Cuando "Cannon" se planteó rodar esta película, probablemente tenía en mente mezclar a sus rentables ninjas con dos títulos de -entonces- reciente éxito, "Flashdance" y "El Ente". No lo digo de guasa. "La dominación" o "Ninja 3" cuenta la historia de una adicta al aerobic (la vemos practicarlo apasionadamente, luce un look parecido al de Jennifer Beals y, como esta en "Flashdance", tiene un curro "sucio y masculino") poseída por el espíritu de un poderoso asesino-ninja con el fin de matar a los policías que acabaron con su vida. Suerte que por ahí pulula el ninja oficial del cine ochentoso, Sho Kosugi, para pararle los pies. De hecho, Kosugi es el único vínculo entre los tres films que componen la "trilogía ninja de la Cannon", sin embargo, en ninguna de ellas el muchacho interpreta al mismo personaje. Hagamos un rápido repaso, la primera era "La justicia del Ninja", en la que salía el bigotudo Franco Nero haciendo de asesino enmascarado, y la segunda, "La venganza del Ninja", la vi en su época, pero no me acuerdo de nada (luego está "Las nueve muertes de ninja", que en España se subtituló "Ninja 4", pero no, a nivel oficial no hubo nunca una cuarta entrega). Vamos, que lo único que las unía era el uniforme del asesino nipón, pero nada más.
El caso es que "La dominación" chorrea ochenterismo por todos sus poros. Dejando de lado que la productora sea la "Cannon" y que a la prota le ponga tanto el aerobic, tenemos cosas tan llamativas como fluorescentes y un "arcade"... pero no uno cualquiera, este es utilizado por el fantasma del ninja para... pues no se muy bien para qué, pero en un momento dado saca humo y un montón de rayitos laser con las más variopintas e innecesarias formas. Todo muy "espectacular". Aunque para espectacular la escena en la que la prota recibe un especie de exorcismo por parte de un curandero (otro clásico, el amigo James Hong) y que resulta genuinamente ridícula y patética, con la chavala ahí toda pálida y canosa berreando como una loca. Tampoco el super-ninja asesino merece precisamente una medalla a los méritos, porque tras asesinar a un científico al principio de la peli, lía un pitote con medio cuerpo de policía persiguiéndole que, vamos, luego no me digan a mi eso de que eran sigilosos e infalibles, cojones. El caso es que se carga un montón de polis, recibe tropecientos balazos, pero nada, que no palma... y al final, como en "Muñeco Diabólico", se cruza con la churri y se le mete dentro del cuerpo, pero por la vía menos divertida.
El amigo Sho Kosugi, que esta vez luce en el ojo un parche de lo más feo, protagoniza lo mejor del sarao, que son las peleas con el ninja malo. El director no es otro que Sam Firstenberg, un currante de la "Cannon" que terminaría casi especializado en cine de ninjas, destacando su aportación no solo a la misma trilogía (fue responsable también de la segunda entrega), sino dando pie a la famosa/infame "El guerrero americano", al menos en sus dos primeras encarnaciones.
Por lo demás, pues hombre, se deja ver, así en plan "fast food", y hasta proporciona un buen puñado de risotadas gracias a muchas de sus ridículas situaciones y diálogos de feria, pero vamos, no es ni por asomo imprescindible.