Aunque esta
películas con estrellas internacionales probablemente funcionarían bien en el
resto del mundo, ya fuera en ediciones en vídeo, ya fuera en ventas a
televisión, lo cierto es que en España pasaron inadvertidas, si bien es cierto
que, mal publicitadas, y malas como el mismo diablo, lo más probable es que sus
estrenos comerciales en la península importaran un pimiento; no eran esas vías
las que harían que los bolsillos de Frade se llenasen, sino las anteriormente
mencionadas.
Estrenada
internacionalmente con el título de “The Naked Target”, en clara alusión y
explotando el tirón de la saga “The Nuked gun” - “Agárralo como puedas” , “Los gusanos no llevan bufanda” cuenta la historia de un inepto
mensajero neoyorquino que, sin saberlo, es enviado por la CIA a España a una
misión secreta, para la cual se le esposará a la mano un misterioso maletín
metálico. Una vez en España es recibido a tiros, comenzando así una trama
incomprensible, liosa e incoherente que se irá desarrollando entre gags cómicos
de sal gruesa. El tedio más absoluto se apodera del espectador.
Y es que
esta película es una rara avis, quizás, la película más extraña del cine
español. Una mezcla, intuyo que involuntaria, de acción al más puro estilo
americano –pero muy mal rodada- con la comedia española de toda la vida, la de
la pandereta, los cuernos y el esconder al amante dentro del armario.
Para que el
entramado internacional cuadre más, y rodada íntegramente en Madrid, se
soluciona esta papeleta rodando unos planos de Nueva York muy bonitos y
pintones que se colocarán al principio,
durante los títulos de crédito, y así queda cubierta la parte americana de la
película.
Protagonizada,
sin comprender muy bien por qué, por el actor Clayton Rohner, secundario
americano especializado en producciones de serie B, su nombre sonará a amantes
del género de terror al estar su nombre implicado en los repartos de películas
como “Inocentada Sangrienta”, “Lecturas Diabólicas” o más recientemente “The Human Centipede III”,
pero para el resto de los mortales, y más en concreto para el publico del cine
español, un completo desconocido. Rohner encabeza el reparto intentando ser lo
más gracioso posible, sin conseguirlo, y con cara de preguntarse todo el tiempo
qué demonios hace ahí.
Más
decadente resulta la aparición de Anthony Perkins dando vida a una especie de
putero homosexual adicto a los
accidentes de tráfico, con medio cuerpo articulado en plan robot, que va en busca de travestís y que por
motivos meramente cómicos, acaba contratando los servicios de nuestro
protagonista perfectamente disfrazado de mujer por motivos que no vienen al
caso, ni en lo que cuento, ni tan siquiera en la película. Y a pesar de lo
decadente de esta intervención del que fuera antaño Norman Bates en “Psicosis", esta se antoja de largo como lo mejor y más divertido
de la película, lo más desmadrado, y un claro guiño a clásicos de de la serie B
americana como, por poner un ejemplo, “La carrera de la muerte del año 2000”
producida por Roger Corman, en caso de que, efectivamente,
existiera la intención de homenajear por parte del director Javier Elorrieta.
Mucho me temo, que el posible homenaje, sería también involuntario, pero ahí
queda.
Más digno
sería el papel que desempeña Roddy McDowell, que venía directamente del tirón
que el actor adquirió al protagonizar al cazador de vampiros Peter Vincent en
“Noche de Miedo” y que daría vida al contacto español que
capitanea la misión de nuestro protagonista y si bien es cierto que su rol
sería el menos excesivo de toda la película, la cosa se torna bizarra cuando en
la sala de doblaje de la versión española de la cinta se decide que su voz sea
doblada por ¡¡Jesús Puente!! El actor tenía una larga carrera de doblaje a sus
espaldas, pero el tono de su voz y el hecho
de que por aquél entonces gozaba de cierta popularidad por presentar en
televisión diversos programas televisivos, hacen su presencia en la película
demasiado evidente como para que esto no resulte hilarante y, en cierto modo,
incluso ridícula.
Y a todo
este elenco internacional, imagínenselos interactuando con un enloquecido
Quique Camoiras que, sierra mecánica en mano, está a punto de rebanarle los
sesos a Clayton Rohner, o con un José Luis López Vázquez que da vida a un
oficial del ejercito cuya mujer, Beatriz Carvajal, le pone los cuernos, y
creyendo este que el amante de su mujer es el mismo Rohner, la emprende con él a tiro limpio, o con un
Juan Carlos Martín, recién salido de los programas televisivos de Tele Cinco y
que comenzaba con su fallida carrera cinematográfica compartiendo un momento
con Rohner en el que son masacrados a golpe de metralleta en la cornisa de un
edificio. El resultado es del todo hilarante, pero dista mucho de ser de
interés o minimamente divertido, pero si que es una comedia española para nada
convencional. Tampoco es convencional su director, Javier Elorrieta, hijo del
famoso productor José María Elorrieta, y que empezó su carrera como compositor
–suya es la partitura de “Descanse en Piezas” para la
que además hace un papelito- y protagonizó la película “Freddie, El Croupier" , para rápidamente pasarse a la dirección
cinematográfica facturando títulos de cierto prestigio como “La noche de la Ira” , despropósitos deleznables como “Demasiado caliente para ti”
o acabar dirigiendo “Sitcoms” de factura patria que muy bien se podrían reseñar
en este blog como pueda ser “Arévalo & CIA” a mayor gloria del
humorista Arévalo, para acabar sus días en el cine filmando directamente en
vídeo con “Humo y Azar”.
Actualmente,
compagina la dirección por encargo con su tardía carrera paralela como cantante
y de la cual ya cuenta con cuatro discos en el mercado.
Un director
curioso.