En realidad, estamos ante una película de corte social y de
arte y ensayo de proveniencia francesa. Su título real es “Les lâches vivent
despoir”, algo así como “Los cobardes viven después” y en ningún momento se
hace referencia a un niño negro en el título. Se trata de una película con un
punto de vista amable hacia las relaciones interraciales y con un final esperanzador
y buen rollista en el que prevalece el amor ante el odio del que los
protagonistas son víctimas durante todo el metraje. Dirigida por Claude
Bernard-Aubet, director francés de cine de autor más o menos discretito, que
durante mucho tiempo estuvo firmando sus películas bajo el pseudónimo de Burt
Traver y cuyas películas, en muchas ocasiones, han llegado a estrenarse en
nuestro país, como por ejemplo y, que fuera medio popular en su momento, “Adiós,
te quiero”, con Bruno Cremer.
Es una película absolutamente moderna de la era beatnick,
con una banda sonora a base de Jazz histérico que sirve para dar énfasis a
según que escenas y, aunque es repetitiva, lenta y sosa, se puede ver sin mayor
problema, recordando en algunos momentos a las películas de nuestro Summers de
aquella misma época.
La gracia está en que la película pasó sin pena ni gloria
por salas francesas, pero fue adquirida en algún mercado de cine por
despiadados distribuidores americanos que operaban mayormente en autocines y salas de mal vivir. La película
sufrió un nuevo montaje, fue doblada, se le puso un nuevo y más explícito
título, “My baby is black”, y se convirtió en una pieza exploit que se vendía alterada, como si fuera una película terrible
sobre una mujer que tiene un niño negro no deseado. Y eso se consigue tan solo
haciendo que la escena final, en la que la mujer blanca trae un niño negro, sea
colocada al principio a modo de prólogo, dando lugar este nacimiento a unos
títulos de crédito un tanto inquietantes. Después de eso, la película
transcurre con normalidad. El resultado de este desbarajuste es que la película
se estrenó y pasó aún más inadvertida en el circuito de autocines que en las
salas de arte y ensayo francesas, puesto que se trataba de una película
demasiado light y convencional para lo que el público del Drive in demandaba.
Pronto, la película quedó enterrada en el olvido hasta que
la gente de Something Weird Vídeo la recuperó y la puso a disposición de los
usuarios en vídeo y DVD. Tampoco fue un título de los más demandados.
La película, como ya he dicho, se deja ver, pero más allá de
eso, lo importante es cómo fue distribuida por los americanos, que ni engañando
y escandalizando al personal consiguieron que esta película fuera un éxito. Ahora
bien; la versión francesa pasaría, sin duda, inadvertida ante mis ojos en
cualquier circunstancia, mientras que la americana, con ese título y tufillo
sensacionalista, ha llamado mi atención lo suficiente como para que indagara,
la viera y aquí la reseñara para todos ustedes. Y es que el título americano
“My baby is black”, conlleva consigo cierto racismo implícito que, por el
contrario, en ningún momento ocurre en el francés.
Por otro lado, curiosamente, en Francia incluso llegó a hacerse una novelización de la película en un libro homónimo que se vendía como si fuese una novela de autor cuando, probablemente, esta estuviera más cercana a las novelas románticas de Corin Tellado.
Adjunto tanto el póster francés como el americano de la película, porque, en cuanquier caso, ninguno de los dos
tienen el más mínimo desperdicio.