Hace ya siete años largos, y tras doce de espera, que Paul Hogan decidió traer de nuevo a nuestra pantallas al "Tarzan" moderno mas simpático de todos los tiempos, el cazador de cocodrilos Michael J. “Cocodrilo” Dundee, y nos lo trajo con las mismas arrugas de las primeras entregas de la franquicia, una notablemente envejecida Linda Kozlowsky y un hijo pequeño, quien nos deja claro que, en su ausencia, Dundee no ha perdido el tiempo y ha penetrado a la periodista.
Así, puesto que la tengo en dvd pero no la veo desde que fui al cine donde estaba completamente solo en la sala, decidí ponérmela anoche. Y la disfruté como disfruté con siete años de la primera entrega de la trilogía. Esta tercera pasó sin pena ni gloria por las salas. Y lo peor de todo es que es cojonuda.
La película reincide en la vieja formula que tan bien le había ido anteriormente, la de trasladar a un paleto a la gran ciudad. Si ya le funcionó entonces ¿porqué no iba a hacerlo ahora? Pues supongo que porque los tiempos cambian.
Pero yo soy fan de Cocodrilo Dundee, y esta nueva dosis es un regalo que Paul Hogan nos hace a los fans. Aún reconociendo que es notablemente inferior a sus predecesoras, es también la mas graciosa. Una película de "gags", con uno cada cinco minutos (literalmente) y todos malísimos, pero eso es lo que la hace extraordinaria, que se centra precisamente en lo que funcionó en las anteriores. Se deja de chorradas totalmente, va directa al grano y ofrece al espectador lo que quiere ver, cientos de chistes malos, que recuerdan peligrosamente, en la estructura, a las películas de Jaimito, donde lo que primaban era llevar al celuloide chistes que ya habíamos oído cientos de veces antes.
Claro que la película tiene una trama, totalmente secundaria, en la que nuestro héroe hace de investigador por cuenta propia para desmantelar una banda de traficantes de arte. Da absolutamente igual, porque lo que aquí importa es ver a Cocodrilo metiendo la pata por ahí, y tirando de machete por allá.
La película reincide en la vieja formula que tan bien le había ido anteriormente, la de trasladar a un paleto a la gran ciudad. Si ya le funcionó entonces ¿porqué no iba a hacerlo ahora? Pues supongo que porque los tiempos cambian.
Pero yo soy fan de Cocodrilo Dundee, y esta nueva dosis es un regalo que Paul Hogan nos hace a los fans. Aún reconociendo que es notablemente inferior a sus predecesoras, es también la mas graciosa. Una película de "gags", con uno cada cinco minutos (literalmente) y todos malísimos, pero eso es lo que la hace extraordinaria, que se centra precisamente en lo que funcionó en las anteriores. Se deja de chorradas totalmente, va directa al grano y ofrece al espectador lo que quiere ver, cientos de chistes malos, que recuerdan peligrosamente, en la estructura, a las películas de Jaimito, donde lo que primaban era llevar al celuloide chistes que ya habíamos oído cientos de veces antes.
Claro que la película tiene una trama, totalmente secundaria, en la que nuestro héroe hace de investigador por cuenta propia para desmantelar una banda de traficantes de arte. Da absolutamente igual, porque lo que aquí importa es ver a Cocodrilo metiendo la pata por ahí, y tirando de machete por allá.
Una de las pelis mas entretenidas de la década, que hay que reivindicar a saco, pues Cocodrilo Dundee no se merece la suerte que ha corrido con esta ultima entrega, por cutre y chabacana que sea.
El director, Simon Wincer, ya dirigió a Paul Hogan en "Relámpago Jack" y, además, es el responsable de películas como "Liberad a Willy" o el clásico de los 80 "D.A.R.Y.L."
El director, Simon Wincer, ya dirigió a Paul Hogan en "Relámpago Jack" y, además, es el responsable de películas como "Liberad a Willy" o el clásico de los 80 "D.A.R.Y.L."