Es un hecho demostrado que en el cine de terror "moderno" no abundan las películas inteligentes con algo más que sustos y pechugonas troceadas. Afortunadamente entre las escasas excepciones está "El regreso de los muertos vivientes", producción del año 85 que se presupone secuela directa de "La noche de los muertos vivientes", detalle este que no gustó ni pizca a su director, George A. Romero, quien luchó contra los productores de "El regreso..." con el fin de evitar que se utilizara ese título. Cosa que no consiguió.
Lo de "película de terror inteligente" no debe extrañarnos nada si tenemos en cuenta que el papá del primer "Alien" y de tantas otros clásicos modernos de la ciencia ficción, Dan O´Bannon, se encuentra detrás de la dirección y del guión. La idea original de la que parte el film se la debemos a John Russo, co-guionista y zombie en "La noche...", así como rémora del universo Romero, quien no estuvo de acuerdo con el enfoque de O´Bannon, ¡¡ja!!, perdedor hasta el final.
"El regreso de los muertos vivientes" está plagada de horror y de un sentido del humor muy negro y macabro, nota esta muy deudora de la factoría de comics E.C., quien no solo inspira el tono, sino también los diseños en general (tal y como confesaba William Stout, su responsable). La truculencia abunda, aunque no agobia, y O´Bannon se pasa por el forro las leyes del "buen zombie" presentando a estos como entes que piensan, hablan, gastan bromas de mal gusto, son indestructibles y sienten una especial atracción por los cerebros humanos antes que por sus entrañas (tanto es así, que en el mainstream se ha impuesto esa dieta como la oficial). Les acompañan en el reparto un puñado de punks alejados de clichés, el veterano actor de "serie B" Clu Gulager, la futura reina del grito Linnea Quigley y el grupo de rockabilly "The Cramps" que, además de interpretar a varios no-muertos, se curran un tema para una banda sonora repleta de las más oscuras y auténticas bandas de rocknroll y aledaños, imprescindible y de la que ya hablé en este blog.
Y es que, aparte de todo eso, la película lleva consigo un auténtico mensaje anti-militarista del que ya querrían hacer gala todos esos directorcillos pretendidamente comprometidos que abundan en las salas de arte y ensayo. Aspecto este que se refleja en un contundente desenlace.
Como bien sabéis, el film conoció hasta cuatro secuelas. La primera de ellas vulgarizaba el tono de humor y metía un puñado de bandas de heavy metal en la banda sonora. Insoportable. La segunda secuela se alejaba por completo de tono e historia y terminaba por ser un rollazo. Y de las dos últimas, rodadas seguidas, mejor no hablar.