Ignacio F. Iquino también rodó una de título aún más
explicito, “Aborto Criminal”, y es que a mediados de los setenta, estas
películas anti aborto se pusieron muy de moda, no ya por una ideología o unos
principios, sino en su vertiente más “explotation” buscando el sensacionalismo
más sórdido, que llevaba culos a las butacas, lógicamente, y más en tiempos de Franco. De no ser porque se jugaban la
cárcel, o váyase usted a saber qué, estoy convencido de que hubieran hecho
película pro abortistas, que, si hubieran sido llevadas por esos derroteros del
sensacionalismo, hubieran sido cojonudas.
El caso es que me gusta todo este tipo de cine español, el
valiente, el desvergonzado, el osado, de cuando había industria. No como ahora,
que gracias al cielo, el cine Español está condenado a la extinción inmediata
(fíjense como estará la cosa, que Elena Anaya o Ernesto Alterio tienen que
hacer publicidad) y eso lo que hará es
crear una industria nueva, más pequeñita, pero culturalmente más enriquecedora
donde habrá cabida para todo tipo de género. Por fin morirá la dictadura del
cine Español…
Pero a lo que vamos:
Una jovencita de 16
años conoce a un individuo algo mayor que ella y vivirán un romance. Pese a que
ella quiere llegar virgen al matrimonio porque no es una cualquiera, la libido
del chico es desmedida, se muere por follársela, y al final ella cae en sus
garras como una perdida y queda embarazada. Al darle la
noticia a su novio, pedirle que se casen etc... este no queda muy contento con
el asunto y su falta de entusiasmo delata las pocas ganas que tiene de contraer matrimonio y, mucho menos de tener hijos, por lo que a ella le dice
que en esas condiciones prefiere abortar. Un amigo les recomienda una
enfermera que, clandestinamente, practica abortos en su casa, así que deciden
ir a verla.
-SPOILER- Tras practicarle el aborto, ella muere desangrada.
Castigo de Dios.-FIN DEL SPOILER.
Como ven, todo un argumento para conseguir en pantalla, en
un país católico y cristiano como es España, el mayor morbo posible.
Lo gracioso del tema, es el ver cómo pintan a la enfermera
que practica los abortos; poco menos que como el mismo diablo; mala, avara,
fea, egoísta, sin escrúpulos… como lo peor de lo peor. Incluso, echa a la
pareja a patadas de casa tras ver que se complica la cosa –SPOILER- y el tonto del novio, que ve que se está
muriendo, y aunque la abortera le sugiere que se la lleve a una clínica, que
tendrán más medios para curarla, este no mueve un dedo… la deja morir allí,
para luego cantarle el pollo a la abortera y acusarla de asesina… ¡Tremendo!
–FIN DEL SPOILER-.
El tema es que como curiosidad, como película meramente
morbosa, como producto de su época, está que te cagas. Entretenida,
densa, y con capacidad para escandalizar al espectador, al anti abortista y al
pro abortista.
La película supuso el debut en la pantalla grande de una
jovencísima y guapísima Angela Molina (si a alguna mujer le afecta la edad, sin
duda alguna, es a esta, puesto que con lo guapa que está aquí, a
los pocos años le aparecieron las arrugas por las que es tan famosa) que convence bastante. Junto a ella, en el reparto, tenemos a galanes feos de la
época como puedan ser Tony Isbert, en el papel del novio, o Simón Andreu, que
recomienda a la abortera interpretada por Luisa Sala, que al final es lo mejor
de la película.
El director es un cineasta incansable, César Fernández
Ardavín, cuya filmografía la componen
decenas de cortometrajes y para poder comer, de vez en cuando, hacía alguna
película. No demasiadas, eso si.