jueves, 23 de abril de 2009

EL ESTRÉPITO DEL VACÍO

Una de las cosas que más llaman, o llamaron en el momento de su lanzamiento, la atención de la serie "Masters of Horror" es su actitud nada mojigata frente a la truculencia. De hecho, es chocante que toda una leyenda del terror como John Carpenter haya tenido que esperar a la televisión para desmadrarse con el gore (su estupenda "El fin del mundo en 35mm"). Sin embargo, y a pesar de las locuras que organiza Dario Argento, no todo en "Masters of Horror" es sangre y vísceras. El propio creador de la serie, Mick Garris, nos lo demostró en su aburridísimo e insufrible episodio, "Chocolat". Después de pasar por tal trance, no me apetecía nada volver a gastar 60 minutos de mi tiempo en otra muestra de actitud light. Ese es el motivo por el que tardé bastante en zamparme este "El estrépito del vacío". Ayer noche lo hice, y fue toda una sorpresa.
Su director, Brad Anderson, ya demostró estar más que dotado para el terror psicológico, a base de sonido y montaje, en su más que buena película "Session 9". Con su aportación a "Masters of Horror" reincide en el mismo terreno, y sale airoso. Un tipo con la capacidad de escuchar a gran volumen hasta el sonido más insignificante comienza a perder el juicio. A ello contribuye la reciente muerte de su adorado hijo y la verborrea imparable de su mujer, que tampoco está muy fina del coco. Naturalmente, el hombre terminará estallando... lo que precipitará los hechos hasta un final diferente y original.
Básicamente lo que "El estrépito del vacío" (título pretencioso, pero chulo. Nada que ver con el original, "Sounds like") cuenta es, simplemente, el descenso a la locura de un ser humano. Y lo hace de puta madre, jugando -lógicamente- con el sonido, pero dotando a la historia de ritmo, tensión y escenas francamente poderosas a nivel visual, incrementadas por la capacidad de su actor protagonista, Chris Bauer.
No esperéis sangre a tutiplen... ni monstruos... ni asesinos psicópatas... ni nada de todo eso. Esto es puro terror psicológico, y aunque los elementos antes citados son maravillosos y los gozo como una puta cuando los consumo, de vez en cuando tirar por la otra senda, y más de la mano de alguien tan capacitado como Anderson, es de lo más estimulante.