Segunda película de Eligio Herrero, de corte post-apocalíptico y sin diálogos, que aprovechaba las localizaciones y decorados de su anterior “Jane, mi pequeña salvaje”,
rodada al mismo tiempo que esta en las Islas Canarias. En realidad la que le interesaba hacer a Herrero era “Animales
racionales”, surrealista y con ramalazos hacia el cine experimental,
pero por si acaso fracasaba, y para curarse en salud, rodó “Jane, mi
pequeña salvaje”, en teoría un éxito anticipado con actores de primer
orden, cuyas ganancias servirían para cubrir las perdidas que el
director intuía que podía tener esta marcianada. Ninguna de las dos
funcionaría especialmente. Sin embargo, y al tratarse de una película
que carece de diálogos, “Animales racionales” se convertiría a
posteriori en un film de culto que ha sido recientemente rescatado y
remasterizado en 4K para su posterior lanzamiento en Blu-Ray por el
sello Mondo Macabro.
Tras una explosión nuclear, tres personas se
encuentran en medio de una isla desértica. Después de asumir lo que ha
sucedido agradecerán el estar vivos. Dos de ellos, un chico y una chica
rubia son hermanos (según el propio Herrero) y el tercero en discordia,
es un roquero suburbial que al ser consciente de que ha sobrevivido a un
holocausto nuclear, mostrará su alegría ofreciendo un recital de “Air
guitar” (¿?) a sus parteneirs. A partir de ese momento, comenzará la
lucha por la supervivencia en la isla, buscándose el alimento o
enfrentándose a peligros varios, como unos extraños cangrejos de colores
que moran en las arenas y a los cuales acabarán devorando (otra vez
[¿?]). Pronto aparecerá por allí un perro que les guiará hacia una zona
donde hay más seres vivos que les servirán para alimentarse, lo que
junto al paso del tiempo propiciará que se generen las competencias
entre unos y otros por conseguir los favores sexuales de la señorita. Se
la acaban pasando por la piedra el roquero, su hermano y hasta el
perro. Y lo que comenzó como una vulgar competencia, acaba
convirtiéndose en una carnicería.
Desde luego se trata de una
película rara, misteriosa y desperada, con una fotografía muy colorida
donde imperan los tonos rosa y azul pastel y que, aunque en un principio
aparente ser cutre y salchichera, lo cierto es que está hasta bien dirigida y
me parece una proeza que con las misma localizaciones y decorados
utilizados para una comedia tonta que explotaba “El lago azul”
como es “Jane, mi pequeña salvaje”, Eligio Herrero consiga ambientar la
cosa en un entorno post-apocalíptico y, más importante todavía, que de
el pego. O al menos lo da hasta bien entrada la hora de metraje, cuando
se supone que ha pasado el tiempo y nuestros tres protagonistas lucen
pelucones y taparrabos, y más que una película post-apocalíptica parece
como si estuviéramos viendo una de cavernícolas. Ahí ya da
menos el pego.
Pero flipamos colorines con todo lo demás que sucede, situaciones imposibles que van desde el incesto hasta la zoofilia,
pasando por el homosexualismo por descarte (en un momento en el que la
chica yace con el can, como ofrenda tras haber traído la pieza de comida
más grande), por parte de los otros dos competidores masculinos.
No
se trata de una película corta precisamente, llega a la hora cuarenta,
por eso me resulta sorprendente lo bien que se aguanta el visionado. Se
trata de una obra con lo contemplativo por bandera, sin diálogos,
con largos paseos por los desiertos volcánicos y polvetes soft de más de
tres minutos.
Se clasificó “S”
por lo escabroso de todo lo que cuenta, por los desnudos, la follambre y
la violencia, pero no se trata de un producto “S” al uso, que eran
todos un coñazo; esto es algo infinitamente más interesante que todas
aquellas comedietas guarrindongas y creo que tiene algo más de valor.
Eligio Herrero venía de hacer algún dinero trayendo películas fantásticas del más variado pelaje para ser
estrenados en cines de barrio y sesión continua. Cuando decidió dar el
paso a la producción, lo hizo con estas dos de las que les he
hablado (entre otras), y aunque recuerdo que en su momento “Jane, mi
pequeña salvaje” gozó de cierta popularidad, lo cierto es que Herrero no
ha vuelto ha hacer más cine tras “Animales racionales”. Y sin
duda, se trata de una de las rarezas del cine español.
Por otro lado,
al tratarse de una película en la que tres individuos (y el perro Larry
según los créditos) exploran su sexualidad en una isla desértica, muy,
muy cogido con pinzas, pero podríamos decir también que se trata de otro
de los exploits españoles de “El lago azul”… ¿Me aceptan pulpo?
Como
protagonistas tenemos a José Yepes representando la parte hispánica de
la película, al que hemos visto en un montón de títulos en calidad de
secundario habiendo trabajado para Paul Naschy, Mariano Ozores, Fernán Gómez,
etcétera, así como se le puede ver en un buen puñado de teleseries de producción nacional. En la parte guiri, tenemos a
Carole Kirkham a la que vemos hasta las amígdalas, apareció también en
“Latidos de pánico” y en esa obra neo-nazi tan salada que es “I Love Hitler”.
Y Geir Indvard sería el actor que da vida al hermano de esta. Los tres
aparecen en papeles secundarios en la anteriormente mentada “Jane, mi
pequeña salvaje”, lógicamente.
Por cierto, el póster de “Animales racionales”, me parece cojonudísimo.