Resulta curioso cómo, siendo jóvenes e inexpertos, tendemos a idealizar a los astros del cine "trash" cuando leemos sobre ellos en las páginas de la prensa especializada. Luego, logramos agenciarnos una de sus películas, y el hostión que le sigue es de órdago. Efectivamente, si son estetas del "trash" más puro y genuino, por algo será. Aún recuerdo cuando tuve acceso a "The Astro Zombies", la película más famosa del infame Ted V. Mikels. Me costó un pastón llevármela a casa en DVD. Durante años había intentado imaginarme cómo sería, pero al verla, el mundo entero se hundió bajo mis pies. Menuuuuuda mieeeerda. Sin embargo, y a pesar de las innumerables decepciones (metan en este pack, variando el grado de desprecio, a Andy Milligan, Al Adamson, Ray Dennis Steckler, Doris Wishman, Santo el enmascarado de plata, Ed Wood Jr.... incluso al pizpireto Herschell Gordon Lewis), uno continúa sintiendo simpatía por esta panda de entrañables perdedores y sus monstruosidades plasmadas en imágenes. Probablemente porque somos unos románticos incurables y no queremos afrontar la cruda realidad. Únicamente eso explicaría que ayer noche me tragara casi entera (tras 53 minutos, tuve que echar mano del imprescindible "fast forward") esta bizarra película de Ted V. Mikels, fechada en el 2005, "Heart of a boy". Pero antes, hagamos un inciso.
Mikels, junto a Steckler, la Wishman, Bruno Mattei o el mismo Jess Franco, pertenece a esa ralea de sub-cineastas que, incapacitados monetariamente para seguir rodando (por aquello de que el celuloide era muy caro), no tardaron nada en subirse al carro del vídeo cuando este pegó fuerte en los 90. Dicho de otro modo, cuando en lugar de vídeo podían llamarlo digital, lo que no deja de ser una gilipollez. "Sí, actualmente trabajo en digital" sueltan todos.... ¡¡NO!!, ¡¡trabajas en vídeo!!, ¿a quién pretendes engañar?. De hecho, Ted V. Mikels, que hasta 1993 había hecho todas sus pelis en 35mm, no solo se subió al carro del vídeo, sino que lo hizo aceptando de una vez por todas la imagen que sus fans tenían de él. Cuando en las revistas se hablaba de "The Astro Zombies" o "The Corpse Grinders", todos nos imaginábamos festivales camp llenos de color, gore, humor, excesos y diversión... para luego ver las pelis y, como decía más arriba, encontrarnos insípidos rollazos cuya única contribución era hacernos bostezar. Ted V. Mikels se creería que era un cineasta respetable y que él hacía películas serias. Sin embargo, ya mayor, decidió que las secuelas tardías de esos dos títulos mentados serían todo aquello que el público esperaba de ellos en su momento y no obtuvieron, festivales gore-camp-autoparódicos y voluntariamente ridículos. Cosas como "Mark of the Astro Zombies", "The Corpse Grinders 2", "Demon Haunt", "2010 Astro Zombies: M3 - Cloned", "The Corpse Grinders 3" (en co-producción con España, nada menos) y muy especialmente "Astro Zombies: M4 - Invaders from Cyberspace" (¡hey!, búsquenme en los créditos finales, salgo por ahí y todo!!) entraban dentro de esta dinámica. Pero en realidad, con todos ellos, Mikels únicamente estaba haciendo business. Es bien sabido que a este extravagante y pintoresco caballero nunca le ha gustado demasiado todo eso del gore y la burrez-porque-sí, tal vez ese fue el motivo por el que, en pleno vendaval de cutre-pelis-chusqueras (tampoco le mola que le etiqueten de "trash"), decidió parir una peli inversalmente opuesta al producto reinante. Sin monstruos, sin truculencia, sin escotes, sin violencia, ni marcianos.... un drama con niño pa todos los públicos. Ideal para que las marujas de media América la vieran con el cleenex en la mano.
"Heart of a boy" (no hay más que ver la carátula) cuenta la historia de un mocoso la mar de cuco y encantador con problemas de corazón. Su abnegada mamá y su entrañable abuelete que tanto le quiere (el mismo Mikels) harán todo lo que esté en su mano con el fin de conseguir la notable cantidad de dineros que le piden los médicos para operarlo y evitar su muerte. Y básicamente en eso se centran los restantes 65 minutos de la peli, en ver cómo sus protas hacen y deshacen para agenciarse la guita. Tras cada logro, hay un fracaso, incluso en un momento dado, al abuelo Mikels le toca la loto, pero unos malandrines le mangan la pasta y... en fin, un cristo. Y hablando de cristo, sorprende la notable carga cristiana que arrastra "Heart of a boy", con constantes intervenciones de un cura y sus monjitas (de tétrico y mal rollero aspecto) y escenas de rezos (¡en castellano!). Casi parece una de esas pútridas pelis pro-cristianas grabadas en vídeo en la américa profunda. No hace falta decir que todo termina bien, los ladrones pagan (a base del CGI más rastrero que puedas imaginar) y el niño es operado, con resultados óptimos. Y especifico lo de "el niño", porque la peli de resultados óptimos, por aquí que te vi.
Ahora imaginaos todo esto pues, ello, en formato vídeo, con sonido de cámara (porque si había micro, que despidan al de la percha), montaje algo patoso... en fin, una auténtica peli amateur en el sentido más extremo de la palabra, parida por un señor que, hace bastantes años atrás, incluso hacía películas de verdad... o que tenían aspecto de serlo. La mayor parte del metraje, como decía arriba, no va de nada, y lo ilustran unas cuantas escenas de Ted Mikels pasándolo en grande con su querido nietecito (que cada dos por tres mira a la cámara), llevándole al parque a pasear, mostrándole trucos de magia (no olvidemos que de joven Mikels fue mago), imaginando cómo ambos visitan el interior de un castillo, etc, etc, etc... con la cámara siempre recreándose en las monadas y cuchifleces del puñetero crío. Está claro que, viejo chocho que ya era en 2005, a Mikels se le caería la fafa (sin doble sentido, hablo de auténtica "ternura otoñal").
Bien mirado, en todo este despipote hay una cosa buena: Las pelis de Mikels modernas son tan jodidamente aburridas como las antiguas, así que podemos decir aquello de "No ha perdido incapacidad alguna y está en plena forma".