lunes, 20 de abril de 2020

4 LOCOS BUSCAN MANICOMIO

Rafael Gordon, director, podríamos decir, independiente, ha desempeñado una carrera siempre amparado bajo su propia productora con la que ha realizado numerosos cortometrajes además de sus largos de corte histórico (“La Reina Isabel en persona” o “Teresa, Teresa”), que ha llevado a cabo sin recibir ni una sola subvención por parte de ninguna institución gubernamental, con la excepción de su documental sobre Ouka Lele, por el cual si la recibió. Y ha compaginado sus labores de dirección con las de guia turístico  o asesor cinematográfico en Antena 3. Si revisamos su filmografía podemos decir, sin despeinarnos, que nos encontramos ante un autor, a priori, formal, serio e incluso aburrido. Sin embargo, no todo en su carrera es tan sobrio como estas películas ya que es el autor de una de las comedias españolas más desmadradas de cuantas se hicieron en los 80. En ese sentido, sus primeros pinitos para la gran pantalla no pudieron ser más afortunados, ya que esta “Cuatro locos buscan manicomio”, bien podría ser un equivalente a los “chistes de locos”. ¿Ustedes han escuchado chistes sobre locos? Esta película es exactamente eso. Y es que este film, accidentalmente, incluso podría pecar de experimental en tanto a que no tiene un argumento definido. La cosa va de cuatro locos (loquísimos) que se escapan de un manicomio. Eso sucede durante los primeros cinco minutos de metraje y, a partir de ahí, tan solo una sucesión de secuencias cómicas. Sin más. Todo muy a saco y con un gran predominio del slapstick. Así, los títulos de crédito serían una serie de dibujos tipo cómic de Bruguera, con letreros que incluyen faltas de ortografía (impagable ver en el reparto a Bigote Arrocef… si, si… Arrocef, terminado en F), que dan paso  a una secuencia inicial en la que vemos una especie de hotel-residencia que hace ver que es un manicomio, y que, no necesita más atrezzo que un cartelón pintado a mano donde reza “clínica psiquiátrica”. Todo muy precario y zetoso. Pronto entrará en cuadro un Paco Cecilio con la energía de un “Looney Toone”. A partir de ahí, ya solo irá en aumento la locura a una velocidad de vértigo, y ya todo serán persecuciones, caídas y chistes malos sin descanso. No se trata de una película buena en absoluto, pero es imposible aburrirse porque dentro de que en la misma no pasa nada destacable, pasan muchísimas cosas. Y cuando termina uno se queda con buen sabor de boca, entre otras cosas porque  tiene la sensación de haber visionado una película extraña de cojones. Blanca hasta la extenuación (en una época en la que lo que predominaba era el destape), una fotografía alegre con muchos y vistosos colores, y un ir y venir de los personajes a ningún sitio, convierten a esta película en una rara avis. El cómo los cuatro locos del título hacen trampa para ganar al bingo, es tan hilarante como cutre y el espectador se descubre a sí mismo esbozando una gran sonrisa.
Lo bueno también es que todo es barato, rodado con lo puesto, es como una película casera rodada en 35 mm. y, en definitiva algo que llama poderosamente la atención. Desde luego, una de las muestras más curiosas de la serie Z española.
Con todo, la película asimismo tiene fama de maldita. Se ve que una vez rodada, la distribución de la misma es pauperrima, casi inexistente y pese a que se editó en vídeo —de manera también muy precaria— y se ha pasado en alguna televisión autonómica a horarios intempestivos, no la ha visto casi nadie. Por suerte, rula por la red un ripeo de la película para que eso se solucione.
No me malinterpreten, “Cuatro locos buscan manicomio” es una película espantosa… pero dentro de lo chunga que es ¡mola mucho!
En el reparto, junto a Paco Cecilio (mira que me cae mal este actor) tenemos a Silvia Aguilar, Jenny Llada (vestidas…), Tom Hernández, Blaki, Aldo Sambrell y Bigote Arrocet… perdón, ArroceF, cada cual más loco y enfebrecido.
Hay que echarle un ojillo.