
En una sociedad en la que, por culpa de un murciélago, toda la población es vampira, un joven brillante, honesto, que se niega a probar la sangre humana, trabaja en una empresa que busca un sustitutivo para la hemoglobina, pues esta escasea (apenas quedan humanos) y los vampiros se mueren de hambre. Por otro lado, en las cloacas tenemos a los “infraseres” que no son otra cosa que vampiros hambrientos que se comen a los suyos, lo que los convierte en unos horripilantes murciélagos gigantes, más hambrientos todavía y sin autonomía propia. Pronto un vampiro descubre por accidente una cura para volver a ser humano, y reclutan al brillante joven a ver qué pueden hacer.
La idea de vampiros que atacan a otros vampiros por hambre me parece cojonuda, ¿Qué es lo que pasa? Pues que la aprovechan poco, y nos quedamos con ganas de un poco más de eso, al igual que nos quedamos con las ganas de más escenas de peso protagonizadas por los “infraseres”, pero parece que a los directores (y guionistas) les interesa más tirar por los derroteros de la cura y los viajes por carretera.
Gore tiene el suficiente, algún susto tremendamente eficaz, entretenimiento moderado, pero si le quitamos todos estos elementos, al final se trata de una “road movie” con poquito que ofrecernos.
Un arranque cojonudo no es suficiente si la cosa, en el desenlace, flojea y además se nos promete un espectacular final con una pandemia de “infraseres” que no se cumple. A eso, súmenle unas gotas de humor totalmente fuera de lugar.
Pero bueno, se puede ver.