La peculiaridad de esta peli la tenemos en el hecho de que, a pesar de ser un título muy característico del terror ochentero (tan en alza hoy día), nadie parece acordarse de su mera existencia (salvo cuando ven el cartel). La prensa especializada no le dedica artículos nostálgicos, los vividores de la cultura basura no la citan en sus rimbombantes escritos escaparate y ningún festival la incluye en su lista de retrospectivas u homenajes.
Los responsables, Jeffrey Obrow y Stephen Carpenter (con un apellido así, solo podía dedicarse al cine fantástico o a grabar discos de folk), venían de rodar "The dorm that dripped blood" / "La mansión ensangrentada", un... ¡¡SI!!, slasher originalmente concebido por un grupo de entusiastas estudiantes de cine recién salidos de la academia, que lograría ser estrenado a pesar de su condición ultra-indie (no lo olvidéis, estamos en los eighties!). Para su siguiente colaboración, esta "Trans-gen...", cambiaron asesinos por monstruos gelatinosos deudores de cierta iconografía lovecraftiana (o eso diría un crítico sesudo), pero en esencia la base es idéntica: Un grupo de chavales pasan el finde en casa de una anciana recientemente fenecida sin saber que el sótano está infestado de bichos babosos, siendo uno de ellos "hermano" del prota.
La peli fue proyectada en el Festival de Sitges de ese año llevándose críticas negativas que arremetían contra su supuesta dependencia de líquidos repulsivos, pus, látex y gore en general (imagino que esos mismos deben considerarla una maravilla a día de hoy), y editada en vídeo vía CBS FOX (lo que no es moco de pavo).
Estamos pues ante un divertimento de lo más sano que dejará muy satisfechos a aquellos que, como yo, prefieran una buena -o mala, ¿por qué no?- peli de mutantes mal carados a los dramas lacrimógenos sobre malos tratos o las soporíferas crónicas de obreros del metal con problemas a fin de mes.