Un grupo bastante rarito de cineastas Underground capitaneado por el outsider Cecil B. Demente (interpretado por el, a su manera, también outsider Stephen Dorlph), que apuestan por un cine en el que la técnica es una lacra, lo comercial una blasfemia, y lo establecido una prisión, planea el secuestro de una actriz reconocida de Hollywood (e interpretada por Melanie Griffit en un rol delicioso), con el fin de rodar con ella de protagonista, una película definitiva, en la que primará la realidad, el caos y el terror. Para tener energía durante el rodaje de esta, los miembros del equipo practicarán la abstinencia sexual hasta finalizar el rodaje. Con la comisión de cine de Maryland en contra, y de modo un tanto terrorista, llevarán esta producción a buen puerto.
Una de las ultimas películas de un irremediablemente estandarizado John Waters, pope del cine under más trash y plagiador confeso del maestro George Kuchar, que con aires de auto homenaje, homenaje al underground, e incluso, y si me apuran, al cine en general, que no siendo ni de lejos unos de sus mejores trabajos, si es cierto que con el tiempo ha ganado; hoy quizás, tenga más gracia que cuando de estrenó hace ya trece años.
Waters, irreverente con esta película hasta donde la censura se lo permite, al final crea una parodia cruenta en la que en definitiva, la conclusión que sacamos del cineasta underground, es que es un inadaptado, un ignorante con delirios de intelectual, un paleto, y un drogadicto. Y por desgracia el cineasta underground medio, responde al menos a uno de estos perfiles con total seguridad. Y alguno, a todos.
Divertida, enloquecida, autoconsciente, la película tiene un gran punto a su favor, que es el dar a conocer al gran público la incendiaria y sectaria figura del cineasta underground, (que paradoja, el reivindicar esto tan minoritario en una película que se estrenó en medio mundo ¿no?) de la mano de alguien que conoce bien la escena. Y además, se permite el lujo de mofarse del el. Como muestra, la escena en la que Cecil B. Demente se topa con un grupo de señoras ya maduritas, defensoras del cine comercial, que le recriminan a este su “modus operandi”, alegando que “sus películas son una mierda, y que solo podrá hacer películas en vídeo”. Por otro lado, tampoco me consta la existencia de otro referente fuera del cine underground, que trate el tema del cine underground, dentro de la ficción.
La verdad es que pasé un buen rato volviéndola a ver, y he de decir que aunque Waters ya no significa para mí lo que significó en la adolescencia (una absoluta influencia, por no decir que una autentica obsesión), he de reconocer que me encanta el estilo de la ultima etapa (LOS SEXOADICTOS me parece maravillosa) y que, despojándome de mis prejuicios, continuaré yendo al cine a ver la ultima de Waters… si es que le da por rodar de nuevo, y si se diera el caso, si esto llegara a nuestras pantallas.
Como anécdota, comentar que justo en la época en la que se estrenó esta película, aquí en España es asqueroso de David Trueba, estrenó OBRA MAESTRA, película con Santiago Segura y Pablo Carbonell, que tirando por derroteros mucho más dramáticos, el argumento es exactamente el mismo que el de CECIL B. DEMENTE, en teoría por pura casualidad. Es muy posible que sea cierto. El cualquier caso, y a pesar del asco que nos da por aquí el clan Trueba, he de decir, que OBRA MAESTRA, es muy buena película. Incluso mejor que la de Waters. Pero esto que quede entre ustedes y yo.