Tal día como hoy, el cuerpo pide una ración de invasiones / ataques a tierras norteamericanas... pero al estilo AVT.
En 1996 "Warner Brothers" confió sendos milloncejos al entonces aún candente -aunque ya le quedaba poco- Tim Burton para llevar a la pantalla, con todos los lujos imaginables, una comedia de ciencia ficción inspirada en unos famosos cromos surgidos en la Norteamérica de los años 60 llamados "Mars Attacks!" y en los que, a través de ilustraciones excelentes (de manos no menos excelentes como las de Wally Wood, entre otros), se mostraban los estragos de una invasión de marcianos de aspecto terrorífico. Al disponer de un alto contenido violento y truculento, se detuvo su producción. Pero el mal ya estaba hecho. Los cromos de "Mars Attacks!" habían dejado huella y ya formaban parte de la cultura popular yanki. A mediados de los ochenta, nada menos que Alex Cox intentó levantar un proyecto cinematográfico basado en los mismos, pero no prosperó. Tuvieron que pasar unos diez años hasta que, finalmente, ocurrió. Como era de esperar, y aunque no se puede negar que la película reseñada tiene sus gotitas de mala leche, en realidad el tono es mucho más light que el de los cromos. Los mismos marcianos han perdido parte de su aspecto amenazante, los rasgos son menos cadavéricos y han disminuido la altura. Casi parece que, con la excusa, Burton y "Warner" quisieran sacarse de la manga unos nuevos "Gremlins".
La historia no tiene más truco: Los habitantes de Marte nos invaden. Viviremos la movida a través de los ojos y experiencias de una serie de personajes tan diversos como el atolondrado presidente de los USA (y el resto de su equipo), un chaval que vive con su familia disfuncional en una caravana (y que, por cierto, a lo largo de toda la peli luce una camiseta del grupo punk-gótico "Alien Sex Fiend", detalle este probablemente aportado por Burton), un ex-boxeador reciclado en atracción para un casino de Las Vegas, un empresario hotelero desquiciado o una madre y sus revoltosos retoños.
El humor que gasta, en general, es un rato tontaina. Hay gags que funcionan (como el ovni dirigiendo un obelisco para que caiga encima de un grupo de boy scouts) y otros que dan vergüenza ajena (el de las coristas de Tom Jones). Se mata a mucha peña. Se mata a animales. Y al final se vence a los marcianos usando la misma técnica que se usaba en la famosa y costrosa "El ataque de los tomates asesinos". ¿Plagio, guiño o imitación involuntaria?. A saber, pero apuesto una pierna a que Burton conoce perfectamente la peli de John De Bello.
Sin duda, uno de los aspectos más llamativos de "Mars Attacks!" es su generoso reparto. Hay de todo y para todos los gustos, aunque permitan que destaque aquellos que más me llaman la atención por diferentes motivos: Jack Nicholson haciendo el Jack Nicholson (y en doble papel), el añorado -en pantalla grande, que recientemente ha aparecido en la pequeña- Martin Short, el bueno de Michel J. Fox justo cuando su carrera comenzaba a declinar, Rod Steiger semi-rescatado tras años de telefilms y pelis baratuchas, Jim Brown y Pam Grier rememorando el espíritu del blaxploitation (un año después el asqueroso Tarantino ficharía a esta última para "Jackie Brown" y todo dios comenzaría a hablar de "recuperación", cuando la tetuda Grier llevaba años sin dejar de currar), un Jack Black casi irreconocible, Joe Don Baker en plan redneck y el cineasta Barbet Schroeder marcándose un cameo.
Vi "Mars Attacks!" cuando se estrenó en el cine Niza de Barcelona y no puedo decir que me gustara mucho. Una de las consecuencias más irritantes consistió en que el público, y los gacetilleros de mierda de siempre, la convirtieron en el reverso "cool" de la entonces aún reciente "Independence Day". Se decía que Burton hacía chota de aquella. Y puede que así sea. De hecho, todo el film gasta un tufo considerable a coña facturada por las mentes liberales de Hollywood, pintando a los patrioteros y/o militaristas como monos retrasados. En general todos los personajes son muy estereotipados y se ve a la legua su función, como el rollo de que los marginados y raritos son siempre los buenos y los que salvan la papeleta. Buf...
Vista hoy, sin tantas manías, puedo decir que los efectos especiales de CGI han envejecido bastante mal, cantan como una almeja, y que sigue siendo increíblemente tonta... pero entretenida cuando lo que busques sea un poquillo de saludable escapismo.
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sábado, 11 de septiembre de 2021
viernes, 26 de diciembre de 2008
GLEN OR GLENDA
Papá Noel me ha traído un pack con todas las pelis de Ed Wood. Y a mí sus películas no me gustan, me gusta el biopic de Tim Burton y sobretodo el personaje, pero lo que son las películas, son malas. Ni siquiera llegan a ser divertidas por ello. Son inaguantables.
Pero siento predilección por "Glen or Glenda", esa si que me gusta, quizás porque en realidad es una autobiografía velada de Wood, o porque es la más entretenida de todas.
Y es que es muy simpática. Lo mejor, a parte de ver al desinhibido Wood vistiéndose de mujer, es la presencia de Bela Lugosi. Ese “¡Pull the strings!” ha pasado a los anales de la historia, así como su sobreactuada interpretación, mirando desde un sillón orejero a la humanidad y diciendo lo que opina de ella.
Luego, esas imágenes que no vienen a cuento tan pretendidamente "artys", ese material de relleno que vemos con una voz en off metiéndolo con calzador en la trama y esos diálogos absurdos, sí que provocan un poco de risa. Pero lo grande eran las ganas de Edward D. Wood Jr, por contar su historia (o eso nos hizo creer Tim Burton, claro).
Lo que mas se asemeja a "Glen or Glenda" son esas pelis propagandísticas que intentaban alejar a los jóvenes de la droga de una forma exagerada, y todas son bastante peor que esta, la mejor película del mal llamado peor director de la historia del cine, y la única destacable de su filmografía, porque "Plan 9 from outer space" está sobrevalorada -incluso como peli mala- y es un autentico coñazo.
Pero siento predilección por "Glen or Glenda", esa si que me gusta, quizás porque en realidad es una autobiografía velada de Wood, o porque es la más entretenida de todas.
Y es que es muy simpática. Lo mejor, a parte de ver al desinhibido Wood vistiéndose de mujer, es la presencia de Bela Lugosi. Ese “¡Pull the strings!” ha pasado a los anales de la historia, así como su sobreactuada interpretación, mirando desde un sillón orejero a la humanidad y diciendo lo que opina de ella.
Luego, esas imágenes que no vienen a cuento tan pretendidamente "artys", ese material de relleno que vemos con una voz en off metiéndolo con calzador en la trama y esos diálogos absurdos, sí que provocan un poco de risa. Pero lo grande eran las ganas de Edward D. Wood Jr, por contar su historia (o eso nos hizo creer Tim Burton, claro).
Lo que mas se asemeja a "Glen or Glenda" son esas pelis propagandísticas que intentaban alejar a los jóvenes de la droga de una forma exagerada, y todas son bastante peor que esta, la mejor película del mal llamado peor director de la historia del cine, y la única destacable de su filmografía, porque "Plan 9 from outer space" está sobrevalorada -incluso como peli mala- y es un autentico coñazo.
martes, 15 de julio de 2014
OZ, UN MUNDO FANTÁSTICO
Los ingredientes son, a priori, los adecuados para dejar huella en toda una generación: Año, 1985. Producción Walt Disney de imagen real que se anuncia como continuación directa de "El mago de Oz", adaptando a la par los dos libros secuela originales escritos por el mismo L. Frank Baum, "The Marvelous Land of Oz" y "Ozma of Oz". Y, sin embargo, ahora que todo lo ochentero mola tanto -más aún si hablamos de cine-espectáculo- pocos parecen acordarse de "Oz, un mundo fantástico", traducción que recibió en España el mucho más directo y adecuado "Return to Oz" (no confundir con "Oz, un mundo de fantasía", el puto estropicio que perpetró Sam Raimi en 2013). Por lo visto 1985 no fue precisamente el año de Disney, porque también entonces estrenaron la famosa "Taron y el caldero mágico" que fue un desastre comercial por resultar demasiado siniestra. ¿Es ese el mismo caso de "Oz, un mundo fantástico"?... pues en parte sí, pero en parte no.
Veréis, según he leído por ahí, hay quien achaca el fracaso a que la peña esperaba una continuación pura y dura del clásico de 1939, el colorido musical con Judy Garland y, no, esta nueva aventura queda bastante, bastante lejos de aquella. No incorpora canciones y, como decía, Disney insiste en apostar por un tono tirando a oscuro y extraño. El cocktail resultante, obvio, fue lo bastante indigesto como para que las familias no acudieran en masa al cine a verla, quedando así como una pequeña pieza anómala en el siempre reivindicado panorama cinematográfico de tan florida década. Es más, ni tan siquiera yo piqué a pesar de que "Fotogramas" inundaba sus páginas con enormes fotos del film y su peculiar fauna. Tal vez también se debiera a la edad, en 1985 cumplí los 13 y prefería ver cosas como "Regreso al futuro" antes que productos -aparentemente- para críos. Ayer noche fue mi primera vez.
Han pasado seis meses desde que Dorothy llegó del mundo de Oz. Desafortunadamente nadie cree las historias tan raras que cuenta sobre leones cobardes y hombres de hojalata, así que deciden llevarla a un inquietante psiquiátrico para someterla a electroshock (!!!!!). Pero, justo antes de que el doctor pueda darle al "On", se funden los plomos y Dorothy escapa. Cae en un río y la corriente se la lleva hasta... el mundo de Oz.
Una vez allí, y en compañía de una gallina habladora (esta vez Totó se ha quedado en Kansas), descubre que el paso del -poco- tiempo no ha tratado nada bien ni al camino de las baldosas amarillas, ni a la ciudad Esmeralda, que se encuentran en ruinas. Para colmo, los habitantes parecen haber sido convertidos en piedra, incluidos el león cobarde y el hombre de hojalata. Al Espantapájaros lo han secuestrado. ¿Quién es el culpable?, un personaje llamado Rey Gnomo que habita en el interior de una montaña. Así las cosas, Dorothy hace nuevos amigos, un soldado mecánico que funciona a cuerda (Tik-Tok), Jack Pumpkinhead (con una calabaza sobre los hombros) y un alce disecado y, tras enfrentarse a una malvada bruja de cabeza intercambiable, pone camino a la montaña para rescatar a su viejo amigo relleno de paja.
Pues sí, "Oz, un mundo fantástico" hace gala de algunos ingredientes bastante rarunos y oscuros. El arranque ya tiene tela, con esa Dorohty a la que dan por chalada y su ingreso en un manicomio donde piensan freirle el cerebro. O el deprimente estado en que se encuentra el mundo de Oz. Telita. Pero es que luego la cosa no mejora mucho. Todo es bastante surrealista y absurdo. La secuencia en que la bruja mala despierta sin cabeza y persigue a la niña mientras los perolos que tiene guardados en vitrinas gritan como posesos. La llegada a la montaña, donde el Rey Gnomo la someterá a una prueba de los más chorra y arbitraria, sin mucho sentido ni justificación. O, ya puestos, el poco coherente modo en que los héroes acaban con él.
Tampoco resulta tranquilizador cuando, una vez resuelto el entuerto, Dorothy se despide de sus amigos apresuradamente, casi contra su voluntad y no demasiado "happy-mente", mientras la princesa que la devuelve a Kansas se la mira fijamente y sin transmitir ninguna emoción (tal vez ello se deba al talento limitado de la actriz que le da vida, ¿quién sabe?). Claro que también podría pensarse que lo narrado se trata de, simplemente, el efecto del electroshock sobre el joven cerebelo de la protagonista. El Rey Gnomo se parece mucho al doctor y la antipática enfermera de aquel es igual que la bruja de las cabezas intercambiables (ambos son los mismos actores). O el hombre mecánico, que recuerda vagamente a la máquina de electroshocks. En fin, saquen sus propias conclusiones que yo sacaré las mías.
Supongo que el presupuesto de la película sería generoso, aunque no tanto como para superar pequeñas limitaciones técnicas propias de una época en la que los efectos especiales todavía eran mayormente artesanales. Por ejemplo, Jack Pumpkinhead y el Espantapájaros apenas lucen articulaciones en sus rostros. Uno estira la calabaza y el otro abre un poco la boca, pero de ahí no pasa (y según he leído, efectivamente ello se debió a que no quedaban más dólares en el banco). Pero tampoco molesta. A un anciano de mi porte ya le mola eso de encontrarse con trucajes de la vieja escuela: un porrón de stop-motion, otro porrón de animatronics, bastantes mate paintings, algunos cromas, etc, etc. Delicious!!.
Dichas limitaciones impiden que sus responsables puedan desmadrarse mucho más, centrando la historia en los personajes y las situaciones justas y exprimiéndolos lo máximo posible... aunque sea a base de diálogos. Pero vamos, que la peli está maja. Resulta entrañable toda ella. Cierto es que llegada la parte del Rey Gnomo se torna un pelín plomiza, pero aún así uno la puede disfrutar y, obvio, ponerse nostálgico en el proceso. A pesar de que el invento no rulara favorablemente en las taquillas, generó cierto -bonito- merchandising y, como era de prever, un selecto club de fans. Habitando un mundo tan extraño como el nuestro, ¿quién necesita a Oz?.
En cuanto al personal implicado, encontramos nombres bastante curiosos, comenzando por el reparto. A Dorothy le da vida, en su debut cinematográfico, una requetejovencita Fairuza Balk, cuyas inconfundibles agresivas facciones volveríamos a ver en películas como "Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto" (interpretando a una puta teenager), "Jóvenes y brujas" (el film que la hizo popular), "American History X" (como la novia nazi del prota, aquí incluso pueden verle las ubres) o en el reciente "Teniente corrupto" de Werner Herzog. La acompañan Nicol Williamson (el Merlin del famoso "Excalibur" del 81. También cura en "El exorcista 3"), Jean Marsh (haciendo lo que era su especialidad a raíz de la famosa serie "Arriba y abajo", persona estirada y antipática), Piper Laurie (la madre de "Carrie" en el clásico de De Palma. Vamos, que esto de cuidar crías no se le daba muy bien, visto lo que hizo con aquella y lo que hace con Dorothy en esta -aunque no interpreta a su madre, si no a su tía-), Matt Clark (actor básicamente televisivo de muy familiar faz), el enano de rigor, Deep Roy (que a pesar de la currada que se pegó en el "Charlie y la fábrica de chocolate" de Tim Burton interpretando a todos los "Oompa Loompa", siempre le recordaré por su intervención en "Licencia para amar y matar"), Emma Ridley (básicamente famosa por el escándalo que lió cuando decidió contraer matrimonio con tan solo quince primaveras, dos años después de intervenir en la peli de Disney, de otro modo imagino que no la hubiesen querido tocar ni con un palo) y, en un papel muy segundón, la guapa Sophie Ward (que ese mismo año se haría popular como la novia del joven Sherlock Holmes en "El secreto de la pirámide". Su carrera posterior no acabó de despegar, interviniendo en productos segundones, telefilms o cosas de terror como "Waxwork: El secreto de los agujeros negros" y "Book of Blood").
El director, Walter Murch, venía del campo del montaje, actividad esta de la que se responsabilizó en pelis del calibre de "Apocalypse Now", "La insoportable levedad del ser", "El Padrino, parte 3", "El paciente inglés" o la reciente "El hombre lobo". Durante mucho tiempo "Oz, un mundo fantástico" fue su primera y casi única peli como mandamás (lógico después del fracaso que supuso), hasta que en el 2011 su amigo George Lucas le rescató para que dirigiera un capítulo de la serie "Star Wars: The Clone Wars" (previamente Murch había trabajado como montador para Lucas en el corto "Captain Eo", que dirigía su también colega Francis F. Coppola. No en balde Lucas aparece en los agradecimientos del film reseñado y, según Imdb, Coppola hizo de eventual asistente para Murch, aunque no figure acreditado). Desde entonces ha seguido dedicándose a aquello que mejor se le da, cortar y pegar celuloide (o frames).
Es en el apartado de los efectos especiales y de animación donde encontramos también unos cuantos nombres genuinamente interesantes. Por ejemplo, Will Vinton, reputado y respetado especialista en mover plastilina, aquí máximo responsable. Lyle Conway, creador del monstruo que protagonizaba "El terror no tiene forma". Y Henry Selick encargándose del storyboard. Justamente, Selick acabaría prosperando mucho como director, suyas son "Los mundos de Coraline", "Monkeybone", "James y el melocotón gigante" y, ¡¡YES!!, la famosa y fermosa "Pesadilla antes de Navidad". Que no, que el director no era Tim Burton, era Selick, al que el de los rizos hizo sombra (en realidad la función de aquel fue como guionista y diseñador de personajes, aunque este último dato resulte algo discutible a poco que conozcas la obra de Edward Gorey). Justamente, en "Pesadilla antes de Navidad" tenemos como protagonista a Jack Skellington, que en un momento dado aparece bajo la forma de un tipo con cabeza de calabaza muy parecido al Jack Pumpkinhead de "Oz, un mundo fantástico". ¡Alehop!, y así termino con una de esas piruetas con las que tanto me gusta finiquitar estas malditas reseñas.
Veréis, según he leído por ahí, hay quien achaca el fracaso a que la peña esperaba una continuación pura y dura del clásico de 1939, el colorido musical con Judy Garland y, no, esta nueva aventura queda bastante, bastante lejos de aquella. No incorpora canciones y, como decía, Disney insiste en apostar por un tono tirando a oscuro y extraño. El cocktail resultante, obvio, fue lo bastante indigesto como para que las familias no acudieran en masa al cine a verla, quedando así como una pequeña pieza anómala en el siempre reivindicado panorama cinematográfico de tan florida década. Es más, ni tan siquiera yo piqué a pesar de que "Fotogramas" inundaba sus páginas con enormes fotos del film y su peculiar fauna. Tal vez también se debiera a la edad, en 1985 cumplí los 13 y prefería ver cosas como "Regreso al futuro" antes que productos -aparentemente- para críos. Ayer noche fue mi primera vez.
Han pasado seis meses desde que Dorothy llegó del mundo de Oz. Desafortunadamente nadie cree las historias tan raras que cuenta sobre leones cobardes y hombres de hojalata, así que deciden llevarla a un inquietante psiquiátrico para someterla a electroshock (!!!!!). Pero, justo antes de que el doctor pueda darle al "On", se funden los plomos y Dorothy escapa. Cae en un río y la corriente se la lleva hasta... el mundo de Oz.
Una vez allí, y en compañía de una gallina habladora (esta vez Totó se ha quedado en Kansas), descubre que el paso del -poco- tiempo no ha tratado nada bien ni al camino de las baldosas amarillas, ni a la ciudad Esmeralda, que se encuentran en ruinas. Para colmo, los habitantes parecen haber sido convertidos en piedra, incluidos el león cobarde y el hombre de hojalata. Al Espantapájaros lo han secuestrado. ¿Quién es el culpable?, un personaje llamado Rey Gnomo que habita en el interior de una montaña. Así las cosas, Dorothy hace nuevos amigos, un soldado mecánico que funciona a cuerda (Tik-Tok), Jack Pumpkinhead (con una calabaza sobre los hombros) y un alce disecado y, tras enfrentarse a una malvada bruja de cabeza intercambiable, pone camino a la montaña para rescatar a su viejo amigo relleno de paja.
Pues sí, "Oz, un mundo fantástico" hace gala de algunos ingredientes bastante rarunos y oscuros. El arranque ya tiene tela, con esa Dorohty a la que dan por chalada y su ingreso en un manicomio donde piensan freirle el cerebro. O el deprimente estado en que se encuentra el mundo de Oz. Telita. Pero es que luego la cosa no mejora mucho. Todo es bastante surrealista y absurdo. La secuencia en que la bruja mala despierta sin cabeza y persigue a la niña mientras los perolos que tiene guardados en vitrinas gritan como posesos. La llegada a la montaña, donde el Rey Gnomo la someterá a una prueba de los más chorra y arbitraria, sin mucho sentido ni justificación. O, ya puestos, el poco coherente modo en que los héroes acaban con él.
Tampoco resulta tranquilizador cuando, una vez resuelto el entuerto, Dorothy se despide de sus amigos apresuradamente, casi contra su voluntad y no demasiado "happy-mente", mientras la princesa que la devuelve a Kansas se la mira fijamente y sin transmitir ninguna emoción (tal vez ello se deba al talento limitado de la actriz que le da vida, ¿quién sabe?). Claro que también podría pensarse que lo narrado se trata de, simplemente, el efecto del electroshock sobre el joven cerebelo de la protagonista. El Rey Gnomo se parece mucho al doctor y la antipática enfermera de aquel es igual que la bruja de las cabezas intercambiables (ambos son los mismos actores). O el hombre mecánico, que recuerda vagamente a la máquina de electroshocks. En fin, saquen sus propias conclusiones que yo sacaré las mías.
Supongo que el presupuesto de la película sería generoso, aunque no tanto como para superar pequeñas limitaciones técnicas propias de una época en la que los efectos especiales todavía eran mayormente artesanales. Por ejemplo, Jack Pumpkinhead y el Espantapájaros apenas lucen articulaciones en sus rostros. Uno estira la calabaza y el otro abre un poco la boca, pero de ahí no pasa (y según he leído, efectivamente ello se debió a que no quedaban más dólares en el banco). Pero tampoco molesta. A un anciano de mi porte ya le mola eso de encontrarse con trucajes de la vieja escuela: un porrón de stop-motion, otro porrón de animatronics, bastantes mate paintings, algunos cromas, etc, etc. Delicious!!.
Dichas limitaciones impiden que sus responsables puedan desmadrarse mucho más, centrando la historia en los personajes y las situaciones justas y exprimiéndolos lo máximo posible... aunque sea a base de diálogos. Pero vamos, que la peli está maja. Resulta entrañable toda ella. Cierto es que llegada la parte del Rey Gnomo se torna un pelín plomiza, pero aún así uno la puede disfrutar y, obvio, ponerse nostálgico en el proceso. A pesar de que el invento no rulara favorablemente en las taquillas, generó cierto -bonito- merchandising y, como era de prever, un selecto club de fans. Habitando un mundo tan extraño como el nuestro, ¿quién necesita a Oz?.
En cuanto al personal implicado, encontramos nombres bastante curiosos, comenzando por el reparto. A Dorothy le da vida, en su debut cinematográfico, una requetejovencita Fairuza Balk, cuyas inconfundibles agresivas facciones volveríamos a ver en películas como "Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto" (interpretando a una puta teenager), "Jóvenes y brujas" (el film que la hizo popular), "American History X" (como la novia nazi del prota, aquí incluso pueden verle las ubres) o en el reciente "Teniente corrupto" de Werner Herzog. La acompañan Nicol Williamson (el Merlin del famoso "Excalibur" del 81. También cura en "El exorcista 3"), Jean Marsh (haciendo lo que era su especialidad a raíz de la famosa serie "Arriba y abajo", persona estirada y antipática), Piper Laurie (la madre de "Carrie" en el clásico de De Palma. Vamos, que esto de cuidar crías no se le daba muy bien, visto lo que hizo con aquella y lo que hace con Dorothy en esta -aunque no interpreta a su madre, si no a su tía-), Matt Clark (actor básicamente televisivo de muy familiar faz), el enano de rigor, Deep Roy (que a pesar de la currada que se pegó en el "Charlie y la fábrica de chocolate" de Tim Burton interpretando a todos los "Oompa Loompa", siempre le recordaré por su intervención en "Licencia para amar y matar"), Emma Ridley (básicamente famosa por el escándalo que lió cuando decidió contraer matrimonio con tan solo quince primaveras, dos años después de intervenir en la peli de Disney, de otro modo imagino que no la hubiesen querido tocar ni con un palo) y, en un papel muy segundón, la guapa Sophie Ward (que ese mismo año se haría popular como la novia del joven Sherlock Holmes en "El secreto de la pirámide". Su carrera posterior no acabó de despegar, interviniendo en productos segundones, telefilms o cosas de terror como "Waxwork: El secreto de los agujeros negros" y "Book of Blood").
El director, Walter Murch, venía del campo del montaje, actividad esta de la que se responsabilizó en pelis del calibre de "Apocalypse Now", "La insoportable levedad del ser", "El Padrino, parte 3", "El paciente inglés" o la reciente "El hombre lobo". Durante mucho tiempo "Oz, un mundo fantástico" fue su primera y casi única peli como mandamás (lógico después del fracaso que supuso), hasta que en el 2011 su amigo George Lucas le rescató para que dirigiera un capítulo de la serie "Star Wars: The Clone Wars" (previamente Murch había trabajado como montador para Lucas en el corto "Captain Eo", que dirigía su también colega Francis F. Coppola. No en balde Lucas aparece en los agradecimientos del film reseñado y, según Imdb, Coppola hizo de eventual asistente para Murch, aunque no figure acreditado). Desde entonces ha seguido dedicándose a aquello que mejor se le da, cortar y pegar celuloide (o frames).
Es en el apartado de los efectos especiales y de animación donde encontramos también unos cuantos nombres genuinamente interesantes. Por ejemplo, Will Vinton, reputado y respetado especialista en mover plastilina, aquí máximo responsable. Lyle Conway, creador del monstruo que protagonizaba "El terror no tiene forma". Y Henry Selick encargándose del storyboard. Justamente, Selick acabaría prosperando mucho como director, suyas son "Los mundos de Coraline", "Monkeybone", "James y el melocotón gigante" y, ¡¡YES!!, la famosa y fermosa "Pesadilla antes de Navidad". Que no, que el director no era Tim Burton, era Selick, al que el de los rizos hizo sombra (en realidad la función de aquel fue como guionista y diseñador de personajes, aunque este último dato resulte algo discutible a poco que conozcas la obra de Edward Gorey). Justamente, en "Pesadilla antes de Navidad" tenemos como protagonista a Jack Skellington, que en un momento dado aparece bajo la forma de un tipo con cabeza de calabaza muy parecido al Jack Pumpkinhead de "Oz, un mundo fantástico". ¡Alehop!, y así termino con una de esas piruetas con las que tanto me gusta finiquitar estas malditas reseñas.
sábado, 21 de agosto de 2010
SHRUNKEN HEADS

Los tres chavales protagonistas (uno de ellos el típico guapito encantador, buenazo, valiente y con mucha capacidad de resolución... ¡ahí Richard, rompiendo moldes!) son unos aficionados a los comics que viven "atormentados" por las putadas que les hacen la panda de macarras del barrio. Un mal día, las cosas se complicarán y tras una serie de enfrentamientos, el trío es acribillado a balazos. El quiosquero del barrio, buen amigo suyo y con un pasado como brujo haitiano, se hará con sus cabezas, las reducirá, les dará vida y las empujará a que cumplan con su venganza. Casualmente, cada vez que acaben con un malandrín, este volverá de la muerte convertido en un zombie obsesionado con la limpieza (solo les falta decir aquello de "Me impogta un cagajo").
Produce Charles Band con su "Full Moon". El guión es cosa del interesante -este sí- Matthew Bright, habitual colaborador de Elfman y director de "Freeway 1 & 2", "Ted Bundy" o la fallida "Tiptoes" (tan fallida que su fracaso precipitó a Bright al ostracismo, hoy se recupera volviendo a las letras con el guión de, sí, tu lo has dicho, "Forbidden Zone 2"), hace años incluso tuve la oportunidad de entrevistarle/conocerle, y de verdad que es un tipo singular. Y la música... pues imaginad, el tema central es de Danny Elfman, pero conque para entonces ya comenzaba a despuntar en el mainstream, del resto del soundtrack se encarga, sí, ¡Richard Band!, quien, como siempre, cumple muy bien imitando los tics compositivos del autor de la partitura del "Batman" de Tim Burton. De hecho, como sabéis (Danny)Elfman y Burton suelen colaborar muy asiduamente, lo que da peso a la teoría de que en "Shrunken Heads" se denota mucha influencia del director de "Eduardo Manostijeras", especialmente cuando la cámara sobrevuela una bonita maqueta de la ciudad con un tema musical repleto de coros femeninos. Quien sabe, tal vez el hijo músico de la familia Elfman le comió la olla al hijo director.
Los efectos especiales son resultones, pero no esperéis mucho gore y tal, porque no. Abunda el humor y si queréis ver qué pasa finalmente con los malos, esperad a después de los créditos. Como decía el propio Richard Elfman en una entrevista a "Film Threat", "Shrunken Heads" es "Como una película de Disney, hasta que matan a los tres chicos buenos", yo añadiría "Y luego casi sigue siéndolo".
Entretenida y simpática, pero no tan "de culto" como se pretende.
Sin salirnos de esas coordenadas, añadir que seguidamente me vi "Bad Biology", la última peli oficial de Frank Henenlotter. Tras una hora muy disfrutable y hasta original, se precipita al vacío a base de salidas facilonas y totalmente ridículas (el final es previsible y patético), cargándose completamente el conjunto. Puede que sea la peor peli de su realizador. Dato curioso: James Glickenhaus, director de "El Exterminador", tiene un breve papel!.
viernes, 3 de abril de 2009
BATWOMAN, LA MUJER MURCIÉLAGO

Mi primer contacto con el "clásico" de Rene Cardona fue hace ya muchos, muchos años. Y que yo recuerde, existieron dos ediciones videográficas en nuestro país.
Era yo un infante que iba con su madre al vídeo club, cuando la caratula de "Batwoman", en la que luce en bikini (no la acá dispuesta, hablo de la editada en su momento por "Bahía Films"), provocó que me entraran unas ganas terribles de verla... pero mi madre, ante lo despendolada de la superheroina, decidió que no era adecuada para niños.
Ahora digo, ni para niños ni para nadie.
Ahora digo, ni para niños ni para nadie.
Pasaron los años y se estrenó el "Batman" de Tim Burton. Y al poco la sacaron en vídeo, fue de las primeras que tardó tres meses en pasar de la gran pantalla a los estantes. Como consecuencia, algún avispado distribuidor ("Bodenter Film"), consideró adecuado volver a editar "Batwoman" y, para la ocasión, con el vil fin de despistar a los incautos, procedieron con la misma caratula del "Batman" de Burton pero cambiando el título e incorporando la extraña foto trasera de un automóvil todo-terreno extraída de algún catálogo. A esas alturas ya no piqué, pero por curiosidad, la alquilé.
Era una película horrorosa, así que la devolví sin acabar de verla.
Al repetir anoche, sentí exactamente lo mismo... solo que, esta vez, me he atrevido a terminarla.
Aprovechando sus dotes para la lucha libre, una tiparraca adinerada decide combatir al crimen. Se convierte así en "La mujer Murciélago". Entre tanto, un científico loco crea una especie de hombre pez. Obviamente, en algún momento este y la heroína se encontrarán y se darán de yoyas.
A partir de la aparición de la criatura, todo transcurre en las profundidades del mar, provocando el aburrimiento más extremo. Y no sirve ni para reírse. Como mucho, destacar que esta Batwoman con bikini y generosa en pechos está muy bien, y que el hombre pez es graciosete, pero por lo demás, nada. Un bodrio sin gracia alguna.
Mejor que la película son los líos de carteles y caratulas. Como este que cuelgo. Está claro que también se concibió para aprovechar el tirón del "Batman" Burtoniano... si no ¿qué hace Jack Nicholson ahí?
sábado, 29 de octubre de 2016
31
Siempre he considerado a Rob Zombie una mezcla entre el odioso Quentin Tarantino y el acabadísimo Tim Burton. Del primero toma esa cansina tendencia a "homenajear a través del hurto" a base de recrear y chupar del cine de los 70, sobrecargar las tintas con estirados y forzados diálogos macarras y rescatar a actores olvidados de aquellos tiempos. Del segundo, la manía de agotar los sentidos a base de un diseño de producción saturante y descontrolado. Por eso, la mayoría de sus películas (las de Burton y las de Zombie) son bonitas y espectaculares obras vacías. Todas salvo "Los renegados del diablo", que para algo es su trabajo más terrenal y soportable. O puede que "Halloween 2", que no porque sí es su peli más detestada (y donde, al contrario de lo expuesto, logró algo diferente pasándose muy sabiamente las normas del slasher por el forro).
Pero el resto... pues eso, mejunjes repletos de referencias, muy bellos pero previsibles. Quizás el más llamativo en ese sentido sea "Lords of Salem", una peli pretendidamente valiente pero, en esencia, sin alma y muy aburrida. Otra de las cosas malas del cine de Rob Zombie la tenemos en el hecho de que todas sus estridencias son tan premeditadas, pensadas y paridas únicamente para ser el más "cool" de la clase, que carecen del elemento del que, se supone, presumen. Algo que también vemos, y mucho, en su más reciente aportación, "31", medio financiada a base de crowdfunding y con muchas expectativas generadas a causa de sus espectaculares diseños que, sí, están todos en la peli... pero se quedan en eso, cosas que entran por los ojos, porque en lo narrativo es más de lo mismo. Solo que, por esta vez, el resultado está bastante consumible.
Lo que cuenta "31" lo hemos visto en unas cuantas otras pelis, destacando entre ellas el "Perseguido" con Schwarzenegger. Un grupo de personas son encerradas en un espacio en el que serán cazadas por asesinos para mayor gozo de una audiencia sedienta de sangre. Los primeros, como no podía ser de otro modo viniendo de su director, son una panda de hippies setenteros (la peli está ambientada en esa época) que dicen muchos tacos, son un poco golfos, sudan mogollón y levantan polvo con su furgoneta (todo muy "La matanza de Texas", film este del que vamos y venimos varias veces a lo largo de la proyección). Los segundos son una serie de tipos caracterizados grotesca y ridículamente, dignos de ser empaquetados en su respectivo blister (cosa esta que, en parte, es ya una realidad). El enano ataviado de Hitler que habla en "casteshano". Los payasos con sierra mecánica. El germano alto y desgarbado de largas chollas. Y, por supuesto, el mejor y más malo de todos, aquel con el que Rob Zombie logra, este sí, algo realmente carismático. Tal vez, justamente, por ser el menos exagerado del pack. Claro, semejante material obnubila a los gacetilleros ignorantes que corren a soltar palabras como "bizarro" o "trash", sin percatarse de la ubicuidad de todo ello y de que, en definitiva, están picando y haciéndole el juego al cineasta. Y los terceros... pues otro cliché más: Ricachos que pasan el finde jugando con vidas ajenas y apostando grandes sumas de dinero porque se aburren. Ya saben, los pobres son los buenos y los adinerados los malos... aunque dudo que Rob Zombie viva en una chabola.
La peli arranca bien, con una secuencia en blanco y negro en la que conocemos al asesino más chungo de todos, Doom-Head. Pero luego ya nos metemos en terreno Zombiano: imágenes en súper 8, diálogos barriobajeros de baratillo, chanismo de manual, muchos tacos, etc, etc. Los hippies protas son secuestrados y soltados en una fábrica abandonada para que comience el juego. Aquí fue cuando me desesperé, pensé "joder, ¿y esto va a ser el resto de la peli?, ¡que rollo!". Sin embargo, y contra todo pronóstico, aunque "31" no sale de esos esquemas ni por un instante, Rob Zombie logra que la cosa no sea demasiado aburrida, goce de cierto ritmo, sus pequeñas dosis de suspense y emoción y, en fin, que llegamos al final sin habernos arrancado la piel empujados por la desesperación. Supongo que ayudan y mucho los asesinos, ni que sea por ver con qué locura te sorprenderán. Y por verlos caer con ira y truculencia... porque, afín a las normas del Hollywood actual, cuando se trata de sangre, el tema se torna especialmente gráfico si hablamos de los malos... cosa esta que no se da tanto en el caso de los buenos. Curioso.
En el camino tenemos algunos de esos "plagios disfrazados de homenaje" habituales en el cine de Zombie, por ejemplo el cadáver oculto bajo el mantel, igual que ocurría en "The Rocky Horror Picture Show" (de la que Rob Zombie es reconocido admirador) y el más llamativo, hacia el final escuchamos un tema musical que recuerda mucho... o demasiado, al central de "La Niebla", la de John Carpenter, lo que no deja de ser gracioso porque, recientemente, el veterano director dijo de Zombie que era una "pedazo de mierda". ¿Qué dirá cuando se entere de tal mangoneo?.
En cualquier caso, y como decía antes, "31" es bastante mundana, tópica, previsible, algo hipsteriana... pero también es lo suficientemente entretenida, y goza de los suficientes elementos llamativos, como para no tener que tirar de la cadena al acabar.
Pero el resto... pues eso, mejunjes repletos de referencias, muy bellos pero previsibles. Quizás el más llamativo en ese sentido sea "Lords of Salem", una peli pretendidamente valiente pero, en esencia, sin alma y muy aburrida. Otra de las cosas malas del cine de Rob Zombie la tenemos en el hecho de que todas sus estridencias son tan premeditadas, pensadas y paridas únicamente para ser el más "cool" de la clase, que carecen del elemento del que, se supone, presumen. Algo que también vemos, y mucho, en su más reciente aportación, "31", medio financiada a base de crowdfunding y con muchas expectativas generadas a causa de sus espectaculares diseños que, sí, están todos en la peli... pero se quedan en eso, cosas que entran por los ojos, porque en lo narrativo es más de lo mismo. Solo que, por esta vez, el resultado está bastante consumible.
Lo que cuenta "31" lo hemos visto en unas cuantas otras pelis, destacando entre ellas el "Perseguido" con Schwarzenegger. Un grupo de personas son encerradas en un espacio en el que serán cazadas por asesinos para mayor gozo de una audiencia sedienta de sangre. Los primeros, como no podía ser de otro modo viniendo de su director, son una panda de hippies setenteros (la peli está ambientada en esa época) que dicen muchos tacos, son un poco golfos, sudan mogollón y levantan polvo con su furgoneta (todo muy "La matanza de Texas", film este del que vamos y venimos varias veces a lo largo de la proyección). Los segundos son una serie de tipos caracterizados grotesca y ridículamente, dignos de ser empaquetados en su respectivo blister (cosa esta que, en parte, es ya una realidad). El enano ataviado de Hitler que habla en "casteshano". Los payasos con sierra mecánica. El germano alto y desgarbado de largas chollas. Y, por supuesto, el mejor y más malo de todos, aquel con el que Rob Zombie logra, este sí, algo realmente carismático. Tal vez, justamente, por ser el menos exagerado del pack. Claro, semejante material obnubila a los gacetilleros ignorantes que corren a soltar palabras como "bizarro" o "trash", sin percatarse de la ubicuidad de todo ello y de que, en definitiva, están picando y haciéndole el juego al cineasta. Y los terceros... pues otro cliché más: Ricachos que pasan el finde jugando con vidas ajenas y apostando grandes sumas de dinero porque se aburren. Ya saben, los pobres son los buenos y los adinerados los malos... aunque dudo que Rob Zombie viva en una chabola.
La peli arranca bien, con una secuencia en blanco y negro en la que conocemos al asesino más chungo de todos, Doom-Head. Pero luego ya nos metemos en terreno Zombiano: imágenes en súper 8, diálogos barriobajeros de baratillo, chanismo de manual, muchos tacos, etc, etc. Los hippies protas son secuestrados y soltados en una fábrica abandonada para que comience el juego. Aquí fue cuando me desesperé, pensé "joder, ¿y esto va a ser el resto de la peli?, ¡que rollo!". Sin embargo, y contra todo pronóstico, aunque "31" no sale de esos esquemas ni por un instante, Rob Zombie logra que la cosa no sea demasiado aburrida, goce de cierto ritmo, sus pequeñas dosis de suspense y emoción y, en fin, que llegamos al final sin habernos arrancado la piel empujados por la desesperación. Supongo que ayudan y mucho los asesinos, ni que sea por ver con qué locura te sorprenderán. Y por verlos caer con ira y truculencia... porque, afín a las normas del Hollywood actual, cuando se trata de sangre, el tema se torna especialmente gráfico si hablamos de los malos... cosa esta que no se da tanto en el caso de los buenos. Curioso.
En el camino tenemos algunos de esos "plagios disfrazados de homenaje" habituales en el cine de Zombie, por ejemplo el cadáver oculto bajo el mantel, igual que ocurría en "The Rocky Horror Picture Show" (de la que Rob Zombie es reconocido admirador) y el más llamativo, hacia el final escuchamos un tema musical que recuerda mucho... o demasiado, al central de "La Niebla", la de John Carpenter, lo que no deja de ser gracioso porque, recientemente, el veterano director dijo de Zombie que era una "pedazo de mierda". ¿Qué dirá cuando se entere de tal mangoneo?.
En cualquier caso, y como decía antes, "31" es bastante mundana, tópica, previsible, algo hipsteriana... pero también es lo suficientemente entretenida, y goza de los suficientes elementos llamativos, como para no tener que tirar de la cadena al acabar.
jueves, 20 de mayo de 2010
SAND SERPENTS

Unos soldados americanos se encuentran dando tiros en pleno conflicto de Afghanistan. En eso que son capturados por Talibanes y, cuando parece que estos los van a ejecutar, aparece un bicho que se los come a todos. Libres de nuevo, los yankees se verán obligados no solo a defenderse del enemigo, también esquivar las voraces fauces de los mentados gusanos de arena, que son unos cuantos. Y como en "Temblores", estos monstruos no tienen ojos y se guían por las vibraciones. De hecho, es una bomba lo que los despierta, y si quieres librarte de ellos, mejor camina de puntillas y no berrees (como hicieron Kevin Bacon, Fred Ward y sus amigos).
Su primera aparición está lograda, atacando a un helicóptero en pleno vuelo cuando menos te lo esperas (eso si no has visto el trailer previamente) y la peli... perdón, el telefilm -inevitable producto directo a las arcas del Syfy Channel- no está demasiado mal. Bien realizado, con efectos especiales bastante potables y entretenido a su manera, "Sand Serpents" se puede ver sin mayores complicaciones, pasar un ratillo tontuno para luego volver a nuestras odiadas obligaciones sociales, algo de lo que el "Alicia en el país de las maravillas" de Tim Burton no puede presumir.
martes, 31 de marzo de 2009
LAS LOCAS AVENTURAS DE BATMAN Y ROBIN

A mi las películas, maneras, sentido del humor y cutrerío de los Filipinos, siempre me han gustado mucho, así que, tras comprobar en el pack que había una de esa nacionalidad, anoche fue el momento perfecto para ponerla.
Un par de universitarios están flipados con los comics de Batman. Uno, guapo y deseado, se siente identificado con Robin. El otro, feo y rechazado por sus compañeros, se siente identificado con el Joker.
En una de estás, un delincuente amigo del feo le propone unirse a él en una serie de atracos a bancos que tiene planeados, y este acepta. Llegan a la conclusión de que no pueden actuar a cara descubierta, así que el feo propone adoptar las personalidades de los villanos del comic, él será el Joker y el delincuente, que se llama Chupín, será el Chupinguino. Una vez embutidos en sus respectivos disfraces, comienzan con los atracos.
Pronto en los periódicos darán la noticia de que el Joker y el Pingüino son los responsables de esta oleada de crímenes, por lo que el guapito convence a su hermano para que, al igual que esos malhechores, ellos se conviertan en Batman y Robin.
Comienza tremendamente bien esta película. Los 20 primeros minutos son geniales, llenos de diversión y apuntando muy buenas maneras. Pero justo en el momento en el que la cosa tenía que ponerse más buena todavía, que es cuando los cuatro protagonistas ya han adoptado las personalidades de sus héroes, la cosa decae entre chiste barato y escena de acción cutre salchichera, hasta el extremo de que todo lo que tenía de divertida al principio, lo tiene ahora de aburrimiento, hasta el extremo de darle al avance en varias ocasiones. Y hacía tiempo que no le daba yo a ese botón en mi mando.
Viendo la imagen grasienta y deteriorada de la película, suponía yo que era de finales de los 70, principios de los 80, también por el look que se gastan los actores, y lo pobretón del asunto. Al comprobar hoy que se trata de una pr de una producción de 1993, he quedado sorprendido por dos cosas: lo precario que es todo y que no ofrecen ni una sola referencia al "Batman" de Tim Burton, teniendo en cuenta lo reciente que está una de otra, centrándose totalmente en la serie de Adam West, por lo menos en lo que a vestuario se refiere, que si no, ni eso. Con lo que digo que el cine Filipino no ha cambiado ni un ápice en 20 años.
Por otro lado, el equipo de esta película no era nuevo para mi, y supongo para ustedes si les digo este nombre: ¿Se acuerdan de Redford White? Era el prota de aquellas joyas inencontrables de video-club como "Rocky Tan-Go!" y "Rambo Tan-Go!". Bien, Reford White, no aparece en esta película, pero sí lo hace Panchito, un cómico Filipino habitual de aquellas películas que aquí interpreta al Chupinguino. Por otro lado, el director es Tony Y. Reyes, que también dirigió algunas de aquellas parodias, no ya las mencionadas, sino otras con Reford White que no llegaron a nuestros videoclubes, títulos tan sugerentes como "Hee-Man: Master of None", "Goosebusters" o "Bobocop", respectivas parodias de… ¿hace falta que ponga los títulos?
Y también decir que "Las locas aventuras de Batman y Robin", horroroso título, es un musical, con unos numeritos de vergüenza ajena y canciones directamente denunciables, destacando el del final, con casi todos los personajes del universo D.C, y parte de los de Marvel.
La película se ha editado en versión original con subtítulos. Bien, yo no se cual es el idioma oficial o el que más se habla en Filipinas, pero aquí suena una especie de dialecto mezclando en filipino, el inglés y el castellano, que hace que soportes un poquito más la película por lo delirante del asunto. Para que se hagan una idea, la cosa suena mas menos así “ Chupey pey wan, everybody knows, que te doy chua wa pong dieciocho, retrasado”. Que maravilla de dialecto.
Lógicamente, se trata de una película muy mala, pero también muy curiosa, así que si tienen ocasión, péguenle un vistacillo.
La película se ha editado en versión original con subtítulos. Bien, yo no se cual es el idioma oficial o el que más se habla en Filipinas, pero aquí suena una especie de dialecto mezclando en filipino, el inglés y el castellano, que hace que soportes un poquito más la película por lo delirante del asunto. Para que se hagan una idea, la cosa suena mas menos así “ Chupey pey wan, everybody knows, que te doy chua wa pong dieciocho, retrasado”. Que maravilla de dialecto.
Lógicamente, se trata de una película muy mala, pero también muy curiosa, así que si tienen ocasión, péguenle un vistacillo.
sábado, 3 de agosto de 2024
GARDEN OF THE DEAD
Una panda de reclusos aprovechan su curro, trasladando bidones de una versión experimental de formaldehido, para esnifarlo apasionadamente hasta quedarse ciegos. Una noche huyen y son abatidos a disparos por los guardias. El producto químico en cuestión hará que se levanten de sus tumbas e inviertan tiempo y esfuerzo en matar a todo bicho viviente con el que se crucen, especialmente aquellos que les llenaron de plomo.
John Hayes llevaba ya una década nadando entre productos de pura naturaleza "exploitativa" cuando, en 1972, se vio obligado a rodar en tan solo diez días el relleno de una sesión doble encabezada por otra de su paternidad, y medianamente popular, "La tumba del vampiro". De ahí, pues, que "Garden of the dead" dure únicamente unos maravillosos 58 minutos. La conocía por los llamativos carteles y el look nada desdeñable de sus curiosos zombies, unos que hablan, corren, razonan y son tan yonkis -del formaldehído- como fotofóbicos, pero jamás había logrado verla ya que no tuvo distribución en las Españas. Así pues, por una vez, demos las gracias al interminable y apestufante catálogo de ciertas plataformas de streaming con el mismo criterio selectivo que un invidente en el supermercado.
Setentera hasta las trancas, "Garden of the dead", no obstante, se muestra cero generosa en lo referente a violencia (todo muy estándar) y sexyismo. Dada la naturaleza de la trama, únicamente hay una señora en el reparto, de muy buen ver, eso sí. Es la novia de un prisionero de noble corazón y, llegado el momento, la usarán como cebo para atraer a unos zombies ansiosos por ventilársela.
"Garden of the dead" no tiene problema en saltarse algunos tropos y clichés, como cargarse al medianamente malvado alcaide a mitad de peli, y del modo más tonto y poco llamativo, justo cuando uno estaba ya convenciéndose de que su presencia iba a traer más cola. Agradezco estos detalles, ciertamente.
Del reparto solo reconocí las facciones de Carmen Filpi, actor todoterreno que puedes ver en la más dispar gama de títulos imaginables. Acabó convertido en fetiche de Tim Burton, dando vida al administrativo aplastado por un camión de "Bitelchús" o a un travelo viejo en "Ed Wood". Otro de sus roles más destacados lo hizo para Mel Brooks en "Que asco de vida", era aquel vagabundo al que llamaban "Once".
En cuanto a John Hayes, seguiría imparable pariendo subproductos olvidables, de entre los que destacaría uno tan recurrente en nuestros añorados videoclubes como "El último día del mundo", con Christopher Lee, o un capítulo de la legendaria -y algo sobrevalorada- serie "Tales from the Darkside".
Si te pilla un día tonto, sin mucho que hacer, ni ganas de levantarte del sillón, "Garden of the dead" puede valer como mata-ratos.
John Hayes llevaba ya una década nadando entre productos de pura naturaleza "exploitativa" cuando, en 1972, se vio obligado a rodar en tan solo diez días el relleno de una sesión doble encabezada por otra de su paternidad, y medianamente popular, "La tumba del vampiro". De ahí, pues, que "Garden of the dead" dure únicamente unos maravillosos 58 minutos. La conocía por los llamativos carteles y el look nada desdeñable de sus curiosos zombies, unos que hablan, corren, razonan y son tan yonkis -del formaldehído- como fotofóbicos, pero jamás había logrado verla ya que no tuvo distribución en las Españas. Así pues, por una vez, demos las gracias al interminable y apestufante catálogo de ciertas plataformas de streaming con el mismo criterio selectivo que un invidente en el supermercado.
Setentera hasta las trancas, "Garden of the dead", no obstante, se muestra cero generosa en lo referente a violencia (todo muy estándar) y sexyismo. Dada la naturaleza de la trama, únicamente hay una señora en el reparto, de muy buen ver, eso sí. Es la novia de un prisionero de noble corazón y, llegado el momento, la usarán como cebo para atraer a unos zombies ansiosos por ventilársela.
"Garden of the dead" no tiene problema en saltarse algunos tropos y clichés, como cargarse al medianamente malvado alcaide a mitad de peli, y del modo más tonto y poco llamativo, justo cuando uno estaba ya convenciéndose de que su presencia iba a traer más cola. Agradezco estos detalles, ciertamente.
Del reparto solo reconocí las facciones de Carmen Filpi, actor todoterreno que puedes ver en la más dispar gama de títulos imaginables. Acabó convertido en fetiche de Tim Burton, dando vida al administrativo aplastado por un camión de "Bitelchús" o a un travelo viejo en "Ed Wood". Otro de sus roles más destacados lo hizo para Mel Brooks en "Que asco de vida", era aquel vagabundo al que llamaban "Once".
En cuanto a John Hayes, seguiría imparable pariendo subproductos olvidables, de entre los que destacaría uno tan recurrente en nuestros añorados videoclubes como "El último día del mundo", con Christopher Lee, o un capítulo de la legendaria -y algo sobrevalorada- serie "Tales from the Darkside".
Si te pilla un día tonto, sin mucho que hacer, ni ganas de levantarte del sillón, "Garden of the dead" puede valer como mata-ratos.
martes, 9 de febrero de 2010
ESCALOFRÍO, THE FREAKS / AULLIDOS 6

A un pueblecito de mala muerte llegan un forastero, amable pero misterioso, y una siniestra feria. Coincidiendo con eso, una habitante (la responsable del banco) desaparece, ¿alguien la ha asesinado?... ¿es posible que ese forastero sea un hombre lobo?... claro, y también que el propietario de la feria sea un vampiro, ¡no te jode!... pues han acertado en ambos casos. De hecho, el chupasangre se muere por cazar al licántropo y añadirlo a su exitosa colección de monstruos y deformidades.
Está guapo eso de que en esta peli el hombre lobo sea el bueno, incapaz de matar a un gatito (además, literalmente) y los crímenes, que de entrada y por supuesta lógica le atribuimos, son en realidad obra del otro.
¿Hombre lobo contra vampiro?, ¡guau!, hoy es algo que lo tenemos hasta en la puta sopa, pero en 1991 aún era relativamente novedoso. Como digo, la historia está bastante entretenida y bien desarrollada, por lo menos mantiene el interés hasta el minuto 50, lo que ya es mucho. A partir de entonces comienzan las absurdas incongruencias, como cuando el pueblo entero descubre que el forastero es lo que es y no parece impresionarles en exceso. Finalmente, y tras varias trifulcas, los dos monstruos se enfrentarán cuerpo a cuerpo (naturalmente ganará el peludo, lo que me permite remarcar que la muerte del vampiro está muy curiosa en cuanto a efectos).
En el reparto destacan algunos rostros sutilmente reconocibles, Bruce Payne (el malo de la peli de "Dragones y mazmorras"), el enano Deep Roy (multi-empleado como "Oompa Loompa" en la horrorosa "Charlie y la fábrica de chocolate" de Tim Burton) o Carol Lynley (en "Dark Tower"). El director de sonoro nombre, Hope Perello, tiene un escueto curriculum en un campo puramente zetoso. En los efectos destaca Steve Johnson (si miras en el imdb, verás su nombre asociado a multitud de films muy conocidos) que en aquella época estaba demasiado distraído follándose a Linnea Quigley... supongo que eso explica el miserable aspecto de su hombre lobo, lo peor del pifostio.
Si no tienes nada mejor que hacer, o llueve en el exterior o eres un adicto a la saga "Aullidos", pues sí...
miércoles, 25 de septiembre de 2013
DON QUIJOTE DE ORSON WELLES

Remontémonos a los años 50. Un canal de televisión encarga a
Welles un mediometraje sobre el personaje creado por Miguel de Cervantes. El
canal, con la cinta a medio rodar, decide que ese material es una mierda y
aborta el proyecto, pero Orson Welles, sobrevalorado director clásico y
excelente actor en filmes europeos de
serie B, obsesionado con España y su cultura popular, decide seguir con el
proyecto, pese a que ningún estudio quiere respaldarlo y tiene que
autofinanciarse él mismo.
Y aunque influyentes amigos como Frank Sinatra aportan
cantidades para su financiación, Orson, como bien le contaba a Ed Wood en la
fábula homónima de Tim Burton, cada dos por tres se quedaba sin un duro, con lo
que paraba el rodaje.
La película, además, era del todo rara e inconexa… no había
guión, los actores improvisaban y trasladaba a los protagonistas a la época
contemporánea (es decir, los 50), por lo que la cosa parecía ser un alocado
“spoof” en el que vemos al Quijote yendo al cine o atacando a una joven que va
montada en una vespa.
Pasan los años, y
pese a que los actores van envejeciendo, Welles rueda los fines de semana
material para su proyecto, sumando horas y horas de metraje, y acumulando
película de 16 mm., 35 mm., gastando ingentes cantidades de dinero, para una
obra que casi seguro jamás verá la luz. La obra de un loco.
En plenos ochenta, Welles no ha terminado la película y el
material acumulado es un caos, y poco más que una porquería – a juzgar por el
reciente visionado- que antes de fallecer queda en manos de la mujer de Welles.
Una vez muerto Orson Welles, entra en escena Jess Franco y
hace con el material de este lo mismo que ha hecho Antonio Mayans con el
material que Franco dejó filmado antes
de morir para “Revenge of the Alligator Ladies”: completarlo y estrenarlo.
Para ello, y con la ayuda de un productor, Franco compra el
material que está en poder de la señora Welles. Como ahora le pertenece, decide
montar el largometraje, obviando absolutamente
los anteriores montajes de Welles, lo que se traduce en mayor
incoherencia y un uso de los filtros y las transiciones de video absolutamente
demencial (y muy Franquiano), a la que añade imágenes clásicas del propio
Welles, en sus estancias (misteriosas, raras y desperadas) en nuestro país.
Aprovechando que la prensa en este país la dominan una panda
de ignorantes indocumentados, que existen porque de todo tiene que haber en
este mundo, y sabiendo del amigo Franco, únicamente, que trabajó con Welles
como segunda unidad en “Campanadas a medianoche”, se crean unas expectativas
que no se cumplen y durante su estreno en el festival de Cannes la película
sufre abucheos y silbidos, puesto que el académico público del festival no
está acostumbrado a las extravagancias de Franco.
Bien, vista la película, he de decir que, efectivamente, he
flipado con las transiciones de vídeo noventeras, los insertos y demás
parafernalia, y el enloquecido y torpe montaje de Jess Franco (según los
créditos, ejecutado por Lina Romay…), pero también, hay que decir que todo el
material filmado por Orson Welles es una mierda.
El tío Jess se limita a montar con cierto orden y dotándolo
todo de un ritmo frenético que, para nada, es propio de su cine, un montón de
planos que junto a un doblaje no muy acertado en la sincronía y una voz en off
que nos va explicando lo que no está rodado y no podemos ver, van construyendo
una historia lo más parecida a la del Quijote que se pueda montar, teniendo en
cuenta los anacronismos y el montón de filtros y gilipolladas que mete Franco,
creo intuir, que porque a la vez que monta, experimenta con el programa de edición.
Ergo, Jesús Franco, de manera siempre sui generis, lo que
hace es coger una cinta muy añeja y dotarla de cierta modernidad. El resultado
es una ful, pero porque lo que rodó Orson Welles también lo es, no por el
montaje de Franco, que no es para nada ortodoxo, pero sí muy eficaz. Y desde
luego, dejando en el revoltijo impronta de “auteur”, porque a pesar de las
velocidades, efectivamente, se nota que tras ello está Jess Frank.
Bueno, una curiosidad y una buena muestra de la cara dura
del tío Jess, que se lo debió pasar pipa montando aquello.
No pasa nada por echarle una ojeadilla.
sábado, 22 de mayo de 2021
SPAWN
Si hay un fenómeno que pueda catalogarse sin pestañear de "totalmente noventero" ese es "Spawn", personaje de comic creado por Todd McFarlane y publicado por la editorial "Image". No voy ahora a dármelas de experto porque, no, aunque leer comics me gusta, no llega a la devoción que despierta en mi el cine. Sin embargo, si estabas un poco situado en "fricolandia", conocías a "Spawn", te dejabas impresionar por esos barrocos dibujos del tipo sentado con la mega-capa al viento y, sobre todo, babeabas con sus curradísimas y detalladas figuras, cortesía de "McFarlane Toys", un poco antes de que lo acabara de petar -al menos para mí- con la tremenda colección "Movie Maniacs" (y, de paso, cambiara totalmente la faz del mercado de las figuritas). Tienen muestras de ello aquí y aquí. Los 90 fueron años de mucho goticismo de chichinabo. Molaba lo oscuro, lo tormentoso, lo "mal lechado". A nivel cinematográfico, y a nivel superheróico, la culpa de todo la tuvo el "Batman" de Tim Burton. Sin duda. Tendencia a la que se apuntaron otros ilustres como "Flash" (¡al que le quedaba fatal!) y "El Cuervo", mucho más adecuado. Gracias al hombre murciélago, vivíamos entonces una oleada de tipos con mallas -negras-, mucho más modesta que la actual, pero notable. Así que, entre eso y la tendencia al goticismo de la chavalada, llevar "Spawn" a la gran pantalla era lo que se dice una decisión lógica, a la que se apuntó la entonces poderosa "New Line", con producción y -supongo- supervisión de Todd McFarlane himself.
Los habitantes de infernalandia pretenden destruir la tierra, para lo que están organizando un super ejército de "Spawns". Necesitan uno que ejerza de cabecilla, así que convencen al mandamás de una agencia de asesinos para que se cepille al mejor de los suyos y lo mande a los infiernos, donde será convertido en el "Spawn" supremo. Lo logrará, sí, pero de vuelta a la tierra -y removido por el amor a su esposa.... ¡buargh!- el tipo se revotará contra sus diabólicos jefes y pasará de villano a héroe.
La popularidad "subcultural" de "Spawn" motivó que, cuando se anunció -en 1997- que se había hecho una peli e iba a estrenarse en el Festival de Sitges, todos corriéramos a verla entusiasmados. ¿Y qué pasó? Pues la decepción fue tan, tan y tan gorda, que salimos con el rabo entre las piernas y nunca jamás volvimos a hablar de ella. Así ha sido en mi caso hasta que, el otro día, pensé aquello de "¿Cómo me sentará hoy?".
Sí, "Spawn" es bastante terrible toda ella. Sin duda, lo que más impacta al verla es la bajísima, pero bajísima, calidad de sus trucajes visuales. El CGI es tercermundista. Horripilante. Hay momentos en los que incluso vemos el corte del recuadro que enmarca la luzecita verde brillante. Cierto que en los 90 el CGI todavía andaba muy virgen, pero es que hablamos de un producto "mainstream" bajo el sello "New Line". No de una serie Z tipo "The Asylum", entre otras cosas porque el cine barato de esos años no podía permitirse filigranas informáticas. Tal vez piensen que el paso del tiempo ayude a superar el shock, pero no. Especialmente porque en el clímax final estalla a lo bestia, acompañado de unos cromas desconcertantemente mal ejecutados. Demencial, en serio. Los efectos físicos, de látex y tal, están bastante mejor y corren de la mano de la mítica KNB Group que, aunque se lo curran un rato -sobre todo por la versión animatrónica de "Violator"-, no pueden evitar el efecto "Tortuga Ninja" en lo que respecta al traje/look del mismo "Spawn".
Si repasamos el reparto, encontramos a un John Leguizamo la mar de bien caracterizado al que dejaron hacer demasiado y carga bastante (salvo alguna puntilla graciosa. Y esos chistes de pedos). Tampoco convence mucho el héroe de la función, un Michael Jai White que únicamente sabe poner cara y poses de malote, sin aportar mucho más (como producto superheróico de la década, que no falte el maldito plano de "Spawn" apoltronado sobre la cruz de una catedral gotiquísima en plan vigía, acompañado de rimbombante música orquestal. Recurso cansino que llegó a durar demasiado). Una Melinda Clarke recién salida de aquella ñorda infame titulada "La lengua asesina" (precedida unos pocos años antes por "Mortal Zombie", ¡anda que seleccionabas bien tus papeles, niña!) y un Martin Sheen al que, supongo, debería avergonzar soltar todos esos discursos de villano de opereta que quiere dominar el mundo. También rula por ahí Miko Hughes, el niño de "El Cementerio viviente" y "La nueva pesadilla de Wes Craven".
Para añadir más leña noventera al fuego, tenemos una banda sonora trufada de lo que era habitual entonces, grupos de metal gótico y tecno-chunda-cool como "Orbital", "Korn", "Marilyn Manson" o "Prodigy" (alguno de ellos firma el resultón tema que acompaña a los feísimos y agotadores títulos de crédito. Mención también para los del final, muy inspirados en los de "Seven", algo bastante común entonces).
El guionista principal no es otro que Alan B. McElroy, a quien debemos títulos como "Halloween 4: El regreso de Michael Myers" o "Km.666".
El director de discordante nombre, Mark A.Z. Dippé, venía del mundo de los efectos visuales para títulos de relumbrón, lo que aún hace más incomprensible la incapacidad destilada en "Spawn". Habrá quien piense que el dinero invertido terminó destinándose a otras cosas, como cocaína y putas. O será que Dippé es un negado cuando se trata de dirigir. En cualquier caso, perdió la oportunidad brindada y acabó a la riendas de subproductos como "Frankenfish: La criatura del pantano", mucha televisión y películas de "Garfield" destinadas a mercados menores. Bien le deben de ir cuando su film más reciente sigue por esos derroteros, solo que cambiando al gato gordo naranja por el perro "Marmaduke".
"Spawn" podría ser uno de esos extrañísimos productos "mainstream" que alcanzan el renglón de lo involuntaria y puramente "trash", aunque si debo decir algo positivo de ella, por mucho que cueste, es que no es excesivamente aburrida. Tiene su ritmillo y, entre vergüenza ajena y vergüenza ajena, hasta puede verse entera sin morir en el intento.
Un anti-clásico de su década.
Los habitantes de infernalandia pretenden destruir la tierra, para lo que están organizando un super ejército de "Spawns". Necesitan uno que ejerza de cabecilla, así que convencen al mandamás de una agencia de asesinos para que se cepille al mejor de los suyos y lo mande a los infiernos, donde será convertido en el "Spawn" supremo. Lo logrará, sí, pero de vuelta a la tierra -y removido por el amor a su esposa.... ¡buargh!- el tipo se revotará contra sus diabólicos jefes y pasará de villano a héroe.
La popularidad "subcultural" de "Spawn" motivó que, cuando se anunció -en 1997- que se había hecho una peli e iba a estrenarse en el Festival de Sitges, todos corriéramos a verla entusiasmados. ¿Y qué pasó? Pues la decepción fue tan, tan y tan gorda, que salimos con el rabo entre las piernas y nunca jamás volvimos a hablar de ella. Así ha sido en mi caso hasta que, el otro día, pensé aquello de "¿Cómo me sentará hoy?".
Sí, "Spawn" es bastante terrible toda ella. Sin duda, lo que más impacta al verla es la bajísima, pero bajísima, calidad de sus trucajes visuales. El CGI es tercermundista. Horripilante. Hay momentos en los que incluso vemos el corte del recuadro que enmarca la luzecita verde brillante. Cierto que en los 90 el CGI todavía andaba muy virgen, pero es que hablamos de un producto "mainstream" bajo el sello "New Line". No de una serie Z tipo "The Asylum", entre otras cosas porque el cine barato de esos años no podía permitirse filigranas informáticas. Tal vez piensen que el paso del tiempo ayude a superar el shock, pero no. Especialmente porque en el clímax final estalla a lo bestia, acompañado de unos cromas desconcertantemente mal ejecutados. Demencial, en serio. Los efectos físicos, de látex y tal, están bastante mejor y corren de la mano de la mítica KNB Group que, aunque se lo curran un rato -sobre todo por la versión animatrónica de "Violator"-, no pueden evitar el efecto "Tortuga Ninja" en lo que respecta al traje/look del mismo "Spawn".
Si repasamos el reparto, encontramos a un John Leguizamo la mar de bien caracterizado al que dejaron hacer demasiado y carga bastante (salvo alguna puntilla graciosa. Y esos chistes de pedos). Tampoco convence mucho el héroe de la función, un Michael Jai White que únicamente sabe poner cara y poses de malote, sin aportar mucho más (como producto superheróico de la década, que no falte el maldito plano de "Spawn" apoltronado sobre la cruz de una catedral gotiquísima en plan vigía, acompañado de rimbombante música orquestal. Recurso cansino que llegó a durar demasiado). Una Melinda Clarke recién salida de aquella ñorda infame titulada "La lengua asesina" (precedida unos pocos años antes por "Mortal Zombie", ¡anda que seleccionabas bien tus papeles, niña!) y un Martin Sheen al que, supongo, debería avergonzar soltar todos esos discursos de villano de opereta que quiere dominar el mundo. También rula por ahí Miko Hughes, el niño de "El Cementerio viviente" y "La nueva pesadilla de Wes Craven".
Para añadir más leña noventera al fuego, tenemos una banda sonora trufada de lo que era habitual entonces, grupos de metal gótico y tecno-chunda-cool como "Orbital", "Korn", "Marilyn Manson" o "Prodigy" (alguno de ellos firma el resultón tema que acompaña a los feísimos y agotadores títulos de crédito. Mención también para los del final, muy inspirados en los de "Seven", algo bastante común entonces).
El guionista principal no es otro que Alan B. McElroy, a quien debemos títulos como "Halloween 4: El regreso de Michael Myers" o "Km.666".
El director de discordante nombre, Mark A.Z. Dippé, venía del mundo de los efectos visuales para títulos de relumbrón, lo que aún hace más incomprensible la incapacidad destilada en "Spawn". Habrá quien piense que el dinero invertido terminó destinándose a otras cosas, como cocaína y putas. O será que Dippé es un negado cuando se trata de dirigir. En cualquier caso, perdió la oportunidad brindada y acabó a la riendas de subproductos como "Frankenfish: La criatura del pantano", mucha televisión y películas de "Garfield" destinadas a mercados menores. Bien le deben de ir cuando su film más reciente sigue por esos derroteros, solo que cambiando al gato gordo naranja por el perro "Marmaduke".
"Spawn" podría ser uno de esos extrañísimos productos "mainstream" que alcanzan el renglón de lo involuntaria y puramente "trash", aunque si debo decir algo positivo de ella, por mucho que cueste, es que no es excesivamente aburrida. Tiene su ritmillo y, entre vergüenza ajena y vergüenza ajena, hasta puede verse entera sin morir en el intento.
Un anti-clásico de su década.
sábado, 10 de abril de 2021
ARRÁSTRAME AL INFIERNO
El mayor aliciente de "Arrástrame al infierno" era que, con ella, su director volvía al género que le vio nacer y catapultó hacia los libros de historia del cine... fantástico. Hablamos de Sam Raimi, que no necesita presentación. O no debería. Hay que tener en cuenta que las pelis que preceden a la hoy reseñada fueron nada menos que la trilogía de "Spider-man" (sin duda, la etapa más exitosa y mega-mainstream del cineasta), el thriller "Premonición", el drama "Entre el amor y el juego" y la combinación de ambos que fue la bastante lograda "Un plan sencillo". Vamos, que Raimi llevaba una década entera sin tocar el terror (otra cosa es su faceta de producer, pero ahora no cuenta), así que imagínense lo sonado que fue para el fandom y la prensa especializada saber que "resucitaba" sus viejas pinturas de guerra. También podríamos mirarlo con un prisma algo menos amable y entender dicho return como mera consecuencia al fracaso -cuanto menos artístico- que supuso el tercer "Spider-man". Por aquello de asegurarse el tiro recurriendo a sus incondicionales. Y me temo que, conociendo como funcionan los engranajes del cine, esa debe ser la teoría más plausible.
En un intento de impresionar a su jefe, y ganarse un ascenso en el banco donde curra, una chica niega un préstamo a una bruja gitana. Esta, que se lo toma muy mal, le echa una terrible maldición contra la que nuestra prota tendrá que batallar con ayuda de brujos buenos y su abnegado marido pijo. De por medio le esperan muchos momentos de intenso terror.
Lo cierto es que cuando vi "Arrástrame al infierno" en el cine, fui con las expectativas altísimas. No porque esperara otro "Evil Dead", no a esas alturas ni mucho menos, pero ya saben cómo va esto. Y momentos para el regocijo hay, como ese enfrentamiento dentro del coche entre la chica y la gitana, los ataques del malvado "Lamia" o la divertida e incómoda cena en la casa de los padres del novio. Pero claro, con tanta presión es muy jodido disfrutar genuinamente de una película y por eso pensé que consumirla de nuevo con los años transcurridos, podría ser interesante. Y lo ha sido.
Lo más llamativo es que, para su vuelta al terror, Raimi se trajo consigo toooodos los "tics" aprendidos durante su periplo por el cine de superhéroes de gran presupuesto, y eso incluye una tendencia al exceso por el exceso y abuso de efectos CGI, herramienta esta que en un producto como "Spider-man" queda de lo más chanin, pero en un film de terror no encaja. Así pues, lo peor de "Arrástrame al infierno" es cuando el director pierde los papeles y tira de borraquismo hasta saturar, se pasa con el delirio o se auto-fela sin saber muy bien cómo y porqué. Son especialmente irritantes la escena del ataque en el garaje, con la prota lanzando un yunque a la cabeza de la gitana, aplastándola y, por ende, recibiendo la salpicadura correspondiente, en un evidente guiño a la escena del ojo en "Terroríficamente muertos", pero sin gracia tanto por lo inadecuado dado el tono como por el feo trucaje informático. Luego tenemos el momento en que, durante una sesión de espiritismo, uno de los presentes es poseído (incluido efecto de sonido salido de "Evil Dead 2"), se eleva con las facciones cambiadas y los ojos en blanco, para ponerse a bailar burlona y ridículamente. Trae a la memoria los peores pasajes de "El ejército de las tinieblas". Y finalmente está la escena del cementerio, que casi parece sacada del más empachado Tim Burton.
No obstante, si algo tiene Sam Raimi es que se debe a la audiencia. Como dijo sabiamente una vez: No soy un artista, soy un entertainer. Comentario con el que me identifico (la diferencia, como suelo decir, es que Raimi entretiene a miles de personas. Yo solo a una... mi mismo). Y aunque no sea una táctica demasiado recomendable (porque, primero, te conviertes en un mero esclavo de las apetencias del público y, segundo, arriesgas mucho creyendo que sabes qué quiere ver este), sí es verdad que hay ciertas garantías de que va a ser complicado aburrirse. Muy mal tienen que salirle las cosas y, salvo en el caso de la horripilante "Oz: Un mundo de fantasía", no se suele dar. Así que, dejando al lado manías de fan pajillero, y debilidades personales (como todo el gag del gatito, que en el cine me resultó altamente ofensivo. Y, añado, la versión que vi el otro día -extraída de un dvd- me suena distinta, un pelo más intensa. Aunque tal vez me equivoque), lo cierto es que "Arrástrame al infierno" es un entretenimiento tontuno y eficiente, así que ni tan mal.
Sin embargo, no funcionó en taquilla lo esperado (¿lo ves Sam? de nada sirve intentar contentar a la peña, que es muy caprichosa la hijaputa), por lo que Raimi no volvería a dirigir terror hasta que.... pues hasta que, nuevamente, se lo condicionaron intereses mercantiles, viéndose obligado a resucitar "Evil Dead" para la caja tonta. Ay, si es que no cambiarán nunca estos putos yankis!!.
En un intento de impresionar a su jefe, y ganarse un ascenso en el banco donde curra, una chica niega un préstamo a una bruja gitana. Esta, que se lo toma muy mal, le echa una terrible maldición contra la que nuestra prota tendrá que batallar con ayuda de brujos buenos y su abnegado marido pijo. De por medio le esperan muchos momentos de intenso terror.
Lo cierto es que cuando vi "Arrástrame al infierno" en el cine, fui con las expectativas altísimas. No porque esperara otro "Evil Dead", no a esas alturas ni mucho menos, pero ya saben cómo va esto. Y momentos para el regocijo hay, como ese enfrentamiento dentro del coche entre la chica y la gitana, los ataques del malvado "Lamia" o la divertida e incómoda cena en la casa de los padres del novio. Pero claro, con tanta presión es muy jodido disfrutar genuinamente de una película y por eso pensé que consumirla de nuevo con los años transcurridos, podría ser interesante. Y lo ha sido.
Lo más llamativo es que, para su vuelta al terror, Raimi se trajo consigo toooodos los "tics" aprendidos durante su periplo por el cine de superhéroes de gran presupuesto, y eso incluye una tendencia al exceso por el exceso y abuso de efectos CGI, herramienta esta que en un producto como "Spider-man" queda de lo más chanin, pero en un film de terror no encaja. Así pues, lo peor de "Arrástrame al infierno" es cuando el director pierde los papeles y tira de borraquismo hasta saturar, se pasa con el delirio o se auto-fela sin saber muy bien cómo y porqué. Son especialmente irritantes la escena del ataque en el garaje, con la prota lanzando un yunque a la cabeza de la gitana, aplastándola y, por ende, recibiendo la salpicadura correspondiente, en un evidente guiño a la escena del ojo en "Terroríficamente muertos", pero sin gracia tanto por lo inadecuado dado el tono como por el feo trucaje informático. Luego tenemos el momento en que, durante una sesión de espiritismo, uno de los presentes es poseído (incluido efecto de sonido salido de "Evil Dead 2"), se eleva con las facciones cambiadas y los ojos en blanco, para ponerse a bailar burlona y ridículamente. Trae a la memoria los peores pasajes de "El ejército de las tinieblas". Y finalmente está la escena del cementerio, que casi parece sacada del más empachado Tim Burton.
No obstante, si algo tiene Sam Raimi es que se debe a la audiencia. Como dijo sabiamente una vez: No soy un artista, soy un entertainer. Comentario con el que me identifico (la diferencia, como suelo decir, es que Raimi entretiene a miles de personas. Yo solo a una... mi mismo). Y aunque no sea una táctica demasiado recomendable (porque, primero, te conviertes en un mero esclavo de las apetencias del público y, segundo, arriesgas mucho creyendo que sabes qué quiere ver este), sí es verdad que hay ciertas garantías de que va a ser complicado aburrirse. Muy mal tienen que salirle las cosas y, salvo en el caso de la horripilante "Oz: Un mundo de fantasía", no se suele dar. Así que, dejando al lado manías de fan pajillero, y debilidades personales (como todo el gag del gatito, que en el cine me resultó altamente ofensivo. Y, añado, la versión que vi el otro día -extraída de un dvd- me suena distinta, un pelo más intensa. Aunque tal vez me equivoque), lo cierto es que "Arrástrame al infierno" es un entretenimiento tontuno y eficiente, así que ni tan mal.
Sin embargo, no funcionó en taquilla lo esperado (¿lo ves Sam? de nada sirve intentar contentar a la peña, que es muy caprichosa la hijaputa), por lo que Raimi no volvería a dirigir terror hasta que.... pues hasta que, nuevamente, se lo condicionaron intereses mercantiles, viéndose obligado a resucitar "Evil Dead" para la caja tonta. Ay, si es que no cambiarán nunca estos putos yankis!!.
sábado, 16 de febrero de 2019
SESIÓN DOBLE : AMITYVILLE 2, LA POSESIÓN + TODAVÍA ESTAMOS AQUÍ

Así pues, durante buena parte del metraje lo que vemos es un culebrón sobre las movidas que se desarrollan entre los integrantes del clan. Si ya no se llevan demasiado bien de por sí, en especial gracias a ese padre bruto y gruñón (interpretado por el entrañable Burt Young), todo empeora a partir de que se instalan en la casa. Más cuando un cura hace acto de presencia. Y muchísimo más cuando el hijo es poseído en una secuencia indudablemente inspirada -o copiada- de los delirios de Bruce Campbell/"Ash" en la parte final de "Posesión Infernal" (VER).
Si algo hace destacar a "Amityville 2" sobre el resto de sus hermanas es la mala folla que destila el guión de, nada menos, Tommy Lee Wallace -según el libro homónimo-, alumno de Carpenter y, entonces, futuro director de "Halloween 3", "Noche de miedo 2" o el televisivo "It". Dejando a un lado la atmósfera incómoda y hasta desagradable, y las intensas secuencias de explosiva violencia durante las broncas familiares, tenemos el perverso momento en que el hijo poseído seduce y se tira a su hermana menor (la encantadora Diane Franklin). Decir que el material era mucho más extenso y "gráfico", pero fue recortado por sus responsables conscientes de lo incómodo que resultaba, lo mismo que cierta secuencia en la que el padre violaba analmente a la madre.
Tal vez sea después de la masacre familiar, y con el sobreactuado cura enfrentándose al poseído en un notable estallido de efectos de maquillaje, cuando la película se torna menos

Manda Damiano Damiani, el típico director con aspiraciones "autoriles" que se fue a los USA a triunfar y acabó convertido, por esta ocasión, en artesano competente.
TODAVÍA ESTAMOS AQUÍ : Estamos ante una de las pocas películas modernas de horror por las que siento genuino aprecio. Contribuyen a ello, y no poco, la estupenda caratula y la no menos estupenda funda roja del blu-ray. Parece que no, pero esos detallitos aportan.
Una pareja veterana y torturada por la reciente muerte de su hijo, se instala en un bonito pero tétrico caserón en medio del monte nevado. No tardarán demasiado en sentir una presencia... o dos. ¿Es el hijo fallecido u otra cosa?. Con la visita de una segunda pareja de místicos/parapsicólogos, todo comenzará a desmadrarse y saldrá a la luz un oscuro secreto oculto.
Lo que sorprende de "Todavía estamos aquí" es su arranque reposado y hasta fotográficamente bonito (un poco en la línea del primer Ti West) que contrasta con la salpicante explosión de truculencia final en la que las paredes de la casa quedan teñidas de rojo. Tanto una parte como la otra están perfectamente amuebladas y funcionan en lo suyo, por separado y en comunión. Es directa, concisa, no se va por derroteros ni satura. Empatizas con los personajes y el diseño de los fantasmas es excelente y original (en parte cortesía de Marcus Koch, interesante hombre de efectos especiales con una carrera paralela como director ultra-indie/semi-underground).
Destacar muy mucho la presencia de Barbara "Re-Animator" Crampton, del carismático Larry Fessenden y Lisa "ex musa de Tim Burton" Marie.
Ted Geoghegan, guionista y director, oculta un curioso pero perfectamente ignorable pasado ligado a producciones ultra-gore alemanas.
"Todavía estamos aquí" es, en su sencillez y honestidad (el propio director comenta sin cortarse que roba el argumento del "Aquella casa al lado del cementerio" de Fulci, a lo que yo añado "Sí, pero no"), una pequeña película estupenda y altamente recomendable para aquellos que busquen esa cosa cada día más esquiva que es el buen cine de terror.
domingo, 30 de diciembre de 2012
LO QUE NUNCA SE CONTÓ DEL CINE

Escogiendo pelis punteras desde los inicios del cine como “El nacimiento de una nación”, polémica desde su concepción por el fuerte mensaje racista que lanzaba, pasando por locuras nunca antes realizadas como “Blancanieves y los siete Enanitos”, hasta mastodónticas producciones en manos de productoras no tan grandes como “El señor de los anillos”, la intención de Peter Bart, como bien nos dice en el prologo, no es otra que entretener, así la lectura resulta ligera y divertida, incluso cuando se comentan películas de escaso interés para el que esto escribe, como pueda ser el caso de “Ben-Hur” o “Sonrisas y lágrimas”. En defínitiva, que “Boffo!” es un buen libro, lleno de información, anécdotas y diversión.
Ahora hablemos de la, como no, cutre edición española. Empezando por la engañosa y fea portada, y el horroroso y estafador título: “Lo que nunca se contó del cine” Vale. El libro, efectivamente, habla de cine, pero no es un libro sobre cine. Es un libro sobre éxitos en el mundo del espectáculo, así que, aunque el grueso del libro habla sobre cine, también se habla sobre musicales de Broadway (“Cats”, “Mamma mía!”), y series de televisión (“Los vigilantes de la playa”, “C.S.I.”), cosa de la que no se nos advierte en ningún momento. Claro, que a lo mejor como estrategia comercial, es mejor así para la editorial, pero también una estafa. De haberlo sabido, igual no hubiera comprado el ejemplar.
Y luego vemos en la cubierta al Batman de Nolan; bien, no hay en el libro ni una sola referencia a este Batman, si no al de Tim Burton. A eso añádanle el montón de cagadas gordas al traducir en según que títulos, cuando se hace referencia a películas de sobras conocidas por todos y que no han de dar lugar a error.
Así que, mientras que “Boffo!” está guay, “Lo que nunca se contó del cine” es una chapuza muy de aquí, muy española, y como en cierto modo me siento estafado, a la conclusión que llego es a la siguiente: Mucho me tiene que interesar en adelante un libro de “Ma Non Troppo” ediciones, para que yo lo acabe comprando… no sea que vendan un libro sobre “Evil Dead”, y acaben hablando del musical.
miércoles, 15 de julio de 2009
BATMAN (1989)
La vez que pasé por taquilla para ver esta película, lo hice cargado de odio y dispuesto a detestarla. Reconozco que no fue una experiencia tan negativa... vamos, que no me desagradó todo lo que hubiese deseado, pero es que más que aborrecer el film lo que me sacaba de quicio eran dos cosas: la saturación de propaganda y la nueva batmanía impuesta a hostia pura por los medios. El logo de Batman estaba en cada puta esquina.
Vista ahora, a la -larga- distancia, libre de prejuicios, manías, neurosis y motivada mi curiosidad por la lectura reciente de un libro sobre el personaje, debo reconocer que me ha gustado bastante... me ha entretenido... y eso para mi es ya un punto muy a su favor.
¿Puntos flacos?, básicamente Michael Keaton. Es un actor que no me desagrada, y la idea de no recurrir a un guaperas típico, ni a una super-estrella, para hacer del superhéroe está muy bien... pero Keaton no era la persona adecuada. Al menos no en esta peli (debería revisar la secuela, pero esa sí me da una pereza notable), le falta carisma, es soso y algo acartonado. Jack Nicholson, como bien sabéis todos y los hijos de los todos, se come la función a su gusto, "Joker" es el verdadero protagonista de la historia, y carga... pero es que ha de cargar... también carga el "Joker" de la peli de Christopher Nolan, pero dado que el actor que lo interpretó está muerto, nadie lo dice.
El "Batman" de Tim Burton cambió la forma de entender el cine de superhéroes, le dio una pátina de seriedad y respetabilidad, y demostró que los enmascarados que se mueven por territorios tenebristas también pueden funcionar perfectamente (y la banda sonora del Sr.Elfman es la última de su estilo que ha dejado huella). Fue un exitazo, generó continuaciones y la cosa ha durado hasta hoy. Y sigue...
Lo dicho, está maja la peli (es un gusto ver maquetas y animaciones por el método clásico) y, sí, es mucho más divertida y gozable que el tostoncillo de "The Dark Knight".
Vista ahora, a la -larga- distancia, libre de prejuicios, manías, neurosis y motivada mi curiosidad por la lectura reciente de un libro sobre el personaje, debo reconocer que me ha gustado bastante... me ha entretenido... y eso para mi es ya un punto muy a su favor.
¿Puntos flacos?, básicamente Michael Keaton. Es un actor que no me desagrada, y la idea de no recurrir a un guaperas típico, ni a una super-estrella, para hacer del superhéroe está muy bien... pero Keaton no era la persona adecuada. Al menos no en esta peli (debería revisar la secuela, pero esa sí me da una pereza notable), le falta carisma, es soso y algo acartonado. Jack Nicholson, como bien sabéis todos y los hijos de los todos, se come la función a su gusto, "Joker" es el verdadero protagonista de la historia, y carga... pero es que ha de cargar... también carga el "Joker" de la peli de Christopher Nolan, pero dado que el actor que lo interpretó está muerto, nadie lo dice.
El "Batman" de Tim Burton cambió la forma de entender el cine de superhéroes, le dio una pátina de seriedad y respetabilidad, y demostró que los enmascarados que se mueven por territorios tenebristas también pueden funcionar perfectamente (y la banda sonora del Sr.Elfman es la última de su estilo que ha dejado huella). Fue un exitazo, generó continuaciones y la cosa ha durado hasta hoy. Y sigue...
Lo dicho, está maja la peli (es un gusto ver maquetas y animaciones por el método clásico) y, sí, es mucho más divertida y gozable que el tostoncillo de "The Dark Knight".
lunes, 7 de noviembre de 2011
SINT

La especialidad de Maas siempre ha sido coger una fórmula eminentemente Hollywoodiana y bañarla cariñosamente con elementos autóctonos. Esa estrategia llega a su cénit en "Sint", que sería "una peli de terror con Papa Noel asesino" si no fuera porque no es Papa Noel el prota, sino su versión original, San Nicolás. Sí amigos, el tal Nicolás era un obispo renegado que, según la leyenda popular, venía de España acompañado de un criado, "Pedrito, el negro". Cada 5 de Diciembre se celebra la festividad en los Países Bajos. Con los años, el personaje acabaría mutando a Papa Noel... quien, poco a poco, le va quitando terreno/popularidad al santo (¿para cuando un crossover?). Pues bien, Dick Maas, siguiendo el infalible modelo americano de todo "slasher" al uso, pensó que el personaje era ideal para adaptarlo a un film de horror, sacando lo peor de su historia. Así pues, en "Sint" asistimos a la muerte de San Nicolás en manos de un pueblo oprimido. Pasan los siglos y, coincidiendo con la luna llena, el obispo del mal regresa del mas allá para llevarse los niños a España (¿existe mayor castigo?) y matar a todos los adultos que pueda. Y lo hace acompañado de su "Pedrito, el negro" multiplicado por cien. Todos ellos con pintas de zombie (cosa esta que no gustó nada a padres bien pensantes, quienes denunciaron el poster del film por propagar dicha imagen perniciosa para los infantes).
Al final Dick Maas se deja llevar por sus ambiciones y tira de un rollo más espectacular que terrorífico. Si "Sint" es un "slasher", entonces también lo es "Sleepy Hollow" de Tim Burton, con la que guarda ciertos paralelismos (lo mismo ocurre con las pelis de "La Momia" según Stephen Sommers). El elemento "asesino en la sombra acosando a jovencitas" está, sí, y encima los adolescentes de este film son igual de estúpidos, salidos y desagradables (y mayores) que los que habitan el cine americano, pero básicamente se reduce a los primeros 20 minutos. Poco a poco la cosa se va haciendo más grande... más zombies, más policías, San Nicolás saltando con su caballo por los tejados de Amsterdam (que es donde se desarrolla la acción, of course), tiros, explosiones y, eso sí, una sorprendente dosis de gore, en lo que es la peli más sangrienta de su realizador.
Para condimentarlo todo, el bueno de Huub Stapel (actor habitual de Maas) interpretando al monstruo, secuencias que recuerdan mucho a "La Niebla" de Carpenter e... ¡imágenes de la serie de "Una familia tronada" en la pantalla del televisor (la obsesión continúa)!.
Naturalmente lo más flojo de "Sint" son sus momentos de humor (ya conocen mi teoría), pero afortunadamente no abundan. En realidad, y sin ser nada del otro Jueves, puede que estemos ante el trabajo más potable de Dick Maas desde que perdiera la inspiración por ahí los 90. Y eso ya es algo.
sábado, 23 de marzo de 2013
ALIANZA MACABRA / THE MANGLER
Que tiempos aquellos en los que las respectivas carreras de Tobe Hooper y Stephen King estaban en pleno apogeo y a algún tio listo se le ocurrió que ya era hora de que uniesen fuerzas. Hooper aún arrastraba su "Matanza de Texas" (de la que únicamente habían pasado cinco años) y King iba a ser adaptado por segunda vez tras la estupenda "Carrie". Les hablo de 1979 y de "Salem´s Lot" o "El misterio de Salem´s Lot" o el infame "Phantasma 2" que, tratándose de un producto destinado a la caja tonta, y sin ser ni mucho menos la repolla, sí cumplía unos mínimos (incluso para alguien tan poco amigo de los vampiros como yo). A mediados de los temibles 90, con el terror sufriendo una de sus peores épocas, a otro tío -no tan- listo se le ocurrió que sería buena idea reunir de nuevo a Hooper y King en los roles de adaptador/adaptado tras tantos años desde aquel lejano "momento de gloria" (vale, en "Sonámbulos" habían vuelto a coincidir, pero sin lengua). Claro que entonces las carreras de ambos estaban ya bastante tocadas. El cineasta había rodado la infame "Combustión espontánea" y unos cuantos productos televisivos de menor calado, y el escritor pues puede que no pasara un momento TAN bajo, pero las adaptaciones que más triunfaban en aquellos tiempos eran las ajenas al terror, como "Eclipse total" o la estupenda "Cadena perpetua". El género de nuesos amores había quedado relegado a productos de segunda, simpáticos como "The Langoliers", sí, pero bien distantes del brillo de la mejor etapa de King-en-la-pantalla. Por todo eso, poco podíamos esperar de este "The Mangler" o "Alianza macabra".
En una lavandería de esas industriales, una enorme planchadora cobra vida tras probar la sangre y comienza a papearse a todo el que se aproxima demasiado. La cosa ya viene de lejos, de un pacto de origen diabólico tras el que se esconde el dueño del lugar, un anciano de lo más repulsivo. El inevitable poli protagonista, en inevitable crisis personal, será el encargado de descubrir el lío con la ayuda de un cuñado conocedor de toda clase de ciencias ocultas.
Vale, siempre he dicho que jugar con la idea de un objeto muerto que cobra vida para asesinar, no solo es terreno trillado, también muy delicado, porque resulta harto sencillo caer en el más absoluto y profundo de los ridículos. Da igual que Stephen King sea un especialista en el tema, sigue siendo un concepto que da pié a mucha caca y penuria (el relato del que parte la peli pertenece a su antología "El umbral de la noche", de donde también surgió "Maximum Overdrive", el debut en la dirección del escritor con una panda de camiones asesinos y un hostión en taquilla). Consciente de ello, Tobe Hooper opta por enfocar su película desde el humor, pero uno que surge de cierto tono irreal, semi-grotesco e incluso un pelín surrealista. El cineasta carga las tintas estéticamente, un poco en la línea de dos expertos en el barroquismo -y el agobio- como Tim Burton o Terry Gilliam (pero al estilo Hooper, quien no era nuevo en esas lides, basta repasar sus trabajos para la "Cannon"). Robert Englund, protagonista de la función, tomó buena nota de ello e interpreta al malvado dueño de la lavandería echando mano de unos cuantos histrionismos. Ted Levine (el famoso "Buffalo Bill" de "El silencio de los corderos") da vida al alucinado policía y, también, se suma al carro de la demencia, sobreactuando y encargándose de soltar los previsibles diálogos con fin apaciguador: "¿Una planchadora poseída por un demonio?, sí claro!". Y, justamente, ésta misma, la máquina que da nombre al film (a la que se bautiza como "la trituradora", que es lo que significa "The mangler"), es la que gasta el mayor de todo los excesos estilísticos, a base de unas formas pantagruélicas y un tamaño mas bien descomunal. Claro, todo esto está muy bien, quiero decir, es un buen intento por parte de Tobe Hooper de sacar algo potable de una serie de ideas tan estúpidas y absurdas... pero no lo consigue. Por un lado carga mucho (aunque a mi ya me suelen agobiar esta clase de excesos, así que no soy objetivo) y por otro, no logra que "The mangler" nos deje de parecer una chorrada. La parte final, con la máquina totalmente liberada, arrastrándose cual gusano y echando fuego cual dragón, es ya el cachondeo total y absoluto y, directamente, epitafio para la peli.
Sin embargo, tal vez estoy siendo injusto y la culpa no es totalmente del director de "La masacre de Toolbox", ya que, según fuentes (es decir, según Imdb), este solo rodó una parte de la peli, largándose del plató cuando aún no había terminado y otorgando las riendas al productor. Claro que yo no noto diferencia alguna.......
En la parte buena cabe destacar el elemento gore, bastante generoso, bastante gráfico y bastante bien facturado. Sí, queridos, podréis gozar todos viendo cómo la planchadora atrapa, aplasta, revienta y retuerce los cuerpos de sus agónicas víctimas, sin disimulos. De hecho, cuando el cadáver de la primera es descubierto por la policía, de entrada te lo muestran en rápidos flashes, tal y como Hooper hiciera al principio de "La matanza de Texas" con el mítico cadáver putrefacto, pero luego, planteándote tirar ya de pause para verlo bien, te lo enseñan perfectamente en un plano abierto e iluminado. Gracias a dios!.
Junto a Hooper, King, Englund y Levine, encontramos al legendario Harry Alan Towers en producciones ejecutivas, lo que explica la presencia de Sudáfrica como país co-productor.
El caso es que "The Mangler" debió funcionar bien de alguna manera, ya que en el 2002 hubo un "The Mangler 2" y en el 2005 un "The Mangler Reborn". ¡Que me lopliquen!.
Claro que no hacía falta soltar semejante parrafada para hablar de las poco honrosas mediocridades de la peli (sí, lo sé, demasiado tarde... lo siento), bastaba con señalar que estamos ante una producción de 1995 y todo habría quedado claro desde buen principio. Como dicen en no recuerdo qué película: "Sí amigo, aquel no fue un buen año..." yo diría más, aquella no fue una buena década.
En una lavandería de esas industriales, una enorme planchadora cobra vida tras probar la sangre y comienza a papearse a todo el que se aproxima demasiado. La cosa ya viene de lejos, de un pacto de origen diabólico tras el que se esconde el dueño del lugar, un anciano de lo más repulsivo. El inevitable poli protagonista, en inevitable crisis personal, será el encargado de descubrir el lío con la ayuda de un cuñado conocedor de toda clase de ciencias ocultas.
Vale, siempre he dicho que jugar con la idea de un objeto muerto que cobra vida para asesinar, no solo es terreno trillado, también muy delicado, porque resulta harto sencillo caer en el más absoluto y profundo de los ridículos. Da igual que Stephen King sea un especialista en el tema, sigue siendo un concepto que da pié a mucha caca y penuria (el relato del que parte la peli pertenece a su antología "El umbral de la noche", de donde también surgió "Maximum Overdrive", el debut en la dirección del escritor con una panda de camiones asesinos y un hostión en taquilla). Consciente de ello, Tobe Hooper opta por enfocar su película desde el humor, pero uno que surge de cierto tono irreal, semi-grotesco e incluso un pelín surrealista. El cineasta carga las tintas estéticamente, un poco en la línea de dos expertos en el barroquismo -y el agobio- como Tim Burton o Terry Gilliam (pero al estilo Hooper, quien no era nuevo en esas lides, basta repasar sus trabajos para la "Cannon"). Robert Englund, protagonista de la función, tomó buena nota de ello e interpreta al malvado dueño de la lavandería echando mano de unos cuantos histrionismos. Ted Levine (el famoso "Buffalo Bill" de "El silencio de los corderos") da vida al alucinado policía y, también, se suma al carro de la demencia, sobreactuando y encargándose de soltar los previsibles diálogos con fin apaciguador: "¿Una planchadora poseída por un demonio?, sí claro!". Y, justamente, ésta misma, la máquina que da nombre al film (a la que se bautiza como "la trituradora", que es lo que significa "The mangler"), es la que gasta el mayor de todo los excesos estilísticos, a base de unas formas pantagruélicas y un tamaño mas bien descomunal. Claro, todo esto está muy bien, quiero decir, es un buen intento por parte de Tobe Hooper de sacar algo potable de una serie de ideas tan estúpidas y absurdas... pero no lo consigue. Por un lado carga mucho (aunque a mi ya me suelen agobiar esta clase de excesos, así que no soy objetivo) y por otro, no logra que "The mangler" nos deje de parecer una chorrada. La parte final, con la máquina totalmente liberada, arrastrándose cual gusano y echando fuego cual dragón, es ya el cachondeo total y absoluto y, directamente, epitafio para la peli.
Sin embargo, tal vez estoy siendo injusto y la culpa no es totalmente del director de "La masacre de Toolbox", ya que, según fuentes (es decir, según Imdb), este solo rodó una parte de la peli, largándose del plató cuando aún no había terminado y otorgando las riendas al productor. Claro que yo no noto diferencia alguna.......
En la parte buena cabe destacar el elemento gore, bastante generoso, bastante gráfico y bastante bien facturado. Sí, queridos, podréis gozar todos viendo cómo la planchadora atrapa, aplasta, revienta y retuerce los cuerpos de sus agónicas víctimas, sin disimulos. De hecho, cuando el cadáver de la primera es descubierto por la policía, de entrada te lo muestran en rápidos flashes, tal y como Hooper hiciera al principio de "La matanza de Texas" con el mítico cadáver putrefacto, pero luego, planteándote tirar ya de pause para verlo bien, te lo enseñan perfectamente en un plano abierto e iluminado. Gracias a dios!.
Junto a Hooper, King, Englund y Levine, encontramos al legendario Harry Alan Towers en producciones ejecutivas, lo que explica la presencia de Sudáfrica como país co-productor.
El caso es que "The Mangler" debió funcionar bien de alguna manera, ya que en el 2002 hubo un "The Mangler 2" y en el 2005 un "The Mangler Reborn". ¡Que me lopliquen!.
Claro que no hacía falta soltar semejante parrafada para hablar de las poco honrosas mediocridades de la peli (sí, lo sé, demasiado tarde... lo siento), bastaba con señalar que estamos ante una producción de 1995 y todo habría quedado claro desde buen principio. Como dicen en no recuerdo qué película: "Sí amigo, aquel no fue un buen año..." yo diría más, aquella no fue una buena década.
martes, 31 de diciembre de 2024
CHAINED GIRLS
Clásico del "sexploit" sesentero camuflado, en cierto modo, de película educativa para así esquivar la censura, que por un lado pretende mostrar al mundo algo tan extraño como podía resultar entonces las relaciones sexuales no normativas entre mujeres y, por otro, hacerlo de la manera más explícita y sensacionalista posible.
Producida por el inefable George Weiss, uno de los gerifaltes de cine de explotación y serie Z más relevantes de los años 50 y 60 —cuyas artimañas se encargó de mostrar al mundo convencional Tim Burton en su master piece “Ed Wood”—, mentor y padre espiritual del matrimonio formado por Michael y Roberta Findlay y popular por producir nada menos que “Glen or Glenda” entre otras cintas del considerado peor director de la historia, “Chained Girls” se sirve del falso documental (y la falsa cámara oculta) para mostrar el decadente y oscuro mundo del lesbianismo, pintando esta tendencia sexual poco menos que como una enfermedad mental. Su intención es aleccionar al respetable sobre lo perniciosas que pueden llegar a ser las prácticas sexuales entre mujeres, comparándolas con las ya de por sí aberrantes prácticas homosexuales entre caballeros, y situándolas un peldaño por encima en el escalafón de lo aberrante. Según el fuero de “Chained Girls”, si lo de los maricas clama al cielo, lo de las lesbianas es ya directamente obra del mismísimo diablo.
Por supuesto, con esta ideología conservadora por bandera, en realidad la película no tiene ninguna moralidad y cualquier acusación no sirve más que para filmar toda suerte de situaciones sexuales entre señoritas, con fragmentos que rozan la ciencia ficción como aquellos en los que un grupo de lesbianas viola a otra pobrecilla que se está iniciando en esta inclinación sexual. Todo ello visto hoy resulta muy naif, inocente y tontorrón, consiguiendo, al menos por la parte que me toca, una buena ristra de risotadas. Pero en plenos años 60 este era material bien duro. La voz en off se encarga de explicarnos lo que estamos viendo, o de exponer una suerte de estadísticas —afirmando cosas como que el 90% de las lesbianas mayores de 40 practica el sexo más veces a la semana que las lesbianas de 20— que más que escandalizarnos provocan nuestra hilaridad.
La película sería exhibida en cines de tercera regional donde la visionarían el público de pajilleros habitual de estos subproductos, para pronto ser olvidada y, ya en los 90, rescatada en formato doméstico para los coleccionistas y cinéfilos inquietos por parte de "Something Weird Video".
“Chained Girls” es una de tantas películas que se estrenaron en su momento del mismo rollo, pero tiene especial gracia, porque se recrea en actitudes totalmente inventadas que muestra como reales. Y puesto que el visionado apenas dura una hora, no se hace cuesta arriba.
El director, Joseph P. Mawra, tiene una escueta filmografía, con films al servicio de Weiss, en los que prácticamente no se sale de los parámetros marcados por “Chained Girls”, dejando para la posteridad clásicos como “White Slaves in Chinatown” o algunos títulos de la célebre saga de films sobre bailarinas "burlesque" “Olga”. Vista una vistas todas.
Producida por el inefable George Weiss, uno de los gerifaltes de cine de explotación y serie Z más relevantes de los años 50 y 60 —cuyas artimañas se encargó de mostrar al mundo convencional Tim Burton en su master piece “Ed Wood”—, mentor y padre espiritual del matrimonio formado por Michael y Roberta Findlay y popular por producir nada menos que “Glen or Glenda” entre otras cintas del considerado peor director de la historia, “Chained Girls” se sirve del falso documental (y la falsa cámara oculta) para mostrar el decadente y oscuro mundo del lesbianismo, pintando esta tendencia sexual poco menos que como una enfermedad mental. Su intención es aleccionar al respetable sobre lo perniciosas que pueden llegar a ser las prácticas sexuales entre mujeres, comparándolas con las ya de por sí aberrantes prácticas homosexuales entre caballeros, y situándolas un peldaño por encima en el escalafón de lo aberrante. Según el fuero de “Chained Girls”, si lo de los maricas clama al cielo, lo de las lesbianas es ya directamente obra del mismísimo diablo.
Por supuesto, con esta ideología conservadora por bandera, en realidad la película no tiene ninguna moralidad y cualquier acusación no sirve más que para filmar toda suerte de situaciones sexuales entre señoritas, con fragmentos que rozan la ciencia ficción como aquellos en los que un grupo de lesbianas viola a otra pobrecilla que se está iniciando en esta inclinación sexual. Todo ello visto hoy resulta muy naif, inocente y tontorrón, consiguiendo, al menos por la parte que me toca, una buena ristra de risotadas. Pero en plenos años 60 este era material bien duro. La voz en off se encarga de explicarnos lo que estamos viendo, o de exponer una suerte de estadísticas —afirmando cosas como que el 90% de las lesbianas mayores de 40 practica el sexo más veces a la semana que las lesbianas de 20— que más que escandalizarnos provocan nuestra hilaridad.
La película sería exhibida en cines de tercera regional donde la visionarían el público de pajilleros habitual de estos subproductos, para pronto ser olvidada y, ya en los 90, rescatada en formato doméstico para los coleccionistas y cinéfilos inquietos por parte de "Something Weird Video".
“Chained Girls” es una de tantas películas que se estrenaron en su momento del mismo rollo, pero tiene especial gracia, porque se recrea en actitudes totalmente inventadas que muestra como reales. Y puesto que el visionado apenas dura una hora, no se hace cuesta arriba.
El director, Joseph P. Mawra, tiene una escueta filmografía, con films al servicio de Weiss, en los que prácticamente no se sale de los parámetros marcados por “Chained Girls”, dejando para la posteridad clásicos como “White Slaves in Chinatown” o algunos títulos de la célebre saga de films sobre bailarinas "burlesque" “Olga”. Vista una vistas todas.
viernes, 15 de marzo de 2024
BELA LUGOSI CONTRA EL GORILA
Considerada una de las peores películas de la historia del cine (no sin cierta razón, desde luego) “Bela Lugosi contra el gorila”, de título original musical y fardón “Bela Lugosi Meets a Brooklyn Gorila”, es un pastiche paródico, una comedieta ligera con tintes fantásticos para toda la familia que no se toma en serio a sí misma y se mofa del único tipo con “clase” que aparece en toda la película; un Bela Lugosi, más memorable en su decadencia que en su época dorada, comido por la metadona.
Sobre todo es un estúpido vehículo para el lucimiento de los cómicos cincuenteros Duke Mitchell y Sammy Petrillo, forjados en salas de fiestas nocturnas, tugurios de poca monta de Las Vegas y cuyo show consistía en imitar el que venían desarrollando los populares Dean Martin y Jerry Lewis. De hecho, Petrillo había trabajado a las órdenes de Lewis haciendo de su doble en espectáculos, aprovechando el notable parecido que guardaba con el mítico cómico neojerseíta.
El mánager de la pareja de “impersonators” andaba deambulando por Hollywood proponiendo a los estudios proyectos cinematográficos para que los interpretaran sus representados, consiguiendo que Jack Broder, de "Realart Pictures Inc." asistiera a uno de los shows de la pareja. Al gerifalte le fascinaron estos dos cretinos. Así pues, y con el fin de lanzar su carrera cinematográfica, se dio luz verde a “Brooklyn Gorila” que, eso sí, se filmaría con un bajísimo presupuesto. Costó 12.000 dólares y se rodó en tan solo seis días. Iba a ser la primera de una serie de películas que protagonizarían, en años venideros, ambos clones. Además se garantizaba el éxito contratando como contrapartida al pobrecico de Bela Lugosi, con cierto tirón todavía entre los amantes del cine de terror.
Al enterarse Jerry Lewis de que un extrabajador suyo iba a hacer una película suplantando su personalidad, entró en cólera y se conchabó con su socio Dean Martin para impedir que se estrenara, así, se presentó en la oficina de Jack Broder pidiendo explicaciones: Acabaron a hostias.
Por supuesto, “Bela Lugosi Meets a Brooklyn Gorilla” se llevó a cabo, y Hal B. Wallis de Paramount Pictures, que tenía bajo su auspicio a Jerry Lewis y Dean Martin, pensó demandar a Jack Broder por plagio, así que se reunió con él para ver si llegaban a un acuerdo. Broder instó a Wallis a comprar la película completa para su total destrucción y fin de la historia, pero tras verla, Wallis pensó que igual era una mierdecita inofensiva y se negó a pagar el precio que pedía Broder por el negativo. Zanjó el asunto enemistándose con el explotador y “Brooklyn Gorilla” acabó estrenándose.
El film no fue perjudicial para la carrera de Martin y Lewis, ni lanzó al estrellato a Petrillo y Mitchell. Es más, pasó más bien inadvertida, aunque con el tiempo se ha convertido en un film de culto muy querido por el público norteamericano. Cuando Martin Landau tuvo que interpretar a Bela Lugosi en “Ed Wood” de Tim Burton, se vio en repetidas ocasiones “Bela Lugosi contra el gorila” para estudiar el comportamiento del actor búlgaro y así desarrollar su personaje.
Su argumento es tan tonto como el resultado final de la cinta: una avioneta se estrella en plena jungla y sus tripulantes (Mitchell y Petrillo) son recogidos por una extraña tribu que les colma de atenciones y les facilita una feliz estancia. Para intentar regresar a su Nueva York natal, acuden a pedir ayuda al Dr. Zabor (Lugosi), un científico que investiga sobre los simios, su origen y descendencia. Les dice que, sí, les ayudará, pero no en ese mismo instante porque, de momento, está por otras labores. Inventa un suero que puede convertir a los hombres en gorilas, así que se lo inyecta al guapo del dúo cómico, y este se convierte en uno. A partir de ahí, se sucederán toda suerte de disparatadas y absurdas situaciones cómicas.
Lo mejor de todo es que la película acaba cayendo simpática a pesar de lo tontorrona que es. Su humor es como para lerdos. Decorados de cartón piedra, chistes sosos cada dos por tres, el gorila que, obvio, es un señor disfrazado y Bela Lugosi en estado terminal con los dientes negros y los ojos vidriosos, convierten este producto en algo curioso y digno de visionar y, sin duda, uno de los más simpáticos e ingenuos de la serie B/Z de los años 50.
William Beaudine, director del artefacto y ayudante de dirección de Griffith en “El nacimiento de una nación”, era popular en el sistema de estudios desde los años 20 por hacer películas sin apenas presupuesto y salirle más o menos ostentosas. Se convirtió en un especialista en este tipo de mercancía barata ganándose el sobrenombre de “One Shot” porque daba por buena la primera toma saliera como saliera (pero, al parecer, es solo una leyenda sin fundamento). Dirigió muchas más series B durante los años cincuenta y sesenta, aunque luego se dignificó (solo un poquito) rodando para televisión algunos capítulos de “El avispón verde”, “Lassie”, “Rin Tin Tin” y, finalmente, productos menores para Disney.
Sobre todo es un estúpido vehículo para el lucimiento de los cómicos cincuenteros Duke Mitchell y Sammy Petrillo, forjados en salas de fiestas nocturnas, tugurios de poca monta de Las Vegas y cuyo show consistía en imitar el que venían desarrollando los populares Dean Martin y Jerry Lewis. De hecho, Petrillo había trabajado a las órdenes de Lewis haciendo de su doble en espectáculos, aprovechando el notable parecido que guardaba con el mítico cómico neojerseíta.
El mánager de la pareja de “impersonators” andaba deambulando por Hollywood proponiendo a los estudios proyectos cinematográficos para que los interpretaran sus representados, consiguiendo que Jack Broder, de "Realart Pictures Inc." asistiera a uno de los shows de la pareja. Al gerifalte le fascinaron estos dos cretinos. Así pues, y con el fin de lanzar su carrera cinematográfica, se dio luz verde a “Brooklyn Gorila” que, eso sí, se filmaría con un bajísimo presupuesto. Costó 12.000 dólares y se rodó en tan solo seis días. Iba a ser la primera de una serie de películas que protagonizarían, en años venideros, ambos clones. Además se garantizaba el éxito contratando como contrapartida al pobrecico de Bela Lugosi, con cierto tirón todavía entre los amantes del cine de terror.
Al enterarse Jerry Lewis de que un extrabajador suyo iba a hacer una película suplantando su personalidad, entró en cólera y se conchabó con su socio Dean Martin para impedir que se estrenara, así, se presentó en la oficina de Jack Broder pidiendo explicaciones: Acabaron a hostias.
Por supuesto, “Bela Lugosi Meets a Brooklyn Gorilla” se llevó a cabo, y Hal B. Wallis de Paramount Pictures, que tenía bajo su auspicio a Jerry Lewis y Dean Martin, pensó demandar a Jack Broder por plagio, así que se reunió con él para ver si llegaban a un acuerdo. Broder instó a Wallis a comprar la película completa para su total destrucción y fin de la historia, pero tras verla, Wallis pensó que igual era una mierdecita inofensiva y se negó a pagar el precio que pedía Broder por el negativo. Zanjó el asunto enemistándose con el explotador y “Brooklyn Gorilla” acabó estrenándose.
El film no fue perjudicial para la carrera de Martin y Lewis, ni lanzó al estrellato a Petrillo y Mitchell. Es más, pasó más bien inadvertida, aunque con el tiempo se ha convertido en un film de culto muy querido por el público norteamericano. Cuando Martin Landau tuvo que interpretar a Bela Lugosi en “Ed Wood” de Tim Burton, se vio en repetidas ocasiones “Bela Lugosi contra el gorila” para estudiar el comportamiento del actor búlgaro y así desarrollar su personaje.
Su argumento es tan tonto como el resultado final de la cinta: una avioneta se estrella en plena jungla y sus tripulantes (Mitchell y Petrillo) son recogidos por una extraña tribu que les colma de atenciones y les facilita una feliz estancia. Para intentar regresar a su Nueva York natal, acuden a pedir ayuda al Dr. Zabor (Lugosi), un científico que investiga sobre los simios, su origen y descendencia. Les dice que, sí, les ayudará, pero no en ese mismo instante porque, de momento, está por otras labores. Inventa un suero que puede convertir a los hombres en gorilas, así que se lo inyecta al guapo del dúo cómico, y este se convierte en uno. A partir de ahí, se sucederán toda suerte de disparatadas y absurdas situaciones cómicas.
Lo mejor de todo es que la película acaba cayendo simpática a pesar de lo tontorrona que es. Su humor es como para lerdos. Decorados de cartón piedra, chistes sosos cada dos por tres, el gorila que, obvio, es un señor disfrazado y Bela Lugosi en estado terminal con los dientes negros y los ojos vidriosos, convierten este producto en algo curioso y digno de visionar y, sin duda, uno de los más simpáticos e ingenuos de la serie B/Z de los años 50.
William Beaudine, director del artefacto y ayudante de dirección de Griffith en “El nacimiento de una nación”, era popular en el sistema de estudios desde los años 20 por hacer películas sin apenas presupuesto y salirle más o menos ostentosas. Se convirtió en un especialista en este tipo de mercancía barata ganándose el sobrenombre de “One Shot” porque daba por buena la primera toma saliera como saliera (pero, al parecer, es solo una leyenda sin fundamento). Dirigió muchas más series B durante los años cincuenta y sesenta, aunque luego se dignificó (solo un poquito) rodando para televisión algunos capítulos de “El avispón verde”, “Lassie”, “Rin Tin Tin” y, finalmente, productos menores para Disney.
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