Esta es una de esas películas ignotas y malditas del cine español, una rareza de aquellas inencontrables, hasta que alguien que posee una de las pocas copias que existen la ripea, la comparte en Internet, y ya deja de serlo, cosa que por otro lado yo agradezco, porque por fin puedo verla tras largos años de inútil búsqueda.
Y es que es una rareza de aquellas fascinantes.
“Cocaína”, la dirige y escribe Jimmy Giménez Arnau, co-fundador de la revista de humor “Hermano Lobo”, corresponsal de guerra, y actual comentarista del corazón en televisión (por si alguien no sabe quien es, y no comprende la bizarrada de la propuesta), en colaboración con un tal Julio Wizuete.
Para más marcianada, decir que el protagonista es un Josema Yuste pre- Martes y 13, que ya deja entre ver algunos tics y maneras de lo que sería su estilo cómico en un futuro. Y si ya cuento que también aparece haciendo un papel Alfonso Ussia, apaga y vámonos, amén del papelito que se reserva el propio Giménez Arnau.
La película es rara de cojones. Muy cercana al cine Underground de los setenta, en algunos momentos parece un documental mondo (nos cuentan con pelos y señales lo que es la cocaína usando voz en off y material de archivo), y en otros es tan cercana a las películas primigenias de John Waters, que parece difícil que la similitud sea solo una casualidad.
No tiene un argumento propiamente dicho, está rodada de una manera muy extraña, mezclando conversaciones en plan estándar con imágenes sueltas, que junto con un tratamiento de la imagen de lo más cochambroso, le dan un look sórdido y raro, que desde ya convierte a esta cinta en una de mis favoritas.
A ver como hacemos una sinopsis: Josema Yuste, interpreta a Mamón (¡), un adinerado vividor, que tras descubrir la droga llamada cocaína, decide poner en marcha el rodaje de una película sobre la droga en cuestión, por lo que decide volverse un experto en la materia, e investigar u experimentar con dicha droga. Durante el periplo, somos testigos de los delirios y cuelgues que sufren tanto el, como el equipo de actrices y drogadictos que contrata, con momentos surrealistas que rozan la pantomima, sin que finalmente comience el rodaje de esa película, cuando comienzan los créditos finales.
Parece como si Jimmy Giménez Arnau, contara un poco su historia; Vividor caprichoso fascinado por las bondades –y las consecuencias- de la cocaína, que decide pegarse el capricho de hacer una película sobre el tema.
El hecho de que Giménez Arnau no sea un cineasta, confiere a la película ese maravilloso desastre audiovisual, que únicamente consiguen películas como esta o “Hot Milk” de Ricardo Bofill.
Curiosamente, la película dobla a todos sus actores con dobladores profesionales, con lo que resulta un tanto extraño ver a Josema doblado por una voz característica de los doblajes de los ochenta, imitando, casi a la perfección, los tonos de pijo, y el rollito “Martes y 13” que se trae Josema, que no para de esnifar durante toda la película. De hecho, no me extrañaría en absoluto - y seguro que ha de ser así- que la película entera fuera concebida bajo los efectos de la droga que homenajea.
Un incunable. Una maravilla.