Al margen de esto, el muchacho está usando una computadora
para desarrollar un proyecto de catapulta para una de sus clases, cuando con la
ayuda de un extraño libro, y por computadora, atrae al espíritu de un
brujo quemado de la inquisición, que le
pedirá una serie de elementos para que se manifieste, entre ellas, una hostia
consagrada y sangre.
Cuando los malos tratos son ya inaguantables, nuestro
protagonista conseguirá con facilidad esos elementos que le pide la
computadora, y comenzará su sangriente venganza, trayendo al mismísimo diablo.
“El Legado del Diablo” es un clásico de videoclub meramente
ochentero –y si quieren saber del jaleo de carátulas, les remito a la sección
correspondiente- que, además, es uno de los títulos que incluye la absurda
lista de los “Video Nasties”.
Protagonizado por el bisoñé de Clint Howard –el hermano de
Ron Howard, nada menos- estamos ante una
película de contenido satánico tan obvio, que hasta un papanatas como era Antón
La Vey, fundador de la Iglesia de Satán en Hollywood, la considera su película
favorita (hay que ser idiota. Todo un líder Satanista, con una legión de
seguidores retrasados a sus espaldas, declarando que su película favorita es
una en la que invocan a Satán. ¿Qué credibilidad ofrecía este imbécil? Máxime
cuando se trata el tema satánico de esta película de una forma tan palomitera y
populachera).
Ciertamente, y al contrario que otras coetáneas de la época
como “Lucifer”, lo que hace a “El Legado del Diablo” destacar por encima de
aquellas es que se lleva bien, que en cierto modo es entretenida, y aunque el
festival de sangre y gore tarda lo suyo en venir, por el camino nos divertimos,
ya sea con las putadas que le hacen los compañeros al prota, ya sea con el
perrito del que se quiere hacer cargo esta porque se encuentra solo, ya sea con
el intento homosexual de asesinarlo por parte de un anciano alcohólico… vamos,
que pasan cosas todo el rato. Y eso que el personaje de Clint Howard es
tremendamente antipático… ¡casi se merece el buying al que es sometido!
Por otro lado, tenemos bastante sangre, gore resultón y F/X
que chirrían tanto como nos gustan, así que la película en ese campo se queda
completita.
Por otro lado, y al contrario también que otras películas
afines de la época “El Legado del diablo recibe críticas positivas mayormente”,
así como goza de cierto culto en varios países. ¿Por ser un “Video Nastie”? es
posible ¿Por qué es un “Video Nastie”, porque es violenta y por su temática
Satánica. Sin más.
Curiosamente, la película es siempre emparentada con
“Carrie”, más que por la solvencia del director Eric Weston (que no es De
Palma), por lo descaro del expolio; El Cadete Coopersmith no tiene poderes
telquinéticos, pero si que es un pobre marginado que al final se vengará de sus
maltratadores, en un desenlace lleno de sangre, al igual que ocurría en
“Carrie”. Vamos que es un “Exploitation” en toda regla.
Cuando el guionista Joe Garofalo escribió la película, era
todavía más violenta y sangrienta y se iba a títular “The Foundling”. Sin
embargo, se imponía la era electrónica a principios de los ochenta, y con los
ordenadores completamente de moda, entre Garofalo y Weston modificaron el guion
para introducir en él los elementos informáticos, que no aportan nada a la
trama, pero que quedan de lo más moderno
y acorde con los tiempos que corrían; la película pasó a llamarse “Evilspeaks”
y en cierto modo se adelantó a las películas con elementos informáticos en sus
tramas. “El Legado del Diablo” es anterior a “Juegos de Guerra”, “La Mujer
Explosiva” o “Sueños Eléctricos”, por citar los títulos más populares… y ya
había ahí una señora computadora que pide sangre y hostias consagradas…
Cuando la producción estaba en todavía en pañales, se
planteó un presupuesto de un millón de dólares. ¿Cómo lo consiguieron? Llamando
a la puerta del empresario Libanés Sylvio Tabet, que ya había puesto pasta para
producciones como “El Señor de las Bestias” y había obtenido dinero con la cosa
esta del cine, así que no dudó cuando le tentaron con esta producción. Hasta
dónde no llegaba el dinero de Tabet, llegó el dinero de los médicos forrados
que deseaban invertir en el cine.
La película, prohibida en los ochenta en Inglaterra, contó
con su edición cercenada en VHS, en la que no había sangre, ni los textos
satánicos que aparecen en la computadora, hasta el año 2004, en el que por fin
se levantó la censura y apareció la película en DVD.
Obviamente, en el resto del mundo no pasó nada de esto que
la disfrutamos tal cual era, aunque asegura Clint Howard, que rodaron mucho más
material satánico y sangriento, pero que este se quedó en la mesa de montaje
tras el corte original.
Howard, que ya había hecho toda suerte de papeles en el
pasado, aquí obtendría uno de los poquitos papeles protagonistas que
interpretaría en su próspera carrera, que se mantiene hasta el día de hoy con
una dilatada filmografía a base de secundarios.
Junto a él, el otro rostro popular que aparece en la
película sería Richar Moll (Bull en juzgado de guardia, y dos o tres papeles en
“Noche en el tren del terror”, por ejemplo) que interpreta al malvado brujo
satánico, que fue ejecutado por la inquisición al principio de la película.
En cuanto al director Eric Weston, siguió haciendo
películas, no muchas, y siempre dentro de los parámetros de la Serie B/Z, donde
esta sería su película más destacable.
Por mi parte decir, que la carátula de la película me
aterraba tanto, tanto, tanto, que a pesar de que la tuve en mis manos
innumerables veces, nunca la alquilé… y vista hoy, me ha divertido tanto, que
pienso que fue una mala idea no haberla alquilado de crío; me hubiera entusiasmado.
Francamente maja.