Una muestra seminal de lo que acabó siendo la comedia madrileña de principios de los ochenta; un estilo que, compartiendo cartelera
con el cine de consumo y perdiendo la batalla de la taquilla contra este por
aquél entonces, ganó paradójicamente la guerra en cuanto entró en vigor la
famosa ley Miró. Aunque murió por el cambio generacional a principios de los
90.
Asimismo, con este tipo de comedia vista de manera
retrospectiva, pasa lo mismo que ocurriría con el Landismo o el cine de Mariano Ozores; qué acaba traduciéndose como retrato de la época en que esta se rodó.
En este caso, con su director Fernando Colomo, considerado
el padre de la comedia madrileña, volviendo a lo que sabía que funcionaba tras
el fracaso de su anterior película, “La
mano negra”, en la que mezcló comedia con cine policiaco en lo que resultó ser
su primer fracaso de taquilla.
Aquí, en “Estoy en crisis”, anulando todo atisbo de género
opuesto a la comedia madrileña, la jugada le sale medio rana, y contra todo
pronostico, no consiguió el beneplácito de la crítica ni el público no llegando
al millón de espectadores en la taquilla ni teniendo reseñas demasiado
entusiastas, no así en la Mostra de Venecia de aquél año, que reacia como era a
programar comedias en sus secciones, hace una excepción con “Estoy en crisis”,
y se mete al público en el bolsillo, pese a las demoledoras críticas que
recibió.
“Estoy en crisis” cuenta la historia de un directivo
publicitario en plena crisis de los cuarenta, que abandona todo para irse a
vivir al campo con una modelo con la que ha trabajado, cuando esta acaba
llevando a la casa de este a todos sus
amigos, poco menos que una comuna hippie, que se ponen a arar en la vuelta,
mientras la muchachita que nuestro hombre pretende seducir se pasa toda su
estancia allí acusándole de montar todo ese tinglado en el campo como una sucia
artimaña para acostarse con ella, cosa que por otro lado es verdad. Cuando este
se da cuenta de que esa chica no es más que un capricho infantil para él, será
demasiado tarde para recuperar su vida.
De tono desenfadado y ritmo ágil, “Estoy en crisis” llega a
2018 con una frescura inusual en el cine español de los 80. Si nos dicen que es
una película rodada en esta década, da el pego. Y eso es porque en su momento,
1982, se prodigaba como una película que retrataba una sociedad y unos
personajes rematadamente modernos, por lo que han perdurado estupendamente, ya
que no posee la película ningún agente externo que la haga chirriar en ese
sentido.
Entretenida sin más, la importancia de esta película reside
en que sería el film que da el pistoletazo al estilo de Colomo en particular y
a la nueva comedia madrileña en general, siendo la mamá de títulos ya clásicos
de Colomo como “Bajarse al moro”, “La vida alegre” o “Rosa Rosae”.
Se puede ver.
En el reparto tenemos a un
José Sacristán todavía no tan pedante como lo sería cuando los
argentinos se lo disputaron para hacer bodrios petulantes, pero en estupenda
forma y en el mejor momento de su carrera, cuando se hacía un hueco en el cine
de autor a fuerza de despojarse, poco a poco, de los ramalazos adquiridos en la
comedia clásica de la que proviene, de los años 60 y 70.
Con él, Cristina Marsillach, bellísima, pero enchufada a
tope y sin una pizca de talento como actriz, Marta Fernández Muro, Quique SanFrancisco y Mercedes Samprieto.