Hace ahora quince años, dos aviones comerciales chocaron en pleno vuelo. Se culpó de ello al controlador aéreo, que descuidó por unos segundos su labor -para atender otro encargo-. En uno de esos aviones iban la mujer y la hija de un tipo que, lógicamente, se derrumbó cuando tuvo noticia de lo acontecido. Consideró un insulto a su dolor la compensación que le ofrecía la compañía y lo único que exigía es que pidieran perdón, pero nadie lo hacía. Pasado un tiempo, y sin haberlo podido superar, decidió culpar de todo al controlador aéreo. Así que lo buscó, lo encontró y le pidió que se disculpara. La mala respuesta de este volvió loco al hombre que en un ataque de ira lo apuñaló hasta matarlo.
Esta historia ocurrió de verdad. Y es la base sobre la que se apoltrona la trama de "Aftermath", producto que si ha alcanzado cotas de curiosidad se debe a que su co-productor es el prestigioso Darren Aronofsky, asociado nada menos que a Arnold Schwarzenegger, quien también se reserva el papel del padre de familia vengativo. Arnie está mayor, y no sé si porque nadie le quiere ya o por deseo propio, ha decidido refugiarse en productos algo más modestos de los que solía protagonizar y, sobre todo, más dramáticos, en los que se le exige un registro al que no nos tiene acostumbrados y que para él, de naturaleza pétrea, debe ser toda una aventura (incluido llorar). Eso y enseñar el culo, cosa que hace en esta película.
"Aftermath" se toma algunas leves licencias con respecto a los hechos auténticos. Digamos que son una excusa para contar su propia historia. Con todo, no esperen deslices propios de Hollywood. Ni, obviamente, al "chuache" sacando su lado de justiciero a lo "John Matrix" (aunque no pueda evitar recurrir a algunas de sus muecas clásicas), algo que, tal vez, nos intenta hacer creer el soso título español. Lo que aquí tenemos es un mega-dramón la mar de sobrio con un Arnold humano, sufriente y atormentado. ¡¿Que qué tal lo hace?!, no demasiado mal, la verdad.
Por si acaso, el director, Elliott Lester, rodea al ex-"Terminator" de actores muy solventes (en especial Scoot McNairy, interpretando al controlador aéreo) y un modo reposado de rodar que enfatice sensaciones, sentimientos y demás. En esta historia no hay buenos y malos, hay personas reales que dudan, lo pasan putas y el destino conduce hasta un trágico final.
Curiosamente, el guión corre a cargo de un españolo, Javier Gullón, que en su haber tiene cosas como "El rey de la montaña", "Agnosia" y "Hierro".
No sé si será que me hago vieja y me entran mejor esta clase de productos (aunque no incluya secuencias espectaculares del accidente, solo un ala desmontándose como imagen onírica a la que se recurre dos o tres veces), pero el caso es que "Aftermath" me ha sentado bien. Y me gusta esta nueva faceta de Arnold Schwarzenegger... que siga por ahí y olvide posibles intentos de recuperar la gloria perdida (lo que sí es un dramón en toda regla, y de los sórdidos).