martes, 22 de febrero de 2011

FUISTE MIA UN VERANO

En España, tenemos a Raphael o a Julio Iglesias, cantantes reconocidos internacionalmente, que protagonizaron, con éxito, montones de películas durante los 60 y 70. En Argentina tienen a Leonardo Favio, el equivalente a cualquiera de estos dos a nivel popular.
Bien, pues Leonardo Favio, como artista, se caga en los ancestros de esos dos divos Españoles. Si ustedes piensan que Julio Iglesias y Raphael son genios porque cantan, logran agotar las entradas de sus espectáculos meses antes de la fecha y protagonizan películas, que sepan que Leonardo Favio, además de cantar y agotar localidades, compone canciones, y actúa en películas, pero además, escribe guiones y dirige films de culto. Si como lo oyen; Según Wikipedia, dos de las consideradas mejores películas Argentinas, son obra de este elemento.
En busca de lo exótico (como siempre) topé con esta película, y descubrí a Favio. La película es para su lucimiento como cantante, un producto meramente comercial, en el que el solo participa como actor y cantante, pero que está claro que mete baza por todos lados, por lo que ahora ustedes verán.
Mientras que las películas que sirven como vehículo a cantantes españoles, al final se traducen como burdas comedietas en la que se meten las canciones de estos con calzador, de resolución facilona, y aptas para todos los públicos, en FUISTE MIA UN VERANO, el núcleo de la película son las canciones de Favio ( hay casi 30 durante la película) y por cada canción de cuatro minutos, hay dos de argumento, y damos paso a otra canción de otros tres, y así. Se va al grano y se nos ofrece las canciones, que es lo que el publico de Leonardo Favio quiere ver. Con esto, se logra tener al público contento. Mientras se tengan las canciones, se tiene el dinero. Por lo demás, de manera natural, se tiene una especie de “carta blanca”.
Entre las canciones, veremos desgarradoras desventuras amorosas, risas, llantos y crueldad. Pero no un argumento que podamos seguir, si no situaciones.
Porque esto que he visto, es algo muy parecido a las películas de Godard. Cine de vanguardia en toda regla, señores. Se que suena a chiste, pero es la verdad…estéticamente, y con esa iluminación de película de terror, e incluso cuando resuelven numeritos musicales a base de filmar a Favio caminando en dirección a la cámara, a una distancia de 500 metros aproximadamente. Eso es cine experimental, realizado expresamente, pero con la música ligera popular como aliciente para su venta. Es decir, el producto es una mega-estrella, lo que venden son sus canciones, así que usemos eso (ventas seguras) y hagamos arte.
Maestría en algunos movimientos de cámara, osadía en todo lo referente a iluminación y ambientación, y dos cojones muy gordos a la hora de hacer una película así.
Una joya incomprendida (intuyo) y desconocida (para muchos), que ha despertado en mi el interés por la obra del cantante, porque mucho me temo que va a ser similar a esta maravilla que acabo de descubrir, aunque ésta no sea de su autoría.
En esta ocasión, y, repito, seguramente bajo la batuta del cantante, dirige Eduardo Calcagno, con tan solo siete películas en su haber desde 1969 hasta 2007.
Según me informo, el cantante invertía todo el dinero que ganaba en el mundo de la canción (que era mucho) en hacer sus películas, del todo personales y no para todos los gustos. De ahí salen títulos de prestigio como CRÓNICA DE UN NIÑO SOLO, o EL ROMACE DEL ANICETO Y LA FRANCISCA.
Sorprendente. Y yo que tan solo me quería echar unas risas…