Ahora que el estreno de la nueva y apetecible versión del "Capitán América" está a la vuelta de la esquina, es el momento idóneo para recuperar y recordar este otro intento, facturado en el año 1990.
En realidad lo que pueda decir de ella, lo dije hace poco. Ya saben, mi teoría de que hay pelis que, para bien o para mal, necesitan hacerse con dinero, mucho dinero. Las de superhéroes entran en ese pack. Y es evidente que este "Capi" no contaba precisamente con un excesivo presupuesto. De hecho, su director, el mítico Albert Pyun (padre también de "Sueños Radiocativos", "Cyborg" o "Cromwell, el rey de los bárbaros"), argumentaba que había ocasiones durante el rodaje en las que, literalmente, la cuenta bancaria estaba a cero. Y claro, en esas condiciones, poca cosa podía hacerse. Así pues, el resultado final se asemeja al de "Robot Jox", es decir, "ha quedado mejor de lo que uno podría esperar dadas sus limitaciones, pero aún así sigue sabiendo a poco. Da la sensación de que todo el rato el film está al borde del descalabro absoluto y del cutrismo más sangrante... pero se salva por los pelos de un calvo".
Ya saben, eran otros tiempos. Todavía no se habían estrenado ni "Blade", ni "Spider-man", ni "Iron Man" y tampoco "Thor". Marvel llevaba años y años viendo cómo sus personajes eran arrastrados a la pantalla de modo miserable y burdo, mientras "DC" se lo comía todo. Y lo triste es que, en aquel momento, "Capitán América" se suponía su primer producto cinematográfico con "cara y ojos". Incluso Stan Lee, que estaba metido en la producción, se dejaba las pestañas para defender el trabajo del Sr.Pyun. De poco sirvió tanta patraña.
Pero vayamos a por la peli. El origen del personaje nos lo resumen en unos acelerados y renqueantes 20 minutos. Steve Rogers es un mindundi que se presta a un experimento del ejército para crear supersoldados. El primero de ellos es, obvio, el "Capi". No asistimos ni al entrenamiento, ni a las prácticas con el escudo, directamente lo vemos en un avión bromeando sobre su traje y lo poco útil que resulta para el camuflaje (¡buen intento!). De ahí a los aposentos de su archienemigo Cráneo Rojo (no excesivamente mal caracterizado después de todo), donde no le cuesta nada perder y acabar atado a un misil que aterrizará en Alaska y se congelará. En los años 90 despierta y decide terminar su misión.
En realidad el "Capitán América" de esta versión resulta poco superheróico y bastante incapaz. No es hasta el desenlace que hace algo propio de su supuesta condición, y tampoco es que se luzca mucho. El traje resulta algo ridículo, especialmente esas cacareadas -en su época- orejas de plástico. Al final se lleva algunos buenos primeros planos, y el simpático detalle de echarle una mirada al espectador... pero poco más.
Como decía antes, los problemas logísticos y monetarios durante el parimiento del film fueron constantes, y le pasaron factura. No me sorprende teniendo en cuenta que de todo ello se encargaba el ex-"Cannon" Menahem Golan, con su entonces nuevo invento, "21st Century Film Corporation". Al parecer se hicieron varias versiones distintas esperando obtener una que fuese satisfactoria, de ahí los innumerables retrasos y malos rollos, y de ahí la torpeza de ciertas secuencias que, curiosamente, contrastan con otras en las que el montador se luce a base de bien (especialmente en los momentos de acción -por pocos que sean-).
En definitiva, que como peli de superhéroes deja mucho que desear, es sosilla, tirando a aburrida y estéticamente algo telefílmica. No se puede negar que Albert Pyun se esfuerza en salir airoso, sin conseguirlo. No obstante, enfrentarse a ella sabiendo lo que hay, y dispuesto a ser misericorde, ayuda.
El reparto no está ni tan mal, Ronny Cox, Ned Beatty, Darren McGavin... y una apetitosa Francesca Neri.
Menos es nada.