Otra de las películas pertenecientes al periodo de decadencia de Edward D. Wood Jr. Un pornete tempranero —que se rueda a principios de los 70, justo con la industrialización del género— inspirado en una de las novelas de “a duro” que escribía Wood, “The only house”, que tan pronto como se rodó, y gracias a la incapacidad del amigo Eddie de conseguir distribución en condiciones, se perdió en el éter sin que nadie supiera nada hasta finales de los años 80, cuando los estudiosos de Ed Wood, Alexander W. Kogan Jr. y Rudolph Gray, tras años de buscar los resquicios del considerado peor director de todos los tiempos, encontraron la película en un polvoriento almacén de Los Angeles.
Indiscutiblemente, Ed Wood era un autor puro; “Necromania” es un porno normal y corriente pero que trae consigo toda suerte de señas de identidad propias del director, llenando los decorados de color y efectos esotéricos (todo muy cutre) que le servirán para ilustrar una historia cuyo guion es tan demencial y desmadrado como habitual en cualquiera de sus producciones previas, solo que aquí adapta sus gustos y obsesiones al mundo del porno en el que osó invertir dos días de filmación y la irrisoria cantidad de 7000 dólares.
La sinopsis de por sí es bastante simpática: Un matrimonio tiene problemas porque él no es capaz de enderezar el rabo en sus relaciones sexuales. En lugar de acudir al urólogo, deciden consultar a una nigromante que le hace un conjuro de sanación a base de restregarse una calavera por las tetas. Pues, ni por esas consigue que el muchacho tenga erecciones. Esto motivará que la mujer se lance al lesbianismo, mientras que la nigromante aprovechará para acostarse con nuestro disfuncional protagonista.
Una de las muchas gracias de esta película consiste en que, por algún extraño motivo, Wood decidió firmarla, ejerciendo de productor, director y guionista, bajo el seudónimo de Don Miller, mientras que, por otro lado, en los títulos de crédito se anuncia que el elenco prefiere permanecer en el anonimato. Ergo, los actores y actrices no aparecen acreditados, sin embargo no son amateurs desconocidos, tienen nombre y un indiscutible culto dentro de la pornografía. Así, tenemos en pantalla a la estupenda, súper sexy y voluntariosa Maria Arnold, también conocida como Maria Aronoff, dando vida a la nigromante. Arnold, además de hacer unas felaciones que quitan el hipo, después de “Necromania” desarrolló una carrera dentro del porno y el cine de Serie B/Z apareciendo en films de interés como puedan ser “No mires tanto… o te quedarás ciego”, “Las eróticas aventuras de Don Quijote” o “Masacre en la universidad” en la que, dicen, también tuvo algo que ver Ed Wood; René Bond, follable pero no tan apetecible como la Arnold, aparecía en cosas como “The Jekyll & Hyde Portfolio” y, valga la redundancia, en “The adult version of Jeckyll & Hyde”. Bond sería aquí nuestra protagonista femenina, la esposa del pichafloja interpretado por Ric Lutze, al que veríamos empalmado en toda suerte de películas eróticas y pornográficas, siendo una de las más populares “Auditions”, guionizada en su momento por el bueno de Charles Band.
“Necromania” tiene la suerte de nutrirse de todos los vicios y virtudes del cine —y maneras de hacer— de Edward D.Wood Jr., por eso, además de que la dirigió ataviado con sujetador y camisón rosa, tenemos cosas tan “woodianas” como dejar en el corte final una toma falsa en la que Ric Lutze tiene dificultades para desenredar unos pantalones que se va a poner; en consecuencia, el actor se descojona en escena para a continuación insertar Wood (que también montó la película) un plano aleatorio y volver a en el que ya tiene los pantalones puestos. Simplemente delirante. También, hacia el final, durante un ritual en el que una mujer surge de un ataúd (propiedad del mentalista y amigo de Ed, Criswell), vemos en plano general que lo que sale parece un señor disfrazado de señora... Luego vamos a un plano medio donde, ahora sí, se ha dado el cambiazo y reconocemos a la actriz. Este montaje me genera dudas porque ¿eso que asemeja un hombre lo es en realidad? ¿O es, simplemente, que la chica está fatalmente iluminada? Esto que voy a decir es una elucubración, pero, durante mucho tiempo se ha especulado que Ed Wood aparecía acreditado como actor en la película, aunque no le vemos. Según dicen, porque su intervención fue amputada del montaje final. Yo creo que en realidad, eso que parece un señor disfrazado de chica en picardías es el propio Ed Wood, de ahí el crédito como actor. Repito, son solo elucubraciones mías.
También se cuenta que ofreció a Vampira (es decir, Maila Nurmi) el papel de la nigromante, pero esta declinó la oferta. Según unas fuentes lo rechazó porque el aparecer en esta película suponía un suicidio profesional, mientras que otras aseguran que rehusó porque se estaba recuperando de un derrame cerebral. Le dijo a Ed Wood que apenas podía caminar y, este, manifestó no encontrar ningún problema en ello, instándola a que saliera sentada. Ante la negativa de la actriz, lo que hizo fue maquillar a Maria Arnold para que se pareciera a Vampira lo máximo posible. Hay mucho empeño en querer hacer parecer a Wood mucho más fascinante de lo que en realidad era, por lo que me creo la primera versión: “Si salgo en esta mierda me cargo mi, de por sí, maltrecha carrera”.
Pornógrafos especializados aseguran que, por las características de “Necromania” (esto es, cine porno explícito con guion y argumento), pertenece sin ningún tipo de problemas a la edad de oro del género, junto a títulos como “El diablo en la señorita Jones”, “Tras la puerta verte”, “Mona, The virgen Nynph” o “Garganta profunda”.
Verdaderamente, se trata de una película de Ed Wood con todas sus letras, resulta divertida gracias a lo marciano de los diálogos, su torpeza y su sentido estético. Como producto porno es tan competente como cualquiera de las de aquella época, sino superior por todo esto que les he contado. En definitiva, y al contrario que el otro largometraje inspirado en la novela “The only house”, “The only house in town”, que es ya el resultado de una salud mental bastante trastocada, “Necromania” sí merece ser tenida en cuenta dentro de la filmografía del director, así como una muestra de porno seminal que, a rasgos generales, mereció más suerte. Porque, igual sí hay que hacer un esfuerzo para ponerse cachondo viéndola (después de todo, esa es la finalidad de cualquier película porno), pero cuando aparece Maria Arnold chupando pollas de esa manera en que lo hace, se consigue.
Existen dos versiones, una soft y otra X. La única diferencia es que la soft cambia las secuencias de penetraciones por otras en las que no las hay, pero sí mucha lamida alrededor de los genitales, mostrados igualmente a las bravas, más desagradable que el concierto de polla fláccida intentando entrar en la versión X. Recientemente, “Necromania” se ha editado en nuestro país en DVD, incluyendo las dos versiones. Los completistas pueden estar contentos.