Desde luego, cuando
supe que una película como “Los Resucitados” iba a salir a la luz, no
pude hacer otra cosa que arder en deseos de verla.
Se trata de una película en la que estuvo involucrado Paul Naschy en 1995, que figura como incompleta en sus filmografías y que por ese
motivo, y porque por lo visto desapareció el material filmado, quedó catalogada como película maldita. Vamos, que
parecía que nunca se iba a poder ver.
Ahora, 22 años después de su rodaje aparece el material, y
el director, un extraño individuo proveniente del fandom del cine de terror de
los 90 llamado Arturo de Bobadilla, encuentra gran parte de lo grabado, lo
monta, lo dobla, y lanza la película en DVD.
Claro, que no se por qué extraño motivo yo pensaba que se
trataba de una película baratita pero con un acabado estándar. Muy ingenuo soy
yo…
Cuando por fin sale en DVD no tardo nada en agenciarme una
copia y al verla… ¿Cómo decirlo? “Los Resucitados” ha superado con creces todas
mis expectativas. Yo pensaba que sería malísima. Sin embargo esta película
supera con creces los conceptos “bueno” o “malo” en su grado máximo. Resulta de
tal incompetencia que una vez terminada no me explico como los implicados no
han decidido esconderla para siempre o destruirla que es lo que hubiera hecho
una persona cuerda y cabal. Por suerte, orgullosos de ello, su director, su
equipo técnico y sus actores (hasta Santiago Segura se ha prestado a doblar sus
intervenciones) la estrenan con honores, la sacan en DVD en una cuidada edición
y se dan golpes en el pecho sacando al mercado lo que se considera una película
maldita. Hay algo incluso de patético en
todo ello.
Ustedes se preguntarán ¿Y esto significa que no te ha
gustado? Al contrario, ha sucedido todo lo contrario, me he enamorado de esta
jodida película. Me encanta, me fascina. Es digna de estudio y digna de convertirse en una obra de culto.
Pero me gusta, me encanta de hecho, no porque sea una buena
película —¿De verdad lo creen los artífices? Supongo que no, que serán
conscientes de lo que tenían entre manos— si no porque rebasa con creces los
límites de la basura, porque su cutrez e inutilidad me sorprenden como no puede
hacerlo una película perfectamente elaborada, como asimismo me sorprendieron genuinos films
chungos tales como “The Room”, “Magic London” o “Condenado en la pequeña Roma” (que dan mil vueltas a esto),
porque entre tanto esfuerzo y dedicación que ha puesto el equipo, primero en
rodarla en su momento, en montarla y sonorizarla ahora, han demostrado tener
una falta total de talento y un ego que, ni por lo más remoto, les ha permitido
dejar esta película en el maldito ordenador que la montó. Tuvieron que
estrenarla y sacarla a la venta. Y sin ningún tipo de vergüenza. Eso, convierte
a “Los Resucitados” en una película única.
Por otro lado, las circunstancias en que se concibe la
película, hacen que me guste aún más.
Porque el tal Bobadilla, en 1995 consigue convencer a un
grupo de profesionales como son Paul Naschy —la película entera es un
homenaje/comida de polla a su cine—, el anteriormente mentado Segura, LucianoBerriatúa, su hijo Zoe o Manuel Tallafé, entre otros, de embarcarse en el
rodaje de un video casero ambientado en el medievo, basado en leyendas de
Gustavo Adolfo Bequer, y hacerlo con una lata de sardinas como todo
presupuesto. Mucha Labia y mucho arrojo debía tener el tal Bobadilla, porque
que iba a salir un churro se vería venir antes del rodaje viendo los disfraces
que usan los actores y sabiendo que la grabación sería a caballo entre Madrid,
Toledo y la casa de la madre del director.
Vamos, yo todavía estoy flipando… Pero se hizo.
Por otro lado, me
encanta el despropósito, el lío de formatos en que está rodada. Unas escenas en
Super VHS, otras en ¿Mini-DV?, otras en Super 8… saltando de cine a vídeo sin
orden ni concierto ¿por qué? ¿Cuestión estilística? ¿Cine experimental?, no. Me
temo que es que el director, sencillamente no se aclara.
Luego, de golpe y porrazo, desaparece el metraje como por
arte de magia en 1995. Eso dice en un texto al comienzo de la película. También
dice que 20 años después, vuelve a aparecer ese metraje —o parte de él,
supongo—, también como por arte de magia, y deciden montarlo y doblarlo, una
tarea para la que tardan dos años. Pero claro, la película se rodó sin guion,
improvisando sobre la marcha. Bobadilla daba las indicaciones a los actores en
el momento y estos hacían lo que este les indicaba, con la mala suerte de que
cuando este material aparece, lo hace mudo, sin sonido, y de ahí lo del
doblaje. Así que se monta sin sonido, y se le procura dar coherencia en el posterior doblaje para lo que tuvieron que
escribir un guion a partir de ese material insonoro previamente montado, y ahí
darle coherencia. ¿Y se consigue la coherencia? Para nada. Las frases,
encajadas en el doblaje más mal que bien, parecen escritas por un
esquizofrénico, es lo peor de la película sin duda, unos diálogos absolutamente
demenciales que por más que intentan
explicar lo que ocurre ahí no lo consigue de ninguna manera. Son frases ahí
soltadas, como escupidas por una máquina de gotelé. Y es que el guionista puede
que no tenga ninguna pericia como guionista que es lo más probable, pero a
parte de eso, es UNA LOCURA ponerse a escribir un guion viendo unas imágenes en
las que no sabes que cojones está pasando o están diciendo. Y el espectador ve
la película, y lo único que detecta es un video casero en el que unos señores
disfrazados van para arriba y para abajo, se baten en duelo con espada y dicen
frases molonas sueltas. Porque para hacer justicia a la sinopsis oficial hay
que echarle dos huevos gordos. Lo que pone ahí, pasará en la cabeza de
bobadilla, porque lo que es en la peli...
Sin embargo, aún con lo incomprensible de la trama, la
película está montada a un ritmo endiablado, va a mil por hora, y aunque no
sabemos lo que pasa, esto pasa a toda hostia, con lo que es imposible
aburrirse. No nos aburriríamos ni aunque fuese lenta, de hecho. Porque, es que
da igual todo.
Y da igual, porque esta es una película hecha por el fandom
y para el fandom, más concretamente de los fans de Paul Naschy para los fans de
Paul Naschy. Y a todos ellos esto les va a parecer una recuperación maravillosa
y querrán ver gigantes dónde solo hay molinos. Y ojito con decir que no son
gigantes ¡Que se te comerán! Entonces, esta película dentro de ese fandom tiene
todo el sentido del mundo, imagínense, una película inédita de Paul Naschy
(Woooooaaaaouh!!!) rescatada de las latas (de las cintas de vídeo en este
caso). Ya están tardando en salir pomposas y vacías reseñas ensalzando sus
virtudes, restándole importancia a los defectos y, en todo caso, achacando
estos a la falta de presupuesto y nunca a la de talento, que por otro lado es
la que impera.
Entonces, fuera de ese circulo endogámico, la película tan
solo parecerá una broma. Ningún espectador estándar aguantará más de dos
minutos.
Para el cinéfilo inquieto sin embargo (o sea, para mí) esto
es maná del cielo. Y me hacía falta ver una cosa como esta para que tenga un
lugar de honor en mi videoteca, junto al resto de película únicas que tanto me
fascinan, esas películas subnormales entre las que “Los Resucitados”, no es
que sea una más, es que es la jodida
reina.
Me encanta.