En 1989, el realizador Tibor Takacs se encontraba en la cresta de la ola. Había triunfado con "La Puerta" y anunciaba su nuevo proyecto, este "Lecturas Diabólicas", nacido originalmente como el más estimulante "I, madman", a bombo y platillo. Las revistas francesas como "Mad Movies" o "L´Ecran Fantastique" no paraban de hablar de ella como el mayor acontecimiento del cine fantástico. Sin embargo, el resultado no estuvo a la altura. Imagino que algo acojonado, Takács intentó recuperar la estrella perdida con "La Puerta 2", que tampoco funcionó como se esperaba y de ahí a dirigir insulsos (pero simpáticos) films catastróficos destinados a la tele por cable.
Yo fui uno de los espectadores decepcionados por "Lecturas Diabólicas", había visto "La Puerta" en el cine y me molaba, así que cuando el film en cuestión llegó -directamente- a los estantes del video-club de la mano de MGM, lo alquilé raudo. Me aburrí como una ostra y perdí todo interés en su realizador. Ayer la repasé y no me culpo!!.
La historia gira en torno a una chati bastante apetecible que vive obsesionada con unas novelas de terror misteriosamente coladas en su buzón por una mano desconocida. Como era de esperar, a medida que pasen los días realidad y ficción se irán mezclando cada vez con más intensidad, hasta el extremo de ver como todo aquello que va leyendo en las páginas impresas, cobra vida.
El mayor atributo que tiene "Lecturas Diabólicas" es su homenaje a las novelas pulp, cinco años antes de que Tarantino se pasase de listo (como siempre) con su "Pulp Fiction". Las portadas desgastadas mostrando flamantes y espectaculares ilustraciones con llamativas tipografías abundan a lo largo del film, sobre todo cuando la prota visita la oficina del editor de tan magno material (casi la mejor escena). Por lo demás, pues una peli que podría haber funcionado, pero carece de vida, es rematadamente insípida y hasta echa por los suelos lo que podría haber sido el nacimiento de otro monstruo-icono de la época (el ignoto Malcolm Brand, que de entrada gasta un parecido notable con el "Nosferatu" de Murnau, básicamente focalizado en su vestuario... ¡y sus cejas!). A ello contribuyen algunas salidas de tono en el guión que parecen tratar a la audiencia como a lelos con pedigree y que no lo arregla ni la aparición de un monstruo animado mediante la siempre encantadora técnica de las stop-motion.
Digamos que a "Lecturas Diabólicas" le pesan los... fotogramas (tómenlo como una metáfora del culo).