lunes, 23 de agosto de 2010

CENTURIÓN

Neil Marshall es un director con talento y buenas ideas, pero que no acaba de despegar. Dejando a un lado su mejor peli, "The Descent", por norma general tiende a ofrecernos films repletos de buenas ideas y buenos momentos pero que, por algun lado, chirrían, que no acaban de funcionar. Ocurría en "Dog Soldiers" (para mi, su peor peli), ocurría en "Doomsday" y ocurre en "Centurión", su más reciente parimiento.
La historia se basa en una antigua leyenda propia de "Cuarto Milenio", la desaparición sin dejar rastro de la novena legión del imperio Romano, Marshall intenta encontrar una respuesta a ese supuesto misterio y lo hace en una trama muy similar a los tebeos de Astérix y Obélix... solo que en versión muy hardcore. Una pequeña aldea resiste de modo brutal los intentos de colonización por parte de los señores Romanos. A base de trucos, técnicas propias y el conocimiento del terreno, esta peña arrasan con todo Romano que intenta acercarse a su puerta. La peli gira en torno a esta premisa, con idas, venidas, peleas, traiciones y una leve historia de amor que no molesta porque está muy bien contada.
La fotografía es lo mejor, su look y sus escenarios naturales son notables. Los actores también se lo curran bastante y, claro, la cacareada dosis de gore. A Marshall le mola la sangre, no puede negarlo, porque en todas sus pelis chorrea que da gusto... ya sean de terror como de aventuras. Imaginaos las peleas de "Braveheart", ahí con sus cortantes filos y sus pesadas hachas, pero un pelín más burro y durante toda la proyección, casi sin descanso. Mola, lástima que algunos de estos chorretones sean digitales. Destacable también resulta el enfrentamiento final, con tres parejas dándose estopa a la vez... igual que en "Doomsday", cuyo mayor aliciente era la mega-carrera antes del "The End".
La peli no está ni tan mal, los aspectos positivos ganan a los negativos... lo único que, bueno, la narración es muy standard, muy previsible, y eso contribuye a que el entretenimiento sea menos absoluto de lo que uno hubiese deseado.
Aún así, se deja ver con gusto.