Los exploitations de “E.T. El extraterrestre” se cuentan por decenas y, por supuesto, la animación coreana, una de las industrias con más cara de la historia del cine, no pudo dejar la ocasión de expoliar el largometraje de Spielberg con dos productos animados protagonizados por el encantador extraterrestre, uno de ellos inencontrable y el que nos ocupa: “Hwanggeumnyeonpilgwa gaegujangi oegyesonyeon”. Prueben a decir en alto el título original. Obviamente, por aquí nos gusta ese título, pero, internacionalmente, este plagio de “E.T.” cuenta con toda una amalgama de ellos: “E.T. and the Magic Pencil”, “E.T. and the Magic Crayon”, “Golden Pencil and the Mischievous Alien Boy”, “Gold Pencil and Alien Boy”…
La cosa va sobre una raza extraterrestre que está destrozando las galaxias. Una reina extraterrestre enviará a su hijo (E.T.) a la tierra para salvarla. Allí, este se encontrará con unos niños meones y muy ruidosos. La madre de E.T. les entregará un lapicero mágico a cada uno y, en una nave espacial con forma asimismo de lapicero, emprenderán una aventura sideral con el fin de ayudar al E.T. a derrotar a los extraterrestres malos.
La película es confusa, extraña y extremadamente cruel, ya que presenciamos un par de muertes demasiado violentas para un film de animación infantil.
El caso es que da la sensación de que el plagio es mayor de cara a comercializar la película que en sí misma. Obviamente el extraterrestre protagonista está claramente inspirado en el diseño de Carlo Rambaldi, aunque con ciertas diferencias. En la animación es de color verde y va vestido con algo parecido a un mono espacial. Además, no se trata exactamente de E.T., es otro extraterrestre llamado Mikel (al menos así traduce en la estupenda edición en Blu Ray a cargo de "Asian Trash Cinema") que además habla y tiene dotes de mando. Vamos, que el bicho se parece, pero en absoluto pretende ser E.T., aunque en la caratula de vídeo guarde un parecido más que evidente con la criatura de Spielberg, marroncito, desnudo, y tocando el dedo al niño, solo que hay trampa, porque en vez de proceder con su icónico índice luminoso, lo hace con el lapicero mágico que da título a la película. Así pues, nos encontramos con una doble estafa, ya que, si se pretende ver un exploit de “E.T.” tal cual lo conocemos, pronto comprobamos que el parecido no es tanto, y que nos la han colado. La prueba está en que existe un póster de cine menos engañoso en el que se ve al marciano tal cual es.
Como fuere, esta película es una auténtica rareza y una buena muestra de lo que eran capaces de hacer los coreanos con sus dibujos animados allá en los años 80. La animación es tosca —como viene siendo habitual en ellos—, a veces las caras de los personajes son tan solo borrones, pero, en general, está lo suficientemente entretenida para que le prestemos atención la hora y el par de minutos que tiene de duración. Ahora, sin todos estos elementos exploit que son los que la hacen atractiva, no sería más que un largometraje de dibujos animados al uso y del montón que, curiosamente, recuerda a un episodio de Doraemon (¿casualidad?).
La otra película de animación coreana que explota “E.T.”, aún con sus delirios, sí que sería un plagio más evidente del universo creado por Spielberg y, espero algún día poder dar cuenta de ella aquí. Por el momento, confórmense solo con esta.
Dirige un tal Young-su Lee, que no cuenta con crédito alguno en ninguna otra película.