mantiene amistad con un ex novio que aún está que lo flipa por ella (Stephen Nichols, hoy más joven que entonces). Los dos maromos eran superamigos y ahora se odian. Total, en una fiesta el ex inicia a la chica en el vicio de la Ouija. Esta se engancha tanto que comienza a cambiar de carácter. Se supone que mantiene contacto con un niño muerto... cuando en realidad se trata de algo mucho más peligroso y mucho más Brasileño.
La modestia de medios reinante se nota en que Tenney prefiere liarse con los personajes y sus movidas antes que echar mano de cuestiones sobrenaturales. Ello en principio sería genial para hacernos conectar más con los protas y sufrir junto a ellos... el problema es que los tres son lo bastante gilipollas y antipáticos como para que no nos digan absolutamente nada. Aún así, vamos viendo la peli que, sin brillar mucho, sabe mantener el tipo. Hay algunas muertes guapas (la de los tablones caídos del cielo aún funciona muy bien), un poquito de sangre (el hachazo en primerísimo primer plano, muy efectivo), unas buenas dosis de misterio (descubrir que el fantasma no era un niño bueno si no algo mucho más aterrador me sigue pareciendo un giro bien chulo... de chaval realmente me impactó), alguna escena para el recuerdo (la visita al cementerio de noche fue muy celebrada por el público que acudió al pase que yo presencié) y un personaje francamente simpático, la coñera médium de extravagante aspecto (calificada en su día de “punki”, aunque yo la veo más “gothic”) interpretada por Kathleen Wilhoite, la niñata irritante que daba la vara a Charles Bronson en “La ley de Murphy”.
Todo ello hace de “Witchboard” un entretenimiento ligero, sin pretensiones y bastante agradable de ver. No es un peliculón, pero funciona a su manera... más aún si la viste/viviste en su época. A todo esto, y como datos fricosos, mencionar que en la prensa del momento salió una foto promocional que luego no aparecía en la peli, la de una mano surgiendo de la tabla, y que no mucho después fue editada en vídeo “El secreto de la ouija”, producción Mexicana de terror dirigida por Rubén Galindo Jr. (el mismo de “Cementerio del terror”) con una cubierta que imitaba sin vergüenza alguna la del film de Tenney destinada a salas –que no es la aquí expuesta- (la trama algo también, pero menos... su objetivo apuntaba más hacia el fenómeno Freddy).
Total, el éxito de la peliculilla generó varias secuelas y ofreció a Tenney la oportunidad de tener una carrera que, después de títulos más o menos flojeras como “La noche de los demonios”, “El sótano prohibido”, “El pacificador” o “Pinocchio´s Revenge” (un ridículo exploit de “Muñeco Diabólico”), se fue al garete. Intentó recuperarse echando mano de algo que nunca había sido santo de su devoción, el gore desquiciado con -la otra- “Brain Dead”, pero tampoco le sirvió de mucho.
En cuanto a las secuelas, tenemos “Witchboard 2: the devil´s doorway”, del 93, de nuevo con Tenney a los mandos. Por lo visto no quedó demasiado contento con el resultado, así que para “Witchboard 3: The possession”, del 95, se limitó a tareas de guión. Es posible que viera ambas, pero no me acuerdo de nada, así que, o ando errado y no se editaron en España o me aburrí tanto con ellas que mi cerebro ha borrado todo rastro.

viernes, 21 de mayo de 2021

LA GOLFA DEL BARRIO

Muestra de destape mexicano (o lo que es lo mismo, las ficheras) perpetrada por el mítico Rubén Galindo —responsable de mogollón de subproductos del más variado pelaje, incluida la secuela de “La niña de la mochila azul”— que sirve como instrumento para el lucimiento del palmito de la no menos mítica Sasha Montenegro.
En esta ocasión, la cosa arranca como una alocada comedia a lo Pajares y Esteso para, poco a poco, ir abandonando todo atisbo de vodevil en favor de una suerte de melodrama chungo que no me interesa lo más mínimo. Un descenso de principio a fin que, por otro lado, no ha dejado de sorprenderme porque, digamos que al cuarto de hora de metraje estaba disfrutando como un enano con una comedia de una incorrección política tal que haría sonrojar al más progre —me estaba gustando la cosa…— para luego pegar un giro hacia el culebrón que casi me hace dejar la película a medias. Una pena.
Un rico heredero se queda viudo la noche de bodas, justo en el momento en el que, cuando va a echarle un polvo a su esposa, a esta le da un infarto. El tipo no sabe qué hacer para superar el mal trago, por lo que un amigo le recomienda que pase página y se acueste con todo bicho viviente.
Saliendo de juerga una noche, alguien le sustrae la cartera, lo que genera una persecución hasta que, una vez da caza al carterista, descubre que es una mujer muy brava y de pronunciadas curvas. Una buena golfa, vaya… pero, con la policía delante, al comprobar el individuo que la raterilla está bastante buena, la deja marchar.
Esta malvive en una chabola y se codea con desarrapados de un barrio marginal.
Un buen día, el tipo adinerado se presenta en su chabolo y le propone irse a vivir con él, alegando que es demasiado guapa para andar perdiendo el tiempo en las calles. Su intención es domesticarla para que, de esa forma, acabe enamorándose de él. Ella accede a su invitación con intención inicial de desvalijarle… pero, el roce hace el cariño y… se pueden imaginar ustedes perfectamente como continúa la cosa.
Un buen comienzo, un par de gags funcionales y mogollón de tetas y chotos peludos es lo que nos ofrece de bueno esta película. Aburrimiento, ñoñería y un exceso de planos generales que se alargan eternamente, lo malo. Y al final, pesa más lo malo que lo bueno.
Por otro lado, a todos esos progres que se ofenden hoy en día a las primeras de cambio, a todos esos defensores del buen gusto, y a todos esos esnobs que consideran nuestro cine de destape machista y misógino, deberían ver esta película  y descubrir lo que de verdad es machista y misógino. En “La golfa del barrio”, el trato que se le da a la mujer roza lo vejatorio hasta tal punto, que es como si esta careciera de voluntad, y que el dedo de frente que tiene lo utilizara únicamente para hacer el mal ¡Y yo que lo celebro! Pero bueno, es lo que se puede esperar de una película con semejante título, que, por otro lado, es el que me ha animado a verla para reseñarla, porque por lo demás… poca cosa destacable ¡¡Y que vivan las ficheras, cabrones!!

sábado, 14 de octubre de 2023

IN SEARCH OF DARKNESS PART 3

No debería ser necesario introducir "In Search of Darkness" a estas alturas. En su momento reseñé las entregas precedentes (la UNO y la DOS). Sin embargo, considerando su escasa memoria y nulo interés, les diré que son una serie de documentales en torno al cine de horror facturado en los años ochenta. Todos a base de duraciones mastodónticas de cuatro horas o más... pero siempre extrañamente entretenidos (si te gusta la materia, claro...). ¿Siempre, siempre?... bueno, justo esta tercera y última dosis es el único cuyas casi seis insanas horas pesan un poco. Solo un poco.
Claro, el elemento ameno funciona o no en base a los títulos retratados. El problema con "In search... 3" es que el material disponible ya no brilla tanto como en las dos anteriores. Lo que queda son las sobras, por así decirlo. Ciertamente, podría molar mucho ver a los culpables de películas oscuras, costrosas y generalmente olvidadas hablar de sus pecados, sin embargo los realizadores del documental hacen la elección en función de las "personalidades" disponibles, y no son muchas. Ni acumulan títulos demasiado lustrosos. A lo mejor uno o, siendo generosos, dos. No más. Caroline Munro o Geretta Geretta (más conocida como "la negra de Demons") serían un ejemplo. ¡Pero no importa! ya que están ahí, que cuenten batallitas incluso de ñordos sin mucho donde rascar, en contraposición a tantos otros que darían más juego. Y es que, encima, a los que hay tampoco le sacan todo el jugo disponible. Mentar "Amityville 2" sin regodearse en su sordidez -así como la escena plagiando "Evil Dead"- o "Transylvania 6-5000" ignorando la paternidad de Rudy DeLuca, chirría. Tanto como muchas de las sandeces y morralla Woke esputada por una ristra de "especialistas" con tufo hipster que es pa matarlos. Afortunadamente, por ahí ronda peña del calibre de Joe Bob Briggs, quien suelta un "speech" final sobre el cine de los ochenta, la descontrolada sobrevaloracion y, muy especialmente, las gilipolleces academicistas de mucho flipao, digno de enmarcar. ¡Chapeau!.
La "elección en función de las personalidades disponibles" antes mentada se amplía también a películas difícilmente clatalogables de terror, como "Relentless", más cercana al thriller policial y sin ser un título especialmente representativo de la década, pero, claro... William Lustig, director, andaba por ahí... y de "Maniac" y "Maniac Cop" habíamos hablado ya en los docus previos.
Al final, los personajes más curiosos y simpáticos de ver y escuchar son Rubén Galindo Jr. (a raíz de "Cementerio del terror", "Ladrones de tumbas" y "El secreto de la Ouija". Siendo hoy un feliz realizador televisivo, el hombre habla de ellas tomándoselas a chufla), Harry Bromley Davenport, Frank Dietz -actor y  ex-socio de John Fasano (lo que significa que repasan de pe a pa su terrible filmografía, incluidas "Zombie Nightmare" y "Al filo del infierno")- y Frank LaLoggia.
Completan el lío los habituales mini-reportajes sobre tendencias (el heavy metal en el horror... ¿otra vez? La llegada de los video-clubs... ¿otra vez?) y personalidades (Dee Wallace, Adrienne Barbeau, Screaming Mad George). Por cierto, en las dosis precedentes eché de menos a Bruce Campbell y John Landis, muy habituales en esta clase de documentos audiovisuales. Bien, olvídense de ellos. Pal caso aquello de "a la tercera va la vencida" no se cumple. Raro, raro.
Tampoco diré que "In Search of Darkness part 3" no merezca la pena. Ni que sea un tocho. Porque se disfruta... solo que menos intensamente. La cuestión es que, con esta, se cierra el círculo. Y me alegra. Más cuando, durante los créditos finales, vamos viendo vídeos de fans de la saga, el terror de los ochenta e, intuyo, inversores del extenso clan de "crowdfounders", soltando sandeces y, sí, la mayoría dan grima.
David A. Weiner, director del trío, acaba de terminar un nuevo documental girando en torno al horror de... los 90. ¡¡Glups!! va a ser toda una hazaña sacar algo potable de ahí.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

NIÑO POBRE... NIÑO RICO

Desde que tengo uso de razón, he sido fan de alguien o algo. Y el motivo de revisar esta película es precisamente ese. Hasta donde me alcanza la memoria, la primera vez que me declaré fan de alguien, fue de Pedrito Fernández. Los más empollados en cultura popular sabrán sin duda alguna quien es este tipo, pero el resto se lo preguntarán.
Pedrito Fernández era un mozalbete Mexicano que, a finales de los 70 y principios de los 80, se labró una fama a nivel hispano-parlante bastante grande. Cantaba rancheras y hacía películas. Era el equivalente Mexicano de, por ejemplo, Joselito.
Bien, la primera vez que 
mis padres me llevaron al cine fue a ver "Grease", y por lo que me cuentan, flipe en colorines. Y como me gustó tanto la experiencia, la segunda a la que decidieron llevarme fue "La niña de la mochila azul", protagonizada por este muchacho del que hablo ahora. Estaba muy de moda en la época. Por lo visto gocé con aquella película dirigida por el gran Rubén Galindo, me emocionaba. No tendría más de cuatro añitos, y lloré viéndola, totalmente metido en ella. Mis padres, ante el panorama, compraron los discos y me cuentan mi madre y mi hermana que cada vez que sonaba la canción de “La de la mochila azul”, yo moqueaba recordando lo mal que lo pasaba "la niña" en la peli. Bien, esta no he vuelto a verla, pero sí me acuerdo de Pedrito Fernández.
Hace unos días, navegando, vi que estaba disponible otra de sus películas, que también consumí en el momento, "Niño pobre... Niño rico". Dirigida por Sergio Vejar.
Menudo folletín, queridos amigos. Un panfleto comunista camuflado de peli infantil musical, que vi entera, pero no sin echarme mis buenos bostezos. Te ríes con algunos diálogos (lo típico) y con alguna interpretación, pero estamos ante un argumento de lo más granado del culebrón Mexicano, que cuenta la amistad -
e impedimentos de que esta fragüe- entre un niño adinerado y otro pobre al que sus padres explotan trabajando, mientras él, feliz y consciente, se canta alguna rancherita ocasional.
En cuanto si un icono de mi infancia me resulta en la actualidad entrañable, he de decir que lo he encontrado repelente y gilipollas.
Pero mi curiosidad ha quedado saciada.

viernes, 11 de octubre de 2013

LA NIÑA DE LA MOCHILA AZUL

Ya les he hablado de Pedrito Fernández con anterioridad. Y qué decir, que a los que andan ya cerca de los cuarenta años de edad, si no les suena este nombre, les sonará la ranchera que se oía cuando éramos tiernos infantes “La de la mochila azul”… si, si, la de ojitos dormilones.
Una canción de Pedrito Fernández que traspasó sus fronteras mejicanas y se convirtió en éxito, incluso en nuestro país. Así que pronto, la película que nos ocupa, “La niña de la mochila azul”, gozó de la misma suerte…sobretodo entre los niños a los que nuestros padres nos llevaron a ver esto al cine.
Obviamente, yo la vi en su momento en el cine Benares, y a partir de entonces, nunca más supe de ella hasta hace relativamente poco, gracias, como no, a Internet.
Se trata de una de las películas de mi vida. Lógicamente, la nostalgia hace mucha mella en este caso, ya que debe ser la segunda o tercera que vi en una sala (la primera fue “Grease”), así que se pueden hacer una idea de la ilusión que me causó localizarla. La única referencia que tenía de ella en la actualidad, es la archiconocida canción, de la que tampoco me se la letra (que cuenta el final… o casi) y que era una película muy triste. Me acuerdo de cómo todos los niños llorábamos en el cine con esta película ¡en serio! Y sin embargo en “E.T. el extraterrestre”, no recuerdo tanta llorera.
Pues mas vale que, al localizarla, la hubiera grabado en un DVD, y la hubiera guardado con las demás películas, porque menudo coñazo...
Yo entiendo que por la ingenuidad de la época, y la tierna edad de los infantes que la disfrutamos, la película causara  sensación, pero vista hoy… no solo es lenta y mamarracha, por no decir que hay sobredósis de vergüenza ajena de pura ñoñería, si no que, además, los momentos lacrimógenos, no lo son ni por un segundo. Vamos, ¡que se muere la niña y no da puta pena!, hablando en plata… y disculpen por ese spoiler.
Cuenta la historia de Amy, una huerfanita que vive al amparo de su tío, ex-marinero y alcohólico, y que en el cole se ríen todos de ella porque va despeluchada, sucia y harapienta. Sin embargo tiene un novio muy inteligente, que la quiere mucho y que le canta serenatas, que es Pedrito Fernández. Y la película se desarrolla entre travesuras de medio mendigos (otro niño que sale que roba cosas en el súper, metiéndolas en la mochila azul del título) y ñoñerías varias, hasta que la tragedia hace el resto.
Una bobada… pero que bonito fue poner la película treinta y tres años después de verla por primera vez.
Fue un mayúsculo éxito, lo que propició una secuela, que al menos en España pasó bastante inadvertida, y una serie de televisión en 2004. Un remake en forma de serie, vaya.
Dirige Rubén Galindo, uno de los clásicos de México con saga de hijos cineastas como pasara con los Cardona.

martes, 4 de agosto de 2009

CEMENTERIO DEL TERROR

El plagio Mexicano de "Posesión Infernal", que en el fondo no es tan plagio, se prodiga como una refrescante película de horror, a pesar de que tenía todas las papeletas para ser motivo de mofa por el que suscribe.
Un grupo de universitarios engaña con malas artes a sus novias para llevarlas a pasar la noche de Halloween a un caserón que hay en el bosque. Allí se encuentran el libro negro de Devlon, que resucitará a los muertos. Por otro lado, tenemos al Dr. Cardan, convenciendo a la policía de que el nuevo cadáver que hay en el depósito no es de un hombre cualquiera, si no del propio Devlon, osea el diablo, por lo que tendrá que hacerse con él para destruirlo. Y en tercer lugar tenemos a un grupo de niños que, como es Halloween, deciden ir al cementerio.
Los universitarios quieren gastar una broma a las chicas, por lo que van a robar un cadáver al depósito, llevarlo al cementerio y pronunciar los conjuros del libro negro de Devlon, con la mala fortuna de que el cadáver mangado es, sí, el de Devlon... por lo que lo resucitan. Más tarde este hará lo mismo con todos los muertos del atestado campo santo.
Dirigida por Rubén Galindo “hijo” y protagonizada por René Cardona “nieto” y el todo terreno Hugo Stiglitz ( "Tintorera", "La invasión de los zombies atómicos"), está claramente inspirada por la obra maestra de Sam Raimi en muchos aspectos (el libro sería el componente más palpable), pero introduce también, además de demonios, otros elementos fantásticos como son zombies (cuyos maquillajes provocan cierta hilaridad) y la noche de Halloween, con lo cual tenemos un revoltijo muy ameno, a pesar de su lentitud.
Es tan ochentera, cutrecilla y simpática, que se deja ver muy bien, aunque las maneras de actuar y el acento de nuestros amigos Mexicanos rompan toda atmósfera conseguida a base de buena cámara al hombro y una iluminación maravillosa.
Un clásico del fantástico de allí.