Hayao Miyazaki en Japón es un dios, internacionalmente también
está muy bien considerado, pero en Japón es veneración lo que sienten por él.
Todo el que disfruta de las producciones de Pixar le debe mucho a este señor, y
es que el máximo responsable de la productora del Flexo que salta sobre una
pelota, John Lasseter, es gran fan de Miyazaki. Desde la propia Pixar indican
que cuando necesitan inspiración se reúnen para ver una película del Estudio
Ghibli. Hay muchas similitudes en los mensajes de los dos estudios, el primero
de ellos el tema ecológico. Miyazaki es un hombre de campo, adora la naturaleza,
y eso lo podemos ver en todas y cada una de sus producciones, en Pixar por
ejemplo, en Wall-e tenemos un ejemplo muy claro, y en Buscando a Nemo aunque no
hay un claro mensaje ecologista, si que disfrutamos de la naturaleza en estado
salvaje. El respeto a los ancianos o encontrar
nuestro don, o lugar en el mundo, también es algo que tratan las películas de
los dos estudios. Con todo esto quiero decir que el Estudio Ghibli y en concreto
las ideas de Miyazaki, han influido al mundo de la animación. También coinciden
en que las películas pueden ser perfectamente disfrutables por los adultos sin
que estos tengan que morirse de asco o pensar que están atentando contra su
inteligencia. Y este es un factor muy importante, ya que no por ser una producción
animada tiene que estar orientada a los más pequeños.
Para Ponyo en el acantilado, Hayao Miyazaki se curro el
storyboard a acuarela, y el motivo era que no deseaba que se hiciera absolutamente
nada digital, todo debía de ser hecho a mano por los dibujantes del estudio. En
anteriores películas habían utilizado el ordenador para algunas cosas, ya sean
animaciones o modelos en 3D, pero en Ponyo se decidió a que todo estuviera
hecho a mano y que el ordenador no se utilizara para nada. Esto conllevo a que
se tuvieron que realizar 170.000 dibujos para llegar a los 93 minutos que dura
la película. El argumento bebe inicialmente de La Sirenita, aunque sería
muy simplista decir que esta es La Sirenita de Miyazaki, como decía en el
primer párrafo, siempre habrá algún mensaje de amor hacia la naturaleza. Vamos
al lio.
Ponyo es una niña-pez que vive recluida con sus hermanas en
la casa submarina de Fujimoto, su padre. Fujimoto anteriormente fue humano,
pero ahora es un brujo o mago del mar que está tratando de reunir una poción
mágica que devolverá al planeta a un estado primigenio anterior a la vida
humana. Y es que Fujimoto, no soporta que los humanos estemos contaminando el
mar. Ponyo que es curiosa (y cuyo nombre original es Brunilda, en honor a una de
las Valquirias, algo que Miyazaki saco de escuchar La Marcha de las Valquirias
de Wagner) se siente atrapada por vivir
encerrada junto a su padre. Así que a la primera oportunidad se escapa para ver
mundo. Quiera la mala suerte que es arrastrada por una red y metida a presión
en un bote de cristal. Es entonces cuando se encuentra con Sousuke, un crio de
6 años que vive en una casa faro. La amista y el amor que se profesan, hacen que
Ponyo desee convertirse en ser humano, aunque ello trae maremotos y grandes
tormentas. Finalmente el poder del amor resolverá todo.
En la película no es que ocurra mucho, más bien es una
pequeña historia de amistad y amor, como ya he dicho en varias ocasiones, pero
es tan bonita y tierna, que se puede pasar por alto que su argumento sea
bastante simplón. Eso no quita para que los mensajes que transmite la película
(los ya citados, ecología, amor, amistad)
sean fuertes y den muy “buen rollo“.
Una preciosa película de animación que merece la pena ser
vista. A mí me ha costado 6 años verla, pero nunca es tarde cuando la dicha la
película es buena.
Por cierto, me choco mucho que la canción final de la película estuviera cantada en castellano, y es que en este caso la canción es muy infantil, pero aun así muy animada y pegadiza. ♫Ponyo, Ponyo, es una niña
pez, del mar ella ha venido, veras que guapa es♫.