Una mujer negra acude a la consulta del Dr. Stein, que ha
llevado potentes investigaciones y experimentos con el ADN, para ver si puede
implantarle brazos nuevos a su novio, que los perdió en la guerra de Vietnam.
Obviamente, el doctor mostrará interés y se pondrá manos a la obra, además de
seguir trabajando en otros casos distintos con otros pacientes.
El ayudante del doctor confiesa a nuestra protagonista
estar enamorado de ella, y ante el rechazo de esta, en venganza, cambia el ADN
de su novio por el de otro paciente, lo que provocará que este se convierta en
un enorme monstruo negro con el pelo afro y cuadrado por encima, que se comerá
a todo aquél que se encuentre por delante… el jodido Frankenstein negro.
La cosa tiene su gracia por tratarse de una serie Z
americana, adscrita al “Blaxploitation” de terror, que es consecuencia de una
serie B de terror del mismo sub-género… así que estamos ante eso que llaman el
“Xplotation” del “Xplotation”, y eso siempre es interesante. Pero más que lo
desmarañado de lo que cuenta, a mi lo que me atrae no es todo aquello
exagerado, el gore , el aspecto del Frankenstein negro o todo lo “pop”… no. Lo
que me llama la atención poderosamente, es la absoluta incapacidad de todos y
cada uno de los implicados en esto. El necio del director, abusando de los
planos fijos, abusando de los primeros planos de frente, ahí, como el que no
quiere la cosa y sin que vengan a cuento, quizás por el desconocimiento de la
existencia de otros planos, o en caso de conocerlos, por no tener ni puta idea
de cómo se hacen, y si Frankenstein negro tiene que ir hasta el hospital de
veteranos a perpetrar una venganza,
veremos todo el trayecto desde el laboratorio del Doctor hasta ese
hospital, al paso que lleva el Frankenstein negrata… con lo que rellenamos
mogollón de metraje, sin que la intención principal sea rellenar metraje. Los
actores, lo peor de lo peor. Pero no por sus sobreactuaciones –ojalá
sobreactuaran- si no por la desidia con la que sueltan sus textos y las
poquitas ganas que tienen de aparecer en la película. Eso se transmite.
Si de algo sí es consciente la película, es de su condición
de “Blaxplotation”, así que meten en el soundtrack, a conciencia temas de Soul y Funk, aunque no queden bien
ni vengan a cuento, y aunque apenas tenga banda sonora… pero claro,
todo esto es por motivos presupuestarios, así que, por lo menos, compran dos
temas de tercera.
Del montador, poco más que decir que es un retrasado, y el
director de fotografía ciego, porque hay escenas en las que, literalmente, no
vemos nada. Pero a nivel global, siendo una peli más para no tener en cuenta
que para sí, sacia la curiosidad del cinéfilo que la busca.
Del director, William A. Levey, decir que empezó en el cine
de manera muy manazas y continuó con ciertas dificultades siguiendo manazas. Eso
si, un todoterreno manazas, de corta filmografía, pero que tocó todos los
sub-géneros de la “Xplotation”, con muy poca fortuna, y sin cosechar ni un solo
éxito. ¿Sus mayores meritos?, inició en la inmundicia mas chabacana a Debra Winger de jovencita en “Fantasías
Sexuales”, una “teen movie” primigenia, tocó el palo erótico con “En Washington
los senadores están calientes”, con “La fiebre del patín” hizo debutar a Scott
Baio en una “disco movie” tan en boga en los setenta, y sobretodo, es el
responsable de “Monaco forever”, más conocida como “Gay Karate Man”, en la que
hizo a debutar a Jean Claude Van Damme en una película en la que chupa pollas
y se deja reventar el ojete, mientras mete mano y acosa a jovencitos
heterosexuales, a los que curte el lomo a base de artes marciales por no
dejarse tocar.
Por si eso fuera poco, el guión de la cojonudísima (en su
contexto) “Patrulla de noche”, de la directora Jackie Kong, es también obra
suya, firmado bajo el pseudónimo de Bill Levey.
Todo eso, y un par de films menores de terror como
“Hellgate” en los noventa, le convierten en, probablemente, el director más
churretoso de la historia del cine, y del que menos info hay por ahí. Una
pena.