miércoles, 27 de julio de 2011

EL DEMONIO DEL DESIERTO

A inicios de los 90, Richard Stanley parecía la gran promesa del nuevo cine fantástico. Había encandilado a muchos -a mi no- con su largometraje de debut "Hardware, programado para matar" y además lucía un aspecto muy peculiar que le daba un "plus" a la imagen de director atípico. Cuando se anunció el rodaje de su segundo largo en 1992, "Dust Devil" ("El demonio del desierto" en paletolandia), todos se frotaban las manos convencidos de que automáticamente sería un nuevo clásico del fantástico. Sin embargo, al poco de terminarse, la peli entró en una espiral de problemas, desde su remontaje en manos de los temibles hermanos Weinstein (los de "Miramax") a las dificultades para su estreno. Total, que prácticamente no tuvo difusión y pronto, la curiosidad y el interés se diluyeron. Finalmente, y tras mucho deambular, Richard Stanley logró hacerse con el negativo y realizar su versión, "The final cut". Esa es la que, por fin, vi ayer noche.
La peli nos cuenta la historia de un especie de demonio enviado del mal cuya misión es acabar con la vida de aquellos que, inconscientemente, lo reclaman... personas perdidas, solas o, directamente, suicidas. La chica prota es una de esas. Pronto, se cruzará con el demonio en cuestión, nacerá una historia de amor y, llegado su momento, las cosas se pondrán feas cuando el muchacho intente cumplir con su cometido. De por medio hay un policía que investiga el caso pero, sinceramente, tampoco aporta mucho... de hecho, fue una de las partes extirpadas en el remontaje de los Weinstein y, oye, ni tan mal.
"Dust Devil" se anunció en su momento como una mezcla de spaguetti western y peli de terror con ciertas gotas del cine de Alejandro Jodorowsky (concretamente de "El Topo"), algo que le pegaba mucho al amigo Stanley, al que le tira el misticismo y todas esas cosas tan jipis. Y sí, la peli a nivel visual es la leche, tiene momentos realmente bonitos y llamativos, en ese sentido el empaque es excelente y el director logra crear una potente atmósfera que nos mantiene en vilo mirando a la pantalla. El problema es que, al mismo tiempo, pretende contarnos una historia... y aquí es donde descubrimos el punto débil de "Dust Devil" (y de Richard Stanley), ya que esta resulta, además de típica en su fondo, algo plomiza. Así, la peli se desenvuelve muy bien en su primera hora, para volverse algo plasta en la parte final. En realidad nada nuevo, en los 90 era muy habitual encontrarse con directores de video-clips que, al pasar al largometraje, denotaban mucho talento para el envoltorio, pero poco interés (y poca capacidad) de cara al contenido. Stanley era uno de esos.
Está claro que la fama de maldita de "Dust Devil" ayuda a su mitificación... pero, siendo prácticos, no hay para tanto.