viernes, 15 de diciembre de 2017

THE TOYMAKER

Hace ya un par de años que les hablé de “Robert the doll”, una serie B británica que explotaba el concepto de muñeco malvado que nos ofrecía en aquellos momentos la formula mainstream de “Anabelle”.
Al año siguiente, y aprovechando el tironcillo tan cacareado entre el fandom especializado del lanzamiento de la séptima película de Chucky con “The curse of Chucky”, los responsables del engendro se adelantan en el tiempo y lanzan la secuela de “Robert the Doll”, “The curse of Chucky”, que todavía no he tenido la desgracia de ver.
Y en este 2017, se lanza una nueva secuela de las andanzas del muñeco Robert titulada originariamente “The Toymaker”, más conocida en los USA con el título de “Robert and The Toymaker”.
“The Toymaker” es una película que se ha ganado mis simpatías por lo loco de su propuesta —aunque luego el resultado de esta no funcione al 100%— y es que plagia y combina, sin ningún tipo de vergüenza, elementos de películas tan dispares que uno se pregunta si de verdad estos tipos son estúpidos, o si se creen que el espectador es subnormal profundo.
Y es que ¿Se acuerdan ustedes de los 15 minutos iniciales de “Malditos Bastardos” de  Tarantino en los que unos granjeros esconden a un fugitivo del régimen nazi, y estos son interrogados por un oficial que acaba descubriéndolos y matándolos, a la vez que la hija de estos logra huir campo a través? Pues esa escena, tal cual, está rehecha en este “The Toy Maker”. Cambian algunos diálogos, la ambientación está resuelta como el culo, pero es la misma escena se mire por dónde se mire. Así arranca la película, como “Malditos Bastardos”. Por otro lado, la chica huye, pero le alcanza una bala, por lo que con mucha dificultad llega hasta el hogar de un fabricante de juguetes, y  le da al anciano un libro que andan buscando los nazis. El contenido de este libro sirve para que este juguetero pueda dar vida a sus muñecos, por lo que da la vida al mentado Robert. Como en “Puppet Master”. Que curioso. Resulta que a la vez se ha lanzado la última película de la Full Moon, nada menos que “Puppet Master XI: Axis Termination”, la tercera entrega de la “Axi’s Trilogy”, la trilogía ambientada en la alemania nazi con las marionetitas siendo las heroínas de la función. Qué casualidad. Para más inri la frase promocional de “The Toymaker” reza “Theres a new Puppet Master in town” (Hay un nuevo Puppet Master en la ciudad), por lo que no esconden en ningún momento sus referencias.
Y para que no nos olvidemos del origen de esta franquicia exploit, este juguetero también da vida a un muñequito con forma de payaso (que los payasos están de moda tras la nueva adaptación de “It”), y a una muñeca pepona que se llama… ¡Isabelle! Con lo cual tenemos una película que explota intencionadamente películas como “Anabelle”. “Pupper Master”, “It” y “Malditos Bastardos”. Y la película es consciente de que lo bueno que tiene es ser precisamente esa amalgama estúpida de referencias plagiadas; ser una “Asylada” para un público tonto que disfruta de estas imposibles mezclas.
Por otro lado sabe que su condición de serie B es lo que le va a hacer vender DVDs, por eso, el personaje del juguetero, es un anciano interpretado por un actor joven. Quizás con miras a hacer precuelas en las que este personaje aparezca de joven (¡como André Toulong en Puppet Master!) se usa un máquillaje y unas prótesis dignas de una peli amateur, solucionados a base de una calva de mierda y algodón para hacer el pelo blanco del anciano. Un cantazo. Pero la peli es de serie B, y con la nueva tecnología a disposición de cualquiera hoy en día, resulta que esta tiene una fotografía excelente y digna de una producción mainstream. Quizás la única forma de hacerla parecer de serie B es forzando el maquillaje para que este parezca más cutre de lo podría llegar a ser. Porque tengan en cuenta que es una peli muy, muy barata en la que, prácticamente, los protagonistas de dedican a hablar todo el tiempo. Corre el riesgo de parecer una película indie al uso. ¿Cómo lo solucionamos? Con un maquillaje de mierda. Asi no cabe duda.
Y aunque al final es aburrida, me resulta curiosa, simpática, y he de reconocer que los momentos que mejor funcionan son lo que se está copiando de Tarantino. Mucho mejor que “Robert the Doll”.
Los responsables de esta cinta y de otras de similar índole como “Kill Kane” (Plagio de “Kill Bill” ) “The Amityville Asylum” o  “Poltegeist Activity” —manda cojones— son la gente de North Bank Entertainment, productora capitaneada por el director Andrew Jones, director al que le ha ido muy bien en el mercado del vídeo produciendo y realizando este tipo de películas y al que ya muchos señalan como el sucesor de Charles Band.
Jones, es un tipo vivaracho, fan de la Full Moon que no duda en reconocer una obsesión enfermiza por la saga “Puppet Master” con la que se ha criado. Quiso con esta tercera película del muñeco Robert, hacer su propia “Venganza de los muñecos”. ¿No les resulta entrañable? A mí si. Y esas declaraciones son los que me hacen contradecirme un poco con lo dicho al respecto más arriba sobre la autoconsciencia de esta película. Un tipo que se declara fan de “Puppet Master” y de Charles Band, no deja de ser un ingenuo. ¿O tal vez un oportunista? Ya veremos.