El BARS (Buenos Aires Rojo Sangre) es el festival de cine
fantástico más importante de latino América, lo que no significa que sea un
festival de alto copete si no, más bien, todo lo contrario. Si hubiera que
buscarle un equivalente patrio, este sería la maratón de Cotxeres de Sants en
Barcelona.
Allí se reúnen cada año, como pasa en Barcelona, como si de
una secta se tratase, una pequeña legión de fans del cine de género que ven las
películas a concurso entre improperios y vítores a la pantalla, convirtiendo
las proyecciones en una fiesta. Algo que es estupendo.
El BARS también es el lugar de encuentro de todos esos
cineastas, independientes se hacen llamar ellos, amateur es lo que son, que
proyectan allí sus películitas, por lo que el festival al final se convierte en
un lupanar de aficionados donde estos señores se dan palmaditas en la espalda,
desprecian al foráneo y hacen parroquia. Vamos, como las Cotxeras. Por lo tanto
impera en ese ambiente la pasión por encima de la razón, la fantasía y el tener
los pies un poco por encima de sus cabezas, en lugar de en el suelo. Van de
rebeldes, pero al final, y salvo honrosas excepciones (Adrián García Bogliano,
sin ir más lejos, sale de allí) son una panda de chavalitos jugando a hacer
cine. Además de mantener una deuda bastarda con el boom del gore de los 90 (que
se vivió a su vez en España) y del que ellos no se salen, y ser sus películas
una colección de clichés, postmodernismo y, en definitiva, poco menos que “fan
movies”.
Entonces, hace ya 10 años, con motivo del décimo aniversario
del festival, Elian Aguilar, uno de los habituales, le rinde tributo al
festival rodando un documental sobre algunos de los habituales a exhibir allí.
Y todo lo que vemos es papel mojado.
“Rojo Sangre, 10 años a puro género”, ni si quiera se
molesta en mostrarnos el origen, intenciones o dificultades que pueda presentar
un festival de este tipo, sino que se limita a entrevistar a miembros
representativos de su parroquia, que no hablan apenas del festival, en lo que
al final es una pataleta de niños malcriados.
Básicamente, esta panda de descerebrados que son
entrevistados (especialmente irritantes los integrantes de Vídeo Flims) lo que
hacen es echar pestes sobre el cine argentino, sobretodo del de autor, pidiendo
incluso que se les retire las subvenciones del gobierno, sin embargo, pidiendo
apoyo para ellos. Una reivindicación del género que se atreve a decir que todo
el cine argentino está desfasado, y que el bueno, el que tiene inventiva, es el
suyo “independiente” y de terror. O sea, quitadles las subvenciones a ellos,
que aburren a las vacas, y dádnoslas a nosotros que hacemos un cine divertido y
para el pueblo, es lo que parecen querer decir estos invitados. Cosa que me
parecería medio bien de no ser porque en esencia, todo lo que hacen la gente de
Farsa producciones o los de Video Flims y Fomento, con su pose guay y postmoderna —e incluso
agresiva—, por poner dos de los ejemplos más populares, no es más que cine de mentira sin alma ni
inventiva. ¿Reivindicar el cine fantástico argentino e independiente? Me parece
cojonudo, pero ¿Es que en verdad existe siquiera una escena? A mí me parece que
no. Además, de cada 100, uno es medio decente.
Entonces, no se esperen un documental que hable de un
festival consolidado, porque se encontrarán con las declaraciones una panda de
mediocres lloriqueando y condenando el cine que va a las salas de exhibición
comerciales, aunque estas sean de arte y ensayo.
“No les deis subvenciones a ellos, dádnoslos a nosotros que
somos mejores porque hacemos cine de género”, es lo que nos dicen una y otra
vez. Vaya una hipocresía.
En definitiva: yo quería ver el origen e idiosincrasia de
tan popular festival, y acaba el documental y no solo no me entero de que va el
asunto, sino que me encuentro con una gente, el fandom del cine de terror, y
los cineastas amateurs amigos del gore y las tripas y el cachondeo barato, de
los que quiero estar bien lejos.
Y es que, si hay algo que odie más que un fan medio del cine
de terror, es un fan medio del cine de terror que hace películas caseras. Y
esta es la crónica de uno de ellos.