lunes, 2 de julio de 2018

THE BEACH PARTY AT THRESHOLD OF HELL

Muy atrás quedaron los tiempos en los que la National Lampoon apadrinaba películas como “Desmadre a la americana” (por citar la única verdaderamente mítica que tienen bajo su sello). En los últimos años no ha hecho más que apadrinar caquita, como de la que muy brevemente les vengo a hablar ahora, que tiene ya sus doce añitos con la tontería.
Comedia post-apocalíptica rodada en vídeo (de la época) que nos sítua en New America, tras un holocausto nuclear. Estamos en el año 2097, y el último descendiente de los Kennedy, junto con dos robots, se encuentran en medio de una playa desierta. Intentando buscar una emisora de radio con el fin de contactar con otros supervivientes, se topan con una mujer caníbal así como con una horda de zombies con los que se las tendrán que ver.
Pura rutina por parte de unos individuos que vieron “Zombies Party” y pensaron que podían hacer algo de divertido. Sin embargo, se quedan en las antípodas de algo parecido a eso.
Además, después de hora y media de aburrimiento, la película se queda inconclusa anunciando que es una primera parte, por lo que el espectador se queda a medias. Pero lo cierto es que eso da un poco lo mismo porque lo que acabamos de ver, también es verdad que nos importa un comino. Como fuere, nunca tuvo lugar esa segunda parte.
Por otro lado, y supongo que por tratarse de un producto National Lampoon, contamos con breves cameos de populares rostros como los de Jane Seymour o Daniel Baldwin, lo que, en absoluto, como es lógico, salvarían la película de la quema.
Los émulos de Edgar Wirght y Simon Pegg que decidieron hacer esto, responden a los nombres de Jonny Gillette y Kevin Wheatley, que tampoco han hecho nada medianamente destacable ni antes, ni después de este pedazo de bodrio.
Dos curiosidades: Por un lado, decir que la carátula del DVD puede dar lugar a equívoco y llevarnos a pensar que estamos ante una sex comedy a juzgar por el título playero, y por la lozana en bikini que aparece en la misma. Solo aparece ahí, porque lo cierto es que en la película no hay ni un solo bikini.
Por otro lado, la película se rodó en la playa de Pensacola Beach, en Florida. Dos semanas después del rodaje, el Huracán Iván arrasó con la zona. ¿Castigo de Dios? lástima que ese Huracán no pasara por allí un par de semanas antes.
Horrorosa.