A raíz del éxito que tuvo con "Muñeco diabólico", Tom Holland narraba en las entrevistas su idea inicial, según la cual el niño protagonista de aquella se revelaba como el auténtico asesino, limitando las funciones del puñetero "Chucky" a las de un simple muñeco sin vida. Pero claro, primero, no era lo suficientemente espectacular -para los productores- y, segundo, en caso de tener éxito, dificultaría la producción de las inevitables secuelas y, también, la del inevitable "merchandising". Pues bien, a la hora de realizar el obvio y pornográficamente descarado "exploitation" de "Muñeco diabólico" que es este "La venganza de Pinocho" ("Pinocchio´s revenge" o "Pinocchio" a secas en los USA), Kevin S. Tenney, entrañable autor de clásicos tan videocluberos como "Witchboard (juego diabólico)", "La noche de los demonios" original, "El sótano prohibido" o "El pacificador", se aferró a ese mismo concepto casi obsesivamente... o mejor, lo robó con todo el morrazo. En su versión de la historia del juguete asesino predomina mucho la duda de si es este el que mata o la niña que lo posee (¡y que cómodo y fácil es cambiar el sexo del crío protagonista para ahorrarse mayores comparaciones!, a lo que hay que añadir un grado desorbitado del elemento "repelente", condimentado por unos irritantes tirabuzones). Se pasa toda la puta película dándole vueltas a lo mismo y al final... er... adivinen. ¿Cómo?, pues eligiendo la opción más económica, es decir, aquella que implique una dosis menor de efectos especiales (y que, curiosamente, incrementa la gravedad del expolio. ¿Qué diría tío Tom?. Nada bueno).
Todo son pequeñas dosis en "La venganza de Pinocho". De originalidad, ritmo, talento, crímenes, violencia.... y humor, que aquí resulta casi inexistente, cosa que no solo agradecí, es que me sorprendió muchísimo. Sí amigos, el Sr. Tenney se toma muy en serio su propuesta, a pesar de contar con una premisa tan ridícula (no ya lo del muñeco homicida, mas bien de QUIÉN se trata). La movida gira en torno a una abogada criminalista emperrada en defender a un baranda que mató a su propio hijo y lo enterró junto a su juguete favorito, que no era Richard Pryor sino el puto Pinocho. En fin, por hache o por bé, el bicho aterriza en las manos de la hija de la picapleitos justo el día de su cumple, y se encapricha de él psicopáticamente. Justo a partir de ahí comienzan a suceder cosas.... el aspirante a padrastro la palma..... la cría con la que la niña se lleva mal en el cole sufre un accidente.... er... y ya está, en realidad esas son las únicas fechorías que acomete este "Chucky" del "hombre pobre". Y volvemos al principio, ¿¿es el muñeco o la hija repelente que se ha vuelto tarumba??.
Paradójicamente, mientras el nivel de sangre es casi nulo, lo que daría pie a pensar que el film procura no asustar a una posible audiencia juvenil, incluso pre-adolescente, sorprende la aparición de un desnudo de la canguro tan gratuito como absolutamente integral y que no sirve para "nada", salvo que la jaca se encuentre a Pinocho ahí sentado en la cama, observándola ("Le gusta mirar a las mujeres", dice la niña). Pero mola, claro.
El caso es que el muñeco no cobra vida hasta el minuto 58 (primero habla sin abrir la boca, luego sí la mueve y en el tercer intento, mantiene los labios pegados de nuevo... ¿por qué esos caprichosos cambios?). Y nadie muere hasta pasada la hora (y lo hace estando tumbado en la cama de un hospital, en coma y... ¿maniatado?). A ello hay que sumar un puñado de incongruencias, como que la prota adulta supere con pasmosa facilidad la muerte de su maromo (menos de 24 horas, como en los mejores "slashers"), que el monigote se cuele en un hospital, corra entre la gente y nadie le preste atención (detalle este que, junto al desnudo antes comentado, chirrían mucho más si tenemos en cuenta el desenlace de este drama tan tonto) o que, pa no perder la costumbre, cuando Pinocho cobra vida y se mueve de cuerpo entero, descubrimos asombrados cómo sus extremidades se vuelven rechonchas y sus andares algo torpes. Vamos, ¡que muta en enano!.
En el reparto localizamos un par de rostros de la peli de debut de Tenney, "Witchboard", en concreto son los de Todd Allen y James W. Quinn. En cuanto a la supuesta criatura protagonista, su responsable no es otro que Gabe Bartalos, popular por crear la fauna de deformidades que pululan por "Basket Case 2".
¿Qué quieren que les diga?, "La venganza de Pinocho" es tan sosa, trillada e insabora como parece. Puro producto de la maldita década de los 90. Pero si te la tomas como hay que tomársela, como un puñetero telefilm de Domingo por la tarde, pues puede sufrirse en silencio, como ocurre con las almorranas, mismamente.