Cuando Sylvester Stallone estrenó la última entrega de las aventuras de su legendario "Rambo", pronto comenzaron a llegar las críticas negativas. En principio no me sorprendió, ya que vivimos en la era del rajismo descontrolado, especialmente si hablamos de lo que se cuece en redes sociales. Además, algunas de esas reacciones eran comprensibles, tal y como desarrollaré más adelante. Aunque parte de ellas se fundamentaban, única y exclusivamente, en el discurso políticamente correcto. Esas sí me sorprendieron. Es decir, agredían a la peli por considerarla sexista, racista y pro-Trump. En esencia, gracias a un ¿abuso? de imágenes de mal trato a chavalillas, por presentar a los mexicanos como los malos de la función (pero muy muy malos) y por ese alegre canto en pro de las armas y la justicia vengadora. Bien. Siempre he creído que criticar una película basándose únicamente en preceptos morales es una gran cagada. Pero tengamos presente que hablamos de "Rambo". En tiempos tan posmodernos como los que vivimos, en los que lo "cool" es decir maravillas del cine comercial hollywoodiense de los años ochenta, no hay que olvidar que todo ese material, e incluyo aquí a Schwarzenegger, Steven Spielberg o muchos hitos del terror de la década, eran tildados de basura en su estreno. Se consideraban productos motivados única y exclusivamente por intereses comerciales y, por tanto, carentes de ningún valor. Sí, las salas se llenaban de gente para verlas, pero el 99% de los críticos las hundían en la miseria. La audiencia y los gacetilleros supuestamente expertos habitaban mundos opuestos. Era lo normal y aceptado. Claro, hoy nos escandalizamos cuando a una nueva entrega de "Rambo" le caen palos a mansalva, sin embargo también a la peli del 85 se la machacaba por propagandista, racista y violenta. Así es como era y así es como debería ser. En cierto modo, tan negativa reacción ante la nueva epopeya del personaje era/es algo incluso positivo.
"Rambo: Last Blood", es decir "Rambo 5", viene dirigida por un matao que no nos importa porque, en realidad, todos sabemos que el gran cerebro pensante y ejecutor tras ella es un avejentado Sylvester Stallone. Duele verle en primer plano. Era aceptable comandando a los "Mercenarios". Y muy resultón en "John Rambo", o "Rambo 4", película que -ya lo adelanto- me mola un rato y es mejor que la presente. Pero es que esas ya tienen sus añitos, y es algo que se le nota a Sly. También daba grima Clint Eastwood en "La Mula", aunque al menos ahí interpretaba a un yayo gruñón y no se metía a masacrar malvados narcotraficantes. En realidad ¡les ayudaba! (y ya que hablamos de Clint, no puedo evitar mentar el parecido que en muchos sentidos guarda "Rambo: Last Blood" con "Sin Perdón". Incluso el plano del héroe crepuscular junto a las tumbas de sus seres queridos enterrados al lado de un fotogénico árbol). Si yo fuese Stallone, me plantearía situarme exclusivamente detrás de las cámaras o, cuanto menos, buscar papeles más afines a mi edad.
John Rambo ha cambiado el chip gracias a su querida sobrina adolescente. Es un hombre nuevo, tiene más ganas de hablar y sonreír, dejar atrás sus apetencias guerrilleras. Bueno, no del todo. Se ha currado una galería de túneles bajo el rancho que habita para sentirse como en casa. Resulta que la sobrina quiere conocer a su desaparecido padre, así que se pira a México y, una vez allí, cae en manos del cartel. Claro, en cuanto tito Rambo se entera, parte para allá dispuesto a recuperarla caiga quien caiga. Y son unos cuantos. Hasta que le toca a él. Le dan tal paliza que lo dejan hecho polvo. Y las cosas se ponen aún más feas. Al final, todo estallará en una especie de masacre situada en los túneles de un Rambo más cabreado que nunca y que recuerdan, muy mucho, a la famosa escena de "...Acorralado parte 2" en la que iba cazando uno por uno a rusos malos usando técnicas de camuflaje y trampichuelas varias.
Antes comentaba que algunas de las reacciones negativas en torno a la película eran comprensibles. Me refería a que, sí, cuesta creer que esta sea una aventura de "John Rambo". Básicamente porque lo han sacado de su entorno natural, la jungla, le han apartado de sus enemigos naturales, policías rednecks o ejércitos de ideologías contrarias, y le han cambiado el look. Lleva el pelo corto, por lo que no necesita usar una mugrienta cinta para sujetárselo y, oiga, cuesta habituarse a eso. Sin embargo, se puede soportar. Lo que realmente me chirría es que Stallone no interpreta a "Rambo", interpreta a "Rocky". Todo el arranque de la peli, con él en plan grandullón torpe pero de buen corazón y constante sonrisa torcida, individuo reposado que se toma la vida con calma y filosofía, nos recuerda al famoso púgil. En ningún momento al lacónico, parco en palabras y serio "John Rambo". Sí, lo justifican con lo de que ha mejorado como ser humano, pero claro, es que Stallone no tiene muchos registros que digamos y pasa factura.
No obstante, si dejamos a un lado todas estas apreciaciones pajilleras, en realidad estamos ante una película perfectamente digerible y bastante entretenida. Hubiese molado más no sumarla a ninguna franquicia y limitarla a ser una de justicieros seniles, pero tampoco es un trauma (¿por qué los villanos nunca tienen la misma edad que el protagonista? Estaría guay ver a un "action hero" abuelo combatir contra malhechores de su misma quinta). Lo que sí llama la atención es la cantidad de violencia salvaje que nos muestra. Es algo que ya hicieron, para sorpresa de todos, con "Rambo 4" -y de manera aún mucho más contundente-. Luego dijeron arrepentirse de ello porque todas esas escenas sangrientas habían asustado a una parte de la potencial audiencia, y por eso rebajaron el nivel en "Los Mercenarios". Sin embargo, para este "Rambo 5" retoman el asunto y se quedan a gusto.
Es dato conocido que buena parte de "Rambo: Last Blood" está rodada en Santa Cruz de Tenerife. De ahí que veamos varios rostros autóctonos como una Paz Vega cada día menos guapa (¡con lo que ella había sido!) y Sergio Peris-Mencheta + Óscar Jaenada haciendo lo que siempre cuando un actor español es fichado por Hollywood: mexicano y, a poder ser, traficante. ¡Ja!.
La peli ha sido un fracaso de taquilla. Son malos tiempos para el cine y, especialmente, para ese de catadura "moralmente discutible". Ya no estamos en los ochenta, amiguitos. Así que es muy posible que este sea realmente el "last" "Rambo" que veamos. Teniendo en cuenta que Stallone suele recuperar a aquel y/o a "Rocky" cuando las arcas se tambalean, y que esta vez no ha cundido, seguramente sí se acabe aquí. Y creo que haría lo correcto. Porque, aunque como peli palomitera "Rambo: Last Blood" funciona, como colofón a una saga mítica, la verdad es que la sella de un modo tirando más bien a deslucido.