A estas alturas ya casi resulta cómico que siempre que les hablo de un cineasta específico, sobre todo si arrastra la etiqueta de "serie B", "Z" o terror, salga con aquello de "cuando era ñajo, fui fan suyo". De verdad, no lo hago por quedarme con nadie... lo que pasa es que aquellos eran tiempos tan entusiastas como inocentes y a la que descubría un realizador que, así a lo lejos, podía tildarse de "gran concepto", me emocionaba y me volvía seguidor obsesivo nivel diez. Luego pasaba lo que pasaba, que entre ver sus pelis, leer entrevistas y conocerle mejor, se me terminaba por caer el velo, finiquitando nuestra apasionada relación. El germano Ulli Lommel fue uno de esos individuos.
Visto en la distancia, Lommel pintaba bien jugoso: Alumno del reputado Rainer Werner Fassbinder, destacó a inicios de los 70 con "La ternura de los lobos", polémica -y aburrida- radiografía del psycho-killer real Fritz Haarmann (que inspiró el clásico "M, el vampiro de Düsseldorf" según Fritz Lang). Luego se largó a los USA donde hizo buenas migas con Andy Warhol, al que fichó para dos excéntricas películas, destacando "Blank Generation", un especie de drama-punk con protagonismo de Richard Hell. Y de ahí, al cine de género de segunda división, destacando "Satanás, el reflejo del mal", "Terror en Devonsville" y tantas otras (como la secuela de la primera, "Boogeyman 2", una auténtica ñorda de proporciones épicas perfectamente risible en la que Lommel interpreta a un cineasta de pelis de terror de serie B al que los productores no dejan ser el "auteur" que pretende). Tras unos años casi desaparecido, el cineasta regresa gracias al abaratamiento de la producción cinematográfica (dicho de otro modo, se aferra al vídeo como formato... aunque luego critique lo sobrecargado que va hoy día el mercado... típico temor burgués de perder la exclusividad de lo que básicamente antes era un medio elitista) y comienza a parir un montón de roña inspirada en asesinos en serie reales que lo único que le ha reportado es, por un lado, polémica (quejas de aquellos que le acusan de explotar trivialmente lo que no dejan de ser hechos reales con víctimas de por medio), y por otro, odio, ya que el 99% de los que las alquilan (o descargan) y consumen, las detestan.
Así, por encima, pinta atractivo el asunto, ¿verdad?, el problema viene cuando descubres que Ulli Lommel es otro de esos gilipollas que, a pesar de vomitar mierda a chorro, van de artistas y se disfrazan en plan excéntrico (es decir, ridículo). Suelta aquello de "Yo no hago pelis de horror, hago cine experimental, lo que pasa es que nadie lo comprende y por eso me odian". Claro, ¿a quién se le ocurre creer que una cosa titulada "Zombie Nation" pueda ser cine de terror?. Lommel encaja en el perfil del papanatas que siempre se mete medallas, que nunca reconoce su mentalidad mercantil y acusa al "otro" (es decir, al bueno y honesto) de ser el copietas o el negado, él jamás (ejemplo: ¡que casualidad que Lommel estrenara su "Zodiac" justo cuando David Fincher lanzaba el suyo!). Sin embargo, lo peor de todo, lo más abominable y que, sin duda, marcó el final de nuesa love story fue leer en una entrevista que detestaba el cine de venganzas, de justicieros. Urgh!. Hay muchas cosas que puedo soportar y perdonar, por ESO... ¡NO!. Desde entonces, me interesan tanto las obras de Lommel como el diámetro de los testículos de un palomo cojo. Sin embargo, hace unos días, mi buen amigo Pajarillo me ofreció la posibilidad de ver el VHS de "Telepatía de un asesinato", uno de los títulos del alemán realizados durante su mejor etapa.... o, siendo más específicos, su etapa menos mierdosa. Y yo hay dos cosas a las que no puedo negarme, una es rascarme la huevera, la otra, zamparme una cinta VHS con una peli de corte fantástico (o aledaños) en sus tripas.
La movida se inicia con un asesinato. Matan a una pava chillona, cuyo cadáver termina metido en la nevera de un hospital. Por otro lado, la madre de una familia feliz y dicharachera, sufre un accidente y queda convertida en un vegetal. El médico que la trata le comenta al marido que tienen un plan para salvarla que consiste en reactivar su cerebro mediante hondas mentales de origen electrónico. El pavo dice que palante y tras la operación, la churri poco a poco va regresando a la normalidad. Todo el mundo está super-happy cuando, sí lo han adivinado, comienza a tener visiones... las de la muerta del principio de la peli. Vamos, que las hondas mentales que le metieron en el coco, venían rebotadas de la asesinada y, claro, conserva sus recuerdos. Así pues, una vez entendido y aplicado, ella y el marido (sobre todo el marido) investigarán el asunto y darán con el asesino, que pondrá en jaque sus vidas.
Decía Ulli Lommel que esta es una de sus pelis favoritas, entre otras cosas por su indudable espíritu Hitchcockiano. Algo reafirmado por la presencia de Vera "Psicosis" Miles en un rol secundario junto a Keir Dullea, el prota de "2001: Una odisea en el espacio". Efectiviwonder, Lommel es muy fan tanto del gordo calvo como del Sr.Kubrick. A los mentados hay que sumar la presencia de un perdidísimo Tony Curtis. Uno de los mejores repartos en el cine del germano, sin duda. El resto ya está a la altura de lo habitual, como demuestra el protagonismo de la guapísima Suzanna Love, la fémina que por aquellos tiempos se tragaba la lefa del amigo Ulli (estaban felizmente casados). Entre todo eso, y el acabado más que correcto y resultón de la peli, es comprensivo que el cineasta se sienta tan orgulloso.
Sí amigos, ayer me la puse dispuesto a aburrirme como una ostra... y no, la verdad es que "Telepatía de un asesinato" ("BrainWaves" en USA) funciona a su manera. No es que chorree calidad y suspense, ni mucho menos... pero está visible, ideal para una tarde de aburrimiento, a pesar de contar con una historia de lo más trillada y tópica cuyo precedente fue "Las manos de Orlac" en 1924 y que, desde entonces, ha sido copiada infinidad de veces... la del trasplante de origen sospechoso con efectos traumáticos y fines detectivescos. Ya sean manos, pies, corazones, ojos, escrotos u hondas cerebrales... da igual, siempre es lo mismo... solo que en el caso de la versión Lommel, la cosa se salva por los pelos (eso sí, al asesino lo descubrimos en seguida por mucho que intenten marcarse un detalle medianamente ingenioso con un tatuaje que porta y que, a la larga, deviene aquello que le delata).
¿¿Ha afectado de modo positivo todo esto a mi relación con el colega Ulli??... pos no, sigo pensando que es un gilipollas... pero al menos, es un gilipollas con UNA peli resultona... y eso ya es mucho.