Y espero que, en caso de renovarse la mini-industria, tire
por otros derroteros, o al menos, que el que haga una peli la haga con su
propio dinero, y no con mis retenciones del IRPF.
Pero, de vez en cuando, y según que cosa, me descargo alguna vía mula (porque pagar en taquilla, ni de coña). Aclararé que, cuando hablo de cine español, me refiero solamente al hecho desde finales
de los ochenta hasta la actualidad, porque en contra, lo adoro si son películas anteriores
a esas fechas.
Pero de vez en cuando aparece algo que desde que ves el
cartel (el de esta es para darle de comer a parte) sabes que va a ser más malo
de lo normal, lo que se traduce en risas
y diversión… o no. Una de este mismo estilo es “Ouija”, que dentro de lo malo,
está curiosa. Esta, no.
Las manos a la cabeza me llevé cuando vi que el director de esta inyección de sida era
Santiago Lapeira. ¿Qué quien es el Lapeira? Ya le insulté cuando reseñé su anterior
película “E.S.O”. Pero si pudiera, ahora mismo, le asesinaría.
¿Por qué dirige este tipo?, ¿qué chanchullos se trae con el
ministerio de “cultura”?. No es normal que un individuo haga unas películas tan
mierderas, que sean un fracaso de taquilla, y encima siga haciendo más…
Esto es lo peor, de lo peor, de lo peor… de no verlo vaya, e
insisto, no le busquen las risas a esto, ni de eso hay. Porque cuando
reivindico las películas malas y aburridas, es porque a pesar del bodrio que me
estoy tragando, tienen encanto o algo así. Esta ni eso. Entre verla
y que me sodomicen, creo que es más atractivo que le enculen a uno. Siendo
heterosexual, claro, que los gays lo prefieren igualmente…
Para más inri, en “El secreto de los 24 escalones”, los ignorantes productores (entre los que forman parte los de “Canónigo films”, que se tienen ganada mi estima porque en su día facturaron cosas que me
encantan como “Rojo Sangre” o “Hot Milk”… ahora ya les he perdido un poco esa
estima, porque respeto no les tuve nunca), se cuidan de contratar a uno de
estos chavalillos que, según las pelis que hacen (porque Mario Casas triunfa
cuando hace películas para niñatas, cuando hace basura infame tipo “Carne de
Neón”, se pega la misma hostia que se pega cualquier película en la que no
salga Maribel Verdú, porque no van las viejas a verla) que convierten en oro
todo lo que tocan. En este caso uno que, guapete, a penas se le entiende
cuando habla y tiene una pinta de poligonero garrulillo que tira de espaldas;
Máxi Iglesias. Obviamente, esa recaudación no pudo ser, a pesar de su
presencia. O quizás, su presencia sea solo un señuelo que nos haga pensar que
le utilizan como reclamo, para despistarnos de los verdaderos motivos de la
existencia de esta película, que seguramente sean bastante corruptos. O no,
porque realmente, el Iglesias es un actor del todo mediocre.
Un inciso. Conozco actores que nunca han llegado a nada en
esto del cine, que se cagan en la madre que parió a todos estos jovencitos, e
incluso en la de los ya consagrados, alegando que es que son todos muy malos.
Yo los escucho, y digo “Cuanta razón tienen”. Y tras ver algunos de sus
trabajos, enchufes a parte, llego a la conclusión de que si no logran nada,
es porque ellos son aún PEORES.
Volvamos a la película.
Un grupo de chavales, que pese a su aspecto aseado parecen
sucios y a pesar de ser estudiantes parecen retrasados mentales, acuden de vacaciones a un pueblo montañés de no se
qué pollas. Allí, tras ver como otro subnormal, esta vez entradito en
años, muere mientras dice cosas en latín,
otro demente les comenta que tiene el pergamino que les conducirá a los 24
escalones, así que los guapitos, sin motivo, pillan el papelote y se van a
buscarlos. Otros pavos que rulan por ahí (e incluso, un negro), quieren
matarlos y quitarles el papelote. ¿Por qué? Porque coleccionan papelotes.
Nada. Conversaciones estúpidas sin gracia, alguna sobre
ligoteo, idas y venidas, los actores doblados por dobladores profesionales,
ningún ritmo, nada de espectáculo (que su cartel, aunque cutre y salchichero,
sí nos vende espectáculo y templarios…), dolor de ojos, vergüenza ajena y
tentativas de darle al stop en vez de al fast forward.
Es tan mala, que ni siquiera puedo explicar lo aberrante que
es. Pero es que, además, tampoco es tan aberrante como para indignarme…. es nada. Así que, “El Secreto de los 24 escalones” pasaría formar parte de una
nueva categoría, que sería “Las películas nada”. Con "E.S.O", me cebé
injustamente, dejándome llevar por el entusiasmo, cuando esa basura es lo
mismo: Nada.
En cuanto a Lapeira, un director que debería ganarse mi
simpatía simplemente porque cultiva el género, por favor, que alguien le mate.
O por lo menos, que deje de recibir subvenciones… claro, que a lo mejor sus
películas son lo de menos, porque solo sirven para blanquear algún tipo de
dinero.
Que asco de país. Que asco de cine. Que asco.