Un capo mafioso decide retirarse y nombrar sucesor de la
familia a un hijo que tuvo en Corea del Sur, en una canita al aire. Cuando este
llega a Chicago, resulta ser retrasado mental y de aspecto avejentado, lo que
no es óbice para que el capo decida mandar a sus esbirros adiestrar al chico,
que como buen retrasado, no parará de hacer gracietas y meterse en líos de los
que saldrá airoso, sin él proponérselo. De entre medias, un enamoramiento y una
traición, para darle algo de consistencia a un producto para lucimiento de un
cómico, que si en Corea del Sur es una súper estrella, en occidente no tiene ni
puta gracia.
Lo gracioso de la película es que, si el retrasado en un
principio es el chino, al final, resultan más retrasados el resto del reparto,
Harvey Keitel, que interpreta al capo, más que ningún otro, con gesto todo el
tiempo de saber que ha tirado su carrera al retrete, y que esta película le
convierte en caricato mayor, superando con creces a sus partenaires
generacionales, Pacino y De Niro, que también andan chocheando de producción en
producción, nunca llegando a estos derroteros.
Por otro lado tenemos a Jason Mewes, que si le sacamos de su
eterno rol de Jay (de las películas de Kevin Smith… no me hagan explicárselo)
se encuentra más perdido que un hijo puta el día del padre. Pues imagínenselo
vestido con traje de firma, haciendo de mafioso italiano, con esa voz de
drogata que tiene. Vergüenza ajena provoca. El resto de secundarios, vistos en
mil y una películas de mafias, no tienen la responsabilidad de dar la cara que
conlleva la fama, pero aún así, son más dignos de Keitel o Mewes.
Y luego tenemos al señor director haciendo de retrasado
mental. Hyung-Rae Shim es poco más que un clown, un comediante cuyo estilo es
más que reconocible en su país, y por eso, sin saber apenas una palabra de
Inglés, y calzando, sin disimularlo, zapatones de payaso durante todo el
metraje, se centra en hacer una comedia más propia de Corea del Sur que de los
USA, apostando por un estilo de humor infantil, trasnochado y meramente “Slapstick”.
El resultado de ello, se tradujo en fracaso tanto en su país, como en los
Estados Unidos, de hecho, comprendo el fracaso de la película, que no deja de
ser una acumulación con todos los tópicos y servidos, no con especial talento,
en un remedo de las películas de “Pez fuera de la pecera” como, sirvan de
ejemplo, “Bean”, “Los Visitantes ¡No nacieron ayer!” y tantas otras. O sea, un pedacito de mierda de la que todos
sus implicados (en especial Harvey Keitel) se arrepienten. Ahora ¿Si me gusta?
Tengo que reconocer que si, que me ha hecho mucha gracia, más que nada por el
despropósito, por marciana, por bizarra, y porque parece mentira que nadie le
dijera a Hyung-Rae, que salir en una película americana con esos zapatos era
demasiado arriesgado.
Como ver un capítulo de Doraemon.
Shim, es también el director de “Dragon Wars”.