Pero "Blood Rage" queda muy lejos de las desventuras de Freddy Krueger. Y, de hecho, tampoco es que sea un slasher ortodoxo. Sí se mantiene fiel a algunas ideas ya entonces muy sobadas, como la bromita pesada que sirve de susto barato (en este caso, la perpetradora se curra un maquillaje prácticamente profesional, sin que sepamos cómo), la escena de la ducha, los cadáveres expuestos para espantar a la "final girl", etc. Pero también arriesga, alejándose de la imagen del asesino misterioso y/o enmascarado. En "Blood Rage" lo conocemos desde buen principio, le vemos -sin cubrirse la cara- hablar y moverse entre sus semejantes. Para animar la trama, dispone de un gemelo. Todo comienza en 1974, durante una noche en el auto-cine. Uno de los dos hermanos pilla una hacha y, por puro deleite, se carga a un pobre desgraciado que andaba tirándose a su novia. Adelantándose a la llegada de testigos, el chaval le cede el arma a su igual y consigue que le culpen del crimen. El verdadero asesino se pasa diez largos años portándose bien hasta que, deducimos, el anuncio de que su madre se va a casar con otro hombre... o la fuga del hermano acusado injustamente, despiertan en él las ganas de matar de nuevo y, en fin, que se pone manos a la obra.
Y aquí nos quedamos, porque la galería de asesinatos es notable. Para ser una de terror medianamente "normal" fechada a principios de los ochenta, lo cierto es que el nivel de truculencia es generoso, gráfico y licuoso. Muy parecido al que se hace hoy día con mentalidad retro. Como decía, de los potentes efectos se encarga el gran Ed French quien, además, aparece interpretando un papelito (cosa que ya solía hacer eventualmente) y se deja asesinar. La imagen de su realista cabeza decapitada colgada en el marco de la puerta, bien chorreante, es ya casi icónica (la incluyo al final de todo, por puro gusto).
El otro elemento que se aleja un poco de terrenos trillados es la presencia de Louise Lasser, una actriz que por aspecto físico, maneras y cazallosa voz, me da un poco de grima. Le van como anillo al dedo los papeles de maruja sufriente, que es lo que interpreta en "Blood Rage". De hecho, se pasa tres pueblos, casi parece que pretenda ganar un Oscar con tanto drama y tanto llanto. Ella y Ted Raimi volverían a compartir créditos en "Ola de crímenes, ola de risas" dos años después (o dos antes... según se mire).
Que la película proyectada en el auto-cine al principio de "Blood Rage" (y en una televisión poco después) sea "The House That Cried Murder" ("La novia asesina" en España) tiene una explicación. El co-guionista de aquella, John Grissmer, es el director de esta, que puso prematuro punto y final a su escueta filmografía (solo dispone de una película previa, "Bisturí").
No les voy a negar que parte de la diversión -moderada- de ver "Blood Rage" también se la debo a algunos momentos risibles compuestos de ciertas incongruencias narrativas e interpretaciones un poco desmadradas (Doña Lasser es un compendio de muchas de ellas), pero lo cierto es que, si se la toman como hay que tomársela, pueden pasar un rato majo y muy pringoso.