Último título de la "trilogía de terror-chapa" iniciada por José Ramón Larraz con "Descanse en piezas" y, aún más plomiza, "Al filo del hacha". Según fuentes cercanas, el realizador opina que aquellos que califican a "Deadly Manor" de slasher, se equivocan. Bien, es verdad que, como reza la carátula, la peli trata de regresar un poco a elementos propios del viejo terror, el de tipo gótico, sin embargo, no es menos cierto que los tópicos del cine de acuchillamientos están bien presentes.
Y es que todo, absolutamente todo, en "Deadly Manor" es previsible, hasta el más mínimo detalle. Larraz se toma su tiempo para contarnos lo de siempre, y va a ritmo de tortuga coja. No hay nada "interesante" hasta la primera media hora... y encima, tampoco es que lo sea tanto.
Un grupo de aborrecibles jovenes (si, OTRA VEZ!!!) se desvían de su camino durante un viaje en carretera y llegan a un caserón aparentemente abandonado. Por supuesto no es el caso, y poco a poco, a lo largo de la noche, una presencia de chanante aspecto (máscara blanca y ciega de un ojo) los irá anquiliando one by one, hasta que la superviviente ("the final girl" que dicen) conocerá el absurdo secreto que lo envuelve todo.
Yo me senté delante del televisor muy dispuesto a tener paciencia, y además, también me apetecía zamparme una de estas pelis, con las que no tienes que pensar mucho y puedes distraerte a ratos. Por eso tal vez la soporté entera y sin bostezar demasiado... pero sí, es cierto que aburre, carece de imaginación (y sangre, poca) y no ofrece absolutamente NADA que valga la pena... bueno sí, ¡tetas!, en ese aspecto te quedas bien servido. Ya es algo.