Comedia bávara de contenido soft y humorístico que
bajo el título internacional de “House of the 1000 sins” (según el país, puede
cambiar el título y el metraje ya que existen varios cortes de la película) se
esconde una infamia de lo más tontorrona que se estrenó en nuestros cines con
la calificación “S” con el adecuado título de “El incansable prostituto”.
La cosa es bastante básica: Con la excusa de
mostrarnos un montón de carne femenina durante el trasiego, la acción nos
traslada a un hotel que es un éxito entre las mujeres gracias a que, allí, el gigoló
local las deja de lo más satisfechas. El problema vendrá cuando este se enamora
de una de sus clientas y tiene que lidiar con esa tesitura y con el hecho de
que cierto día, pues, no se le pone dura… por lo que tendrá que visitar a una
doctora que analizará su vida sexual desde la adolescencia.
Una trama insípida, con gags que casi nunca funcionan,
pero que no deja de ser una rareza por el toque surrealista que se le da a las técnicas
de follisqueo que emplea este hombre. Así, entre ensoñaciones que emparentan
directamente los senos exuberantes de las habitantes de ese hotel con las ubres
de una vaca, o flashbacks que nos muestran su pasado sexual —y sus traumas—,
nuestro protagonista tendrá sexo de las formas más extrañas, entre las que se
incluyen el echar un polvete con una fémina dentro de una red que cuelga de
árbol a árbol. Todo muy loco (y casi vanguardista, en una película que pretende
todo lo contrario).
Un producto curioso, distinto a los otros títulos de
comedia sexy alemana que nos llegaban en la época, y que eran más alocados
y alegres. “El incansable prostituto”,
al final no es más que material de derribo carente de interés más allá de lo
antropológico.
Estrenada en España seis años después de su estreno en
Alemania, la película hizo la pasta habitual de una película “S” con unos
171.000 pajilleros que acudieron a verla a las salas más infectas destinadas a
la exhibición de este tipo de cine erótico festivo.
Kurt Nachmann, director artesanal de la vieja guardia alemana, con
guiones en tropecientas películas de corte clásico y una filmografía como
director que comienza en los albores de los años 60, dirige unas cuantas
películas del palo, como “Viena Erótica” firmada con el pseudónimo de Fred Wagner
o “Josefina la cachonda”, titulada en su versión original “Josefine
Mutzenbacher II - Meine 365 Liebhaber”, pero que españolizaba el título en su
estreno aquí para asemejarse más al producto “S” patrio de la época que,
supongo, vendería más que el bávaro. Nachmann pone fin a su carrera con el título que
acabamos de reseñar.
Testimonial.
La verdad es que da lo mismo verla que no verla, que
se hubiera quemado el negativo y se perdiera.